[TV] Cosas de series; matrimonios, suegras, amigos con hijos y otras tentaciones

Televisión

Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta pueden verse, desprovistas de texto, en fotos en serie. Visitando el templo de Lady Linshui en Tainan. Dedicado a la hija de la bodhisattva Guanyin, Lady Linshui, es protectora de las madres, especialmente de las gestantes. Lo cual pega mucho con la entrada de hoy, donde la maternidad/paternidad tiene su protagonismo en un momento dado. Dicen que es el templo más antiguo de la ciudad.

Visité Taiwán en el 2018. Un viaje un tanto improvisado, que no preparamos con suficiente antelación, pero del que, a pesar de todo, guardamos un excelente recuerdo. Aunque no estuvo exento de algún percance que otro, ninguno grave. La cuestión es que lo pasamos bien. Fue mi segundo contacto con la cultura china, después de Hong Kong. Después vino otro más, en la China continental, y se viene otro, dentro de pocas semanas, con el recorrido que tuvimos que cancelar por culpa de la pandemia de covid-19 en 2020. El caso es que Taiwán fue un lugar que me cayó bien. Simpático. De los países del Asia oriental que he visitado me gusta por dos motivos aparentemente contrapuestos. Por un lado es posible encontrar numerosos elementos de la cultura propia, fundamentalmente la cultura china, pudiendo aprender y disfrutar de los aspectos más lúdicos de la misma. Pero por otro lado es un país democrático, un estado de derecho, aunque no reconocido por el resto de la comunidad internacional como tal, que ha evolucionado a una sociedad respetuosa como en ningún otro lugar de esa parte del mundo. Taiwán es una democracia plena, con mejor puntuación que España, por ejemplo, que también está en la primera división de las democracias, aunque en nuestro caso por los pelos.

En Netflix hay una cierta oferta de películas y series taiwanesas. Pero hasta el momento la suerte que he tenido con ellas es diversa. Las hay que están muy bien, pero otras… pues no sé. Tengo que investigar mejor la oferta que ofrece el país, porque a lo peor me estoy perdiendo cosas interesantes. La cuestión es que, en este espíritu, decidí ver una serie de reciente estreno en la plataforma. Se trata de Tóng hùa gù shì xìa jí [童話故事下集, el próximo episodio del cuento de hadas], que en castellano/inglés se titula Casada, ¿pero a qué precio?/I am married… but!. A mí me hubiera gustado que en las versiones extranjeras hubieran conservado el sentido del título original chino. Es un título que nos viene a decir, «ahora os vamos a contar lo que viene después de la comedia romántica tradicional; cuando se casan».

Los protagonistas son I-ling (Ko Chia-Yen como Alice Ko) y Xue-you (Jasper Liu), un matrimonio que lleva tres años casados. Su noviazgo se nos resume brevemente. Dos jóvenes profesionales que se conocen, se caen bien, se van a la cama juntos, se lo pasan bien en esto y en otras cosas, y deciden casarse. Y tres años después los tienes viviendo con la suegra de I-ling, una señora tradicional, a quien su hijo, Xue-you, es incapaz de contrariar, y que está empezando a quebrar la confianza del matrimonio. I-ling quiere tener su propia casa, vivir su propia vida, con su marido, disfrutar de la vida, de su profesión. La suegra preferiría que estuviera en casa, que tuviera hijos, que la cuidase (no es que necesite cuidados en ese momento, precisamente, más bien es de cuidado)… y comienzan los pequeños roces cotidianos, con el desgaste del joven matrimonio. Si a eso añades que ambos son todavía lo suficientemente jóvenes y bien parecidos como para que les surjan tentaciones de diverso tipo por el camino…

Está narrada en clave de comedia. Ella es dinámica, moderna, inteligente, rápida en sus ideas y en sus emociones, pero buena gente. Él es un niño de mamá, un buenazo que no quiere quedar mal con nadie, de reacciones más lentas, un tanto despistado y descuidado en el hogar,… aunque está total e irremediablemente enamorado de su esposa. De hecho, siempre tenemos en mente que es el más emocionalmente comprometido con la relación. Que I-ling es la que se plantea con más frecuencia si no debería acabar con ella para retomar su vida en libertad. Y así, a lo largo de 12 episodios no especialmente largos, entre los 30 y los 50 minutos, irán surgiendo los temas que ponen en riesgo las relaciones de pareja.

La cuestión es que los temas que van surgiendo, aunque aderezados con el contexto cultural y las tradiciones del país, no son esencialmente distintos de los que se podrían encontrar en cualquier pareja de muchos países del mundo con unas características similares de adelante tecnológico, sociocultural, educativo y económico. La historia general que se nos cuenta, con algunas diferencias cosméticas se podría trasladar a nuestro país sin problemas. Lo que pasa es que no transcurre en una ciudad española, sino en Tainán, una de las ciudades más grandes de Taiwán, y una de las que arrastran una historia más rica al haber sido capital de la isla en diversos momentos de la historia. «Capital del sur» frente a Taipéi, «Capital del norte». Con sus muy diversos templos, muy entretenidos de visitar, y otras atracciones. Los temas son universales, el contexto es particular.

La serie es muy disfrutable. Al hecho de que es fácil identificarse con los temas y las situaciones, la historia está bastante bien contada, los guiones son buenos, y los intérpretes están en estado de gracia y generan mucha empatía. La mayor parte del peso la llevan la pareja protagonista, especialmente ella, pero es imprescindible la presencia de una colección de secundarios a buen nivel para que la cosa funcione. Relaciones familiares complejas, maternidad/paternidad, infidelidades potenciales, malos entendidos… aunque contados en tono de comedia, son un muestrario de hechos reales que ponen a prueba un matrimonio, a lo que hay que sumar la vajilla sin fregar, el regalo que no llega, un día que uno bebe una copa de más, ¿quién es esa chica que trabaja contigo y te pone ojitos?,… etc. Me parece bastante recomendable.

[Libro] Microsiervos – Douglas Coupland

Literatura

Esta serie de fotografías que ilustran esta entrada de este Cuaderno de ruta puede verse tambien en Fotos en serie. Paseos en la tarde de San Francisco.

Cosas que pasan. Llevo más años de los que recuerdo siguiendo uno de los blogs más veterano en habla española de divulgación tecnológica, científica y otras cosas divertidas más años de los que soy capaz de recordar. Se trata de Microsiervos. Según ellos mismos nos recuerdan, llevan en activo desde 2003, con algunos escarceos que se remontan al año 2001. Mi propio Cuaderno de ruta, estas páginas, se remonta a 2005, con escarceos desde 2003. En aquellos momentos, los blogs me parecían lo más. Y a pesar de su caída en popularidad por el impacto de las redes sociales, me parece que a la hora de publicar noticias, novedades o comentarios sobre distintos temas, me parecen más interesantes, y permiten más profundidad, que una anotación o imagen en redes sociales. Y bueno… Microsiervos ha sido siempre bastante divertido. Especialmente, pero no únicamente, su sección WTF.

Los sigo probablemente desde que en el año 2005 Google abrió su agregador de noticias, Google Reader. Una herramienta utilísima, lo cual debió ser definitiva para que la cerrasen en 2013. Google siempre se ha dado buena maña en cerrar servicios que me parecía útiles, manteniendo otros un tanto estúpidos. Pero bueno, sin solución de continuidad, seguí con la misma dinámica en Feedly, y hasta ahora. También los he seguido habitualmente en Twitter hasta la deriva filofascista de esta red social, momento en que pasé a seguirlos en Bluesky. En cuanto a su nombre, Microsiervos, lo asumí de siempre como aquellos al servicio de los tecnológico-científicos en la era de la microinformática.

Pero recientemente me enteré que tomaron el nombre de una novela de Douglas Coupland. Cuyo comentario traigo hoy a estas páginas. En su título original, Microserfs. Pero la he leído en versión traducida, porque me prestaron el libro en formato de árboles libros. Prestarse libros, eso que hacíamos tradicionalmente, y que permitía que leyéramos muchos más libros que los que comprábamos, y a nadie le parecía mal. Pero si te los prestan en formato electrónico, es pirateo. Curioso, ¿no? Y no estoy defendiendo la piratería, que conste. Que soy de los que opinan que los autores tienen derecho a ganarse la vida con dignidad y agradecimiento de sus lectores. Otra cosa son las absurdas políticas editoriales de las empresas del ramo en España… y probablemente en muchos países. Pero en España especialmente. Pero no quería hablar de eso. Simplemente que quizá debiera haberlo leído en su idioma original, como hago con más frecuencia. Porque es la obra original, siempre que tengas suficiente comprensión lectora en ese idioma, y porque suele ser apreciablemente más barato. Al menos en versión electrónica.

Coupland se hizo famoso, entre otras cosas, por acuñar para el título de uno de sus libros más famosos y apreciados el término Generación X. La Generación X es definida por algunos como las de aquellos nacidos entre 1965 y 1981, mientras que otros dicen que iría desde 1960 y 1985. Así que no sé si soy Generación X o babyboomer. Quizá por el retraso que llevó España en lo del baby boom, por aquello de posguerras y dictaduras, sería babyboomer. El problema es que el lío de las generaciones es una cosa que surgió en los EE. UU. y su sociedad no es equivalente al 100 % con la de otros países, más o menos desarrollados. Por haberme iniciado con rapidez en la microinformática y por mi afición a la tecnología y la ciencia, creo que tengo más afinidades con la Generación X que con los babyboomers, de todos modos.

Microsiervos también es un libro generacional. Sus protagonistas son un grupo de profesionales de la informática, nacidos más o menos al mismo tiempo que yo o algo más jóvenes la mayoría de ellos. Se conocen trabajando en las instalaciones de Microsoft en Redmon, cuando la empresa de Bill Gates, o simplemente Bill en la novela, se está comiendo el mundo. Pero deciden abandonar la empresa para trasladarse a California, en las cercanías de Silicon Valley, en la empresa emergente que monta uno de los más veteranos. El relato tiene forma de diario, y se cuenta desde el punto de vista de uno de ellos, en cuya casa familiar en California instalan provisionalmente la base de la empresa. Tiene dosis de humor por arrobas, es una de las responsables de que se vea a los profesionales de la informática como friquis, desde la acepción que la palabra ha tomado en castellano, no necesariamente equivalente a la que tiene freaks en inglés.

Tiene dosis de romance, relaciones de amistad, relaciones familiares, relaciones laborales,… de hecho, lo que más contrasta es que, desde el prejuicio del friqui como alguien sumido en sí mismo, en su trabajo y en sus aficiones, lo que Daniel nos narra en sus observaciones, en su diario, está lleno de humanismo, de relaciones interhumanas más profundas de lo que el aspecto externo de las mismas puede aparentar. Un sentimiento de solidaridad y proyecto común, no sólo empresarial, sino también vital, en el que hay una aceptación del otro con sus peculiaridades. También supone un análisis sociológico de la diversidad de la sociedad norteamericana de aquel momento. Lo curioso es que 30 años después, y a pesar de la evolución tecnológica que se ha producido, el libro sigue funcionando. Yo me lo he pasado bastante bien leyéndolo. Y en la medida en que, salvo las referencias más locales del libro, haya pillado la mayor parte de las referencias culturales que aparecen, me hace pensar que, sociológicamente, si no estrictamente por edad, estoy más cerca de la Generación X que de los babyboomers. No sé si es algo bueno o malo. Simplemente, es.

[Fotos] En Tudela con película fotografía en formato medio

Viajes

Esta serie de fotografías que ilustran esta entrada de este Cuaderno de ruta puede verse, comentada desde un punto de vista de la técnica fotográfica, en Carlos en plata. Comentario sobre la Hasselblad 500CM con Kodak Gold 200 en Tudela.

Cerramos trimestre viajero. El primer trimestre del año, desde el punto de vista de los viajes, siempre se ha caracterizado en mi caso por las escapadas en el día, generalmente a puntos de la geografía no muy lejos a Zaragoza. Aunque este año hice una un poquito más prolongada a La Mancha. En el segundo trimestre están planificados viajes con más entidad, de varios días, incluso de un par de semanas. Ya los iremos viendo.

De momento, aunque normalmente no tocaba en un domingo hablar de uno de los viajes pasados, para cerrar los comentarios fotográficos sobre los realizados en los que llevamos de año, traigo aquí las fotografías realizadas con película de formato medio en la escapada que hicimos a Tudela hace unas semanas. En sentido estricto, aun quedan algunas fotografías por comentar de ese viaje… aunque ya veremos como lo hago. Porque son pocas y muy específicas.

[Fotos] Nuevo paseo por La Cartuja Baja con película fotográfica

Fotografía

Esta serie de fotografías que ilustran esta entrada de este Cuaderno de ruta puede verse, comentada desde un punto de vista de la técnica fotográfica, en Carlos en plata. Comentario sobre la Olympus Pen F con Kodak Ektar 100.

Hace unas semanas os fui mostrando imágenes de mi exploración fotográfica del barrio rural de la Cartuja Baja de Zaragoza. Unos paseos, realizados durante el mes de enero, en las tardes de los sábados, que fueron muy agradables durante ese mes. En el mes de febrero, en otra tarde sábado, con tiempo muy agradable, apuntando a lo primaveral, volví a acercarme al barrio rural de la ciudad con intención de seguir mi exploración fotográfica del lugar.

Ciertamente, no me dediqué tanto a los restos del antiguo monasterio cartujo que da nombre al barrio. Opté por buscar rincones más cotidianos del lugar. Que pongan además de manifiesto su naturaleza de pequeña población que, hasta hace bien poco y todavía, tiene su base en la actividad agrícola. Aunque ya disponga de zonas urbanizadas más concebidas como barrio dormitorio de la gran ciudad. Al fin y al cabo, muchos de sus jóvenes estudian en el núcleo urbano de Zaragoza, y no pocos de sus adultos trabajan también en el mismo. Pero no ha perdido su personalidad propia.

[TV] Cosas de series; el riesgo de «perderse»… o de «perdidos»

Televisión

Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta pueden verse, desprovistas de texto, en fotos en serie. Bosques en el valle de Funes, en los Dolomitas italianos. Representan los bosques y los lagos de uno de los episodios importantes de la serie que comento hoy.

Si hay algo que me aterra cuando se anuncia una nueva serie de televisión, es que nos «amenacen» con ser la nueva Perdidos, o la «sucesora» de Perdidos. Durante unos años fue frecuente… ahora no tanto, pero de vez en cuando se da. Y yo tiemblo de pavor. Pero echemos la vista atrás. Echemos la vista 20 años atrás. Ahí es nada. Parece que fue ayer.

Lost (Perdidos) fue una serie que impactó. Surgió en lo que se ha llamado la era de oro de las series de televisión. Esos años en los que la calidad de las series de televisión se incrementó notablemente, tanto en sus guiones, como en sus interpretaciones, como en su producción o su forma de rodar. Se acercaron muchísimo a ese concepto de cine en serie. Y además, con muchas series mejorando considerablemente la calidad de muchas películas cinematográficas de éxito, ya que coincidió con el auge de los superhéroes y las sagas interminables de franquicias llenas de secuelas, a cual menos original y con menos calidad. Ahí surgió Lost. Si la serie comenzó en septiembre de 2004, llegó a España en la primavera de 2005. Y tras los muchos comentarios de amigos y conocidos, me agencié aquella primera temporada, la fui viendo, y me encantó.

Hemos de recordar aquí un concepto importante en el cine, que popularizó Alfred Hitchcock, aunque lo formuló uno de sus guionistas británicos, Angus MacPhail, el macguffin (la Wikipedia española atribuye el término a Hitchcock, pero es errónea). El macguffin es un recurso argumental que nos sirve para poner en marcha la acción y el recorrido de los personajes en la obra de ficción. Pero que es intrascendente por sí mismo. Podría ser cambiado por otro, y la película, o la novela, o la serie, sería en esencia la misma. Porque lo que realmente importa es la peripecia. El suspense, la angustia, las dificultades, que sufren o han de superar los héroes de la acción, y que se trasladan al espectador. Yo me familiaricé con el término, y con su significado, al leer las El cine según Hitchcock de Truffaut. Uno de mis libros sobre cine favoritos.

Lo importante del concepto del macguffin es que rompe con muchos moldes sobre la forma en que vivimos y valoramos la obra de ficción. Deja de ser importante el objeto, y lo único importante es el sujeto; el camino del héroe. O, en ocasiones, el villano. Digamos héroe desde un punto de vista genérico, el protagonista de la acción y con el que el espectador se identifica. Con quien sufre… y de paso disfruta. Esto también hace que se rompa la importancia de la estructura de la narración, y esta admita estructuras diversas, ya que lo que nos atrapa es el estado emocional del héroe durante la aventura, sea cual sea esta. Si lo observamos bien, todas las películas de Indiana Jones son lo mismo, da igual que el macguffin sea el Arca de la Alianza, el Santo Grial, la Calavera de Cristal, la lanza de Longinos, o el mecanismo de Anticitera. Lo que nos divierte, cuando la película está bien engranada en su guion y en su desarrollo, es la peripecia de Indiana y sus relaciones con el resto de los personajes. Lo mismo podríamos decir de Bond, James Bond, de la Flota Estelar de la Federación, de la Alianza Rebelde, o del tostón de los superhéroes de Marvel. Estos últimos la cagan cuando dedican un porcentaje no despreciable del tiempo de la película a «explicar» qué puñetas es el teseracto cuando es algo que importa un rábano. Por cierto, en el mundo real, un teseracto es un hipercubo o cubo de cuatro dimensiones. A veces se denomina así a la proyección de esta figura geométrica en el espacio tridimensional, por ejemplo, el Gran Arco de la Defense en París.

En Lost hay un desencadenante inicial, el accidente el accidente del vuelo 815 de Oceanic Airlines, y un gran macguffin, la isla y sus misterios. Mientras que lo que importa en la serie es la peripecia de los náufragos del accidente, la serie es estupenda. Cuando de repente empieza a tener importancia lo que es la isla y sus misterios, desde mi humilde punto de vista, la serie se convierte en un tostón horrible, que llega a ser insoportable, y los personajes con los que sentía empatía y con quienes «sufría» empiezan a caerme mal y a importarme un rábano lo que les pase. El gran mal de tantas producciones de acción de Hollywood, cine o series de televisión, dar importancia a lo que es accesorio, y olvidarse de contar una buena historia, intentando disimular la ausencia de esta con paranoias y fuegos de artificio. Por ello, los candidatos a ser la nueva Perdidos… me aterran.

Algunos comentaristas han calificado una de las mejores series de Apple TV+, Severance, como una de las nuevas Perdidos, y quizá por ello no le presté atención al principio. Afortunadamente, tras leer numerosos artículos alabándola, procedentes de fuentes serias, le di una oportunidad a la primera temporada… y abrí los ojos. Por fin una serie que, conceptualmente, está construida sobre un fenomenal y enorme macguffin; la separación de una persona en dos personalidades distintas, una en el puesto de trabajo y otra fuera del puesto de trabajo. Con una puesta en escena absolutamente maravillosa desde el punto de vista conceptual y visual, con unas interpretaciones muy notables, y con unos guiones de una precisión milimétrica, nos encontramos con un mundo distópico digno heredero de las visiones de Orwell en 1984, o de Terry Gillian en la no suficientemente valorada Brazil. Una obra que nos sumerge en la alienación del ser humano como elemento productivo de las grandes empresas, convertido en una pieza más de una cadena a la que, en muchas ocasiones, no se le ve sentido, y con unas políticas laborales que tratar de anular la personalidad propia del individuo para asimilarlo al idea del trabajador, del miembro de una sociedad.

Al comenzar su segunda temporada es cuando temía que reventase la serie si sus creadores se dedicaban a «explicar» los elementos que rodean a los personajes, cuando esta «explicación» es superflua. Da igual. Lo que sigue importando es la peripecia de los personajes. Especialmente, cuando se rebelan contra la pérdida de la individualidad, especialmente acusado entre la personalidad que trabaja en la gran empresa. Esa rebelión, en la que reivindican su derecho a pensar, a amar, a decidir… de acuerdo o en contra de su personalidad exterior, e intentando superar la distopía empresarial, es lo importante. De momento, la serie no sólo no ha sufrido el sindrome de Perdidos, sino que nos ha ofrecido algunos episodios absolutamente absorbentes, de una calidad cinematográfica superior, con interpretaciones más que notables. Y, una vez más, con unos guiones y una realización milimétricamente planificadas, sin que nada falte ni nada sobre. Llega un momento en que sus episodios son dignos de verse, y disfrutarse, incluso aislados del resto de la serie. Son así de buenos. Que siga.

[Libros] The flowers of evil (Serie manga) – Shūzō Oshimi

Literatura

Esta serie de fotografías que ilustran esta entrada de este Cuaderno de ruta puede verse, comentada desde un punto de vista de la técnica fotográfica, en Carlos en plata. El ciudad vieja de Takayama.

No sé si se nota mucho cuando redacto estas entradas. Pero cuando voy a comentar algo que he leído, una película que he visto o una serie de televisión que he seguido, suelo investigar un poquito sobre su autor, sus antecedentes, sus influencias y otras circunstancias. No es una gran profundización sobre la obra. Se trata simplemente de entender el contexto. Especialmente cuando procede de culturas con las que estoy menos familiarizado. Son muchos los autores que describen el arte como una conversación entre ideas, sentimientos, estilos, estéticas y formas que viene transcurriendo desde que el ser humano es ser humano y comenzó a expresarse artísticamente. Creo que fue con Gompertz con quien leí más detalladamente sobre el concepto «participar en la conversación». Y este es uno de los motivos principales por los que hago esta breve búsqueda sobre influencias y obras similares.

Cuando leí una de las series de manga de Inio Asano, aquella que trata de una relación, tórpida, entre dos jóvenes adolescentes, me encontré con varias referencias a la serie de manga que traigo hoy a comentario. Como veremos, también trata sobre una relación entre adolescentes con carácter complejo. Tóxica en esta ocasión. Escrita e ilustrada por el japonés Shūzō Oshimi, toma su título, Aku no hana (Las flores del mal), de la más famosa colección de poemas de Charles Beaudelaire. Una obra, esta última, que produjo escándalo en su momento, siendo considerada como perversa o libertina. Existe traducción al castellano de esta serie, pero no la he encontrado en formato electrónico, y alguien me prestó una versión en inglés, que comencé a leer a mediados de enero, y tardé dos meses en concluir. Algunas veces con más ritmo y otras con algún descanso.

La obra, que consta de 57 capítulos agrupados en 11 volúmenes, tiene dos partes claramente diferenciadas y un capítulo final. En la primera, el protagonista masculino y las dos protagonistas femeninas de esa primera parte, se encuentran estudiando la educación secundaria (uso la nomenclatura de los niveles educativos españoles para no liarnos). Y un pronto que le da al chico al apropiarse de la ropa deportiva de una de ellas, lleva a que la otra chica le acose y le chantajee, amenazándole con denunciarle como pervertido. Al final, los tres adolescentes se verán envueltos en una espiral de relaciones tóxicas que casi acaban en tragedia. En la segunda parte, el chico vive en otra ciudad, está estudiando bachillerato, empieza a hacer nuevas amistades, y una potencial relación con una de sus compañeras. Pero sin un cierre que no sea en falso de los acontecimientos de su pasado esto no puede ser posible. El capítulo final nos sitúa ya con el protagonista como joven adulto, años después.

Hasta hace no mucho me sorprendía, ahora ya no, o no tanto, que algunos mangas y animes japoneses, presuntamente destinados a adolescentes, o con protagonistas de esa edad, tocasen temas propios, en cualquier otra localización del mundo, de las obras de ficción destinadas a adultos. Y muchas veces con recomendación de no consumo por menores de 18 o 17 años de edad. La complejidad de la relación entre los tres protagonistas originales del manga, que van desde la atracción patológica, con componentes sexuales no muy saludable, como mínimo, a los componentes de dominancia o sumisión sadomasoquista, sin la parafernalia que habitualmente se asocia a esos géneros, realmente sorprende. La segunda parte de la obra, carente de estos elementos, tiene un tono mucho más psicológico. Es es regreso, difícil, si acaso es posible, a la normalidad. A cierta normalidad. En cualquier caso, complejo.

Los once volúmenes me parecen de intensidad irregular. Si en su conjunto la serie me parece una obra notable, tiene momentos más inspirados y otros menos inspirados. Sobre si es recomendable… me cuesta comprender que se lo incluya en el demográfico shōnen, es decír, los adolescentes masculinos. Como ya digo, los temas me parecen muy de adultos. Y sin embargo, pocos de ellos se acercarán a este género. Obviamente, en el consumo de este tipo de obras, hay diferencias notables entre el País del Sol Naciente y el mundo occidental.

[Viajes] La Mancha con película para negativos en color

Viajes

Esta serie de fotografías que ilustran esta entrada de este Cuaderno de ruta puede verse, comentada desde un punto de vista de la técnica fotográfica, en Carlos en plata. Recorriendo el Campo de Criptana y Alcázar de San Juan .

Tercera y última entrada con fotos de mi escapada manchega a principios de marzo, Campo de Criptana y Alcázar de San Juan. Ya os lo conté nada más volver con las fotografías digitales, y hace unos días con las de película en blanco y negro. Pasémonos de nuevo al color. Las cuatro primeras son del Campo de Criptana.

Y es que después de lo bien que me fue en Gerona, he vuelto a llevarme de viaje la veterana cámara de los años 60 y de formato de medio fotograma, que tan divertida me parece de usar. Una forma de. pasear ligero de equipaje cuando se viaja y se opta por la película fotográfica en lugar de la tecnología electrónica con captura digital. Cosas que me gustan. Las cuatro siguientes son de Alcázar de San Juan.

[Cine] Pigen med nålen (La chica de la aguja) (2024)

Cine

Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta pueden verse, desprovistas de texto, en fotos en serie. Un paseo en blanco y negro por Copenhague.

Pigen med nålen (2024; 18/20250327)

Últimamente estamos un poco desmotivados a la hora de acudir a las salas de cine. No todas las películas que nos interesarían llegan en versión doblada a la cartelera zaragozana. Y nos negamos ya a ver películas adulteradas, es decir, dobladas. Y lo que llega tampoco es que nos motive gran cosa. De la misma forma que al cine español hace tiempo que le cuesta hacernos dejar la tranquilidad de nuestras casas. Pero decidimos ir a ver esta película danesa, dirigida por Magnus von Horn, y candidata a los Oscar por Dinamarca, que llegó a la recta final.

La película se basa en los hechos reales de una convicta por asesinatos en serie, Dagmar Overbye (Trine Dyrholm), bebes recién nacidos o de pocos días o meses. La historia se narra desde el punto de vista de otra mujer (Vic Carmen Sonne), probablemente ficticia, una joven que cree que es viuda porque su marido desapareció en la guerra, que tras quedar embarazada del patrón de la fábrica en la que trabaja, este la abandona por decisión de su madre, y la echan a la calle. Su marido ha reaparecido, tremendamente mutilado en el rostro, y aunque está dispuesto a hacerse cargo del bebé, la convivencia no es posible, y la joven acabará acogida por Dagmar, que «gestionará» la «adopción» del bebé, y la contratará como nodriza para los niños que vayan llegando para «adopción».

Rodada en blanco y negro, muy expresionistas, en formato académico, es decir con una relación de aspecto inusual, 1.45:1, la película podría haberse en un mero ejercicio de estilo a la hora de rodar de forma opresiva una historia desagradable. Pero a esta historia no le faltan sus alicientes. Por su puesto está el ejercicio de crítica social. Aunque ahora Dinamarca aparezca como uno de los países más avanzados del planeta, nos muestra las consecuencias del liberalismo extremo de la posguerra mundial, desde finales del conflicto hasta el crack del 29, con amplias zonas de las clases obreras indefensas ante el capitalista y con una sociedad industrializada con más puntos oscuros de los que nos parecería. Sucedió en el país nórdico, pero podría haber sucedido, y probablemente sucedió en muchos otros.

Si a eso sumas un par de actrices en estado de gracia, que cuentan mucho, a veces con muy pocas palabras, te encuentras con un largometraje que, a toro pasado, y con la reflexión posterior, sube muchos más enteros en tu apreciación personal de lo que podrías haber imaginado. Por lo que es una película recomendable, aunque para ver con el adecuado estado de ánimo.

Valoración

Dirección: ****
Interpretación: ****
Valoración subjetiva: ****

[Fotos] Amaneceres y maratones en el fin de semana del «quiero y no puedo»

Deporte, Fotografía

Esta serie de fotografías que ilustran esta entrada de este Cuaderno de ruta puede verse, comentada desde un punto de vista de la técnica fotográfica, en Carlos en plata. Amanecer del sábado 5 de abril y maratón en Zaragoza al día siguiente.

Este fin de semana ha sido el del “quiero y no puedo”. Me hubiera volver a Utebo a seguir explorando fotográficamente el casco viejo de la ciudad del área metropolitana de Zaragoza. Pero es algo que estoy haciendo con otro compañero de afición y no le venía bien.

Como contrapartida, salí el sábado por la mañana para ver si habían despejado las nubes que trajeron tormentas la noche del viernes. El pronóstico era favorable. Pues no, las nubes estaban ahí. Tres cuartos de hora más tarde ya estuvo despejado, pero no se vio salir el sol que era lo que se pretendía. Aun así aproveché la buen luz de ese ratito.

Para el domingo hablamos de ir a fotografiar la Maratón de Zaragoza a su paso por los espacios de la que fue Expo Zaragoza 2008. Pero no nos aclaramos con la logística de la cuestión. El problema es que había que madrugar los suyo para estar allí en posición entre 8:30 y 9:00 horas. Esa parte del recorrido está al principio de la carrera.

Pero llegar allí no era baladí por los cortes en los recorridos de líneas de autobús urbano. Y es una parte de Zaragoza que nos pilla especialmente apartados. Así que el personal, con pocas ganas de madrugar, se rajó. Y yo, al despertarme tomé la decisión de aprovechar que el paso por los kilómetros 26 – 27 estaba en el Puente de Hierro, con un paso previsto del primer corredor entre las 9:45 y las 10:00 horas. Y allí estuve fotografiando el paso de los primeros correros de la carrera.

[Viajes] La Mancha con película en blanco y negro

Viajes

Esta serie de fotografías que ilustran esta entrada de este Cuaderno de ruta puede verse, comentada desde un punto de vista de la técnica fotográfica, en Carlos en plata. Recorriendo el Campo de Criptana y Alcázar de San Juan .

Ya os hablé hace unos días de mi escapada manchega. Campo de Criptana y Alcázar de San Juan. Sobre todo los molinos de viento y el Albaicín de Campo de Criptana, que así llaman al Barrio Alto, por donde se llega al cerro o sierra de los Molinos.

Me llevé un par de cámaras con película fotográfica tradicional. Una para negativos en blanco y negro, la otra para negativos en color. Aquí os dejo algunas muestras de las fotografías realizadas con película para negativos en blanco y negro. Las cuatro primeras son del Campo de Criptana, las cuatro a continuación de Alcázar de San Juan.

[TV] Cosas de series; bioética y ética asistencial en los dramas coreanos

Televisión

Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta pueden verse, desprovistas de texto, en fotos en serie. La animada playa de Haeundae en Busan.

Que el Corea del Sur es un país conservador es algo que es fácil de deducir si lo visitas, si ves lo que venden como cultura popular, especialmente en forma de series televisivas, o si analizas las corrientes dominantes en la política del país. Tiene un sistema democrático que en sí mismo no está mal, en la última publicación del Índice de democracia de The Economist se encontraba en la parte alta de las democracias defectuosas, después de varios años en primera división, como democracia plena. Pero bueno, al mismo nivel que Francia, Italia, Estados Unidos, Polonia… o la propia España hace un par de años, aunque luego hemos vuelto a mejorar. Con algún problema de corrupción política y empresarial. Algo que también se refleja en las producciones de ficción del país. Y tecnológicamente avanzado. También hay que tener en cuenta los incómodos vecinos que tiene, como Corea del Norte, Rusia o China, y su compleja historia de aislamiento y fricciones con sus vecinos, siendo vasallo con frecuencia del Imperio Chino y con roces más que series con el del Japón.

Con fuerte influencia del confucianismo, el país fue oficialmente patriarcal hasta tiempos muy recientes. Parcialmente vi una serie de televisión que estaba en Netflix, creo que era de 2014, en la que se mostraban los problemas de una mujer que decide ser madre soltera. Hay un momento en el que le llegan a negar la atención en una clínica obstétrica por no tener un hombre, padre o marido, que responda de ella. En España, que un hospital niegue la atención a una mujer gestante con algún tipo de problema, o en el momento de dar a luz es simplemente un acto criminal. No recuerdo el nombre de la serie, y no la terminé porque me daba mucha grima. Pero es sólo uno de los diversos ejemplos de sociedad patriarcal que constantemente se muestran en estas series. No hablemos de la cantidad de veces donde la protagonista proclama su virginidad a edades «avanzadas» de más de 25 o 30 años ante el galán de la serie, y viceversa. La promoción de valores conservadores es tremenda. Los besos son de risa, y hay, o había, cantidad de series en que sustituían los besos por abrazos en los que la chica se quedaba quieta como un palo ante la efusión del galán. Son este tipo de situaciones algunas de las que han contribuido a que haya denominado a estas series como guilty pleasures. Son tan ridículas,… y supongo que mucho menos comprometidas con la realidad cotidiana de lo que aparentan. Seguro que los jóvenes coreanos, cuando se gustan, se acuestan juntos, igual que sucede en cualquier otro lugar del mundo de similar nivel de desarrollo sociocultural. Pura hipocresía.

En los últimos tiempos, he encontrado muestras de ese conservadurismo audiovisual en temas relacionados con la bioética y la ética asistencial. Temas con los que estos muy familiarizado por mi actividad profesional. De toda la vida, pero especialmente en los últimos 13 años. Una de las series, Doctor John en su título internacional, ya la mencioné hace unas semanas cuando hablé de las enfermedades más o menos reales o verosímiles en las tramas de las series surcoreanas. Una serie en la que el protagonista tiene una insensibilidad congénita al dolor. Pero que además es médico, que en un momento dado de su vida es juzgado por haber practicado una eutanasia a un paciente y condenado a prisión durante tres años. Conforme se desarrolla la serie, ni siquiera me atrevería a decir que lo que hizo fuese lo que se entiende como eutanasia activa. Más bien una desconexión del soporte vital en un paciente con cáncer que había solicitado previamente que no se le administrasen medidas de soporte llegado el caso, directriz anticipada que una enfermera oculta, por venganza, el paciente es un criminal, para que el paciente sufra.

A lo largo de la serie, se muestra a los partidarios de la prestación de ayuda para morir a los pacientes que la deseen como personas frías, sin escrúpulos, con intereses económicas en las farmacéuticas. Y se aboga por los cuidados paliativos por la solución a los pacientes con sufrimiento. Es el argumento habitual, pero especialmente sesgado en la serie, y presentado de forma torticera, de quienes se oponen al ejercicio de la autonomía personal en la toma de decisiones sobre la propia salud y la propia vida. Con consecuencias de ética asistencial absolutamente nocivas. Parece que los cuidados paliativos se hubieran de ofrecer a quienes quieren la eutanasia, para evitar este acto, cuando deben ser una prestación que se debe ofrecer y aplicar a todo aquel que la necesite por un sufrimiento importante derivado de una enfermedad sin cura y con un pronóstico vital malo, o para aquellos que estén gravemente incapacitados para las actividades de la vida diaria y la vida de relación con el entorno, independientemente de que deseen acabar con su vida o no. El debate que proporciona la serie es totalmente sesgado, y al final resulta hipócrita y tremendamente sesgado, con más tolerancia ante quienes delinquen en contra de la eutanasia, que ante quienes no delinquen a su favor.

Como apunte, en España tenemos en vigor una ley de regulación de la eutanasia desde 2021 que, aunque ha generado rifirrafes políticos y mediáticos, prácticamente no genera división en la población, que mayoritariamente está a favor de esta regulación. Desde hace muchos años. Según hemos podido estudiar en su momento, los dos grandes miedos de las gentes en España ante la muerte es a morir con sufrimiento o a morir en soledad. Cualquier medida que se realice para contrarrestar estas dos situaciones, está bien vista por la sociedad.

Pero también me ha llamado la atención otra serie más reciente, un estreno en Netflix de este 2025, Byeoldeurege mureobwa [별들에게 물어봐, pregúntale a las estrellas], titulada en inglés/castellano como When the stars gossip/Si las estrellas hablaran. Un serie pensada para ser un pelotazo. Con un reparto de campanillas, de rostros populares, con una creadora de prestigio, con un abundante presupuesto. A priori una comedia romántica que transcurre en una parte importante de sus episodios en una estación espacial internacional donde la mayor parte de los astronautas son ingenieros o científicos surcoreanos, con las excepciones de un astronauta español, que lleva constantemente una camiseta de un ficticio equipo de fútbol, el F.C. Burgos, vivan los estereotipos, y la comandante que es una norteamericana de origen coreano. Y el romance, es entre la comandante y un obstetra enviado por un magnate empresario, para conseguir un fecundación in vitro que teóricamente no es posible en la Tierra, para los óvulos de su nuera viuda con el semen de su hijo muerto, un semen de alguna manera «defectuoso».

Habiendo comenzado con un tono totalmente de comedia, incluso cómico, de chascarrillo, casi tendente al screwball, de repente se va convirtiendo en un drama que termina siendo un alegato antiabortista de un sesgo conservador impresionante. Pero por el camino arrolla con todo lo que sabemos y practicamos en el ámbito de la bioética en la investigación científica o en las técnicas de reproducción humana, con un desprecio absoluto con estos campos, bien ridiculizándolos, bien ignorando importantes principios que nadie debe saltarse. Y con el típico final en el que la mujer que «peca» habrá de recibir su castigo si quiere ser redimida. Algo más propio del cine más conservador del Hollywood del código Hays y los años 40 y 50 del siglo pasado. Utiliza situaciones que no se pueden dar, y si en hipotéticas misiones espaciales de ese país se pudieran dar, su nivel ético y de corrupción están a niveles más infames de lo que pudiéramos pensar.

Todo indica que la serie, en su país, y en general en el mundo, ha sido prácticamente un fracaso. Con muchas críticas al machismo implícito (o explícito) de la serie. Y probablemente con unos valores que se han ido alejando de los que la población más joven de la península asiática tiene en estos momentos. Sobre el aborto se podrá estar a favor o en contra, pero es algo que debe quedar en la conciencia de cada cual y en sus valores o creencias. El tribunal constitucional surcoreano estableció en 2019 que las consideraciones penales sobre el aborto son inconstitucionales, y que su práctica debe estar regulada para mayor seguridad de la madre. Lo cual parece que se ha encontrado con la renuencia del gobierno y el parlamento de mayoría conservadoras. En cualquier caso, el tribunal respondió a la realidad de la percepción del país. Pero no voy a entrar en el tema del aborto. El problema es que esta creadora, una mujer para mayor paradoja, con el fin de defender sus tesis, mete a sus protagonistas en una serie de situaciones éticamente inadmisibles, como ya he dicho, en los ámbitos de la investigación científica y la salud reproductiva. Y es que ya sabemos que dos errores no hacen nunca un acierto.