[Fotocomentario] Caminar en la madrugada

Fotografía

Durante un verano de fuertes calores, han sido relativamente numerosas las entradas que he ilustrado con fotografías realizadas los sábados y domingos a horas muy tempranas. Todos los sábados intento caminar un mínimo de dos horas, 11 o 12 kilómetros, si es posible más. Pero cuando el calor aprieta, hay que madrugar para disfrutar de la caminata, evitando el calor. Pero no sólo camino en los días en los que no se trabaja, desde unos cuantos meses, camino en la madrugada todos los días.

Cuando en mayo del año pasado comencé un cambio de hábitos profundo que me ha permitido perder muchos de los kilos de peso que me sobraban y mejorar mi forma física, además de ordenar y disminuir mis comidas, también procuré aumentar el número de kilómetros diarios caminados. Y si a eso sumas lo incómodo que resulta ir en el transporte público urbano con la mascarilla puesta, algo que ya no tiene sentido cuando no existen otras medidas de alejamiento social acompañantes, los incentivos para desplazarme por la ciudad caminando son altas. Por ello, voy y vengo al trabajo caminando. Unos 3800 metros a primera hora de la mañana. Y cuando salgo a primeras horas de la tarde, como aprovecho para hacer compras u otros recados, entre 4000 y 4500 metros. Es decir, aseguro que de lunes a viernes camino alrededor de ocho kilómetros. A 120 pasos el minuto, 100 metros al minuto, son 9600 paso a buen ritmo de seis kilómetros a la hora. Esto es cardiosaludable.

La única cuestión es que, mientras en verano esas madrugadas son agradables, porque todavía no hace calor, pero ya hay luz, y es muy agradable, desde que llegó septiembre son recorridos a primera hora de la mañana que se hacen en la oscuridad. Por lo tanto, ya no puedo detenerme un instante de vez en cuando a realizar una foto aprovechando una composición o unas condiciones de luz que me llaman la atención en un momento dado.

Como sucedía en la primera quincena de agosto, a la que corresponden bastantes de las fotografías del rollo de película fotográfica que comento en En verano también hay días o momentos con luz escasa – Fujifilm GS645S Wide 60 con Kodak Portra 400.

[Cine] Los renglones torcidos de Dios (2022)

Cine

Los renglones torcidos de Dios (2022; 49/20221007)

Correría el año 1985 o 1986. Yo estudiaba quinto de medicina, curso en el que con aquel plan de estudios se trataba la asignatura de Psiquiatría. Una compañera de clase con la que en aquel momento mantenía una muy buen relación, de amistad, me recomendó encarecidamente un libro de Torcuato Luca de Tena,… el libro en el que se basa la película que traigo hoy a colación. Luca de Tena no es un autor que me atrajese. Vinculado a la prensa partidaria de la dictadura fascista, se reconvirtió como tantos otros en reformista de la noche a la mañana, presentándose como demócrata de toda la vida. Pero algunos dudábamos de estas conversiones ideológicas tan oportunas desde las filas del fascismo. De todas formas, no conozco la minucia de la biografía de este periodista y escritor y puedo estar siendo injusto; pero es lo que sentía o pensaba entonces. En cualquier caso, aquella compañera insistió tanto que acepté el préstamo del libro. Cuando compro un libro soy consciente de que hay una probabilidad del 10 % de que no termine de leerlo. Pero cuando me lo prestan me fuerzo a leerlo. Y aquel lo leí entero. No fue un sacrificio. Era de fácil lectura y razonablemente ameno. Pero…

El hospital psiquiátrico donde sucede la acción de la película de hoy está situado en algún lugar de Castilla… así que ilustraré la entrada con estampas de la castellana ciudad de Ávila.

Desde muy niño estoy familiarizado con los hospitales psiquiátricos. Manicomios los llamábamos en los años 60, centros de rehabilitación psicosocial en la actualidad. Una familiar cercana, con secuelas de una meningitis, en los años de posguerra inmediata, acabó ingresada de por vida en el psiquiátrico de la Diputación Provincial de Zaragoza, actualmente en la red del Servicio Aragonés de Salud. Y sistemáticamente íbamos a visitarla cada quince días desde que tengo memoria y hasta que falleció. Por lo tanto, asistí en directo, como espectador, cada dos semanas, a la evolución en estos centros. En un primer momento, cuando unas monjas de la orden de Santa Ana nos recibían con aire serio y, a los ojos del niño que yo era, amenazante, en un lugar donde no había libertad de movimientos para los pacientes a los que nunca veías, salvo a tu familiar que llevaban a un comedor donde la veíamos y le dábamos de merendar. Más adelante, en los años 70, se abrieron los pabellones, y empezamos a conocer por sus nombres a los pacientes, sobre todo mujeres por estar nuestra familiar en un pabellón femenino, que siempre nos pedían tabaco. Y hablaban con nosotros. A lo que llegué a la adolescencia, yo tenía normalizado el trato con estos enfermos, gracias también a la espontaneidad de mi madre con ellos, y nunca me produjeron ningún tipo de miedo o reparo. Simplemente, estaban enfermos. Aun se abrieron más, los pacientes salían del hospital y pedían tabaco a los paseantes. Estoy simplificando mucho… pero no voy a enrollarme más con los cambios de fondo que hubo. La atención a estos pacientes cambió. Siempre ha sido un caos… en el fondo,… eso lo aprendí como profesional de la medicina y la administración sanitaria, pero cambió. Al fin y al cabo, durante once años ocupe el puesto de director de un pequeño hospital en el que albergábamos alguna unidad de salud mental, aunque no fuera un hospital psiquiátrico. El caso es que cuando leí el libro, me pareció entretenido, pero irreal. No se ajustaba a mi experiencia de lo que era uno de estos hospitales.

Ya hubo una adaptación cinematográfica en 1983, cuatro años después de la publicación del libro, antes de que yo lo leyera, realizada en Méjico, que yo no he visto. Pero en 2022 nos llega la adaptación dirigida por Oriol Paulo, y protagonizada por Bárbara Lennie y Eduard Fernández, entre otros, y no dejó de entrarme la curiosidad, por lo que nos fuimos a verla. Además había alguna reseña sobre pases a periodista que parecía ponerle buena nota. Lennie es una actriz a la que siempre he respetado, especialmente desde aquella excelente película en la que hablaba poco y expresaba mucho. Y Fernández tiene una trayectoria más que respetable, con enormes cantidades de oficio. Y así vimos como planteaban el dilema sobre si Alice Gould (Lennie) estaba afectada de un delirio indicativo de un trastorno mental grave o se era víctima de una conspiración para despojarla de su fortuna.

El chasco fue monumental. La película es un pastiche en el que se mezclan todos los tropos propios del género de centros psiquiátricos, con préstamos (o robos) de las películas más emblemáticas del género. Castigos físicos a los enfermos, jaulas para los rebeldes, electroshocks, enfermeras de faz antipática casi terrorífica, un reparto de pacientes que parece un calco, a veces caricaturesco, del «cuco«. Por no hablar de la clara inspiración del «corredor» en el planteamiento inicial; el profesional que se hace pasar por enfermo para destapar un misterio. Desde luego, un hospital no creíble para 1979, fecha en la que se sitúa la acción de la película, un dislate con el fin de producir una película de misterio, con dosis de terror o suspense cutre, rodada con medios, pero sin sentido. Ni siquiera las interpretaciones, a cargo de un reparto tan solvente, se sostienen.

Sinceramente… no recomendable. Y cada vez sospecho más de los comentaristas de cine españoles cuando hablan de películas nacionales. Como si hubiera un acuerdo para llevar espectadores a las salas sea como sea la calidad de la película. ¿Estaré yo delirando y viendo conspiraciones donde no existen?

Valoración

  • Dirección: **
  • Interpretación: **
  • Valoración subjetiva: **

[Viajes] Viaje en el día a Vitoria, con película fotográfica en blanco y negro

Viajes

Se me acumula el «trabajo» fotográfico. Rollos de película negativa en color de agosto y septiembre, viajes más o menos largos diversos, con fotos digitales o con película negativa en blanco y negro… Y esos mismos viajes que restan días para comentar mis experiencias. En realidad, todo esto es bueno. Hay actividad. Hacemos cosas, nos movemos y experimentamos.

Como he experimentado en el viaje que hice hace unos días a Vitoria en el día, en el que me llevé un tipo de película poco habitual para mí en los viajes. Lo cuento más despacio en Sensibilidad “media” para un día viajero en Vitoria – Minox 35 GT-E con Lomography Potsdam Kino 100. Aquí, simplemente, como tengo por costumbre, os dejo algunas fotos.

[Libro] La bailarina de Izu – Yasunari Kawabata

Literatura

No es habitual que escriba sobre libros los domingos. Pero es que me he encontrado con el hecho de que en estos momentos tenía ocho libros leídos sin comentar. Uno leído antes de comenzar mis vacaciones hace tres semanas y nada menos que siete se han acumulado en estas tres semanas. Y podría haber caído un octavo si no fuera porque el viernes en el tren que nos traía de Bilbao, después de ver en el iPad el último episodio de la primera temporada de las aventuras de Galadriel y Sauron en la Segunda Edad de la Tierra Media, muy interesante, ya comentaré, se me vino un encima un dolor de cabeza que me impidió centrarme en la lectura.

La bailarina de Izu, en japonés Izu no Odoriko [伊豆の踊子], es lo que podríamos denominar un clásico moderno o contemporáneo. Esta novela corta de Yasunari Kawabata, premio nobel japonés, del que ya he leído previamente algunas cosas, se publicó por primera vez en 1926 y desde entonces se instaló fuertemente en la cultura del País del Sol Naciente. En la región donde transcurre la acción, la península de Izu, no faltan los recordatorios al texto, hay personas que gustan de recorrer el camino de los protagonistas del libro, e incluso el nombre comercial de los trenes que unen Tokio con esta región reciben el nombre Odoriko, que habitualmente se traduce como bailarina/bailarín (el idioma japonés carece de género gramatical y las palabras no varían en este sentido).

Como tal relato, es un relato mínimo. Un joven de 20 años, de buena familia, estudiante en la universidad, en medio cierta crisis personal, con sentimientos de soledad y melancolía, aprovecha sus vacaciones al final del verano para recorrer caminando la península de Izu, no muy lejos de Tokio. En un momento dado, coincide en una posada con una familia de músicos ambulantes, con los que continúa su viaje hasta Shimoda, donde tomará un ferry de retorno a Tokio. Con la familia viaja la joven Kaoru, de catorce años, que baila y toca la pandereta, y de cuya gracia y belleza queda prendado. Y en cierta medida correspondido. Aunque de fondo está la diferencia de edad, clase y educación. Del joven, nunca sabremos el nombre [watashi 私, en el original, una de las formas de decir yo en japonés, de uso preferente habitual entre las mujeres o en ambos sexos en un entorno de comunicación formal].

El relato es una verdadera delicia de lectura. Está lleno de poesía, y en él, más que la atracción física entre los protagonistas, hay una idealización del otro. Especialmente de la joven bailarina, o pequeña bailarina para el joven estudiante, en la que ya apunta la guapa mujer en la que se está convirtiendo, pero que constantemente tiene detalles todavía que indican que no ha abandonado del todo la niñez. No hay procacidad alguna en el relato. Y además ya se encarga la abuela de la familia de asegurarse de que nada apropiado sucede entre los dos jóvenes, aun con la cálida acogida de la familia de músico hacia el estudiante. Al final, inevitable, hay separación. El joven vuelve a Tokio, la familia se dirige hacia la isla de Ōshima, de donde son y donde residen en invierno.

Novela corta absolutamente recomendable, ópera prima de Kawabata, pero que ya nos da una muestra de porqué es uno de los escritores más apreciados en lengua japonesa y, para muchos, uno de los mejores escritores del siglo XX a nivel mundial. Tres son los autores japoneses galardonados con el Nobel. Además de Kawabata hay que saber de Kenzaburō Ōe y de Kazuo Ishiguro, aunque este último, nacido en Nagasaki, está nacionalizado británico y escribe en inglés. Tengo que ponerme con la obra de Ōe en algún momento, que de los otros dos ya he leído varias cosas.

[Viajes] resumen fotográfico de la escapada a Bilbao

Viajes

Ayer por la tarde, ya noche, en medio del caos por la fiestas del Pilar, llegué a casa después de una escapada de unos días a Bilbao, con excursiones a diversos puntos localizados en la Reserva de la Biosfera de Urdaibai. Viaje en tren desde Zaragoza a Bilbao, lento… un recorrido impropio del país que pretendemos ser y en la época en la que pretendemos estar. Más si tenemos en cuenta que parte de ese recorrido no sirve simplemente para comunicar estas dos ciudades, si no también Bilbao con Madrid o Barcelona. Pero también usando el tren para desplazarnos por las cercanías de Bilbao, estos simpáticos trenes Euskotren, en la red de vía de ancho métrico que antiguamente pertenecía a FEVE (actualmente Renfe Cercanías AM) y que se transfirió al Gobierno Vasco en las líneas que circulaban íntegramente por su territorio.

El motivo del viaje… bueno, de las cuatro personas que hemos ido, una de ellas tenía algo que hacer por trabajo una de las mañanas que hemos estado en Bilbao. El resto hemos ido por turismo y escapando de las fiestas del Pilar de Zaragoza. Momento del año en el que los zaragozanos están encantados de vivir en el caos, y sufrir unos servicios tercermundistas y, además, más caros. Los puntos fuertes del viaje eran dos. En Bilbao, visitar el Museo Guggenheim. Yo estuve en noviembre del año 2000, tres años después de su inauguración… pero no había mucho que visitar en su interior. Era cosa de ver el edificio y poco más. En esta ocasión, aun con la mala suerte de que estaban sustituyendo la exposición de uno de los pisos (tercera vez que me pasa en un museo en el último mes), pudimos ver bastante arte contemporáneo.

Por supuesto hubo tiempo de sobras para recorrer otras zonas y monumentos de la ciudad vasca. Una ciudad por la que nunca he sentido mucha atracción. Aparte de que siempre he sentido una sensación de grisura en el ambiente, cuando la he visitado, me parece que tiene una disposición caótica y con un limitado interés. Demasiado desordenada probablemente por el rápido crecimiento que acompañó la revolución industrial y épocas posteriores de urbanización poco planificada. No es la única ciudad a la que le pasó esto. No obstante tiene sus cosas interesantes y zonas paseables. Especialmente cuando la capa de nubes se va y deja pasar algún que otro rayo de sol. Cosa que no nos ha pasado hasta las 11 de la mañana como pronto.

Sí que pretendimos acercarnos a lo que es las orillas de la ría y el puerto, pero no teníamos una planificación muy buena, perdimos mucho tiempo y no sacamos tanto en claro como pensábamos. Pero culpa nuestra por no prepararlo mejor. Fue muy agradable la visita al puente de Vizcaya, puente transbordador entre Portugalete y Getxo, mal llamado puente colgante, que son otra cosa. Es Patrimonio Mundial según la Unesco.

El segundo entorno objetivo que teníamos, y que nos habían recomendado diversas personas, era el entorno de la Reserva Mundial de la Biosfera de Urdaibai, otra de las cualificaciones que otorga la Unesco. Es una amplia zona en la ría y estuario del río Oka y afluentes, que combina medio natural y explotación humana diversa. Se accede desde Bilbao con cierta facilidad con la línea de Euskotren que lleva a Gernika y Bermeo, o con diversas líneas de autobús. El primero de los días que le dedicamos nos llegamos en tren hasta Bermeo, para luego retornar caminando hasta Axpe pasando por Mundaka y otros lugares. Está es una de las zonas más próximas al mar.

La otra jornada fue para visitar la marisma de Urdaibai con el Urdaibai Bird Center, una lugar preparado para el estudio y observación de las aves locales y de migratorias que en distintas épocas del año se pueden encontrar. Cuando fuimos nosotros no había mucha actividad, pero nos gustó. Y desde ahí empezamos a caminar hacia Gernika.

Camino de Gernika recorrimos el tramo superior, lleno de marismas o zonas inundables, se camina sobre pasarelas de madera, de la cuenca del Oka. Nos llegamos hasta Forua, donde hay restos romanos interesantes. Y finalmente llegamos a Gernika, donde pudimos ver con mayor claridad, haciéndole fotos, una bonita garza. No precisamente en un lugar silencioso y silvestre, sino en medio del casco urbano, con ruido de camiones, trenes y demás. Cosas que pasan. También había algún cormorán.

Gernika es un lugar interesante de visitar, pero con el problema de que es utilizado con fines muy propagandísticos por las ideologías nacionalistas dominantes en esa comunidad autónoma, que son muy poco rigurosas históricamente hablando, basando sus afirmaciones más en mitos que en otras cosas. Lo cual te deja un sabor de boca raro cuando visitas lugares que merecerían una interpretación más ajustada a la historia, haciéndolas más universalmente interesantes. Pero está bien.

Finalmente, un pequeño comentario sobre los aspectos fotográficos. Además de la pequeña Minox 35 GT-E que me suelo llevar con película negativa en blanco y negro, para la fotografía en color, digital, he optado por la Canono EOS RP con el equipo básico que me llevé el año pasado a Copenhague. Es un equipo eficaz y muy portátil, aunque prefiero habitualmente el Olympus micro cuatro tercios. Pero como quería llevarme para alguna ocasión un teleobjetivo potente… pues era la única opción. Lo he usado poco… el teleobjetivo. Pero lo he usado.

[Cine] Blonde (2022)

Cine

Blonde (2022; 48/20221005)

No sabía muy bien sobré qué hablar en este domingo en este Cuaderno de ruta. Me he levantado muy tarde para lo que es habitual en mí, lo habitual en domingo es que hable de fotógrafos y sus fotografías, pero me he encontrado también conque tengo acumuladas dos películas, dos adaptaciones literarias a la gran pantalla, y que durante los próximos días este Cuaderno de ruta estará en modo «sólo fotos». Al final me he decidido por el cine. Entre otras cosas por las vueltas a la cabeza que le he dado a la adaptación de la novela del mismo título de Joyce Carol Oates, que reconstruyen en forma de ficción la vida de Marilyn Monroe, y que me ha despertado sensaciones muy contradictorias. Vamos a ella.

Aunque tenga que compartir la condición de icono con personajes mucho menos glamurosos, no hace falta irse muy lejos para comprobar que la figura de Marily Monroe todavía goza de ese nivel. Si bien, para ilustrar esta entrada sí que nos hemos ido lejos, hasta Nueva York.

Leí la novela de Oates entre diciembre de 2019 y enero de 2020. En un momento en el que no tenía problemas para engancharme a la lectura en cualquier lugar y en cualquier momento. Semanas después comenzó el desbarajuste pandémico, y mi capacidad de concentración ante un libro descendieron a niveles alarmantes. En 2019 leí un total de 53 libros, mientras que en 2021 sólo leí 23, siendo muchos de ellos de muy corta extensión. En este 2022, con un canto en los dientes me daré si sobrepaso los 30. El caso es que aquella novela dedicada a Marilyn, o más bien a Norma Jeane, me impresionó. Basada en la vida de la persona real, Oates creo un personaje de ficción a través del cual denuncia la explotación de una mujer y de su sexualidad por la sociedad patriarcal. Nos cuenta una biografía ficticia que puede no ser verdadera, pero es plausible. Desgraciadamente.

En esta película de 2022, el director Andrew Dominik confía en tres elementos para salir airoso de la difícil adaptación de una novela compleja, árida en ocasiones, es muy poco complaciente con nadie ni con nada, y larga, con más de 900 páginas de texto. El primero es ser razonablemente fiel al texto, aunque no pueda detenerse en todos los detalles del mismo, lo que haría la película interminable. El segundo es una realización que mimetiza algunas de las imágenes procedentes de las películas de la época, con una relación de aspecto 4:3, más o menos, aunque existan escenas en otros formatos, tanto en blanco y negro como en color, siempre con una gradación tonal o del color que recuerda a la época de los años 40, 50 y principios de los 60. Y el tercero y más importante, confía en la presencia física y el buen hacer de la protagonista absoluta del filme, Ana de Armas. Por lo demás… el argumento es el mismo de la novela, la vida de Norma Jeane a través de sus más o menos tóxicas relaciones, tanto profesionales como personales, con los hombres. Aclarar que la relación a tres de Norma Jean con Cass Chaplin y Eddy G Robinson Jr no está constatada en la historia real. De hecho Cass Chaplin no murió antes que Norma Jean sino

En general, la película tiene todos los ingrediente para ser una gran película, candidata a premios y recordada en el tiempo. Y sin embargo, desde mi punto de vista no transmite las mismas sensaciones que la novela en que se basa, a la que sin embargo, en los argumental, es muy fiel. Pero es un tema de enfoque y de visión. Inmediatamente tras visionarla no sabía muy bien cómo explicarlo. Pero tras leer otras revisiones y reseñas del filme fui haciéndome a la idea de los motivos de mi alejamiento subjetivo de la película. Si Oates utiliza la figura de Norma Jeane para cuestionar la mirada masculina hacia la mujer, convirtiéndola en un objeto del deseo, en un ente sexual sin personalidad propia, mi sensación final es que el enfoque de Dominik no sólo no consigue cuestionar la explotación sistemática de la mujer sino que cae en la trampa y nos ofrece también un mirada explotadora de la sexualidad tanto de la actriz protagonista como de la mujer a la que representa. Y esto me generó incomodidad. Por otro lado, de Armas es una actriz muy solvente, pero en contra de los mucho que se ha alabado su interpretación, no acabo de ver a la persona real en su ella. No me parece que haga mal trabajo ni mucho menos, pero no la acabo de ver como Marilyn ni como Norma Jean.

La película no es una mala película ni mucho menos, pero no la veo al nivel de los catorce minutos de aplausos en la bienal de Venecia. Tampoco la veo en la bajísima puntuación del público votante en IMDb, plataforma en la que no llega al seis sobre diez. En algún lugar en el medio de estas dos visiones, de cierta crítica y de la mayor parte del título, está la valoración en la que yo situaría esta película. Como curiosidad, decir que esta novela ya tuvo una adaptación temprana en forma de miniserie de dos episodios poco después de su publicación en 2000, que se emitió en 2001. Pasó sin pena ni gloria.

Valoración

  • Dirección: ****
  • Interpretación: ***
  • Valoración subjetiva: ***

[TV] Cosas de series; anime reciente… y muy divertido

Televisión

Las ofertas de Netflix y Amazon Prime Video en animación japonesa, anime, no están mal. Pero no siempre llega la serie interesante en el momento en que te apetece. El anime, lejos de ser un concepto monolítico y unitario, abarca una enorme variedad de géneros y estilos, por lo que resulta muy reduccionista que alguien proclame en general si le gusta o no el anime. Dentro de que en general está destinado a unos sectores demográficos muy concretos, adolescentes o jóvenes muy jóvenes de ambos sexos, hay películas o series difícilmente digeribles por quienes no pertenecen a esos sectores, mientras que otras maravillarán a cualquiera que guste de la buena animación en general o, incluso, del cine en general. En los últimos meses he estado explorando en otras fuentes series de animación japonesa interesantes… y algo he encontrado.

Terminé de ver la serie «Lycoris recoil» poco antes de viajar a Toulouse, en cuyo jardín botánico encontré unos ejemplares de «Lycoris radiata», la flor que da nombre a la serie, de alguna forma.

Mamahaha no Tsurego ga Motokano datta [継母の連れ子が元カノだった, algo así como My stepmother’s daughter is my ex, la hija de mi madrastra es mi ex] es una simpática y sensible serie sobre dos adolescentes, huérfano de madre él y de padre ella, que fueron novietes en su último año de la educación secundaria obligatoria. Y de repente se encuentra que el padre de él y la madre de ella ligan y se casan y se convierten en hermanastros, cuando comienzan el bachillerato (uso los términos educativos españoles como equivalentes para no liar al lector que no esté al tanto del sistema educativo nipón, que no es tan distinto al nuestro). Durante doce episodios se explorará cómo se ajustan a la nueva situación, ambos chavales son sensatos y desean lo mejor para sus padres, al mismo tiempo que descubrirán porqué no funcionó lo suyo cuando en realidad estaba [¿están?] colados el uno por el otro. Buen diseño de caracteres, mucha empatía y al mismo tiempo un ritmo que hace que los episodios de 23 minutos se hagan cortos.

Yofukashi no uta [よふかしのうた, Canción del trasnochador, titulada en inglés Call of the night, la llamada de la noche] entra en lo fantástico. Un chico de 14 años, hijo de una madre que lo cría solo, buen chaval y estudioso, está desencantado de la vida y deja de ir al colegio, dedicándose por la noche a zascandilear por la ciudad. Hasta que se encuentra a una pizpireta y atractiva vampira que le hará pasárselo muy bien, a cambio de un mordisquito de vez en cuando. El chico que quiere ser vampiro para la vampira se niega y además le dice que para que eso suceda tiene que enamorarse de ella… y el chaval se lo propone. La premisa es un poco tontorrona. Pero en esta serie lo que importa no es eso, que funciona como macguffin, sino las relaciones que se establecen cada noche entre los protagonistas y otros personajes que frecuentan habitualmente o esporádicamente la noche. Y los temas son, en este caso, mucho más adultos de lo que la premisa de partida permite imaginar. Con unos fondos muy expresionistas y un potente banda sonora, también sabe a poco.

Y finalmente, Lycoris recoil [リコリス・リコイル, el retroceso de Lycoris, sospecho que el título está más escogido por su sonoridad aliterativa (rikorisu rikoiru) en japonés que por su significado] es la serie que más me ha intrigado. Y me ha divertido. Pertenece a una mezcla de géneros; girls with guns, tranche de vie, distopía… Estamos en un Japón en apariencia absolutamente ideal, donde el crimen no existe y los ciudadanos viven en paz (distopía). Salvo por un pequeño detalle… hay organizaciones de adolescentes huérfanos educados por organizaciones paragubernamentales para ser asesinos que eliminan expeditivamente las amenazas para esta sociedad «ideal». La organización femenina, Lycoris, por la planta endémica de Japón Lycoris radiata, en un intento de frenar a unos traficantes de armas, se ve obligada a expulsar a una de sus componentes, Takina Inoue, por eliminar a tiros a los traficantes cuando estos amenazaban con matar a una compañera, a la que puso en peligro (girls with guns). Se refugia en un café regentado por un antiguo agente secreto, el LycoReco (en japonés リコリコ, rikoriko), donde hace amistad con otra antigua agente Lycoris que ahora va por libre, y que nunca mata, Chisato Nishikigi. Se tendrá que acostumbrar a trabajar en el café (tranche de vie), y a realizar trabajos de ayuda a las gentes, muy distintos. Hasta que un grupo ponga en peligro la estabilidad de todo. La serie es tremendamente entretenida, con unos personajes que generan mucha empatía. Pero no se acaba de pronunciar, o es muy ambigua, en el tema gordo de los que plantean, a saber, la ética de los medios paralegales, de las coaclas del estado, para eliminar lo indeseable en la sociedad, y cuando esto se convierte en un problema en sí mismo. Pero es muy divertida, y está muy bien hecha. Tiene más ironía en algunos momentos de la que parece.

[Cine] Crimes of the Future (2022)

Cine

Crimes of the Future (2022; 47/20220925)

David Cronenberg es un director complejo, con películas que me han gustado mucho y otras que me han dejado… mmm… con una mirada atónica y una ceja de cierto escepticismo levantada. Sus películas no suelen ser amables. Físicamente muy poco amables. Pero aun con la violencia de películas como esta y esta, he de reconocer que fueron excelentes largometrajes, que merecen un lugar más que honroso en la historia del cine. Y con cierta frecuencia, con mucha frecuencia, con una actor fetiche para el como Viggo Mortensen. Pero he de reconocer que ha habido otras películas del director con las que no he podido, que me han tirado para atrás. No obstante, nos arriesgamos con este nuevo estreno del director canadiense.

Ambiente crepuscular, como en la película, procedente del amanecer desde el tren de mi viaje del miércoles pasado a Vitoria.

Hace ya bastantes días que vi la película, antes de mi escapada por el sur de Francia, hace doce días ya. Y quizá no la vi en el mejor estado de ánimo para este tipo de cine. En un entorno extraño, entre distópico y postapocalíptico, la especie humana a comenzado un proceso de poderosas mutaciones que producen cambios corporales profundos que, junto con la aparición de personas con insensibilidad al dolor, dan lugar a «artistas» que organizan performances públicas de intervenciones quirúrgicas para mostrar estos cambios. Saul Tenser (Mortensen) y su compañera Caprice (Léa Seydoux) son una pareja de estos artistas. Pero pronto empezarán a surgir tensiones con los burócratas y policías que buscan tener controladas las mutaciones y los cambios, especialmente con la misteriosa Timlin (Kristen Stewart) y con grupo extremistas del cambio.

Visualmente muy atractiva, con excelentes interpretaciones, especialmente por parte de Mortensen y Seydoux, lo de Stewart no lo tengo tan claro, en un ambiente oscuro, claustrofóbico, desasosegante, no conseguí entrar del todo en la propuesta de Cronenberg y en sus puntos de vista. Incluso en varios momentos del largometraje este me expulsó y perdí en parte el hilo de lo que en la pantalla sucedía. Este horror corporal, como se ha definido, no es un tema que me enganche en exceso. Y en ocasiones me resulta más un entorno de explotación visual, no pocas veces imbricada con la explotación sexual, que otra cosa. Pero allá cada cual. A los críticos parece que les encanta; no se cuantos minutos se pegaron aplaudiendo en Cannes. Pero bueno… Por cierto, Cronenberg dirigió en 1970 otro largometraje con el mismo título, que no tiene nada que ver con este. Pero debe ser incluso más perturbador que la película actual.

Valoración

  • Dirección: ****
  • Interpretación: ****
  • Valoración subjetiva: **