[Cine] Cross [크로스] (Misiones cruzadas) (2024)

Cine

Cross (2024; 44/20240823)

No voy a perder mucho tiempo comentando esta película dirigida por el coreano Lee Myung Hoon, quien al parecer no es conocido por nada más que por haber dirigido y participado en el guion de esta película. En IMDb no se cuenta nada más sobre él. Es un estreno directo en plataforma en línea, en Netflix, de estos que he osado ver en verano ante las incertidumbres que también trae la cartelera en salas de cine, muy floja en su oferta de las últimas semanas.

Es una película de acción de esas en las que en un matrimonio, uno de los conyuges, en este caso la esposa, una inspectora de policía (Yum Jung-ah), no sabe que el otro cónyuge, el esposo (Hwang Jung-min), tiene un pasado oculto. En este caso como espía especializado en operaciones especiales. Pero un día, la investigación de un asesinato por la policía se cruzará con los apuros de su esposo cuando su pasado vuelva a su vida… y se la complique mucho.

Resumiendo. Aunque la factura de la película no es mala, y sus intérpretes ponen todo lo que tienen de su parte por hacer algo digno con lo que les ponen delante, el producto no deja de ser un pastiche escasamente original de cosas que ya se han visto en diversas ocasiones. Y que incluso cuando aparecían en las película y series en los que eran originales, eran de calidad limitada y a veces dudosa. Película de acción al servicio del lucimiento de unos intérpretes ya maduritos, como queriendo demostrar que no están todavía para que los encasillen en papeles secundarios, pero que no deja de ser mediocre desde muchos puntos de vista. Si sois suscriptores de Netflix, pues igual os rellenan un par de horas tontas en las que no sepáis que hacer. Como muchas otras cosas de la oferta de la plataforma. Allá vosotros.

Valoración

Dirección: ***
Interpretación: ***
Valoración subjetiva: **

[Fotos] Desanimado con la fotografía instantánea

Fotografía

He de confesar que últimamente estoy desanimado con la fotografía instantánea. No me salen los resultados que esperaba, me desaliento, pierdo concentración, y todavía es peor. Es cierto que las cámaras de las que dispongo no son para tirar cohetes, y que el tipo de fotografía que pretendo hacer no se ajusta a la intención inicial de estas cámaras. Pero esperaba haber evolucionado mejor.

Mi último intento fue con la película y cámara Polaroid, con película en blanco y negro. En otras ocasiones es con el sistema Instax de Fujifilm. Pero no me fue bien. Lo comento en una publicación de Carlos en plata. Estoy considerando dar un descanso de este tipo de fotografía, interrumpiendo durante un tiempo mi actividad en la cuenta de Instagram correspondiente. Ya veré.

[TV] Cosas de series; curiosidades en anime japonés

Televisión

Tal como me planteo últimamente las series de animación, todos los días encajo algún episodios de 20-25 minutos en torno a la hora de la cena, pero hasta finales de septiembre no acumularé comentarios de temporadas terminadas. No obstante, hay un par de series en Netflix, de las que estrenan todos los episodios a la vez, no semana a semana, que terminé de ver recientemente. Entran más en el ámbito de la curiosidad. A mí, la animación siempre me ha gustado. Pero los temas, los argumentos y los planteamientos siempre están muy orientados a grupos demográficos muy concretos, por lo que realmente no soy el público objetivo de estas series. Pero siempre me gusta ver cómo se realizan y lo que pueden dar de sí.

T · P Bon [T・Pぼん], que viene de Time Patrol Bon, patrullero del tiempo Bon, es una serie con un sabor añejo. Es una adaptación a serie de animación de un manga que se publicó originalmente entre 1978 y 1986. Y que ya debió recibir alguna adaptación a la animación televisiva en algún momento. Por lo tanto, el aspecto de los personajes tiene ese aspecto antiguo, ya que se ha conservado el diseño de personajes y vestuario. Y cierta ingenuidad en su planteamiento, que no impide que la serie entre en ciertas situaciones violentas y crueles. Esas mezclas extrañas que hacen los japoneses en las que con unas personajes de aspecto infantilizado no dejan de reconocer la crueldad del mundo. El planteamiento es que existe una organización transtemporal encargada de vigilar que no se produzcan alteraciones graves en el continuo espaciotemporal, y en la historia. Pero tiene una sección en la que sus agentes intentan salvar la vida de personas a lo largo de las épocas, siempre y cuando esta acción no altere la línea del tiempo. Son dos temporadas de 12 episodios emitidas en Netflix, que se han estrenado muy seguidas. La primera en mayo de este año, y la segunda en julio. Casi da la sensación de ser una única temporada de 24 episodios dividida en dos partes.

El protagonista es un estudiante adolescente, Bon Namihira, que por una serie de causas y azares se convierte en patrullero del tiempo. En los primeros doce episodios es un aprendiz, y trabaja con una agente más veterana, inteligente decidida, que es quien realmente resuelve las situaciones. En los siguientes doce episodios, ya es un patrullero con plenas competencias, pero acepta como aprendiza a una compañera escolar, viva, muy despierta y animada. Y siguiendo la tónica, es la aprendiza la que realimente resuelve las situaciones. La serie tiene una intención docente, al estilo de las series de antaño, y en cada episodio ofrece un aprendizaje sobre las distintas culturas de la humanidad. Pero no esconde los aspectos más complejos y crueles. Las matanzas, las desgracias, las enfermedades. De vez en cuando ofrece alguna trama de temas internos de la organización intertemporal. Obviamente, parece dirigida para niños mayores o adolescentes jovencitos, pero ya digo que en ocasiones sus temas parecen más adultos. Es curiosa. No está mal. Aunque su diseño de personajes y escenarios resulte a veces viejuno.

Netflix ha estrenado también una tercera temporada de Kimi ni todoke [君に届け, entregado a tí], serie que se conoce en inglés como From me to you, y en castellano como Llegando a ti. También es adaptación de un manga muy popular en su país de origen que ha recibido adaptaciones de todo tipo, no sólo animación, también películas y series de acción real. Sus dos primeras temporadas, emitidas originalmente entre 2009 y 2011, están disponibles en Netflix, las vi en su momento. Como una curiosidad simpática. El romance y las relaciones de amistad de una chica de instituto muy tímida, que se parece a un personaje cinematográfico de películas de terror. Netflix ya hizo también una adaptación a acción real que estrenó el año pasado, y que ya en su primer episodio me pareció indigerible. Y ahora ha estrenado esta tercera temporada con un formato distinto. En lugar de los 12 o 25 episodios de 25 minutos de duración que tuvieron las dos temporadas anteriores, tenemos cinco episodios con el doble de duración, aproximación, más un resumen de temporadas anteriores de 15 minutos de duración.

En esencia, a lo que se dedica esta tercera temporada es a ir cerrando tramas, especialmente tramas románticas, que más o menos estaban abiertas, o estaban insinuadas, en las temporadas anteriores. No sólo de la protagonista y su noviete, sino de las dos buenas amigas que hizo en su momento, y que arrastran su propios problemas a pesar de tener caracteres incomparablemente más decididos y proactivos. Por curiosidad vi esta breve temporada y la encontré desigual. En general, el tono de la realización es bastante cargante, extremadamente cursi en ocasiones. Pero hay episodios casi indigeribles, mientras que otros son entretenidos. En general, todos los desarrollo referidos a la trama principal, la de la protagonista, son repetitivos y relativamente aburridos, mientras que los relacionados con sus amigas son mucho más interesante, maduros y potencialmente interesantes. Aunque nunca desarrollan todo su potencial, por esa cursilería de fondo de la serie. En fin. Como he dicho desde el principio, una curiosidad más que otra cosa.

[Cine] The Sweet East (2023)

Sin categorizar

The Sweet East (2023; 43/20240821)

No tenía muy claro qué iba a ver cuando fuimos a esta película dirigida por Sean Price Williams, un director con poco recorrido como realizador, aunque ha trabajado bastante como director de fotografía, sin que me suenen la mayor parte de sus trabajos. Era la semana tras el puente en el que hice la escapada a Hamburgo, y no había hecho repaso de los estrenos y la oferta de la cartelera zaragozana esa semana. Pero me llamaron proponiéndome la correspondiente visita a las salas de cine, y por no quedarme en casa acepté. Me comentaron que había críticas favorables hacia el largometraje, y que poco más había que rascar en la cartelera en ese momento.

Sip. Nueva York es una de las ciudades por las que pasa Lillian en su recorrido por el «dulce» este de los Estados Unidos.

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En la película seguimos las andanzas de Lillian (Talia Ryder) una adolescente de instituto, en sus últimos años, que está en un viaje escolar a Washington D. C. Procede de algún lugar de los estados del sur de los Estados Unidos. En un momento dado, durante una escapada a una fiesta en un garito donde la gente beba, baila y se mete lo que haga falta, se escapa con unos que conoce por ahí, y empieza un recorrido por distintos lugares, ciudades y estados, de la costa este de los Estados Unidos. Y durante este periplo se relacionará con supremacistas blancos, con gente realizando películas alternativas e independientes, con una misteriosa colonia islámica, escapará de intentos de asesinato y matanzas, y conocerá a gente de lo más diversa, hasta que acabe regresando a su lugar de origen, tras pasar un tiempo en un extraño monasterio.

Es evidente desde el momento en que la protagonista abandona su grupo en la fiesta que la película es un peculiar trasunto de la Alicia de Lewis Carroll. En ese lugar, junto con los tipos que ha conocido, atraviesa una puerta camuflada tras un espejo, y tras recorrer un pasillo oscuro, llega al mundo que recorrerá a partir de ese momento. La actitud de la protagonista será siempre displicente. No se compromete con las personas con las que se encuentra, pero disfruta de las ventajas de sus encuentros. No duda en robar y engañar. Y siempre se muestra despreocupada y sonriente. Es consciente de que es atractiva. Pero al mismo tiempo pasiva, se deja llevar y aprovecha las circunstancias.

Rodada sobre película cinematográfica en formato 16 mm, la imagen tiene una falta de definición y una granulosidad propia del medio, que ayuda a acentuar la expresividad de la película, situándonos como ajenos al mundo en el que se mueve Lillian. Pero no es un mundo ajeno. Hay intolerancia racial, hay robos, hay integrismo religioso, hay hipocresía. Y a pesar de los hurtos y engaños que eventualmente ejerce la protagonista sobre las personas que encuentra, siempre desprende un aura de inocencia. Un mundo entre la maravilla, la dura realidad y el absurdo. Algunos mencionan el adjetivo surrealista aplicándolo a la película, pero creo que si la obra de Carroll sí que tenía su punto de precursora de este movimiento ideológico, estético y artístico, en general se abusa de su uso… y creo que el absurdo es donde mejor encaja la película. Que tiene a su favor un buen trabajo general de sus intérpretes.

He de reconocer que no me entusiasmó, pero que me pareció interesante. Como un experimento para contar cosas sobre la sociedad norteamericana, en una situación compleja en estos momentos, y con muchos complejos, ya que estamos, que muchas otras obras literarias o visuales está analizando o contando. ¿Aporta algo nuevo a la reflexión, al debate? ¿O se queda más en un ejercicio de estilo? Pues creo que se acerca un poco a esto último. Se deja ver, sobre todo si entras en su juego. Pero queda a cada cual el decidir si le puede interesar o no.

Valoración

Dirección: ***
Interpretación: ***
Valoración subjetiva: ***

[Fotos] Suavizando los rigores lumínicos del verano

Fotografía

Reconozcámoslo, no soy muy dado a los «efectos especiales» en fotografía. No soy aficionado a torturar las fotografías digitales en el software de procesado, algo que muchos hacen para intentar dar interés a fotografías por lo demás banales. Pero tampoco soy muy aficionado a incluir accesorios que modifique la apariencia natural de la imagen directamente en la cámara o en la película fotográfica en el momento de la toma. A pesar de todo, dispongo de un objetivo soft focus, para hacer fotos con flou, como se decía antaño.

Compré el objetivo para incluirlo en mi colección como una curiosidad, más que porque pensase utilizarlo habitualmente. En aquellos momentos estaba tirado de precio, hoy en día probablemente no gastaría el dinero que piden. Que no es desorbitado tal y como está el mercado… pero tampoco me merecería la pena. No obstante, de ciento a viento, me da por usarlo. Y en un fin de semana de principios de julio, para suavizar los rigores de la dura luz del verano, lo utilicé. Las características técnicas del chisme y de la toma las podéis encontrar en una publicación de Carlos en plata. Aquí os dejo algunos ejemplos de las fotos.

[Libro] El imperio en llamas – John Scalzi

Literatura

Lectura de tono ligero propia de la época veraniega, se supone, aunque yo nunca me he fijado en ese tipo de cosas. Si me apetece algo ligero, lo leo sea cual sea la época del año. Si me apetece algo con más enjundia,… pues los mismo. En cualquier caso, decidí a mediados de julio seguir con la serie de La interdependencia de John Scalzi, dado que con el primer volumen de divertí bastante. Con la esperanza que siguiese en el mismo tono. Y no se cumpliese el dicho aquel de que «Nunca segundas partes fueron buenas». Veamos pues cómo ha evolucionado la crisis de ese imperio plutocrático que Scalzi denominó La interdependencia.

El imperio espacial que imagina Scalzi es plutocrático. La clase aristocrática la constituyen los comerciantes. Las plutocracias han sucedido en diversas épocas de la historia humana. La civilización fenicia-cartaginesa, las ciudades estados italianas como Venecia o Génova, o la Hansa en el norte de Alemania y el mar Báltico, como en las ciudades que visitamos recientemente en nuestra escapada alemana. Algunos críticos de la política actual dicen que las democracias liberales occidentales son plutocracias disfrazadas de democracia.

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Habíamos dejado terminado el primer con las dificultades de la nueva emperox de La interdependencia para afrontar el colapso que amenaza al imperio plutocrático humano. Cuyos primero síntomas ya se manifiestan con la ruptura de las rutas de comunicación con uno de los planetas del imperio. Y además, con el atentado fallido contra su vida. En este segundo volumen, la emperox, y su científico favorito, no sólo en el ámbito académico, también en el dormitorio, tendrán que comenzar a buscar soluciones al problema del colapso, al mismo tiempo que sortear las conspiraciones que buscan derrocarla del puesto.

Este segundo volumen se ha caracterizado para mí por dos cuestiones principales. Con carácter general, sigue siendo una lectura muy entretenida de aventuras espaciales, con algún momento muy logrado en el que mezcla la acción y el humor, pero ha perdido profundidad en el comentario social y político que conllevaba el primer volumen. Es un libro que ha perdido profundidad, se sitúa a un nivel de mero entretenimiento. Buen entretenimiento, pero nada más. En otro nivel, es lamentable el bajo nivel de las traducciones. Desconozco como funciona ese mundo, como es el mercado de los traductores, sus costes, cómo se eligen… no sé nada. Lo que más he llegado a bucear en el tema fue cuando hace años vi un documental sobre las dificultades de traducción de una novela en japonés, de Haruki Murakami, a un idioma europeo. En cualquier caso, constantemente me chirriaban conceptos fuera de lugar en su traducción, imaginando cual sería el original en inglés.

Voy a poner un ejemplo. Pero que no es el único. Nunca me quejo de algo a propósito de un caso. A propósito de un caso nunca se demuestra nada. Así que tomadlo como ilustración de un problema más general. En los puestos políticos de cierta responsabilidad, también en las organizaciones militares, existe un cargo adjunto al del político o el militar importante que en inglés se denomina chief of staff. Si te vas al traductor de Google, te dirá que es el jefe de personal. Pero cualquiera que tenga una cierta información sobre la cosa sabrá que, en castellano, ese término no se traduce como jefe de personal, como sistemáticamente encontramos en esta novela. Cuando se refiere a un político, es el jefe o jefa del gabinete del cargo político de relevancia. El jefe de gabinete del presidente de Estados Unidos actual es Ron Klain. El jefe de gabinete del presidente del gobierno español hoy en día es Óscar López. Yo trabajo en el Departamento de Sanidad del Gobierno de Aragón, y el Consejero de Sanidad tiene su jefe o jefa de gabinete, un puesto de funcionario eventual, que es nombrado por el consejero de turno cuando accede al cargo, y es cesado automáticamente cuando cesa el consejero. No jefe de personal, que es un puesto técnico que lleva la gestión cotidiana de los trabajadores y funcionarios del departamento. Y en el ámbito militar, el chief of staff es el Jefe de Estado Mayor de la Defensa o de uno de los ejércitos, o similar. En la actualidad, el Jefe de Estado Mayor de la Defensa en España es el almirante general Teodoro Esteban. El actual jefe de estado mayor del ejército de Estados Unidos, Chief of Staff of the United States Army, es el general Randy George. Este es uno de los ejemplo más claros, existen otros, de un nivel malo de traducción. Porque este es un error, lo de traducirlo como jefe de personal, que NO debería suceder.

Hace tiempo que me quejo de traducciones, doblajes, subtítulos de obras extranjeras. Los percibo de un nivel muy bajo, como promedio. Y esto afecta especialmente a determinados géneros y a determinadas editoriales. Supongo que por cuestiones económicas, acceden a traductores con menos experiencia o menos nivel general. Por lo que sé existen grados universitarios de traducción e interpretación, de los que he de suponer que se nutren las editoriales. Pero también leo que en un momento dado se produjo una inflación en la oferta, en parte por un aumento de la demanda, siendo muy populares entre las universidades privadas, que en España no son necesariamente sinónimo de máxima calidad, por lo que en las dos últimas décadas me ha mostrado la experiencia en aquellas áreas del conocimiento en las que me desenvuelvo mejor. Y eso, u otros factores a los que mis limitaciones sobre el tema no alcanzan, parece limitar la calidad de estas actividades, lamentablemente. Porque es importante y porque debería exigirse lo mejor. He observado que géneros como los superventas, la ciencia ficción, la fantasía, cierto tipo de policiaco y cierto tipo de histórica, sufren especialmente esta lacra. Por lo que cada vez tiendo más a leer los originales si entiendo suficientemente el idioma. Lo cual es válido para el inglés y el francés. Y hasta cierto punto el italiano. Pero siempre me cuesta más esfuerzo que leer en castellano. Desde luego, la tercera parte de esta trilogía la leeré en inglés.

[Recomendaciones fotográficas] Tiradoras olímpicas, fantasmas, bombas atómicas y otras fotografías interesantes

Fotografía

Ayer alcancé el hito de 50 días seguidos publicando en este Cuaderno de ruta. Soy muy regular publicando desde 2005. Al año que viene cumplirá este blog 20 años. Pero yo creo que el promedio debe estar en seis publicaciones a la semana. Pero llevo siete semanas publicando todos los días sin excepción. Incluso con algún viaje entre medias. Pero claro… cuando salgo de viaje no suelo fallar en lo de publicar todos los días algunas fotos de lo que hemos visitado ese día. En fin. Vamos con las recomendaciones de estas dos últimas semanas, junto con algunas fotos de ayer mismo, un breve comentario sobre las cuales encontraréis en el substack Carlos en plata.

Durante dos semanas se desarrollaron recientemente los Juegos Olímpicos de París 2024. Ya comenté algo. Y, por supuesto, ha habido fotografías del evento para dar y vender. Sinceramente, no he estado muy al tanto ni he hecho mucho seguimiento. Estaba ocupado con otras cosas. Pero me alegró saber que el veterano Dave Burnett sigue llevándose su Graflex Speed Graphic de 1943 para hacer otro tipo de fotografía del evento. Y lo que ha sido curioso es la expectación que han levantado las fotografías de algunos tiradores olímpicos, entre ellos el turco Yusuf Dikeç y la surcoreana Kim Yeji. El primero por su pose despreocupada, como quien va de campo y playa, la segunda por su aspecto de ser una cyborg salida de un anime o manga cyberpunk. Aunque con un elefantito de peluche de su hija colgando del cinturón. En Another Magazine han dedicado un artículo a los atuendos femeninos en los juegos y sus significados, apoyado en las fotografías y en capturas de transmisiones de televisión.

En los tiempos más tempranos de la fotografía, cuando las exposiciones duraban segundos, si no algún minuto, los fotógrafos más creativos jugaron con las dobles exposiciones para «fotografiar fantasmas». Presencias ectoplasmáticas, que resonarían en el espiritualismo de muchos movimientos religiosos que se dieron en las últimas décadas del siglo XIX, especialmente en países anglosajones. Y que probablemente culminaría con las hadas de Cottingley, donde más allá de los espíritus, se adentraban en la fotografía de seres fantásticos. Otro ámbito de la fotografía de la época fue la fotografía de los familiares fallecidos, otra extraña forma, por lo menos desde nuestro punto de vista actual, de mantenerse unidos a sus finados. En una época en la que las muertes prematuras, niños incluidos… o especialmente,… eran mucho más frecuentes. En My Morning Muse, Susanne Helmert, reflexiona sobre la «fotografía de fantasmas».

Como todos los años, llegados los primeros días de agosto, rememoramos el bombardeo atómico de Hiroshima y Nagasaki, deseando que nunca más vuelva a suceder. Aunque hay demasiadas armas atómicas en el mundo y demasiados dictadores con acceso a ellas como para ser optimistas. De los supervivientes de los bombardeos atómico, ya van quedando pocos. Han pasado casi 80 años. El año que viene. Los que sobreviven eran niños o adolescentes, y están mayores. En Flakphoto nos recordaron y nos mostraron los retratos de supervivientes que ha venido realizando el japonés Kentaro Takahashi (Instagram). Porque hay cosas de las que no debemos olvidarnos. Nunca.

Siguiendo con fotógrafos japoneses, en Lenscratch nos hablaron, una entrevista en realidad, de las fotografías de Yamamoto Masao, que ya conozco desde hace un tiempo, y que me gustan bastante. Fotografáis que parecen de otra época. Con una estética minimalista y muy expresiva. Y finalmente, George Appletree en su boletín Boundary layer, hace una interesante comparativa entre el japonés Daidō Moriyama y el norteamericano Saul Leiter. Dos fotógrafos aparentemente distintos, pero que tienen más semejanzas de lo que parece. Ambos me gustan. Tengo especial debilidad por el color de Leiter, eso sí.

[Cine] Le comte de Monte-Cristo (2024)

Cine

Le comte de Monte-Cristo (2024; 42/20240812)

Casi dos semanas he tardado en comentar esta película, que fui a ver con cierta reluctancia. En mi infancia y adolescencia, las novelas aventureras de Alexandre Dumas me atraían. Bueno.. no. Una novela de Dumas me entretenía mucho. Estaba por casa, era de lectura fácil, era entrenida… y había adaptaciones al cine y a la televisión que también eran obras de aventuras muy entretenidas. Y luego estaba la historia que adapta la película de hoy… que nunca leí. Nunca me atrajo lo suficiente. Pero me la sé. Me enteré de ella por primera ve en algún momento de finales de los años 60. En aquella época, TVE, la única que había en nuestro país, en su primera cadena, programaba asiduamente Novela, un espacio en el que se adaptaban en formato serializado obras literarias diversas. En algún momento de 1969 se emitió la adaptación de la novela de Dumas en 17 episodios de 30 minutos de duración, máximo. Pero tengo recuerdos muy nítidos, y en 1969 yo era muy niño todavía… ¿La volverían a emitir con posterioridad? No sé. Pero que sepáis que se puede ver en el archivo de RTVE. Igual me animo. No sé. Ya veré. O no.

Pues estamos en 2024, y los franceses, bajo la dirección de Alexandre de La Patellière y Matthieu Delaporte, han adaptado por enésima ver el culebrón de venganzas que llevan una vida realizar de Edmond Dantès (Pierre Niney), contra los malvados Fernando de Morcef (Bastien Bouillon), Danglard (Patrick Mille) y Villefort (Laurent Lafitte), despechado en especial por haber perdido a su amor amorísimo, la catalana Mércèdes Herrera (Anaïs Demoustier). El argumento sigue más o menos los tiempos de la novela original, la traición, el penal de la isla de If, el tesoro del cardenal Spada, y la venganza en París. Aunque en la adaptación modifica algunas cosas del argumento, como la chica con la que se queda al final y otras cosas. Pero bueno… es lo de menos.

Para ello, los franceses se han gastado una pasta. Es una producción cara. A lo mejor no tanto si la comparamos con las sobradas que se marcan los usamericanos. Pero para cualquier otra filmografía, una pasta gansa. Una película con todo lujo de detalles, con esplendores y fastos, con mucho vestuario, con grandes localizaciones. Pues eso… que viva los dramones del siglo XIX. Y con un reparto… que no lo hace mal. Aunque también tiene sus debilidades. Irregular, pero aceptable.

Lo que me pasa a mí es que hace tiempo que le perdí las ganas a las novelas de Dumas. Que he evolucionado mucho desde los años de mi adolescencia. En concreto, estas venganzas culebronescas, en la actualidad las asocio a mis placeres inconfesable televisivos. En los últimos años he visto varias en los dramas coreanos. Algunos muy interesantes. Otros… pues eso… puro culebrón. Ya he dicho que fui a la sala de cine con cierta reluctancia. A ver. No está mal. Y lo cierto es que está teniendo buena acogida por la crítica y por el público que ha ido a verla. Está bien valorada en Imdb y tal. Aunque desde mi punto de vista, más allá del espectacular diseño de producción, tampoco aporta mucho más. Un entretenimiento. Por lo tanto, si le queréis dar una oportunidad y os van este tipo de historias, no os arrepentiréis. Pero eso… que a mí… en las últimas décadas… lo de Dumas… pues que ni fu ni fa.

Valoración

Dirección: ***
Interpretación: ***
Valoración subjetiva: ***

[TV] Cosas de series; desde Japón, cirujanos y ninjas

Televisión

Esta semana voy con dos series del País del Sol Naciente, que empecé a ver con expectativas muy distintas. En un caso la cosa fue bien… en el otro,… no tan bien.

Quien siga este Cuaderno de ruta con frecuencia sabrá que en mayo viajé a Japón. El tercer viaje. Uno cada cinco años. Ya veremos si el cuarto será dentro de otros cinco años o lo adelantamos. Ya hay cosas nuevas que queremos ver. El caso es que ese tercer viaje, en el que nos salimos bastante de los circuitos habituales, fue muy satisfactorio. Pero siempre hay algo que dices… mmmm… esto podría haber sido mejor. Y hubo dos ciudades en las que sentimos que con tiempo o distintas circunstancias, hubiéramos disfrutado más de ellas. Una fue Kanazawa y la otra fue Odawara, las fotos de hoy son de esta última ciudad. Pero bueno, se llega a lo que se llega. El caso es que en Odawara, una ciudad costera a 90 km al suroeste de Tokio, en la línea Tōkaidō, transcurre la acción de la serie de Netflix Shinobi no ie [忍びの家, casa de ninjas], en inglés, House of ninjas, en castellano, La última familia ninja. Por aclararnos un poco, en japonés son sinónimos la palabra ninja 忍者 (aquel que es invisible) y shinobi 忍び (el que se infiltra). Obsérvese que comparte un kanji 忍 cuyo valor semántico tiene que ver con la resistencia y la paciencia. En cualquier caso, da la impresión que ambas son válidas, pero la primera es popular en Occidente, mientras que la segunda sería preferida en Japón. No estoy seguro, pero algo así parece. Hay mucha mitología en torno a los shinobi o ninja, pero en general serían el equivalente histórico en Japón a los comandos de operaciones especiales, en acciones de infiltración, detrás de las líneas enemigas, sabotaje e información. Sin más.

La serie, un original de Netflix, no es una serie de otra cadena con derechos de exhibición en otros países, sigue a los descendientes de Hattori Hanzō, un comandante samurái al servicio de Tokugawa Ieiasu, el primer shōgun del periodo Edo, actualmente shinobi que trabajan para una agencia secreta del gobierno. Que nadie que confunda a este comandante con el fabricante de katana del mismo nombre que aparece en alguna película de Tarantino. Y sus rivales son los descendientes de Fūma Kotarō, un rival del anterior al servicio de otro clan. Una tragedia familiar unos años antes hace que los protagonistas de la serie empiecen la misma desanimados y desunidos, pero una conspiración de los «malos» para dominar el país les lleva a reunirse y reactivarse. La serie empieza un poco morosa, le cuesta entrar en calor, pero al final acaba siendo muy entretenida. Y tiene un nivel de cuidado en la producción superior que otras series japonesas que distribuye Netflix, pero no son de producción propia. Está bien. Podría estar mejor. Y queda abierta a una posible segunda temporada, pero desconozco si sucederá.

Cuando empecé a ver televisión en plataformas de contenidos en internet, tuve la oportunidad de divertirme considerablemente con las aventuras de una infalible cirujana en una serie distribuida, temporalmente, ya no está disponible, en Amazon Prime Video. Vi todas las temporadas, y algún spin-off, menos la última de ellas, que estaba a punto de estrenarse en Japón durante nuestro viaje en 2019, pero que nunca se emitió en la plataforma mencionada. Y que yo sepa en ninguna otra. Y en esto estábamos cuando hace unos meses llega a Netflix una serie japoneses de cirujanos cardiacos, llamada Black forceps o Black pean (en Japón, esta última, escrita en katakana, ブラックペアン). Un fórceps es un tipo de pinza utilizada en medicina en general, y en cirugía en especial, dentro de los procedimientos quirúrgicos de mayor o menor complejidad. La cosa va de la rivalidad entre dos jefes de cirugía cardiaca de dos hospitales pertenecientes a universidades rivales, y que ambicionan el liderazgo de la asociación de esta especialidad quirúrgica. Y por algún motivo, el factor de impacto de sus publicaciones es importante. Y por ello hacen estudios con complejas cirugías. Con una peculiaridad, la mayor parte de los cirujanos son muy zoquetes, pero hay uno de ellos, un marginado, asocial y desagradable, que siempre resuelve las situaciones, y todo lo hace bien y muy rápido. La misma premisa básica que aquella serie de hace unos años con la que tanto disfruté. Lo que pasa es que si aquella era una comedia, no se tomaba en sí muy en serio y te reías, esta es un drama, y las situaciones llegan al absurdo. No voy a entrar en ellas. Aunque la vi entera, lo cierto es que fue una decepción. Y por muy distinto que sea el ambiente de la práctica clínica y quirúrgica en Japón, para mí, que soy profesional de la medicina, inverosímil en el peor sentido de la palabra. Muchas situaciones son ridículas o absurdas. En fin. Una pena. Curiosamente, en IMDb, las dos series que hoy comento tienen la misma valoración del público, o muy similar. Y… no.

[Libro] La ciudad y sus muros inciertos – Haruki Murakami

Literatura

Como ya he comentado en otras ocasiones, he leído todas las novelas de Haruki Murakami, bastantes de sus relatos cortos, y alguno de sus ensayos. Lo cual ya hará suponer al lector de estas líneas que es un autor que me gusta, es uno de mis autores preferidos. Los lectores habituales de este Cuaderno de ruta también serán conscientes de que leo con frecuencia libros de autores del País del Sol Naciente, por lo que podrían pensar que tengo un sesgo hacía este país, y por eso leo a Murakami, probablemente el más famoso escritor japonés en nuestro medio. Pero la relación «causal» va a la inversa. Porque en una ocasión, hace ya muchos años, leí algo de Murakami y me gustó, eso me llevó a animarme en la lectura de otros autores del mismo origen. Afortunadamente.

Pero los motivos de afición a Murakami no están en el hecho de que sea japonés, sino que en que las cosas que cuentan. Alguna vez lo he dicho. El sexismo en la literatura no sólo «castiga» a las mujeres. También a los hombres. O son los héroes o son patéticos. Muchas veces no parece haber alternativas, y para algunos lectores, entre los que me encuentro, me cuesta empatizar o sentirme identificado con los personajes masculinos de la literatura. Habitualmente. Obviamente, hay numerosos ejemplo de lo contrario, pero no son mayoritario. Sin embargo, en Murakami, sus protagonistas masculinos son gente normal. A la que no necesariamente le pasan cosas normales.

Porque ese es el siguiente motivo por el que me atrae el autor japonés. Por sus descaradas incursiones en el realismo fantástico, que generan universos interesantes, pero sin perder el contacto con los problemas cotidianos del ser humano. Y esta es una ocasión más. Un hombre que lidia a lo largo de su vida, y está en sus cuarenta y tantos, con el duelo de la pérdida de su primer amor, adolescente, de forma inesperada e inexplicable. O al menos, inexplicada. Y la huida al lugar mítico donde pueda encontrar a esa joven,… mujer,… a la que perdió con 17 años, y cuya pérdida no ha conseguido superior. Esa ciudad de inciertos muros. En tres fases, con tres escenarios. El mundo real de la adolescencia, la ciudad amurallada a la que es difícil llegar y donde el tiempo no tiene sentido, y ese refugio para el cuarentón que busca romper con sus dinámicas, en un pueblo de las montañas. Y un fantasma.

Murakami,… o te gusta, o no te gusta. O te dejas llevar por sus propuestas, o no tienes nada que hacer. Escribe bien. Y escribe claro. Pero necesitas contexto. Y necesitas abrazar sus historias. A mí sale con naturalidad. Y disfruto de sus novelas. Y sueño con sus mujeres. Qué capacidad para crear personajes femeninos interesantes, con su punto de misterio, de quienes pocas veces sabemos todo lo que querríamos saber. Y que quizá relacionamos con el misterio que encierran nuestras propias pérdidas. Especialmente para quienes arrastramos ya unas cuantas décadas de vida. Yo lo recomendaría. Lo recomiendo. Pero allá cada cual.

[Viajes] Resumen del viaje a Hamburgo y ciudades hanseáticas

Viajes

Como de costumbre, mi resumen acompañado de fotografías de la reciente escapada a Hamburgo y otras ciudades hanseáticas (o no) del norte de Alemania. Como viene siendo habitual desde hace ya bastantes años, escapada a mediados de agosto, para hacer un paréntesis veraniego. Mis vacaciones principales se reparten entre primavera y otoño. No me importa trabajar en verano. Pero viene bien hacer un parón y huir unos pocos días de los calores de la estación. Cuando trabajaba en Huesca me acostumbré a coger días por la acumulación de festivos, locales y nacionales, y la mantuve cuando volvía a trabajar definitivamente a Zaragoza.

El destino en esta ocasión ha sido Hamburgo, más como una reunión social. El sobrino «predilecto» de una amiga y compañera de viajes habitual vive y trabaja desde hace unos años en Alemania, su pareja es alemana, han tenido una niña, y todas esas cosas. Y son gente muy maja. Y nos apuntamos a una visita. Aprovechando una estancia por trabajo del sobrino en la Ciudad libre y hanseática de Hamburgo (traducción fiel del nombre oficial de la ciudad-estado), tres visitantes desde España nos reunimos en la ciudad con la pareja entre el 15 y el 19 de agosto. Pero nos hemos movido mucho. Como todos conocíamos Hamburgo, a la ciudad le dedicamos un par de paseos, en la tarde de llegada el día 15, y en la mañana del día 19, el día del regreso. Lo que más nos apetecía era pasear por HafenCity, o como designa la Unesco a este lugar inscrito como Patrimonio de la Humanidad en 2015, el área de Speicherstadt y barrio de Kontorhaus. Con el nuevo edificio de la Elbphilarmonie, que no conocíamos al ser de 2017. Yo estuve en 2011 en la ciudad hanseática. Por cierto, los datos técnicos de las fotografías las encontraréis en la correspondiente publicación del Substack Carlos en plata.

Pero nos hemos movido mucho. Aprovechando los frecuentes trenes que recorren la densa red ferroviaria alemana. Aunque observamos que cada vez son menos puntuales y te dan algún disgustillo con fallos en las relaciones. Estábamos avisados. Alemania, en determinadas cuestiones, ya no es como era. Al final conseguiremos equipararnos a Alemania como llevamos diciendo desde hace 40 años, pero no en el sentido en que pensábamos y deseábamos. Una novedad importante que no conocíamos y que visitamos el viernes 16 por la mañana, comida incluida, fue el conjunto residencial de los duques de Mecklemburgo en Schwerin, inscrito este mismo año 2024 como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Por la tarde del mismo día, seguimos con los lugares señalados por la Unesco, visitando Lübeck, que yo sí que conocía del año 2011. Con lluvia y tal, pero pasamos una tarde agradable y muy animada. Estaban en plena celebración del Orgullo Gay de la ciudad. Un poco tarde teniendo en cuenta que estas celebraciones suelen ser en junio en la mayor parte del mundo. Pero bueno. Animación con tiempo variable, chubascos dispersos y escalope empanado al estilo vienés para cenar, regado con una Hefeweizen de rigor.

Al día siguiente también conocimos lugares nuevos. Pequeñas ciudades vinculadas a la Hansa, a orillas del Elba, más o menos, pero más pequeñas, próximas a Hamburgo, dentro del estado de Baja Sajonia. Por la mañana, estuvimos en Stade, la más bonita, con un puertecillo, al estilo de Nyhavn en Copenhague, aunque más modesto en tamaño. También con chubascos de escasa entidad dispersos. Y pescado rebozado, muy bueno, con patatas para comer.

Por la tarde, a disfrutar de la Fiesta del vino de Buxtehude, un ciudad también coqueta, aunque no tan vistosa ni mucho menos, pero que estaba muy animada, con actuaciones callejeras y con abundancia de chiringuitos donde degustar los vinos de la región y de regiones vecinas, en su mayor parte blancos, aunque había algún rosado, e incluso algún tinto. Y puestos de comida, claro. Nosotros nos pedimos una botella de vino espumoso blanco, Mosecco, supongo que inspirado o imitando al Prosecco italiano, que no estaba mal, pero me resultó demasiado dulce, llevaba demasiado azúcar añadido para mi gusto. Pero lo pasamos bien.

En principio, el domingo 18 habíamos pensado visitar algún museo en Hamburgo, los hay interesantes de arte contemporáneo y de fotografía, y por la tarde acercarnos a Luneburgo o Brema, que yo ya conocía de mi viaje en 2011. Pero cuando ya nos íbamos a las habitaciones del hotel alguien planteó de repente la posibilidad de visitar la isla de Heligoland en el mar del Norte. Ir en tren hasta Cuxhaven, y allí coger el catamarán hasta la isla. El Catamarán sale desde Hamburgo. Pero sale muy caro hacer todo el recorrido en barco. El tiempo dedicado a la larga era parecido por las esperas. Pero podíamos aprovechar para pasear por Cuxhaven… que no tiene gran cosa. Aunque el día estaba agradable.

En general, todo fue muy bien. Aunque el regreso desde Cuxhaven a Hamburgo duró una hora más de lo previsto por una interrupción en la línea ferroviaria, que nos hizo llevar un recorrido más largo y con trenes más lentos, con más paradas. Pero en conjunto, un viaje corte de cuatro noches de estancia en el norte de Alemania, en el que nos hemos relajado, hemos disfrutado de la compañía de gente amiga, y hemos conocido nuevos lugares.

[Cine] Godzilla Minus One/Minus Color (2024)

Cine

Lo prometido es deuda. Dije que algo hablaría de la versión en blanco y negro de la mejor sorpresa que el cine de monstruos ha dado desde… ¿siempre? ¿el King Kong original? ¿ha habido alguna otra película sobre monstruos que me haya gustado realmente más allá de considerarla un divertimento puntual? Y cuando digo monstruos digo monstruos monstruosos. No me refiero a malvados muy malos, o a malvados muy feos, o a personas deformes, ni a extraterrestres, ni a dibujos animados. Tampoco a cuando salen monstruos de refilón, como los dragones en los medioevos fantásticos, o los gusanos asteroidales en las aventuras espaciales. No. Me refiero a cuando un monstruo monstruoso. Grande, peligroso, que llene la pantalla con facilidad… y tal. Lo que se dice… MONSTRUOS. Godzilla, King Kong, dinosaurios a cascaporrillo, dragones como protagonistas, otros kaijus diversos,… Ya me habéis entendido, ¿no?

En realidad, hoy, recién llegado de un viaje, tocaría hacer el resumen fotográfico del mismo. Pero es que llegué pasadas las once de la noche ayer a casa y he tenido que ir a trabajar. Así que no me ha dado tiempo casi ni a descargar la tarjeta de la cámara digital, y no digamos lo de enviar y revelar los rollos de película argéntica. Mañana, pues. Por eso aprovecho para hablar de esta versión en blanco y negro del Godzilla genuinamente japonés más reciente. El que realmente recoge la esencias del original, lo reinventa siendo fiel a la idea, mejora la idea, mejora la realización hasta la enésima potencia, le da sentido y la hace apta para todo el mundo. La hace apta para todo el mundo con dos dedos de frente y no sólo para los consumidores compulsivos de palomitas con exceso de sal y aceite u otras grasas, para deleite de otro tipo de monstruos, los cardiólogos, cirujanos cardiacos, intensivistas coronarios, neurólogos en unidades de ictus, y otras ciencias médicas afines.

Pero vamos a ver. Sobre la película, cuando se estrenó en cines, ya hablé. Estupenda. Un hallazgo. Un joyita inesperada. Lo de que se emita en los cines japoneses, y de algunos otros países, a partir de enero de 2024 una versión en blanco y negro, ¿tiene sentido desde un punto de vista creativo? ¿estamos ante otra película? ¿es al menos una variante de interés de la versión en color? ¿o es un mero truco de mercadotecnia para conseguir más beneficios, vendiendo más entradas, incluso al público que ya vio la versión en color? Pues sí, no, sí, y probablemente también. Desgranaré estas cuatro respuestas a estas cuatro preguntas.

En realidad, la primera y la tercera son más o menos lo mismo. Así que argumentaré primero la respuesta a la segunda pregunta. No estamos ante otra película. Se nos cuenta la misma historia, se nos lanzan los mismos mensajes. La valoración global de la película no cambia gran cosa. No estoy de acuerdo en los que argumentan que básicamente estamos ante otra película. Nop. Bajo ningún concepto.

Pero. Sí, creativamente es distinta. Es una variante muy interesante de la película. La expresividad es totalmente distinta. La película en su concepción comercial inicial, no sé si en su concepción original, en color, está muy bien. La gradación del color de la imagen es muy buena. Contribuye a establecer un tono, un estado de ánimo y un sentimiento. Y necesariamente nos remite a la época en que suceden los hechos que se narran… o mejor dicho, a la filmografía de la posguerra japonesa. Frente al en ocasiones chirriante Technicolor de los Estados Unidos,… en Japón… la verdad es que no se rodaba en color. No había ni dinero ni disponibilidad técnica. Por lo que hasta los años 60 no se empezó a experimental con el color en el cine japonés. Por lo tanto, la versión en color juega con la idea de generar una impresión sobre una época y un lugar… que no es real, porque no hubo cine con estas características, hasta esos años 60. En algún lugar he leído que la segunda película de la saga, de 1955, estaría rodada en color, pero en IMDb dice que en blanco y negro. La tercera película, de 1963, sí que se rodó en color. En Technicolor… o sea qué… difícilmente tendría las características de color de la reciente película dirigida por Takashi Yamazaki e iluminada y fotografiada por Kōzō Shibasaki. De hecho, salvo acentos de color en determinados momentos, como el azul de los rayos del monstruo, la película es casi monocromática, aunque con cierta mezcla de tonos cálidos y fríos, de ocres y azules. De ocres fríos y azules cálidos. Casi monocromática es la clave. De ahí a quitarle el color completamente, no va nada.

Pero no es solo eso. No es simplemente una cosa de quitarle el color. El ajuste del contraste y la reproducción de los tonos no ha sido una labor rápida y sobre la marcha. El cuidado en la conversión al blanco y negro es mucho más cuidado que todo eso. Esos rayos azulados, de repente se convierten en un blanco extremadamente luminoso, impactantemente luminoso. Y las ominosas lesiones en la piel de algún personaje protagonista, sin el color, adoptan otro significado incluso más ominoso todavía. Y de ahí que me haga una pregunta que no he podido responder buscando por la red de redes. Rodada en digital… es rodada en color. Pero, ¿pudo estar pensada inicialmente para ser una película en blanco y negro a la hora de su exhibición? La cosa cuadra bastante viendo la versión Minus color, que en España no se ha estrenado en salas, que yo sepa, desde luego no en Zaragoza, y que hemos tenido que ver directamente en Netflix. Una pena. En salas hubiese sido mucho mejor.

Así que vamos con la última de las preguntas, si es una maniobra de mercadotecnia, para vender más y obtener más recaudación. Pues, hombre… mujer… Sí. Claro. Nadie se mete en esto por mero amor al arte. De hecho, como Will Gompertz escribía, ni los más grandes artistas hacían arte por amor al arte. Todos querían ganar dinero. Dejémonos de tontadas. Lo que yo me planteo, y no sé si alguien me podrá responder, o si algún día en algún artículo encontraré la respuesta, es si al final decidieron estrenarla en color para no espantar a la posible clientela. Para luego, comprobando que la cosa funcionaba, y muy bien, estrenar la versión en blanco y negro que tan bien le va a la película. Es una hipótesis. Es algo que se me ha ocurrido. Y es que las dos versiones me gustan, pero finalmente, la de blanco y negro más. Aunque sea la misma película. Está muy bien. La tenéis que ver. De todas formas, no la consideraré como un nuevo estreno. Para mí, es la misma película, o una variante de la misma película. Valoraciones globales, las mismas. Altas.