En la primera mitad de la década de los 90, yo veía poco la televisión. Tenía muchas cosas mucho más interesantes que hacer que ver la caja tonta, en la que se asomaban por primera vez las cadenas privadas a las ondas españolas, con calidades absolutamente deleznables, y viendo cómo la televisión nacional competía con ellas con la misma moneda. Progresivamente empeorando su calidad. Y hasta hoy. En aquel panorama, triste, siempre he recordado la existencia de una serie de televisión, que echaban los viernes en la 2, a horas intempestivas. Nunca he sabido muy bien lo del horario. No había sexo, no había violencia, había mucho buenismo. Nos contaba las imposibles aventuras de un joven médico neoyorquino, bastante neurótico, que acababa ejerciendo como médico de pueblo en una pequeña y remota población de Alaska, donde convivía con una serie de personajes no carentes de excentricidad, pero que te tocaban la fibra humana. Y O’Connell, claro. La serie se tituló en España Doctor en Alaska; originalmente se titulaba Northern Exposure.
Dados sus horarios, sólo vi episodios sueltos, de forma fragmentaria. Sólo sé que me gustaba.
Hace unos años, no muchos, en febrero de 2004, se empezó a publicar en España la versión en DVD de la serie, y allí fui yo a por ella. Al principio, las temporadas fueron apareciendo con sorprendente parsimonia para una serie que hacía casi 10 años que se terminó de emitir. Y había que esperar hasta dos años para ver las siguientes temporadas. Pero luego, se aceleró la publicación de las mismas y en este último año se ha podido terminar de ver toda la serie. Veamos las curiosas fechas de lanzamiento en España.
Primera temporada: 25 de febrero de 2004.
Segunda temporada: 26 de septiembre de 2006.
Tercera temporada: 25 de junio de 2008.
Cuarta temporada: 25 de febrero de 2009.
Quinta temporada: 30 de abril de 2009.
Sexta temporada: 27 de agosto de 2009.
Y así, llegamos a este finales de septiembre en el que puedo decir. Yo he visto Northern Exposure, mi teleserie favorita que no es de ciencia ficción.
A la hora de comentar la serie, hay que decir que el título en castellano es engañoso, ya que da la impresión de que podemos estar ante un drama médico. Pues no. Que uno de los protagonistas sea médico no es más que una herramienta del guión para poder desarrollar el choque cultural entre el mundo urbanita y cosmopolita y el alejamiento cultural y social de una zona rural en la semi-salvaje Alaska. A pesar del indudable peso que tiene Joel Cohen, especialmente en su relación con Maggie O’Connell, en el conjunto de la serie, el conjunto de la serie es un drama coral. Todos los personajes tienen múltiples momentos de protagonismo a lo largo de las seis temporadas. Mientras que los presuntos protagonistas, en muchas ocasiones forman parte del coro, tanto en los momentos de protagonismo de otros, como cuando es el conjunto de la comunidad quien es la auténtica protagonista. Fijaos que digo drama, a pesar que en muchas ocasiones se considera una comedia. Al otro lado del charco, a esta mezcla de géneros le llaman con el neologismo dramedia. Aquí le llamaríamos comedia dramática. Pero personalmente creo que en el conjunto de la serie, al final pesa más la parte seria, la parte dramática de las historias.
En realidad, el conjunto de la serie tiene un inequívoco tono melancólico. Los largos inviernos, las largas noches, los paisajes nevados, las reflexiones constantes sobre el ciclo de la vida simbolizado por el marcado paso de las estaciones en un clima relativamente extremo, invitan a la introspección, incluso cuando los excéntricos personajes nos ofrecen la más delirante de sus personalidades. Este sentido melancólico se acentúa conforme avanza la serie, siendo muy acusada en la irregular sexta temporada, probablemente la más floja, en la que se muestra el declive de las ideas y, probablemente, el interés de los actores y actrices protagonistas en otros proyectos. Hay un cansancio, y hay que terminar la serie. Obviamente, en una serie sobre lo cotidiano, por extraño que sea lo cotidiano, no hay un final cerrado. Porque la vida sigue.
Hablar de todos los personajes sería largo y quizá cansino. Mencionaré a cuatro de los principales, por su especial representatividad. Y luego algún otro de los secundarios, que me parecen especialmente destacables.
Evidentemente hay que hablar de Joel Cohen, el neurótico médico judío que se ve atrapado en el medio rural de Alaska en contra de su voluntad, por culpa de la letra pequeña de un contrato que no leyó bien. El personaje es central porque supone el contrapunto entre el mundo que conocemos y el mundo extraño del ecosistema de Cicely. A pesar de que ya hemos dicho que la historia es coral, su importancia se pone de manifiesto por el hecho de que cuando desaparece en la sexta temporada la serie pierde bastante del sostén que tenía. Indudablemente, buena parte del mérito del personaje es la interpretación de Rob Morrow, que borda el personaje.
Frente al liberal y urbanita Joel, está el ultraconservador y el ultraliberal, antiguo astronauta y cacique del lugar, Maurice Minnifield. Interpretado de forma excelente por Barry Corbin, es problablemente uno de los personajes más antipáticos, por su inherente egoismo, por su capacidad de utilizar para su beneficio las acciones de los demás, por su intransigencia. No obstante, los guionistas le ofrecen constantemente momentos de redención, en mi opinión algunos muy forzados, permitiéndole mantenerse como un personaje igualmente bueno en el fondo.
Es imposible no considerar al entrañable mestizo Ed Chigliak, interpretado de forma excelente por Darren E. Burrows. Representa la bondad en sí misma, expresada como un espíritu solidario, carente de egoísmos. Siempre dispuesto a colaborar y ayudar a los demás, aunque su inteligencia primordial le impide comprender en ocasiones las motivaciones interesadas de los demás. Cuando lo conocemos, es apenas un adolescente acelerado que fácilmente se despista de todo lo que se le pide, pero poco a poco gana en espiritualidad y en comprensión, aunque eso no basta para que de vez en cuando sufra desengaños que no impiden que siga creyendo en sí mismos y en quienes les rodean.
Entre los principales, dejo para el final a la piloto Maggie O’Connell, interpretada por la guapísima Janine Turner. Probablemente sea la auténtica antítesis a Minnifield, aunque nunca tenga serios choques con él. Representa la autonomía y afirmación femenina frente al machismo, políticamente comprometida con la comunidad y la justicia social frente al conservadurismo de sus vecinos, respetuosa con los procedimientos, solidaria, trabajadora. Y sin embargo, en lo personal, arrastra tantos complejos y neurosis como Joel. Muy marcada por su madre, que aparece de vez en cuando, y porque sus cinco novios anteriores murieron durante la relación de formas imposibles. Al único que conocemos en las primeras temporadas, muere porque le cae encima un satélite artificial. Con Joel mantendrá una relación imposible de amor y odio. Obviamente atraídos entre sí, chocan constantemente entre el individualismo del neoyorquino y el compromiso con los demás de la piloto. Y aunque finalmente consiguen tener su relación, esta no dura. Al final, queda emparejada con Chris Stevens (John Corbett) en una relación un poco forzada, para dar una especie de «final feliz» a la necesidad de la chica de tener pareja. Pero independientemente de todo lo anterior, es mi favorita… porque me gusta un montón. Físicamente. Morena, de ojos vivos, guapa. Está estupenda, a pesar de que durante toda la serie o viste de piloto, es decir de chico, o de cateta, cuando viste de chica. Pero está estupenda.
Entre los secundarios o personajes eventuales, yo destacaría al cocinero loco y a su mujer. Los capítulos en los que salen son de los más divertidos. Y se le echa en falta en muchas ocasiones. Son interpretados por Adam Arkin y Valerie Mahaffey.
Resumiendo, es mi serie favorita a pesar de sus defectos. O precisamente por esos. Es una serie profundamente humana. Y los humanos tenemos nuestras debilidades, y también la serie. Pero el conjunto, que es lo que importa, en mi opinión resulta redondo. Yo se la recomiendo a cualquiera. De todas las edades.
Como desgraciadamente no tengo fotografías de Alaska, sigo mostrando imágenes de mi reciente visita a la capital portuguesa donde hoy están de elecciones.

Una ligera llovizna cae sobre el estuario del Tajo, tal y como se ve desde el Castelo de San Jorge - Panasonic Lumix LX3