Entre el Parque Lineal de Plaza y las esclusas de Valdegurriana, me dice Google Maps que hay 15 kilómetros. Siempre que vayas por la orilla del Canal Imperial de Aragón, a su paso por la ciudad de Zaragoza. Los kilómetros andados, en dos sábados consecutivos, para hacer estas fotos de ese recorrido han sido distancias de 19 y 12 kilómetros respectivamente. Así que hemos combinado creatividad fotográfica y beneficios para la salud cardiovascular. Ideal.
Yo no recuerdo a Perry Mason. Recuerdo a Ironside, pero no a Perry Mason. Cuando lo echaron por la televisión española, en blanco y negro, y que no siempre sintonizaba bien, yo debía ser demasiado pequeñito. Al de la silla de ruedas, sí. Si los mezclo, se debe a una cosa. A mi madre le gustaba ver Ironside, empezó a verse en España cuando yo tenía cuatro años, porque era el mismo que Perry Mason, que se emitió en España por primera vez hasta antes de cumplir yo los cuatro años. Esto explica mis recuerdos de uno y mi ausencia de recuerdos del otro.
Ya que hay una serie danesa, nos daremos una vuelta por Copenhague. No me importaría darme un paseo por la capital danesa. Especialmente por algunos de sus parques y museos. Pero no sé que tal está la cosa. Igual miro a ver.
Pero Perry Mason ha vuelto. En HBO. En los años 60, los abogados y los detectives americanos de televisión eran impecables. Perfectos. No se despeinaban ni para sacudir al villano. Como los médicos, que también eran impecables. Era una época de héroes inmaculados, «como dios manda». La versión norteamericana del héroe de la época; como la triste España de Franco tenía su propia versión en forma de tebeos de Roberto Alzázar y Pedrín. Nunca me compraron en casa estos tebeos. Pero los leía en casa de mi primo Alfonso. Pero en esta época de pandemias, falsas verdades, presidentes canallas y héroes de pacotilla, Perry Mason (Matthew Rhys) no es perfecto. Es borrachín. Está separado de su mujer y no siempre cumple con sus deberes como padre. Pendenciero y mal hablado, reparte bofetadas y le dan unas cuantas. Menos mal que ahí está Della Street (Juliet Rylance) para meterle en vereda. Claro que, en los años sesenta, Della Street nunca hubiera sido lesbiana. Ni Perry Mason hubiera acabado teniendo como ayudante a un investigador privado afroamericano. Pero en esencia, de eso va la primera temporada de la nueva versión de Mason. De cómo este se transforma de ser un investigador de mala muerte a un abogado defensor de las causas perdidas. Y no está nada mal. Nada mal. Sobretodo porque el reparto es muy bueno, con Rhys a la cabeza, y salvan hasta las eventuales debilidades del guion. Que alguna hay. No muchas, pero alguna. No he llegado a entender en ningún momento cuándo narices ha estudiado derecho el protagonista. Aunque aprueba el examen para el ejercicio como abogado.
Sex es una serie danesa. Y sí. Hay alguna escena que otra de sexo y algún que otro desnudo. Pero realmente, este serie de seis episodios que no llegan cada uno a la media hora no va realmente de sexo. Sí, pero no. Es de una chica joven de 22 años (Asta Kamma August) que vive con su novio. Y con buen rollo, pero, de un tiempo a esta parte, con poco rollo. Los conocemos cuando consuelan a una amiga de su reciente ruptura. Pero entre el poco rollo, y los tejos que le tira otra joven a la protagonista, esta se hace un lío… y se le lía la vida. También nos presentan una Dinamarca estupenda, con diversidad racial y sexual y todas esas cosas. Como si no supiéramos que los daneses, como buen pueblo germánico, tira más bien a racista. Como el resto de la humanidad, ya puestos. No está mal. Tiene sus cosas. Y se ve pronto. Lo puedes hacer en Filmin.
Hace varias semanas que no hago una entrada de recomendaciones. Pero tampoco tengo mucho acumulado. Seguimos viviendo tiempos raros en los que mi cabeza no se concentra con facilidad. Hay veces que la siento como llena de aire. En fin… cosas. Las fotos que acompañan la entrada fue de una reciente visita al IAACC Pablo Serrano, donde además de la exposición Matria de Judith Prat que ya comenté hace un tiempo, visité otras, especialmente la retrospectiva del artista, fotógrafo tal vez, zaragozano Pedro Avellaned, que es una fuerte recomendación en sí misma.
Tengo reservado desde hace ya un tiempo un enlace sobre el trabajo entre el artista visual chino Zen Shi y JT (Jin Tian) para hablar e ilustrar los orfanatos no oficiales de la República Popular China. Lugares terribles donde se acumulan niños abandonados. Muchos con discapacidades de todo tipo. Procedentes de las épocas de la nefasta política de hijo único, pero también de los abandonos actuales por parte de familias pobres de los niños con discapacidades. Estremecedor. Os dejo un vídeo al respecto publicado por Photography of China.
En algún lugar que no recuerdo, leí sobre el trabajo de la finesa radicada en Londres Maria Lax. Esta fotógrafa documenta su población de nacimiento en el que hace unas décadas se anunciaron avistamientos de ovnis. Que acabaron trayendo más problemas que otras cosas al lugar. Lax realiza un acercamiento al lugar desde el punto de la vista de la comprensión de quienes son naturales. El caso es que la fotografía en general de la fotógrafa, especialmente los retratos, me gustan. Y me gusta mucho su uso del color.
Una de paisajes. En una entrada del tumblr de Photopraxis, encuentro una etérea vista en blanco y negro del monte Fuji en 1950. Es obra de Koyo Okada, y decido aproximarme a la obra de este fotógrafo japonés, que al estilo de los artistas ukyo-e del periodo Edo, realiza su correspondiente serie de vistas del monte más emblemático del archipiélago nipón. Fotografías en blanco y negro, en su mayoría, entre el tópico y la visión original. Pero en general, muchas de ellas, más significativas que la abundancia de imágenes contemporánea sobre el Fujisan.
Me he pensado mucho si hablar o no de los retratos en ferrotipos realizados por Eric Retterbusch sobre los «héroes» de la lucha contra el coronavirus. Por diversas razones, son temas, tanto el del virus como el de los «héroes», que me empiezan a agotar mentalmente. pero los retratos son bellos. Exagerados, pero bellos. Lo publicaron en el Washington Post.
Las fotografías de Txema Salvans me «joden» mucho. Y una de las razones por lo que es así es porque es «jodidamente» bueno. Es uno de los fotógrafos más capaces a la hora de observar la sociedad española. Esas fotografías que han publicado en Lensculture de pequeños grupos familiares, de amigos o parejas buscando su pequeño paraíso de descanso en lugares absolutamente horrendos, rompen el alma. Pero es lo que hemos hecho con nuestro paisaje, con nuestras cosas, con nuestro todo. Somos los españoles de la sociedad postindustrial. Un país potencialmente bello, lleno de horrores estéticos… y éticos. Fotografiado con maestría por Salvans.
Y también en Lensculture recojo las fotografías del alemán Toby Binder (instagram) echando un vistazo a la adolescencia de Irlanda del Norte, en unas fotografías que parecen tomadas décadas atrás, en los tiempos de «The Troubles«. Pero la cuestión es que son fotografías actuales. En las que la división de la sociedad norirlandesa, con unas causas socioeconómicas de fondo nunca trabajadas, sigue presente.
Qué fotógrafos tan buenos tenía seleccionados para hoy…
Sigo repasando el cine asiático de Filmin. Y hoy me voy directamente al cine coreano. En concreto, al cine del director Hong Sangsoo. Una especia de mezcla entre Éric Rohmer y Woody Allen,… con bastante morro. Hong no es muy conocido por el público occidental, la verdad. Pero lleva siendo bastante popular en los festivales de cine, especialmente en Cannes, desde hace años. Hace unos años se hizo popular en occidente una película coreana de época, subidita de tono. Y para mí, eso propició el estreno en salas de cine de un película de Hong, protagonizada por una de las dos protagonistas de la película de época. Se trataba de la actriz Kim Minhee. Y la película, poco usual, con un tono muy poco comercial, me gustó. De hecho, me gustó más cuando la volví a ver más tarde, en la televisión. La actriz también. No es porque sea una mujer muy guapa, que lo es. Es que tiene un algo especial en su forma de actuar que me gusta bastante.
La película que más me gusta de las de hoy está rodada en Suwon. Y como tengo la suerte de haber visitado esta bonita ciudad, con sus fortalezas, murallas y palacios, allí nos vamos.
Hong Sangsoo y Kim Minhee protagonizaron en su momento, en el entorno del estreno de esa película suya, un escándalo en su país, al reconocer el director que tenía una relación extramarital con la actriz. Como buena sociedad conservadora, aunque el «pecador» que había faltado a sus votos matrimoniales fue el hombre, los coreanos se abalanzaron sobre la mujer. Lapidemos a la adúltera. Pero de ahí nos llegaron a la gran pantalla de nuestros cines otras dos película dirigidas por Hong y protagonizadas por Kim. Un fue una curiosidad rodada en Francia, la otra, de más calado, también me gustó bastante. Y todas las película mostraban un corte similar. Una mujer relacionada con un hombre casado, que suele tener una profesión creativa, relacionada con el cine o la literatura.
Di por hecho que estas tres película eran producto de la reflexión del director sobre su relación con la actriz y sus consecuencias. Pero en estas llegó mi suscripción a Filmin, mi repaso de la oferta de cine asiático,… y me encontré con otras cinco películas de Hong Sangsoo. Y tres de ellas, una anterior a las tres ya vistas, la que inició la relación entre ambos, y dos simultáneamente o posteriores a las otras dos. Y por lo que leo y veo, aun hay una más realizada entre ambos que no se ha estrenado por ningún medio en estas latitudes. Las otras dos que no están protagonizadas de una forma u otra por Kim Minhee, están protagonizadas por la francesa Isabelle Huppert, que también participa en su producción francesa de 2017, y por Lee Yooyoung, a quien pude ver en una serie de Netflix. Más sobre eso después.
Las cinco películas tienen elementos en común con las tres películas que ya había visto de este director:
Dareun Naraeseo [다른 나라에서, En otro país], con Isabelle Huppert, son tres historias cortas con la francesa como protagonista, que varían entre sí en detalles, ya que se desarrollan en el mismo lugar y con los mismos personajes. Ella hace de directora de cine, de esposa adultera, o de mujer engañada, abandonada por otra mujer. Entre los demás personajes hay actores, escritores,… y un socorrista de playa. Está en clave de comedia.
Jigeumeun matgo geuttaeneun teullida [지금은맞고그때는틀리다, Ahora sí antes no] es la primera colaboración con Kim Minhee. Vuelve a un esquema parecido. Un encuentro entre un director de cine que acude a impartir una conferencia en Suwon y una pintora local, contada de dos formas. En una, la relación es un fracaso, en la otra, funciona. Es de las mejores. Entre la comedia y el drama.
Dangsinjasingwa dangsin-ui geos [당신자신과 당신의 것, Lo tuyo y tú] está protagonizada por Lee Yooyoung. Y volvemos a estar más bien en clave de comedia. Un pareja se pelea y rompe. Ella desaparece. Pero aparece otra mujer idéntica dedicada a relacionarse con todo hombre con el que se encuentra. Hay quien la ha calificado como una variante extraña del obscuro objeto de Buñuel. Frente a aquella mujer con dos rostros y dos caracteres, aquí tenemos dos mujeres con el mismo rostro y caracteres no tan distintos. Lee Yooyoung lo hace muy bien, me parece que está estupenda. Lo cual contrasta con la serie en que la vi en Netflix, donde me pareció totalmente inexpresiva. He observado que, al igual que en España, la calidad interpretativa cambia mucho entre la televisión y el cine coreanos, incluso con los mismos intérpretes.
Geu-hu [그 후, The day after], de nuevo con Kim Minhee. Comedia de enredo. Un editor se separa de su mujer cuando esta descubre que le ha sido infiel, curiosamente cuando la infidelidad ha terminado. Al día siguiente, una nueva y guapa empleada comienza a trabajar para el editor, y se suceden una serie de malos entendidos, porque ninguna de las tres mujeres implicadas se conocen entre sí.
Pulipdeul [풀잎들, Grass], también con Kim Minhee. Kim es una escritora aficionada que se sienta en una mesa de un café tomando notas para sus escritos de los dramas que suceden a su alrededor. Que suelen tener que ver con relaciones que vienen y van, con infidelidades, con inseguridades, y también con amores que nacen.
Todas estas películas tienen una series de cosas en común. La primera, el morro del director, que siendo él mismo infiel, suele hablar de la infidelidad, como si tal. Después, que todas ellas tienen personajes que, como protagonistas o secundarios, pertenecen al mundo del cine, la literatura, las artes,… de la creatividad en general, sumidos más o menos en crisis existenciales, relacionadas con la edad, las relaciones o la muerte. Finalmente, en todas ellas se consumen ingentes cantidades de soju que es la bebida alcohólica nacional de Corea. Hong rueda sus películas en pocos días, lo cual le permite hacer más de una al año. Sus guiones están muy esquematizados y permite o estimula la improvisación. Algunas de las cogorzas a base de soju que se ven en sus películas… son reales.
En conjunto, no son películas fáciles de digerir para la mayor parte del público. No siguen esquemas narrativos convencionales. A veces hay saltos no anunciados o poco claros en el tiempo. O existen líneas del tiempo paralelas. En algunos casos claramente marcadas, en otros no. Su realización es parca. Ausencia casi total de banda sonora, cámara fija, o de movimientos parcos de seguimiento de los actores cuando entran o salen de escena, y movimientos de zoom al principio o al final de las mismas o en momentos claves de los diálogos, cuando algo cambia en lo que viven los personajes. Eso sí… si entras en el juego que plantea… creo que compensa bastante la experiencia de ver estas películas que salen de las vivencias más íntimas del propio director. Y Kim Minhee es una actriz bastante competente, con gran presencia en pantalla… y muy guapa. Avisados estáis.
El tipo de película es el mismo. Las cámaras que he usado con ella en junio y julio, muy distintas. Una minúscula cámara de medio formato de los años 60 del siglo XX, frente a la primera autofoco Canon EOS para película tradicional, con un objetivo de los años 2010. Pero los resultados no se llevan tanto. La EOS lleva ventaja, claro está, pero la pequeña Olympus Pen EE3 se defiende bien. En cualquier caso, ambas cámaras han recogido la abundancia de vegetación verde de este verano en Zaragoza. Una primavera húmeda más un verano cálido, pero no desmesuradamente caliente…
Primera película en versión original que se puede ver en sala de cine, en la gran pantalla, en Zaragoza, desde que dio comienzo el confinamiento de la población y cierre de los espectáculos por la epidemia de covid-19 haya por marzo de este año. Parece que haya pasado tanto tiempo ya. Esta película ya había sido anunciada para su estreno en primavera. Pero la peculiar mezcla de terror y ciencia ficción que nos ofrece Jonathan Glazer no ha llegado hasta el verano. Eso sí… el retraso en el estreno es mucho mayor, porque fue presentada en 2013. Y estrenada en el Reino Unido en 2014. Curioso, para una película que tiene unas críticas extremadamente positivas. Aunque no parece que haya gozado del favor del publico.
Tras un incidente de un motorista en la carretera, este rescata a una mujer y la lleva a una furgoneta. De ella saldrá completamente recuperada y circulando por las calles de Edimburgo con el inconfundible aspecto de Scarlett Johansson. A partir de ahí la veremos recorrer Escocia, seleccionando de vez en cuando hombres a los que lleva a una misteriosa casa donde desaparecen en un… mejor que lo veáis vosotros.
Es difícil definir el género de la película. Como ya he dicho oscila entre el terror y, ¿la ciencia ficción, quizá? Muchos dirían que sí, asumiendo la condición de alienígena de la mujer sin nombre. Un ser que parece más movido por la curiosidad o por un impulso que no soy capaz de definir que por el impulso sexual que sí parece mover a los que podríamos definir sus víctimas. Pero tal vez no sea una alienígena, tal vez sea otro tipo de monstruo. O ser. O los monstruos somos los hombres que la hemos creado de alguna forma. La película está abierta a interpretaciones. Y quizá ese sea el motivo del limitado éxito entre el público. Un público demasiado acostumbrado a que le de resueltos los misterios.
Pero esto no va a suceder en una película con un final que aclara pocas cosas. Sólo que la mujer, el ser interpretado por Johansson cambia, sus motivaciones evolucionan, lo cual puede no bastar para salvarla de sí misma o de su entorno. Película muy atractiva visual y sonoramente, con una Johansson a su mejor nivel, que no veíamos desde que se lanzó a ganar dinero a espuertas en el cine de acción más o menos superheroico. La película tiene muchos y buenos valores cinematográficos. Pero su intención y su mensaje resulta demasiado críptico y deja un cierto desconcierto. Así que, bueno, vosotros veréis. A mí, me mereció la pena.
Sufrió daños el parasol metálico que llevaba enroscado, y durante año y medio he tenido mi cámara más soviética en dique seco. Un poco por vagancia, porque una visita al mecánico ha resuelto el problema en cosa de 10 minutos.
Tres series de tres nacionalidades distintas con temas distintos y tonos distintos.
Desde Corea del Sur, entre la comedia y el drama, nos ha llegado en Netflix una serie de 12 episodios de una hora, más breve de lo habitual, de tono buenrollista sobrenatural. Ssang-gab pocha[쌍갑포차, puesto de comidas], teatralmente traducido al castellano como La terraza mística. Una aspirante a chamán que se suicidó por mal de amores y tras la muerte de su madre 500 años atrás, cumple como condena la obligación de ayudar a 100.000 personas a resolver sus rencores en vida. Pero le han puesto en el cielo un ultimatum, y si no termina antes de una fecha dada, irá al infierno del olvido. En esto, se encuentran con un joven que es capaz de hacer que la gente hable de sus secretos más íntimos cuando lo tocan. Por lo que pueden colaborar. Pero todo se complicará y se enredará, y los secretos de 500 años atrás saldrán a la luz… típico culebrón coreano. Que resulta simpático porque tiene unos protagonistas, con Hwang Jeong-eum a la cabeza como protagonista femenina y absoluta, que tienen un cierto carisma. Funciona mejor como comedia que cuando cae en el drama. Por lo demás, anecdótico.
La serie británica tiene entre sus localizaciones los acantilados de creta del Canal de la Mancha, cerca de Dover. No tengo fotos de por allí. Las más próximas es en la costa en Margate, no muy lejos de allí.
Desde Inglaterra, Flesh and blood también se mueve entre la comedia y el drama. Con un solvente reparto de intérpretes británico, conocemos una familia de tres hermanos, dos chicas y un chico, y su madre recientemente viuda, que vive sola en un lugar costero muy agradable, con una vecina, un tanto plasta al lado. La madre liga con un tipo, y los hijos empiezan a tener reacciones diversas, al mismo tiempo que vamos descubriendo sus propios problemas vitales y de relación. Finalmente acabamos en una intriga en la que nada es lo que aparenta, pero tampoco sabemos qué apariencias pueden ser reales o no, llegando a un falso final «feliz». Hay mejores series británicas, pero se deja ver y es entretenida. Y quizá le falte algo de «mala leche», de cinismo, para acabar de ser la comedia negra a la que aspira pero que no llega. Se puede ver en Filmin.
Y desde Finlandia, vía Netflix, nos llega la segunda temporada de Deadwind, nombre que le han dado internacionalmente a este policíaco nórdico, que en su país de origen se titula Karppi, el nombre de su protagonista femenina, interpretada con solvencia por Pihla Viitala. No sé si lo comenté ya en su momento, pero es una respuesta finesa clara a series similares danesas o suecas. Todas ellas con una protagonista femenina y policía. La primera temporada me pareció interesante, pero nunca tuve muy claro que volviese a ella en una segunda temporada. Pero lo cierto es que esta segunda temporada la he visto muy a gusto. Quizá por estar familiarizado ya con los personajes, porque estos han alcanzado mayor complicidad entre sí, o porque consiguen condensar una buena trama policial en ocho episodios en lugar de los doce de la primera temporada. No me importaría ver una tercera temporada.
Quedé con tres amistades el domingo por la mañana. Hacía mucho calor. No apetecía mucho caminar. El sábado por la mañana caminé, cámara en mano, un nuevo rollo de fotos expuestas en el infrarrojo pendientes de revelar todavía, hasta las esclusas de Valdegurriana. Ida y vuelta. Por el camino del canal, vienen a ser 4,4 km. Multiplicados por dos. Como me entretuve haciendo otras cosas, vine a caminar unos 10 kilómetros. Aunque el calor no había atacado plenamente, volví cansado. Más por la necesidad de rehidratación que por el esfuerzo físico, que no supuso mayor problema. Casi todo es recorrido llano. Así que el domingo,… aunque convenientemente rehidratado, todavía estaba con una sensación de cabeza «vacía». Lento. Por eso, cuando dijeron de pasar por Caixaforum, cosa que no hacíamos desde antes del confinamiento por la epidemia de covid-19, me pareció bien.
Como alguien dijo, «hay dos exposiciones, una buena y otra divertida». Y así fue.
Visitamos primero la exposición «Lujo. De los asirios a Alejandro Magno». Con fondos procedentes del British Museum, se centra principalmente en la importancia de los objetos de prestigio, de «lujo», en las relaciones de poder y comercio en las civilizaciones que se desarrollaron en el Levante mediterráneo y Mesopotamia, desde la cultura asiria hasta la desintegración del imperio de Alejandro Magno. Aunque no traigo aquí ninguna foto demostrativa, creo que los objetos que más me impresionaron son los documentos con escritura cuneiforme. Un escritura cuyo desarrollo estuvo muy íntimamente relacionada con el comercio y las primitivas formas de contabilidad. Lujo. Dinero. Comercio. Escritura. Todo está relacionado.
La segunda exposición disponible es «Espejos. Dentro y fuera de la realidad». Esta exposición entraría más bien dentro del terreno de la divulgación científica y de la curiosidad. Y su base está en las propiedades ópticas de los espejos y de los sistemas ópticos formados por estos. Lo engarzan un poquito en lo literario a través de las obras de Lewis Carroll. Pero… bueno. Aunque es muy entretenida. Y para un aficionado a la fotografía es de lo más divertida, quizá le falta un poquito de profundidad en sus explicaciones, quedando en ocasiones más en lo anecdótico que en lo divulgativo. Lo observé porque hubo varios experimentos que la gente no acaba de entender. Como el de la radiación infrarroja que concentrada por una lupa, quema el papel. Es la radiación infrarroja que no vemos y no la luz que sí vemos. O la confusión entre el movimiento de los fluidos, el aire, que rodea a una mano caliente, que la gente confundía con el calor en sí mismo. Y varias otras, esto sólo son ejemplos, obviamente no bien explicadas, porque la gente no se coscaba. Si te lo sabías de antemano, lo disfrutabas más. Pero bueno, todo el mundo se divertía. Tengo que volver con menos gente para hacer mis fotos a placer. Sin nadie dando prisas.
La transmisión de la luz en un chorro de agua era otro de los conceptos que tampoco le quedaba claro a la gente. De hecho… ni le prestaba mucha atención.
Pese a los inconvenientes que pone Correos para conseguir tus paquetes, voy recibiendo algunos paquetes, de los cuales un par de ellos han sido de libros de fotografía. El horario de Correos este verano es mucho más restrictivo que otros años, cerrando incluso los sábados. Viene a ser el que instauró en su momento por la epidemia de covid-19, y lo justifican por esa epidemia. Lo cual es una estupidez. Si concentras 200 personas acudiendo a tus oficinas a lo largo de 6 horas, es el doble de proximidad social que si las diluyes en 10 horas. Pero están aprovechando para echar unos recortes… viva el capitalismo en los servicios públicos.
Paisaje urbano acompaña esta entrada. El de algunos bellos amaneceres que hemos tenido en Zaragoza durante el mes de julio.
El primero que me llegó fue The Last Stand de Marc Wilson (instagram). En este trabajo, que va ya por su tercera edición, Wilson se ha recorrido las costas de las islas Británicas, de la fachada atlántica en Francia y otros puntos del continente, y en algunos puntos del mar del Norte como Dinamarca y Noruega. Su objeto de interés son los restos que los conflictos bélicos, especialmente la Segunda guerra mundial, han dejado en el paisaje. Especialmente, las fortificaciones y búnkeres de hormigón que aparecen diseminados por dicha costa. Muchos de ellos a medio destruir por el propio conflicto. Otros simplemente muestran el paso del tiempo. Y han quedado ahí, integrados en el paisaje, mostrando la sinrazón que asola de vez en cuendo al espíritu humano.
Y por supuesto, una editorial especializada en la relación entre paisaje y ser humano es Another Place Press, de donde he recibido el resto de los libros. El primero de ellos es una edición bilingüe de la obra de la alemana Christina Stohn, Höllental und Himmelreich/Valley of Hell and Kingdom of Heaven (instagram). Stohn es natural de una localidad en la Selva Negra, y sus fotografías reflejan el punto en que limitan o interacciona el bosque y los habitantes de los pueblos y ciudades de esa región. Una región moderna, pero a la vez llena de tradiciones religiosas y culturales que se remontan en el tiempo durante siglos. El libro venía con una copia de una fotografía en un tamaño superior a un DIN A4.
Por otro lado, han llegado al mismo tiempo los tres siguientes Field Notes, cuadernos de fotografías que ya van por los números 7, 8 y 9, y ya se pueden encargar los 10, 11 y 12. Y que están resultando bastante interesantes.
Número 7 – Ertholmene de Anne Lass. La fotógrafa germanodanesa explora un pequeño grupo de pequeñas islas que constituyen el archipiélago más oriental, en el mar Báltico, de Dinamarca. Su Instagram.
Número 8 – A love letter to Croydon de Ameena Rojee. No puedo saber mucho de esta fotógrafa británica, que parece proceder de la inmigración, porque su página web funciona mal. Podéis ver algo de ella en Instagram. Pero en sus propias palabras, que se adaptan muy bien a lo que contemplamos en el libro, trata de encontrar la belleza en la que es su ciudad. Croydon, uno de los burgos que componen el Gran Londres, y que no tiene una especial buena fama, pero cuyo lado más bello y luminoso es capaz de encontrar Rojee.
Número 9 – None Places de Al Brydon. Poca información tenemos sobre los paisajes que nos muestra este fotógrafo del norte de Inglaterra. Y sobre los que afirma que son lugares a los que nadie va nunca. Incluso si algunos de ellos muestran cierta belleza. Otros, muestran ese destrozo inherente a la interacción del ser humano con el paisaje. Por lo que parece que alguien ha ido en alguna ocasión. Hay Instagram.
Ayer viernes se abrieron al público después de casi ocho meses los cines más céntricos de Zaragoza. Con una cartelera un poco de circunstancias, pero que ahí está. Y con una película, sólo una, de estreno… o algo así. Si la vamos a ver ya os cuento. De momento, tiro de estreno en el catálogo de Filmin, de los debidos al Atlantida Film Festival. Un película que estará disponible en la plataforma durante unos días.
La película fue dirigida por el islandés Jóhann Jóhannsson, habitualmente compositor, cuya música ha estado presente en diversos títulos de éxito en la última década. Y sobre cuya carrera como director poco más podremos decir, puesto que murió incluso antes de que estuviese totalmente terminada. Una película de carácter más bien experimental, muy poco usual. Está basada en la novela del mismo título del británico Olaf Stapledon. La novela narraba la historia del género humano a lo largo de 18 especies que abarcan dos mil millones de años. Homo sapiens sería la primera. Cuando se publicó, en 1930, no se concebía todavía que las especies precursoras, como los neandertales, fueran humanas. Hoy habrá que incluirlas en el listado. En cualquier caso, la película está narrada desde el futuro remoto, cuando una persona de la última de estas especies, con la voz de Tilda Swinton, envía un mensaje al pasado con la esperanza de que sirva para salvar de la extinción a esta última especie y, por lo tanto, al género humano.
Salvo la narración de Swinton, no aparecen más personas en la metraje. Un signo quizá de que el mensaje fue lanzado en vano. Mientras escuchamos la narración, acompañadas de la música del propio Jóhannsson y de Yair Elazar Glotman, vemos una serie de imágenes rodadas en blanco y negro, con película de 16 mm, lo que les da un aspecto granuloso orgánico, el director de fotografía es Sturla Brandth Grøvlen, que se centran principalmente en antiguos monumentos de la antigua República de Yugoslavia, del tipo brutalista, hormigón puro y duro, que tanto gustaban a los antiguos regímenes comunistas. Aunque hay cierta variedad. En cualquier caso, nos sirven para representar esas civilizaciones desaparecidas en la historia del género humano, imaginada por Stapledon.
No es una película comercial. Es puro arte y ensayo. Ciencia ficción, claramente, pero también reflexión filosófica sobre la naturaleza del ser humano. Y sobre un hipotético destino. Optimista a pesar de su ominoso futuro en la narración, puesto que en estos momentos, nadie en sus cabales imagina 2.000 millones de evolución humana. Ya veremos (no quienes escribimos/leemos esto) si salimos vivos de los siglos inmediatos como civilización y de los próximos milenios como especie. A mí, la propuesta me ha convencido. Pero sólo la recomiendo a quienes quiera adquirir riesgos en la experiencia cinematográfica, con la mente muy abierta a lo que es o puede ser el cine. Quien se sienta incapaz de imaginar una narración que no sea bajo el esquema tradicional occidental de «planteamiento, nudo y desenlace», que ni se lo plantee. Tiene una extraña belleza, la cinematografía del noruego Grøvlen es todo un tratado de fotografía en blanco y negro, la música cautiva y la narración de Swinton estremece.
Durante bastantes años, y es algo que he vuelto a hacer en los últimos, además de la cámara de objetivos intercambiables con película en color, actualmente digital, me llevaba una pequeña cámara compacta con película en blanco y negro que luego revelaba y ampliaba yo mismo. Como una forma de extender la experiencia y la diversión del viaje.
La primera vez que hice algo así fue en mayo de 1993. Y el viaje fue a los Países Bajos y alguna ciudad del norte de Bélgica. Aunque abarcó más ciudades, fotografías en blanco tengo de Rotterdam, Schiedam, La Haya, Amsterdam, Utrecht y Gante. Los detalles más técnicos los podéis encontrar en Historias de mi historia; mi primer viaje con película en blanco y negro, Países Bajos 1993.