[Libro] ¿Cómo vives? – Genzaburō Yoshino

Literatura

Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta pueden verse, desprovistas de texto, en fotos en serie. Volvemos a las fotos de mi último viaje a Japón para ilustrar la entrada, el antiguo barrio de comerciantes Bikan de Kurashiki.

El último gran éxito de Studio Ghibli y Hayao Miyazaki, que en inglés/castellano se tituló The boy and the heron/El chico en la garza, en japonés se tituló Kimitachi wa dō ikiru ka [君たちはどう生きるか]. Literalmente, Vosotros, ¿cómo vivís?. Nada que ver, ¿verdad? Pasa con frecuencia con los títulos de las películas, libros y series japoneses. Sus traducciones directas no son consideradas como «comerciales» o «atractivas» por las distribuidoras, editoriales o plataformas de televisión. Y les ponen muy diferentes títulos. El caso es que el título de la película en japonés procede de la novela que traigo hoy aquí, escrita por Genzaburō Yoshino, que es considerada un clásico de la literatura juvenil japonesa del siglo XX. Obsérvese que, en los títulos originales en japonés, el sujeto, kimitachi 君たち, es plural. Pero en las traducciones al castellano se usa el singular. En las traducciones al inglés… pues es que you vale tanto para como para vosotros. Así que como gustéis.

Esta novela… más que una novela es una serie de episodios en la vida de un adolescente de quince años en los años 30, previos a la guerra mundial. Y me recordó mucho, al menos hasta cierto punto, al famoso libro del italiano Edmondo de Amicis, Cuore. En parte porque también sigue la vida de un escolar de clase acomodada que ha de relacionarse con compañeros de clases medias o trabajadoras, porque va acompañado de reflexiones de carácter ético, y porque ambos escriben una especia de diario con sus experiencias. Al mismo tiempo que reciben consejos de sus familiares adultos cercanos. El libro japonés no incluye cuentos o relatos autónomos, como lo hace el italiano. Pero las similitudes son similares. El protagonista es huérfano de padre, vive con su madre, y es apoyado en su educación por su tío materno.

Aunque dirigido a una audiencia juvenil, el libro me gustó bastante. Como he mencionado, las reflexiones son de carácter ético. No moral. Mucha gente no distinguen entre ética y moral. Yo sí lo hago. Moral viene del latín mores, costumbres, y es un código de comportamiento basado en las costumbres aceptadas por una comunidad, por una sociedad. Pero algunas de estas costumbres pueden tener consecuencias negativas para una parte de la comunidad, general discriminaciones y, en casos extremos, ser perjudiciales para el conjunto de la comunidad. La ética es un comportamiento que procede de la reflexión personal, de los valores propios, y se dirige a hacer lo correcto, incluso cuando eso suponga contravenir otros códigos de comportamiento aceptados por el conjunto o impuestos al conjunto de los integrantes de la comunidad. El tío del protagonista le ofrece pocas respuestas, pero le invita a plantearse muchas preguntas, a partir de las cuales el joven desarrolla sus propios valores y sus propias respuestas. Es curioso que el libro se publicó en una nefasta época en el sistema social y político japonés, con un gobierno militarista y autoritario que llevó a la catástrofe física y moral de la sociedad nipona. Y sin embargo, el libro destaca por sus valores de tolerancia.

No me atrevo a recomendarlo con carácter general, porque creo que las realidades de aquella época eran muy distintas, y los enfoques para hacer llegar a los jóvenes una reflexión ética y un desarrollo de los valores personales no pueden ser los mismos. No creo que funcionase. Me gusta valorándolo desde una experiencia de décadas de vida, pero ¿atractivo a jóvenes que no sean japoneses en el entorno de su propio sistema educativo, su historia y sus sistemas de valores colectivos? Difícil. Por otro lado, siguiendo con lo que he empezado, el libro fue una inspiración para la película de Miyazaki, pero su desarrollo no tiene nada que ver con la fantasía de desarrollo personal del filme. Inspira los valores, no el argumento.

[Libro] Quienes se marchan de Omelas – Ursula K. Le Guin

Literatura

Ursula K. Le Guin es una de la autoras más destacadas de la ciencia ficción y la fantasía del siglo XX. Y sin embargo, no le he dedicado el tiempo necesario teniendo en cuenta ese estatus. Por ejemplo, en el ámbito de la fantasía, no le he dedicado tiempo a su Terramar, aunque tengo un libro de esa serie en lista de espera. Sólo me hace falta encontrar la motivación del momento. He leído algún otro relato corto además de este de 1973 que traigo aquí. Y además… su bibliografía es tan extensa. Necesito encontrar alguna guía de recomendaciones para iniciarse en la lectura de la autora.

Con frecuencia, los totalitarismos de cualquier signo justifican sus desmanes en el bien común o en el bien de la patria, aun perjudicando a la mayoría y, especialmente, al «chivo expiatorio» de turno. Extranjeros, otras religiones… cualquier diferencia cultural o social es válida. En las fotos, los edificios del EUR en Roma, que iba a ser una celebración del fascismo italiano, arruinada por la guerra mundial.

Pero en un momento dado, tras volver de un viaje de vacaciones, cayó en mis manos este relato corto de Le Guin, uno de los más celebrados de la californiana, que nos dejó no hace tanto, en 2018. En él, Le Guin nos transporta a Omelas, una ciudad en un lugar indeterminado, en el momento en que se celebra el solsticio de verano. Un lugar ideal, en el que, aunque no hay grandes avances tecnológicos, hay una sociedad igualitaria, sin desequilibrios en el reparto de la riqueza. Un lugar de ciudadanos cultivados, inteligentes. Es la utopía. Hasta que el narrador nos traslada a un rincón de la ciudad, donde se mantiene preso, a oscuras, en la miseria y en la inmundicia a un niño. Es el sacrificio que hay que hacer para mantener la felicidad de los ciudadanos de Omelas. Algunos de ellos se acercan a visitar al niño. No está prohibido, cualquiera lo puede hacer. Y muchos de ellos, al verlo, deciden abandonar la ciudad. Son quienes se marcha de Omelas.

El relato corto lo he leído en una edición de Nórdica, reciente, pero existen otras más antiguas, con otros traductores, en los que se titula en castlellano Los que abandonan Omelas. Y dicen que hay también versiones que se titulan Los que se alejan de Omelas. Con frecuencia se ha publicado en colecciones o antologías de relatos cortos de la autora. En cualquier caso, con economía de medios y conceptos, Le Guin lanza un reflexión ética de enorme calado y profundidad. No existen las utopías. Toda utopía es una distopía en el fondo. No puede haber felicidad para unos sin la desgracia de otros. Es el concepto del chivo expiatorio. Para que la mayoría disfrute, algunos han de ser sacrificados. ¿Es esto ético? ¿Es esta una felicidad real, la construida sobre el sufrimiento de los demás?

Le Guin no da soluciones al dilema. No es infrecuente en las sociedades y las organizaciones humanas que se sacrifique el bienestar o los intereses de algunos en beneficio de la mayoría. Tampoco es infrecuente que se aduzca el bien de la mayoría por parte de los gobernantes para introducir normas o acciones dañinas para algunos, y al final son unos pocos los que se benefician, mientras que el número de perjudicados real es mayor. La reflexión ética, y política, que provoca el relato es clara. Y a pesar de lo devastador que resulta, hay un punto de esperanza. Al menos algunos reconocen la injusticia. Y si bien no se rebelan y la eliminan, al menos abandonan la ciudad, quizá para dirigirse a lugar más difíciles… pero quizá ¿menos injustos? En cualquier caso, una lectura muy recomendable.

[Cine] Oppenheimer (2023)

Cine

Oppenheimer (2023; 42/20230722)

Por «culpa» de un «error», hemos tenido un fin de semana intenso. Hemos podido abarcar, cinematográficamente hablando, el conjunto de la propuesta Barbenheimer. La idea original era que el domingo, tras ir a votar, quedábamos para un almuerzo de media mañana de algo apetitosos, y luego nos íbamos a meter, sin apetitos materiales, durante tres horas en una sala de cine para ver la película que hoy nos ocupa. Pero la persona encargada de las entradas se equivocó y las sacó para la matinal del sábado en lugar de la del domingo. Como todos, los siete, pudimos asistir, algunos, al día siguiente, retomamos el plan original, pero con la muñeca de Mattel. En cualquier caso, la película que más nos interesaba era la de Christopher Nolan, un director que en estos momentos consideramos imprescindible.

Dado que Oppenheimer fue profesor en Berkeley, en la bahía de San Francisco, ilustraremos la entrada con fotografías de la ciudad recientemente visitada. Y, por qué no, realizadas con película fotográfica en blanco y negro, como algunos segmentos de la película que hoy nos ocupa, para la que Kodak desarrolló una variante de película de 65 mm biperforada de su emulsión cinematográfica Kodak Eastman Double-X 5222.

En esta película, Nolan, que también es en gran medida responsable del guion, nos ayuda a reflexionar sobre los dilemas políticos y éticos a los que se enfrentó J. Robert Oppenheimer (Cillian Murphy), físico teórico que trabajo en el ámbito de la mecánica cuántica y la física nuclear, aunque con extrapolaciones a la astrofísica y otros ámbitos de la física. Tras estudiar en Europa, desarrolló su actividad investigadora y docente en Berkeley, centro de la Universidad de California en la bahía de San Francisco. Tuvo inquietudes sociales y políticas que lo llevaron a relacionarse con miembros del Partido Comunista de los Estados Unidos de América y a apoyar la causa de los leales a la República Española. La película pone el foco en su relación como amante de la doctora Jean Tatlock (Florence Pugh), miembro de ese partido. Tras casarse con Katherine Puening (Emily Blunt), una bióloga alemana naturalizada estadounidense, que apenas ejerció su actividad científica y también tuvo cierto grado de militancia política, el general Leslie Groves (Matt Damon) le propuso la dirección científica y organizativa del Proyecto Manhattan que desarrolló las primeras bombas atómicas, dos de los cuales se usaron sobre Hiroshima y Nagasaki, aunque el origen del proyecto fuera contrarrestar la posibilidad de que la Alemania nazi se adelantara en la consecución de esta arma. Tras la guerra, con mucho prestigio, ocupó puestos de influencia, pero desarrolló una sensibilidad pacifista y contraria a la proliferación nuclear que le generó enemigos, como el banquero y político Lewis Strauss (Robert Downey Jr.) o el físico Edward Teller (Benny Safdie), impulsor de la bomba termonuclear basada en la fusión del hidrógeno, que aprovecharon la época de la caza de brujas y la guerra fría para acabar con la influencia de Oppenheimer.

El párrafo anterior vale como resumen de la vida de Oppenheimer y como resumen de la película de Nolan. Más o menos. Cuando uno excesivamente sintético se fija en ciertos hechos por encima de otros, y siempre habrá quien considere que se podría contar de otra forma. Y tendría razón. Pero he querido destacar aquellas cuestiones y aquellos personajes/personas históricas con relevancia en la película y en el mensaje que quiere trasladar Nolan. En una película con un reparto coral, ¿por qué destacar a Teller interpretado por Safdie frente a otros nombres históricos con mucha más relevancia? Pues porque es desde mi punto de vista el más importante para contar lo que quiere contar Nolan. Que no es la vida de Oppenheimer, aunque haya que hacerlo. Ni la historia de la bomba atómica, aunque haya que esbozarla con cierto detalle y precisión. O la historia de los romances significativos de «Oppi», aunque sea necesario detallar uno, con (discutidos) desnudos o sin ellos. La película es un drama ético y político basado en hechos muy reales. El conflicto ético del científico, cuya contribución a la creación del arma de destrucción masiva nuclear despierta una reflexión profunda que choca con los intereses políticos de los años de posguerra, o con las ambiciones de determinados científicos o políticos, para quienes la posibilidad de destruir el mundo es secundaria a su medro personal. También es una reflexión sobre la libertad de pensamiento, especialmente sobre la libertad de la persona por encima de las organizaciones políticas; la visión política de personas comprometidas es siempre más rica y llena de matices que el simplismo ideológico que muestran los partidos políticos. es complejo. Y esa es a su vez la complejidad y la riqueza de la película.

La precisión técnica de la película, el oficio superlativo del director y de los principales responsables de la película (Ludwig Göransson en la música original, Hoyte Van Hoytema en la fotografía, Ruth De Jong en el diseño de producción, entre otros) se da por hecho cuando uno va a ver una película con estas características. Son propuestas que sólo pueden partir de la excelencia a priori, y no decepciona. Lo mismo puede decirse con respecto al trabajo actoral. El reparto es enorme y, obviamente, difícil de destacar a unos sobre otros más allá de total protagonismo de Murphy, y las importantes aportaciones de Damon, Downey y Blunt. El trabajo de Florence Pugh es muy importante para matizar y orientar el conocimiento del carácter del protagonista, pero su presencia en pantalla es puntual. Significativa… pero muy pequeña. Pero este reparto funciona como un reloj en los pocos minutos de trascendencia de los personajes fundamentales. Que muchas veces destacan, no tanto por su trabajo interpretativo, como por su presentación. La actitud de Teller en el test de Trinity comparado con el de otros compañeros del proyecto habla mucho del personaje. Por lo tanto, dada la excelencia técnica y artística, ¿la propuesta convence?

A mí sí. Le compro la tesis a Nolan y en cierta medida la hago mía y reflexiono sobre ella. Nolan emite una crítica potente a la ética de las decisiones políticas, basadas en eso que llaman el «pragmatismo», la «necesidad» u otras excusas para realizar acciones totalmente rechazables. El uso de la bomba atómica forma parte de ellas. Como lo fue también el bombardeo de los barrios populares de Tokio, habitados por trabajadores, con viviendas de madera y papel, en la proximidad del día de la fiesta de los niños, con bombas incendiarias, y que causó más de 100.000 muertos, sin que se vieran afectadas las estructuras gubernamentales ni la industria de la ciudad. Quién sabe que razones de «pragmatismo» o «necesidad» en tiempos de guerra se pondrían encima de la mesa para semejante barbaridad sobre la población civil más indefensa. Este bombardeo, el más criminal de la Segunda Guerra Mundial, se menciona en la película. Oppenheimer desarrolló reparos éticos, que según la tesis de la película tenían una base ideológica previa, frente a un régimen político y unas acciones militares que ya carecían de escrúpulos, que ya habían desarrollado inmunidad ante lo que podría ser justificable o no en una guerra. Los países del Eje fueron decididamente criminales en la guerra, y a ellos hay que atribuir la mayores responsabilidades. Pero los países aliados les siguieron mucho más de cerca de lo que la narrativa y la historiografía oficial nos cuenta. En una guerra no hay «buenos» y «malos». Hay «malos» y «peores». Todo ejército que entre en guerra se convierte, en mayor o menor medida, en asesino y violador, no importa cuan nobles sean sus justificaciones para entrar en guerra. Si ha eso añadimos el claro en la libertad de pensamiento y asociación que se produjo en los Estados Unidos como consecuencia de la Guerra Fría… tenemos el cuadro completo del que de una forma u otra Nolan nos ha querido hablar alrededor de la figura de Oppenheimer. La forma en que lo cuenta ¿se puede considerar perfecta también? No tanto. Hay algunas irregularidades en el peso de los distintos actos en los que se desarrolla la película, alguna inconsistencia, así como la dispersión derivada de un reparto excesivamente numeroso. Por ejemplo, hay poca información sobre David Hill (Rami Malek), colaborador de Enrico Fermi (Danny Deferrari) durante el Proyecto Manhattan, para entender la importancia de su testimonio en los compases finales de la película. Un científico honesto que firmo también la petición de Szilárd (apellido de otro científico destacado del proyecto interpretado por Máté Haumann) para que Truman advirtiese a los japoneses de las consecuencias de la bomba antes de utilizarla, dando una oportunidad a evitar la devastación y las muertes. La cadena de mando nunca trasladó la petición… que dado el carácter de Truman tampoco parece probable que hubiese tenido efecto. Otro ejemplo de la degradación ética del mando norteamericano en la guerra.

La película es compleja, como se ve. E importan tanto el análisis de la persona, de Oppenheimer, como la reflexión sobre ética y política, perfectamente válida hoy en día en que contemplamos cómo una potencia nuclear gobernada por un ególatra ha ido a la guerra contra un vecino con sus «justificaciones», «pragmatismos» y «necesidades». Por lo tanto, película recomendable y muy bien venida. Y para el amante del cine considerado como una de las bellas artes, imprescindible.

Valoración

  • Dirección: *****
  • Interpretación: *****
  • Valoración subjetiva: ****

[Libro] Nuestros inesperados hermanos – Amin Maalouf

Literatura

Empiezo a estar preocupado. He vuelto a tener un bloqueo lector que me ha durado casi tres semanas, incapaz de concentrarme en la lectura de un libro. Lo atribuyo a diversas causas que no voy a comentar para no aburrir… pero el caso es que el que traigo hoy a estas páginas es el último libro que he leído y lo terminé de leer el 22 de enero… En fin. Parece que desde ayer he vuelto a coger impulso… a ver si hay suerte y hacia el final de la semana que viene puedo comentar otro.

Lo más próximo a las ficticias de las Quirón son mis viajes por la Baja Normandía y Bretaña. Y de una variedad de lugares de Bretaña extraigo las fotografías para ilustrar esta entrada literaria.

Amin Maalouf es un escritor que me encandiló por sus novelas históricas en las que nos hablaba, de una forma u otra, del tradicional enfrentamiento entre occidente y oriente, en las que nos invitaba a visitar lugares históricos casi legendarios y a conocer personajes históricos también de carácter casi mítico. Buen escritor, ameno y que invita a soñar e imaginar. Qué más vas a pedir. En 1992 publicó su primer libro con un tono distópico, que yo leí años más tarde. En el expresaba ya algunas de sus preocupaciones por el mundo actual. Entre otras, la situación de las mujeres en muchas culturas desde la infancia [consideremos la política de hijo único en la República Popular China, con elevadas tasas de infanticidio y de abandono de niñas; pero no es el único lugar ni el único motivo por el que se generan esas prácticas]. Y también los desequilibrios económicos y políticos entre el sur empobrecido y el norte rico. Después ha escrito, y he leído alguno de ellos, 1 y 2, ensayos que muestran su preocupación sobre la actual situación del mundo.

En esta ocasión se trata de su última novela, de 2020, en la que volvemos de alguna forma a un mundo distópico. El protagonista de la novela es un caricaturista que se gana publicando tiras «cómicas» en la prensa, canadiense, pero que se ha refugiado en una casa en una isla del ficticio archipiélago de las Quirones, en la costa atlántica francesa. Una isla donde sólo vive otra persona, una novelista de un sólo éxito, que vive desilusionada, apartada de la sociedad. El mundo vive momentos de quebranto, por las amenazas terroristas, que pueden tomar forma en forma de atentados con artefactos explosivos nucleares. De repente todas las comunicaciones cesan y deja de fluir el suministro eléctrico. Temerosos los vecinos del archipiélago del estallido de un conflicto nuclear mundial de carácter apocalíptico, pronto se sabrá que unos misteriosos humanos, que han aparecido a bordo de barcos, descendientes de un antiguo grupo de seguidores de Empédocles, filósofo griego de la época clásica, presocrático, que han alcanzado un alto nivel de desarrollo ético y científico.

A pesar de las amenazas, reales, sobre las que habla en el libro, el arsenal nuclear en el mundo sigue siendo suficiente para destruir la civilización varias veces, y cada vez hay más grupos capaces de hacerse con armas de este tipo, esta novela de Maalouf no deja de tener un carácter ligero en ocasiones, ya que la acción no se mueve de ese entorno alejado del mundanal ruido que son esas islas inventadas, donde hay un vecindario con sus problemas cotidianos, y personas con sus inquietudes vitales más o menos representativas del resto de la humanidad, en ocasiones con cierto humor. Los temas son diversos. Los riesgos globales, la ética de las decisiones políticas, el riesgo de la eterna salud y la inmortalidad, los valores que deben regir las relaciones humanas o políticas… Y sin renunciar a incluir algo de romance en la historia. Y de trasfondo por lo que podría haber sido el desarrollo de la filosofía y la ética de la Grecia clásica de no haber sido… por los propios griegos y todos los demás que la llevaron al traste. Quizá una visión demasiado idealizada de la edad de oro ateniense.

No es, desde mi punto de vista, de los mejores relatos de ficción del escritor francolibanés. Escritor por el que sigo sintiendo profunda simpatía en la medida que he disfrutado con su obra y en la medida en la que coincido con algunos de sus puntos de vista. No con todos, pero sí con algunos de los importantes. Pero se deja leer con facilidad, y te acompaña a unas reflexiones, no extremadamente sesudas, al alcance de cualquiera, y sobre cuestiones importantes. Así que se puede recomendar sin mucho miedo a decepcionar.

Por cierto, no sé muy bien qué islas inspiran al archipiélago ficticio de las Quiron. Supongo que son un refrito de las quince islas que forman las islas de Ponant en torno a la península de Armórica (Bretaña).

[TV] Cosas de seres; despedida al hombre en el castillo

Televisión

Paso por delante de otras temporadas, de otras series que terminé antes que la cuarta y última temporada de The Man in the High Castle. Creo que la calidad, los temas y la trascendencia de esta serie, incluso si no ha tenido la repercusión que merecía por no ser emitida en una de las plataformas de vídeo bajo demanda más potentes, hace de ella un acontecimiento en la ficción televisiva. O por lo menos así lo he vivido yo. Creo que no tenía esta sensación desde Battlestar Galactica, que también rompió moldes, aunque hasta ahí voy a plantear los paralelismos.

Tokio, Berlín y Nueva York representan a los tres imperios globales que, en un universo u otro, encontramos a lo largo de la serie. Takeshita-dori y la puerta Kaminarimon representan al imperio del Sol Naciente… aunque muy civilizado y más agradable que en su versiones más bélicas y antipáticas.

La serie parte de una idea, de una adaptación parcial o muy libre en su primera temporada de la novela del mismo título, de 1962, de Philip K. Dick. No son pocas las adaptaciones que han sufrido las obras de Dick, un escritor complejo, pero que ha atraído a los guionistas, directores y productores de cine y televisión. Precisamente por su complejidad, por las características de su literatura, las adaptaciones de sus obras son muy libres, respetando unas veces más y otras veces menos el espíritu de las mismas. Y otras conocidas producciones audiovisuales han sido fuertemente influidas por sus obras, de forma reconocida o no. Dick es, por lo tanto, una figura clave, fundamental, en el desarrollo de la anticipación en literatura, en televisión y en el cine entre las últimas décadas del siglo XX y las primeras del XXI.

La serie que nos ocupa hoy guarda cierta fidelidad a la novela de Philip K. Dick en su primera temporada, siendo en esos momentos Juliana Crain (Alexa Davalos) la protagonista de la acción, cuando su mundo se derrumba a su alrededor en los ficticios Estados Japoneses del Pacifico, al morir su hermana a manos de la Kenpetai, la policía política japonesa. Esto va a poner en marcha una serie de acontecimientos que pondrán cabeza abajo la ucronía, la historia alternaitiva, en la que nos encontramos en 1962, en unos Estados Unidos desaparecidos y divididos entre la zona oriental perteneciente al reich nazi alemán, los estados del pacífico bajo el dominio del Imperio del Sol Naciente, y una zona neutral central en las rocosas, donde mal vive una pretendida resistencia a la ocupación. Crain es la protagonista absoluta de las dos primeras temporadas, puesto que sus movimientos son los que desencadenan las reacciones de otros personajes con mayor o menor protagonismo e importancia en la serie.

La mansión de Wansee donde se decidió el criminal destino de los judíos de Europa…

Sin embargo, poco a poco, otros personajes van creciendo en importancia conforme la serie avanza y diverge de la novela original. El ministro de comercio Tagomi (Cary-Hiroyuki Tagawa), uno de los personajes que tiene su origen en la novela original, el general John Smith (Rufus Sewell), capitoste de las SS americanas, el coronel Kido (Joel de la Fuente), de la Kenpetai japonesa, Helen Smith (Chelah Horsdal), la esposa de John Smith,… todos ellos acabarán siendo protagonistas fundamentales, especialmente en las temporadas tercera y cuarta, donde llegarán a superar en importancia argumental a Juliana Crain, aunque este personaje siempre tendrá un papel fundamental en el desarrollo de los hechos.

La historia tiene un carácter ético. También político, y supone una reflexión, por su carácter de espejo distorsionado, de nuestra propia historia. Pero ante todo, tiene un carácter ético. Juliana Crain nos representa a nosotros, lectores de la novela o espectadores de la serie televisiva; es la mujer común alejada de los centros del poder, preocupada por lo cotidiano, un poder que, desde luego, no ambiciona. En el resto de los personajes encontraremos versiones racionales, pero más frecuentemente distorsionadas, del honor, de la ambición, de la lealtad a las ideas o a los caudillos, sean el führer, el tennō [天皇] o el jefe de una resistencia, y sobre todo, conforme un personaje de anodino nombre, John Smith, va adquiriendo protagonismo, es una reflexión sobre el poder y la naturaleza del mismo. John Smith es finalmente el personaje clave de la historia, incluso si no aparecía en la novela de Philip K. Dick.

… y el monumento a estos judíos asesinados en Europa, ambos en Berlín, representan al lamentable III Reich alemán.

La serie sufre un cambio de dirección y planteamiento entre el final de la temporada segunda y la tercera. Si las dos primeras eran el camino del héroe, la heroína en este caso, Juliana Crane, siendo el resto de los protagonistas los obstáculos o las ayudas para este recorrido personal, a partir de la tercera es como si en The Lord of the Rings, a partir de un determinado momento Frodo hubiese sido un personaje de apoyo y la novela se hubiese centrado en los pensamientos y acciones de Sauron. Cosa que no hubiese tenido mucho sentido en aquel contexto. Pero sí en el que nos ocupa, puesto que John Smith es un personaje que, lo sabemos desde un principio, está sometido a tensiones interiores que poco a poco vamos conociendo. Y son fundamentalmente dos mujeres, Juliana Crane, y su propia esposa, Helen Smith, las que van a contrastar y poner a prueba estas tensiones. Siendo dos mujeres con dos recorridos muy distintos.

La serie es buena, muy buena, y cuenta con un reparto en estado de gracia. Cualquiera de los mencionados hasta ahora debería haber sido acreedor de ser premiado en alguno de los festivales o entregas de galardones habituales. Independientemente del rumbo que toma su temporada final. Cualquiera que la haya visto se quedará con la impresión de que en la mente de sus creadores, al menos había una temporada más.

Y Nueva York, bien sea en Washington Square, con el Empire State Building al fondo de la Quinta avenida,…

Es la conclusión lógica viendo la evolución de uno de los personajes, John Smith, que acaba siendo el protagonista absoluto de la serie. Pero supongo que la cadena, en un momento dado, le echó el cierre. Y por lo menos lo hizo con tiempo para darle un cierre a la historia, aunque fuera apresurado. No le falta su emoción,… pero también es en los últimos episodios de la cuarta temporada, de la serie, donde esta muestra sus costuras menos resueltas. He de comentar que no estoy hablando nada de la parte más ciencioficcionesca de la historia,… pero es que me parece poco importante, aunque tenga algún impacto en el devenir de algunos personajes, que se podría haber resuelto con facilidad por otras vías. En cualquier caso, hace tiempo que no juzgo el conjunto de la serie por un final más o menos afortunado. Aunque dentro de unos días estableceré una excepción a este principio, de algo que terminé de ver ayer mismo.

Mi conclusión es que la serie es de lo mejor y extraordinariamente recomendable. Probablemente, su emisión en una plataforma menos popular que otras, aunque más asequible, y su contenido intelectualmente más exigente, aunque no carezca de acción y emoción, hayan hecho que sea menos popular. Pero haya vosotros si os la perdéis. Y yo siempre quedaré enamorado de Juliana Crain. Forever.

… o el animado puente de Brooklyn, representan el alma del imperio americano, es que es en nuestro universo, o el que puede ser, distinto, en universos alternativos.

[Libro] Luz de guerra

Literatura

De entrada decir, para dejar las cosas claras desde el principio, que este libro del canadiense, nacido en Sri-Lanka, Michael Ondaatje ha sido una de las sorpresas más agradables de lo que llevo de año de lectura. Ondaatje alcanzó cierta celebridad por ser el autor de la novela en la que se baso la película del mismo título, The English Patient, que arrasó en la ceremonia de entrega de los Oscar de marzo de 1997, y con razón. Pero su carrera es algo más que aquella novela puntual, como he podido comprobar en alguna ocasión. Y cuando hace poco leí que recientemente se había publicado la traducción de su última novela, decidí ponerme a ella.

Los canales navegables de Londres y que comunican la capital con sus alrededores, para el transporte de mercancías, legítimas o ilegítimas, tiene su importancia en la trama, y es lo que os traigo aquí.

Estamos ante una novela compleja. Difícil de adscribir a un género determinado. ¿Es un drama familiar? ¿Es una historia de transición de un adolescente hacia las complejidades del mundo adulto? ¿Es una de las mejores historias de espionaje que he leído en mi vida, y al mismo tiempo, alejada de todas las convenciones del género? ¿Es una crítica a unos modos de hacer y entender los servicios de inteligencia de los países desarrollados, específicamente el Reino Unido? O simplemente, todo ello al mismo tiempo.

En el momento en que al protagonista, narrador en primera persona de la historia, y a su hermana, de 14 y 16 años respectivamente, les comunican que sus padres se van durante un año a trabajar en Asia y que se quedan al cuidado de un amigo de la familia, les cambia la vida. Estamos en el principio de la posguerra mundial. En un Londres que sufre las cicatrices y las carencias derivadas del conflicto mundial. Donde el límite entre el bien y el mal se ha difuminado, en el que el de la clandestinidad patriótica y la criminal ha desaparecido. En ese ámbito, el joven protagonista descubrirá el mundo, las mujeres, el sexo, y acabará por despertar totalmente del mundo de la despreocupación en el trágico momento en que regresará su madre, iniciando una vida de adulta marcada por la incertidumbre de quienes son sus personas cercanas, de quién es el mismo.

Estamos ante una historia que nos da sorpresas, que evoluciona. Que cambia de género conforme su protagonista descubre el mundo. Estamos ante una novela en la que hay profundas reflexiones éticas, que toma partido ante el cinismo que conlleva la desaparición de esos límites entre lo adecuado y malvado, muchas veces por iniciativa de las propias estructuras públicas del estado que deberían velar por los valores de una sociedad que presume de haber combatido a la tiranía en nombre de la democracia. Hay drama, algún momento para el relajo humorístico y alguna que otra tragedia. Probablemente inevitables.

Una de las mejores obras de ficción que he leído este año. Una de las mejores novelas que he leído en general. Una demostración de la profundidad de los temas y del dominio de la prosa que tiene Ondaatje. No es la lectura más fácil en ocasiones, pero es de las más ricas. Totalmente recomendable.

[Cine] The Children Act (2017)

Cine

The Children Act (2017; 55/20181129)

Ya hace más de una semana que vimos esta película. La verdad es que llevo bastante retraso a la hora de comentar cine. Estos días que he tenido fiesta me han permitido ir más a las salas, a horas en las que habitualmente no me es posible. Pero bueno, poco a poco iré encontrando huecos. Pendientes tengo todavía un par más de películas, que tienen cierto interés vistas en esta semana. Igual hago una entrada doble en unos días; porque la semana que viene tengo que viajar por trabajo y aun tendré menos ocasiones para actualizar este Cuaderno de ruta.

En cualquier caso, la película de hoy tiene también su comentario. Tenía ganas de verla. Está basada en una novela reciente del británico Ian McEwan, de 2014, que leí con interés. Por dos motivos; porque me gusta el escritor y porque toca temas con los que convivo en mi trabajo y me gustan. Lo cierto es que ha tardado bastante en venir a España, donde no pudimos asistir a una sesión en versión original. Pero no es difícil encontrar una versión en internet sin doblar, así que «complementé» la visita a la sala del cine con la posibilidad de escuchar los diálogos originales. Los doblajes no sólo me parecen una adulteración de la obra original, sino que últimamente vienen sufriendo además traducciones bastante fatales. En este caso, ya la traducción literaria del libro tenía sus problemas, cosa que detectas mejor cuando conoces los temas bien y manejas con fluidez los conceptos. Así, pues vista en casa también la versión original, es en la que me centraré.

La acción, salvo una «excursión» de la jueza Maye a Newcastle, transcurre en Londres, en la zona de los tribunales, no lejos de Saint-Paul. Bueno… fotos de Londres en general para hoy.

Reconozco que no imaginaba a la jueza Maye encarnada por Emma Thompson, ni al marido con el aspecto de Stanley Tucci. Pero ambos son sólidos intérpretes y se meten perfectamente en la piel de este matrimonio en crisis. Crisis que se acentúa cuando la jueza tiene que decidir sobre un caso de tratamiento con transfusiones en un menor de edad testigo de Jehová, que corre el riesgo de morir en caso de rechazo del tratamiento. Un menor de edad que tiene 17 años y 9 meses… una figura que podría considerarse desde ciertos puntos de vista un «menor maduro», con capacidades para decidir sobre muchos aspectos de su vida.

La película no obstante carga las tintas más sobre las relaciones personales entre los personajes que sobre los dilemas morales. También es muy precavida, para no pisar sensibilidades religiosas. El caso de entrada, un caso sobre separación de mellizos en una familia muy religiosa pero anglicana, no tiene que ver con el que se presenta en el libro, que trata sobre la discriminación del mujer en su acceso a la educación en las comunidades ortodoxas judías. Y esto es un aspecto que lo diferencia de la obra literaria, que arremete claramente, aunque de modo racional, contra la irracionalidad de los preceptos de las distintas religiones. La película es mucho menos comprometida que la obra literaria.

Por lo demás, la película se sujeta ante todo en la interpretación de Thompson. Con una realización por parte del director Richard Eyre académicamente sólida, pero convencional, la película resulta un tanto fría si no fuera por las ocasiones muestras de emoción que traslucen sus protagonistas. Protagonistas que tienen que tratar con personajes, especialmente el de la jueza, bastante frío en sus emociones, aunque la procesión vaya por dentro. Me parece además irregularmente resuelta la relación con el menor.

Una película que no está mal, que se deja ver. Con el buen nivel interpretativo como principal virtud, agradará a los aficionados al cine británico. Pero que se queda un poco corta en lo que podría haber sido. De todas formas, son pocas las películas de Eyre que me hayan llegado a emocionar a pesar de tratar temas con potencial profundidad.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: ****
  • Valoración subjetiva: ***

[Libro] De la estupidez a la locura

Literatura

Hoy estoy de fiesta, y me puede permitir el lujo de escribir mi entrada en este Cuaderno de ruta de forma tranquila. Aunque no me llevará mucho tiempo. Estoy de fiesta porque me quedaban días por disfrutar y se me habían acumulado tontamente. Tengo que organizarme mejor en años venideros. Porque aunque siempre viene bien tener unos días de descanso, es bueno tener un propósito claro para esos días. Es más divertido. Y provechoso. Intentaré encontrarlo. De momento, os cuento el último libro que he leído. De Umberto Eco. El filósofo y escritor italiano, piamontés, que para la mayoría de los mortales que ha oído hablar de él está ligado a su novela más conocida, Il nome della rosa. El nombre de la rosa. Aunque la mayor parte de la gente lo que conoce es la película. Que muchos alaban,… pero yo no. Siempre he pensado que su final traiciona buena parte del espíritu de la novela.

En cualquier caso, probablemente una de las obras que, por la edad y el momento vital por los que pasaba cuando la leí, más me ha impactado y marcado. Fue algo así como el principio de mi deriva definitiva ideológica que me sitúo en mi ser adulto frente a la confusión de mi adolescencia y primeros años de juventud. Pero no es que la novela fuera la que me indicara lo que iba a pensar en el futuro. No, lo que me indicó fue, en parte, cómo iba a pensar en el futuro. Así que a Eco le tengo cariño.

Si bien Eco fue nacido en el Piamonte, vivió buena parte de su vida y murió en Milán. De donde traeré algunas fotos, con uno de los temas sobre los que no le faltarían cosas que decir, la autoexposición mediática. Los selfis.

Recientemente apareció de oferta la versión electrónica de esta colección de pequeños ensayos periodísticos, columnas de opinión que tratan sobre temas de actualidad del momento, y que en conjunto podemos decir que nos trazan bastante bien el modo de pensar, abierto y tolerante, del filósofo. Se publicó póstumamente. El escritor lo entregó a la editorial poco antes de morir. Y abarca escritos que prácticamente van desde el 2000 hasta el 2014 o el 2015. No recuerdo ahora si hubo alguno anterior al 2000, ni si llegó a colar alguno del 2016, año en el que falleció el escritor. Política, internet, educación, ética, la sociedad en general,… son los variados temas del libro. Que vienen muy marcados por un penoso fenómeno político y social en Italia, con equivalentes claros en el resto de países europeos, España también, e incluso del mundo; el berlusconismo y la televisión como único espectáculo impúdico al mismo tiempo que única fuente de información para la mayor parte de los ciudadanos. Impúdico no por cuestiones del sexo, sino por la falta de vergüenza de los que allí salen.

Hace un tiempo leí que no tiene gracia leer a aquellos que piensan como nosotros. No nos aportan nada, y contribuyen a afianzarnos en unas ideas, que sin un crítico con quien contrastarlas, se hacen más sólidas, incluso si pueden estar equivocadas. Y sin embargo es lo que hace la inmensa mayoría de la gente. Realimentarse ideológica, filosóficamente, de quienes piensan como ellos. Sentirse seguros. No arriesgar. Y así me he sentido leyendo este libro de Eco. Me consuela pensar, que alguno de los artículo me ha hecho pensar un rato, con alguno he discrepado, y que hay enfoques prácticos que yo orientaría de otras formas. No coincidimos al 100 %. Digamos que al 85 %. Descontando las ideas primarias en las que coincidimos casi todos; el no matarás, no robarás, no mentirás, no… patatín patatán, que forma la base ideológica para una convivencia razonable. O sea un 85 % de coincidencia en las ideas que están por encima de esa línea basal y que son las que marcan las diferencias entre las personas.

Con 500 páginas, es un poco tocho. Más cuando algunas ideas se repiten mucho a lo largo de los textos. Pero bueno, sirva como homenaje, dos años y medio tras su fallecimiento, a un pensador que, no sé cómo sería en realidad, pero a mí me parecía un buen tipo. Y además, fue de los que me enseñó a pensar. Especialmente en la parte en la que es menos natural para mí. Yo soy un chico de ciencias. Y por ende, escéptico, muy escéptico con las propuestas indemostrables que nos llegan con frecuencia de las humanidades. Por lo tanto, que colaborase en mostrarme un camino para poder evaluar esas propuestas… pues está muy bien.

[Cine] Lady Macbeth (2016)

Cine

Lady Macbeth (2016; 202017-3004)

A pesar de lo que se pueda pensar por el título, esta película no está directamente inspirada por la cruel Lady Macbeth del drama de Shakespeare. Sí indirectamente, ya que la película es una adaptación del relato de Nikolái Leskov titulada «Lady Macbeth del oblast the Mtsensk», en la que el personaje principal estaría inspirado por la falta de escrúpulos de la noble escocesa teatral.

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Unos paisajes escocesas, curiosamente en la misma capital Edimburgo, nos servirán para recrear hasta cierto punto el ambiente de algún lugar del norte de Inglaterra, que parece lo más propio para un drama así.

Dirigida por William Oldroyd, es su ópera prima como largometraje, nos cuenta por lo tanto la historia de Katherine (Florence Pugh), una joven, prácticamente una adolescente, que es casada con un hombre mucho mayor que él, Alexander (Paul Hilton), y con cuya familia, al frente de la cual está un tirano padre, Boris (Christopher Fairbank), va a vivir en un ambiente rancio. Sintiéndose olvidada e infeliz, buscará el consuelo en Sebastian (Cosmo Jarvis), uno de los caballerizos. Y ahí se liará todo.

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Con una ambientación que nos recuerda a las adaptaciones de los dramones de las Brontë, en un principio la cosa nos parece prima hermana de Wuthering Heights (Cumbres borrascosas), pronto la trama nos llevará a un ambiente enfermizo de traiciones y falta de escrúpulos a la hora de resolver los problemas, con una violencia basal, a veces sólo sospechada, otras manifiesta, que afecta de un modo u otro a todos los personajes del drama. Una dura crítica al puritanismo y conservadurismo de las clases pudientes del siglo XIX. Ni que decir tiene que, como es habitual en los dramas de época ingleses, la ambientación es perfecta. Tienen mucho oficio para esto.

Todo ello apoyado en una muy buenas interpretaciones, especialmente aunque no únicamente la de la joven Pugh, que lleva a cuestas buena parte de la película. Interpretaciones sobrias, de diálogos secos y mucha intensidad en las miradas.

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A pesar de su apariencia de drama de época convencional estilo Brontë, estamos ante una producción que es difícilmente clasificable por la dureza intrínseca de la historia, por la falta de escrúpulos de los que en ella actúan, por el alejamiento de cualquier sentido de la ética en las relaciones humanas, que es lo que acerca esta obra a su referente shakesperiano.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: ****
  • Valoración subjetiva: ***

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[Cine «en TV»] 7 años (2016)

Cine

7 años (2016; 552016-2910)

Dicen que las formas de ver televisión y cine, ficción audiovisual en general, están cambiando. Son muchas las cosas que están cambiando. Este fin de semana, por poner un ejemplo, Sebastiao Salgado anunciaba la desaparición de la fotografía en 20 años. Pero declaraciones como la suya, especialmente si averiguas el contexto en el que se dijo, cómo lo dijo y qué otras cosas dijo, plantean también cuestiones sobre definiciones y conceptos. ¿Qué es fotografía? ¿Qué es imagen? ¿Qué es cine? ¿Qué es ficción televisiva? ¿Dónde están los límites entre unos conceptos y otros? Si es que existen.

Una empresa como Netflix que se creó para proveer servicios de cine y televisión en línea, comenzó hace sólo tres años ha emitir producciones propias, tanto en formato de series, como de documentales, como de películas. Cine o no cine. ¿Las películas rodadas para televisión se consideran cine? ¿Es el mismo planteamiento rodar para un formato o para otro? Sabiendo en unos casos que se proyectará en una gran pantalla blanca a la que podrán mirar simultáneamente decenas o centenas de personas, mientras que en otros se limitará a aparecer en una pantalla de televisión de algo más de 1 metro de diagonal ante la cual encontraremos una o dos personas, o una familia o grupo de amigos reducido. O cuando sabemos que las primeras, concebidas de la primera forma, acabarán viéndose con el tiempo de forma mayoritaria en la segunda modalidad.

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No se me ocurría con qué ilustrar esta entrada… así que he rescatado para mostrar algunas fotografías en blanco y negro, captura digital, realizadas hace unas semanas en los suburbios industriales de Zaragoza.

Durante décadas, los formatos de ficción audiovisual han estado claramente diferenciados. Estaba claro cuando veíamos algo producido para televisión y cuando para el cine. Había una serie de diferencias que notábamos. No digamos ya cuando las técnicas de rodaje eran muy distintas. Grabación en video frente a rodaje con película, técnicas de filmación con una cámara frente a las cámaras múltiples, el rodaje con público o sin público,… Pero hoy en día todas esas se han difuminado. De hecho, más de una vez tengo la sensación de que hay ficción televisiva, series, que manejan mejor y de formas más atrevidas u originales el lenguaje cinematográfico que muchos largometrajes realizados para la gran pantalla.

Consideremos por lo tanto a los largometrajes producidos para estos servicios de emisión en línea y bajo demanda como cine. Y analicemos un hito en nuestro país. El primer «largometraje» rodado en España para uno de estos servicios. Ha sido en Netflix, y el director responsable de la película es Roger Gual.

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He entrecomillado «largometraje» por la duración del mismo, bastante por debajo de los 90 minutos, que casi lo sitúa en la clase de los «mediometrajes». 77 minutos en concreto, según nos informa la cadena. Pero bueno. Parece que los límites oficiales para las denominaciones son: hasta 30 minutos, cortometrajes; entre 30 y 60 minutos, mediometrajes; más de 60 minutos, largometrajes. Claro que entre estos 77 minutos de la película que nos ocupa y otras producciones actuales que fácilmente le doblan en duración… pues hay muchas diferencias.

Parece que una constante en estas producciones cinematográficas iniciales en estos medios es que los presupuestos son ajustados. Esto puede explicar su duración tan contenida. También el tono de «teatro adaptado al cine» que tiene la película. Un único escenario, cinco personajes, alrededor de los cuales se mueve la cámara durante el tiempo que dura la acción. Que no es en tiempo real, pero casi. Cuatro socios de una empresa (Juana Acosta, Alex BrendemühlPaco León y Juan Pablo Raba) que, ante la disyuntiva de que sus fiascos fiscales les lleven a la carcel a todos, optan porque uno sólo de ellos cargue con las culpas. El dilema es quién y bajo que razonamiento. Y un mediador (Manuel Morón) para ayudarles a tomar la decisión. Película por lo tanto que aborda cuestiones fundamentalmente relacionadas con la ética y las relaciones interpersonales.

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No hay muchas complejidades de producción, no hay un gasto muy grande. Aunque es difícil medir los beneficios que produce la misma. No hay una taquilla… ¿Se podrá medir el impacto en suscripciones? ¿O está descontado porque era un incentivo para suscriptores que ya existen? Por otro lado, una plataforma de exposición mucho más amplia que la gran pantalla. El único comentario que existe en la página de IMDb sobre la película en el momento de escribir esto es de un espectador norteamericano que estudia español, motivo por el que le ha convenido ver el filme. Netflix pone a disposición de todo el mundo, no sólo del mercado español, sus producciones.

¿Y el resultado? Me refiero a cómo queda en términos artísticos y cinematográficos. Pues no vamos a negarlo, no es la octava maravilla del séptimo arte. No me ha generado grandes entusiasmos. Pero también he de reconocer que tampoco me ha desagradado. Alguna de las interpretaciones es manifiestamente mejorable, mientras que otras son bastante dignas. Y la realización, quitado alguna inconsistencia en algún movimiento de cámara, es también digna en su conjunto. Desde luego no es peor que lo que vemos en la pantalla grande con nacionalidad español. Tampoco está al nivel de lo mejor, pero se deja ver. Tendremos que esperar a nuevas experiencias para ver cómo evoluciona el fenómeno. Y estar atentos a lo que se produce en otros países, y que quedará a disposición de los suscriptores españoles también. Esta noche, la Noche de las Ánimas (en realidad en España la Noche de las Ánimas es la del 1 al 2 de noviembre, y no la del 31 de octubre al 1 de noviembre como el «halloween» norteamericano), habrá estreno «fantasmal»… que igual hay que ver. Sale Ruth Wilson.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: ***
  • Valoración subjetiva: ***

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[Cine] Eye in the Sky (2015)

Cine

Eye in the Sky (2015; 342016-1506)

Esta película lleva ya un tiempo en cartelera, más de mes y medio. Y en un primer tiempo habíamos desechado la idea de ir a verla, puesto que su tema bélico no nos llamaba la atención. Quizá porque la mayor parte de las sinopsis no enfocan correctamente la película. Bien es cierto que la película de Gavin Hood cuenta con un reparto muy atractivo. De hecho, si al final decidimos ir a verla, aunque fuera a una hora intempestiva, fue porque se trata de una de las últimas películas en las que trabaja el fallecido Alan Rickman, la última en la que aparecía en carne y hueso y no sólo aportando la voz. El conocimiento que de este actor británico se tiene en estos tiempos está muy sesgado, especialmente entre las generaciones más jóvenes, por su participación en un papel destacado en un conocida saga de películas sobre magos adolescentes. Pero quienes lo conocemos de tiempo ha, no podemos dejar de reconocer su notable calidad interpretativa.

La película la vimos, tristemente, en versión doblada en pantalla grande. Esto cada vez me parece más una catástrofe. Un atentado contra la obra cinematográfica. Así que si la podéis ver de alguna forma en versión doblada, yo lo hice ayer, un par de días después, en mi casa, mejor… y si no os dejan pagar un justo precio por ello… peor para ellos. Además el título en castellano, «Espías desde el cielo»,  queda desvirtuado sobre los significados del original en inglés.

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Inevitablemente nos vamos a Londres en esta ocasión… más cuando hoy en día las guerras no se dirigen desde el campo de batalla sino desde la comodidad de los despachos ministeriales.

Planteada inicialmente como la historia de una intervención militar contra unos terroristas islámicos en algún suburbio de Nairobi, una operación conjunta británica, estadounidense y keniata, bajo el mando británico, lo cierto es que su fuerte no es la tensión bélica. Lo importante del filme es las reflexiones éticas. En esto de la ética estoy metido últimamente bastante por motivos profesionales. No en la militar, afortunadamente, pero ética al fin y al cabo… me extenderé un poco.

En nuestro quehacer diario, tomamos constantemente decisiones que nos guían, muchas veces de forma inconsciente. Estas decisiones están basadas en nuestras necesidades como personas, que van desde la más básicas de alimentación, techo y vestimenta hasta las más elevadas como son la necesidad de reconocimiento de quienes nos rodean y del cariño de los más cercanos. Y para tomarlas no sólo entran en juego los aspectos elementales de nuestro ser biológico, sino también el conjunto de valores que hemos ido incorporando en nuestro desarrollo como personas. Lo que sucede es que en ocasiones los valores que ponemos sobre la mesa, de forma más o menos consciente o inconsciente, entran en conflicto. Hablando en plata, para hacer tortillas tenemos que romper algunos huevos. En algún momento, para alcanzar alguna meta puede que tengamos que causar algún perjuicio a otra persona. O incluso a nosotros mismos. O tenemos que elegir entre causar dos tipos de daños distintos, y entre los que inevitablemente tendremos que elegir.

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No son infrecuentes las películas británicas que intentan poner distancia ética por medio entre la forma de hacer de sus políticos y la de sus aliados norteamericanos.

En el caso de la película… intervenir matando a cinco terroristas y probablemente a una niña inocente que pasa por allí, o proteger la vida de esta inocente abriendo la oportunidad de que los terroristas realicen una escabechina en un lugar poblado… vete tu a saber con cuantos niños muertos… pero que son hipotéticos. No conocemos su aspecto y su sonrisa y sus juegos como en el caso de esta niña a la que vemos con todo detalle gracias a esos aeroplanos no tripulados, drones les llamamos, que lo mismo nos permiten espiar que matar desde miles de kilómetros de distancia.

Por lo tanto, la gracia del filme no está en las escenas de acción, que alguna hay para dar un poquito de dramatismo a la historia, sino en las deliberaciones sobre la conveniencia o no del ataque ante los valores contrapuesto puestos en cuestión, y teniendo en cuenta la estrategia militar, lo aspectos jurídicos y la conveniencia política. Lo cual plantea un cóctel de características explosivas. Como se señala al principio del filme, la primera víctima de una guerra es la verdad. Frase que la película y otras fuentes atribuyen a Esquilo, pero que otros atribuyen a autores más modernos. Consta que aparece en un libro del pacifista británico de principios del siglo XX, Arthur Ponsonby.

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Cosa que tiene su gracia, porque por mucho que intenten los británicos mantener su imagen de gran potencia, y sueños de imperios perdidos, se les ve constantemente haciendo seguidismo más o menos ciego de lo que se decide desde la Casa Blanca.

La película no está nada mal, aunque es tramposa en varios momentos y, en lugar de dejar juzgar la situación ética al espectador con una presentación razonablemente ecuánime de hechos y opiniones, lo manipula emocionalmente en varias ocasiones.

El reparto no está mal. Los actores y actrices británicos siempre están correctos, incluso en sus papeles más normalitos, como puede ser el caso de Helen Mirren, y el del resto de los países cumplen.

Película entretenida y con más miga de la que pensábamos que nos alegramos haber visto aunque haya sido casi por casualidad. Aunque supongo que le queda ya muy muy muy poquita vida comercial en la gran pantalla. De hecho me sorprende que haya aguantado tanto tiempo. Supongo que por la flojera de otras propuestas esta primavera.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: ***
  • Valoración subjetiva: ***

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En cualquier caso, no ha sido infrecuente que se hayan olvidados de los escrúpulos a la hora de intervenir militarmente… como en la guerra de Crimea, que me viene a la memoria ante el monumento a Florence Nightingale, flanqueada como está por tan aguerridos soldados.

[Libro] La ley del menor

Literatura

Hace tiempo que decidí que Ian McEwan era una de mis favoritos entre los escritores contemporáneos. Vivos y en activo. El último de los libros que leí de él, muy divertido, tenía no poca complejidad, con una extensión que podríamos considerar moderada. En esta ocasión, su última novela publicada, parecía que iba más al grano, con menos extensión. Aunque nunca se sabe las capas que pueden aparecer en una historia aparentemente sencilla.

La ley del menor
Ian McEwan; traducción de Jaime Zulaika
Panorama de narrativas, Anagrama, 2015
Edición electrónica

Nos pasearemos, con la jueza Maye, por las orillas del Támesis en el Londres actual.

Nos pasearemos, con la jueza Maye, por las orillas del Támesis en el Londres actual.

Fiona Maye es una jueza de familia en los tribunales de Londres. Un cargo importante en el que se suceden los casos. Muchos de ellos de «poca importancia», rifirrafes debido a divorcios contenciosos en los que los antes amantes esposos ahora se disputan con racanería los bienes o los hijos productos del matrimonio. Pero también hay casos que la marcan profundamente, generalmente cuando los intereses de los menores están por el medio. Está llegando al final de sus cincuentas, y vive acomodadamente con un marido poco mayor que ella. Sin hijos. Y de repente suceden dos hechos que van a hacer tambalear el statu quo de su vida. Su marido le propone tener un matrimonio abierto. No quiere separarse, no quiere acabar con su matrimonio, pero ha conocido alguien más joven con quien quiere mantener relaciones, visto el distanciamiento físico que se ha producido en la pareja. Simultáneamente, un hospital solicita una resolución judicial urgente. Un joven de 17 años, menor de edad, gravemente enfermo de leucemia, sólo puede tener una oportunidad de salvar la vida si complementa sus tratamientos médicos con transfusiones de sangre. Pero el joven es testigo de Jehová, y en este grupo religiosos las transfusiones no están permitidas. Hay un dilema ético que los médicos, la familia y el chico no han resuelto. Y ahora son los tribunales, ella como juez, quien tendrá que tomar una decisión. Y no puede demorarse si no quieren encontrarse en un punto de no retorno. De las decisiones que tome en los próximos días, dependerá el rumbo de su vida en el futuro.

Este es un relato sobre dilemas. Como he podido interiorizar muy bien en los últimos años por mi actividad profesional, los dilemas se producen cuando dos cursos de acción pueden ser tomados ante una determinada situación, cursos de acción incompatibles y que están afectados por el conjunto de valores que las personas que han de tomar las decisiones tienen interiorizados. En este caso son dos dilemas los que se presentan. El curso de acción derivado de la propuesta del esposo; ambos cónyuges han mantenido un acuerdo durante décadas sobre su relación, y ahora el esposo quiere variar las condiciones. Y a Fiona no le sienta bien. Los valores que defienden ambos son distintos, pero en ambas partes pueden encontrarse indicios de racionalidad o irracionalidad, aunque la moral tradicional nos diría que el esposo «le está echando morro». Pero a lo mejor conviene considerar que «moral» y «ética» no son términos equivalentes, aunque a veces se traten así. También hay cosas que se pueden ganar o perder en el proceso… y también el balance final hay que tomarlo en cuenta.

Quizá cerca de San Pablo crucemos el río desde la orilla sur a la más noble del norte de la ciudad.

Quizá cerca de San Pablo crucemos el río desde la orilla sur a la más noble del norte de la ciudad.

Por otro lado, está el dilema del muchacho. No es ningún secreto que McEwan no profesa confesión religiosa alguna y se ha manifestado en ocasiones como contrario a las propuestas que los grupos religiosos, especialmente los más conservadores, realizan. El camino a sus tesis nos lo prepara con el antecedente de la niña judía, y luego queda de manifiesto por el dictamen de la jueza. Pero dado que es autor y manipula a sus personajes, acomoda la evolución de los mismos a su visión del mundo, aunque crea nuevos dilemas, de carácter más personal. Nos plantea un tercer escenario, un muchacho que se queda sin sus referentes tradicionales vitales y debe construir unos nuevos… ¿apoyándose en quién?

No voy a decir que sea la novela de McEwan que más me ha gustado. Las tres que previamente he leído del británico me han satisfecho más. Pero me parece que es un lectura muy interesante, a la que le pondré la misma gran pega que encontré cuando leí Expiación. No me gusta la traducción; encuentro imprecisiones. Ya digo que hay cuestiones en esta novela que entran dentro de la esfera de mi actividad profesional, y por ello detecto estas imprecisiones. Y mira tú por donde, el traductor es el mismo. Creo que me tengo que plantear el atreverme a leer las obras de McEwan en su idioma original.

Y no lejos de allí nos introduciremos por el Temple, y concretamente al Inner Temple, reino de la administración de justicia británica... a una cierta capilla que también se hizo famosa por otra novela... más bien mala, aunque de mucho éxito ¿Alguien recuerda cuál fue?

Y no lejos de allí nos introduciremos por el Temple, y concretamente al Inner Temple, reino de la administración de justicia británica… a una cierta capilla que también se hizo famosa por otra novela… más bien mala, aunque de mucho éxito ¿Alguien recuerda cuál fue?