Esta serie de fotografías que ilustran esta entrada de este Cuaderno de ruta puede verse, comentada desde un punto de vista de la técnica fotográfica, en Carlos en plata. Paseando la ciudad con Hasselblad 500CM y el respaldo NONS Instant Back para película Instax Square.
Como ya habréis deducido, de vez en cuando salgo a pasear con la cámara de formato medio y su respaldo para película instantánea. Generalmente, quedo con amigos, en grupo amplio. Y usamos la cámara con sentido lúdico. Pequeños retratos para todos. Esas fotos no las suelo publicar. Pero siempre hago algunas mientras caminamos. Del entorno. En esta ocasión, algunos grafitis que me llamaron la atención y pequeñas escenas del Parque Grande de Zaragoza.
Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta están comentadas desde el punto de vista de la técnica fotográfica en Fotos en serie. En los alrededores y cerca del gran santuario de Izumo.
Hay historias literarias o cinematográficas que llegan para quedarse. Atrapan el imaginario de los lectores o los espectadores, y pasan al acerbo de las historias «de siempre». Leyendas cuyo origen conocemos perfectamente, quién las imaginó. Y cómo otras personas, otros creadores, las acogen, las reimaginan, cambian la perspectiva, expanden esos universos, a veces las elevan, a veces las hunden. Hoy tenemos dos de esas historias y universos. Muy distintos. Pero cuyas reimaginaciones han sido llevadas a la pequeña pantalla, a series que, en este caso, ambas han llegado a su tercera temporada.
La primera de ella es una serie de animación, que podéis ver en Disney+, porque al fin y al cabo es una iniciativa de esta megaproductora que tiene los derechos del universo Star Wars. Se trata de Star Wars: Visions. Cada temporada es una antología de historias cortas de animación, nueve en cada temporada, que duran entre los 10 y los 25 minutos, generalmente más cortos que un episodio de animación japonesa al uso, de 22-23 minutos. Y son realizados por autores de animación japonesa que, libremente, pero con la venia de Disney, idean y realizan una historia que transcurre en algún momento de línea temporal del universo Star Wars. Antes de la república, durante la república, en las guerras clon, durante el imperio, durante la rebelión… cuando sea. Y con personajes que no aparecen en las historias clásicas. Y con estilos de animación diversos, muy diversos, con libertad creativa para los autores.
La calidad y el interés de estas pequeñas historias es muy diversos. Algunas son más previsibles, otras son más arriesgadas, unas más accesibles, otras más experimentales, unas más fieles al canon del universo oficial, otras exploran situaciones y posibilidades más divergentes. En cualquier caso, el nivel general de creatividad es alto. Y hay varias que me dejan con las ganas de más. De eso que te quedas pensando que ojalá Disney dejase de lado alguna de las tonterías que ha estrenado en los últimos años y que están quemando a los aficionados, y adoptase algunos de estos enfoques para renovar la frescura del universo de ficción, e incluso atraer nuevos espectadores. Pero supongo que seguirá siendo una rareza. Una simpátíca y afortunada anécdota cuyo previsible final sucederá en cualquier momento. Algunas de las de esta temporada han sido continuaciones de las anteriores.
Y luego ha estado la tercera temporada de Imawa no Kuni no Arisu [今際の国のアリス, Arisu en la frontera], más conocida como Alice in Borderland. Recordemos que el nombre del protagonista (Kento Yamazaki), Arisu 有栖/アリス, es homófono con Alice en japonés. Pero no es una niña. Es un hombre joven que en la primera temporada se encontraba repentinamente en una realidad alternativa, con un Tokio despoblado, en el que los que allí se encuentran se ven obligados a jugar a una serie de juegos para sobrevivir. Aunque pueden perder la vida en esos juegos. Me intrigó mucho. Una extraña versión japonesa del Juego del Calamar, inspirada por la historia de Alice in Wonderland. Recordemos que la protagonista femenina (Tao Tsuchiya) se apellida Usagi 宇佐木/ウサギ, conejo en japonés. Así que ya tenemos dos personajes de la historia de Carroll. A partir de ahora, posibles espóileres de las dos primeras temporadas, quedáis avisados.
Al final de la segunda temporada quedó claro que la intención de la serie no es la crítica social como en la reconocida serie surcoreana. Y que ese país fronterizo en el que se encuentran los personajes de la historias es el país que está entre la vida y la muerte. Algunos de aquellos que estuvieron en esa situación próxima a la muerte, han seguido sus vidas. Arisu y Usagi se han casado y son felices. Pero tienen la inquietud de que algo pasó durante el tiempo que estuvieron en coma, algo vivieron, que apenas recuerdan, que es trascendente. Y acabarán volviendo al país fronterizo y a los juegos. Mmmmm… Lo voy a resumir. Aunque bien hecha, con nuevos juegos muy currados, me parece una temporada superflua. La historia ya estaba contada y cerrada. Estos es meramente intentar ordeñar la vaca aprovechando la buena acogida de la serie. Y la cosa es que al final de esta tercera temporada nos amenazan con secuelas localizadas en otros países del mundo… Dudo que me apunte. Esta temporada, de sólo seis episodios, me ha costado un horror terminarla. Sobre todo por que los dos últimos episodios duran ochenta minutos y nunca encontraba el tiempo suficiente para verlos. Pero si hubiera estado más motivado…
Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta pueden verse, desprovistas de texto, en fotos en serie. La ficticia ciudad de la novela de hoy me ha recordado la visita a Margate, condado de Kent, una tarde de octubre hace 13 años.
Libro que me recomendaron y que cogí de oferta en mi tienda habitual de libros electrónicos, en versión original en ingles. De una autora joven, 30 o 31 años, británica, llamada Eliza Clark. Y que afronta un tema actual, con recursos actuales de hoy en día, más propios de generaciones actuales, y en el que satiriza es género tan popular últimamente en series de televisión y en literatura que es el llamado true crime. Publicado hace sólo dos años, en 2023.
Clark nos lleva a una localidad ficticia en la costa británica del mar del Norte, próxima a Newcastle upon Tyne, ciudad esta última de donde es oriunda la escritora. Una localidad turística, que conoció breves tiempos de esplendor, pero que lleva buena parte del siglo XX y lo que llevamos del XXI en progresiva decadencia. Con una sociedad cerrada, provinciana, en la que dominan unos pocos caciquillos locales, vinculados a partidos políticos conservadores o nacionalistas de extrema derecha. Y en la noche del referéndum del Brexit un terrible crimen sucede cuando una joven adolescente de 16 años es torturada y asesinada al quemarla viva por tres compañeras suyas del instituto publico. Ademas de afectar a la vida de una cuarta que fue la primera sospechosa, aunque inocente del crimen. Un periodista especializado en crímenes, escritor de un único éxito, intenta reverdecer laureles contando la auténtica versión de los hechos, por lo que irá entrevistando a las implicadas en el caso o sus parientes próximos.
Clark arremete sin compasión contra diversos elementos de la sociedad inglesa actual. De alguna forma, tal y como he entendido el libro, ese microclima en esa decadente pequeña ciudad costera del norte de Inglaterra es un trasunto de la decadencia del Reino Unido, y especialmente de la predominante Inglaterra. La división social entre brexitas y antibrexitas, el racismo rancio de los nacionalistas ingleses, frente a lo políticamente correcto de los inmigrantes más o menos integrados, las tóxicas relaciones entre las niñas y adolescentes, en las que el haber nacido o vivido en uno u otro barrio de la ciudad puede ser determinante de su futuro, de su posición social. Y la sátira con el género, ya que el narrador principal, en una primera persona indirecta, y por lo tanto absolutamente falto de credibilidad, disfraza su intención sensacionalista de pretendida investigación periodística seria.
He de reconocer que me costó entrar en la lectura. Y de hecho tuve varias interrupciones en su lectura hasta que la terminé volviendo de Málaga. Pero en cuanto cogí el tono de la historia y la narración, empecé a considerar tremendamente interesante, hasta cierto punto adictiva, casi apasionante. No es perfecta. Pero es un relato actual, con temas actuales, de una autora joven y prometedora. Y con un sentido del humor probablemente retorcido. Lo cual está muy bien.
Esta serie de fotografías que ilustran esta entrada de este Cuaderno de ruta puede verse, comentada desde un punto de vista de la técnica fotográfica, en Carlos en plata. Arquitectura y paisaje ferroviario con Leica M6, Zeiss Planar 50 mm f2 y Adox HR50… con filtro amarillo.
Ya he mostrado de todo lo que tenía que mostrar, al menos de momento, sobre mis viajes más recientes. Así que vuelvo a la fotografía cotidiana. La del entorno urbano familiar; arquitectura, paisaje industrial y ferroviario, lo que se tercie.
En esta ocasión, un fin de semana con cámara de postín y película en blanco y negro de baja sensibilidad, alta nitidez y contraste y grano fino. Tarde del sábado buscando motivos graficos en el paisaje y la arquitectura de la margen izquierda del Ebro en Zaragoza, y mañana del domingo entre las vías y las estructuras industriales del entorno de la estación de Casetas.
Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta pueden verse, desprovistas de texto, en fotos en serie. Los bosques de Iwami Ginzan me vienen de perlas para ilustrar esta entrada.
Cuando fui a ver en sesión tempranera de tarde esta película del japonés Masakazu Kaneko, tenía buenas sensaciones. Y en ese viernes, a las cuatro y media de la tarde, en la sala había más gente de la que esperaba. Poca, claro. Dada la nacionalidad de la película y que se trata de una versión original subtitulada, a la que la gente en este país, o al menos en Zaragoza, parece tenerles mucha alergia. El caso es que lo que había oído de ella, aunque no mucho, apuntaba a pequeña joya.
Kaneko nos lleva a finales de los años 50, cuando Japón ha pasado lo peor de la posguerra, y el desarrollismo económico está empezando a despuntar. En una pequeña población de montaña, un padre de familia ve con esperanza las obras que van a llevarse a cabo para construir una nueva presa en un angosto valle, aunque muchos árboles perecerán. Pero transmite a su hijo (Sanetoshi Ariyama) la esperanza del progreso. Poco después, este acude a una sesión de cuenta cuentos, donde el narrador, y también la película, nos traslada trescientos años al pasado. Allí una jovencita y bella aldeana (Asuka Hanamura) vive con su padre y su hermano menor (el mismo actor que el hijo del siglo XX). Aunque pretendida por el hijo del caciquillo de la aldea, se enamora de un joven en la montaña (Yo Aoi), que viaja con unos torneros de madera nómadas. Pero la relación parece imposible… y quizá con un final trágico,… que tal vez pueda evitar el niño del siglo XX.
Tiene muchas cosas para encandilar esta película. En primer lugar, la realización. Tranquila, reposada. Muy japonesa. De atención al pequeño detalle. Cámara tranquila. Sin movimientos bruscos, pero muy elegantes. A veces fija. Fotografía y sonido, naturalistas. Y hermosa, sin artificios. Aprovechando el paisaje, el entorno, sin falsearlo, de forma también muy natural. Y con un ritmo tranquilo, pero con ritmo. De gran nivel, en su sencillez.
En segundo lugar, sus interpretaciones. Kaneko saca oro de unos intérpretes jóvenes, especialmente los tres mencionados, dos jóvenes poco más que adolescentes y un niño de 10 años, que son capaces de expresar de todo con sus gestos y sus rostros. Aprovechando al máximo la belleza sin artificios de los jóvenes, y la naturalidad reflexiva y curiosa del niño.
Y en tercer lugar, la estructura y los temas que trata el filme. Un canto a la naturaleza y a un estilo de vida en el que el ser humano se integra en ella, con respeto mutuo. Y todo ello en forma de fábula, en la que el presente se mezcla con las leyendas del pasado y uno y otras se representan en el otro. Niños capaces de viajar al pasado, cuencos de madera que se aparecen en el presente. Un ciclo de reconocimiento y salvación mutua. Un hermosura de película y de historia. ¿Tengo que insistir en que es muy recomendable? Aunque probablemente ya habrá desaparecido de la cartelera. Cosas que pasan con el arte más puro. Lo peor,… el pretencioso título que le han puesto a la película en castellano.
Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta están comentadas desde el punto de vista de la técnica fotográfica en Fotos en serie. Ingwangsan es una montaña que está en Seúl, y no en una provincia lejana a la capital surcoreana. Pero servirá de forma adecuada para ilustrar esta entrada.
En los últimos tiempos, creo que ya lo he comentado en alguna ocasión con anterioridad, me cuesta encontrar teleseries surcoreanas que me enganche. Ya he dicho muchas veces que, con frecuencia, son guilty pleasures que me entretienen los fines de semana. O sea que no se trata de calidad. Pero se trata de simpatía, a veces empatía, o simplemente diversión sencilla. Hasta tal punto es así que, en unas semanas en las que he estado un poquito abrumado con distintas cuestiones, y necesitaba algo de relax sin pensar al llegar a casa, he tirado de «archivo» y he vuelto a ver Resident Playbook, derivada de la excelente Hospital Playlist. La serie de los residentes de obstetricia y ginecología ha crecido en mi memoria. Y efectivamente la he disfrutado mucho, más, en su segunda visualización.
Pero previamente acabe de ver las dos temporadas de Sulkkundosiyeojadeul [술꾼도시여자들, mujeres bebedoras de ciudad], que en inglés/castellano la encontramos como Work later, drink now / Más beber y menos trabajo. Una serie que podemos encontrar en su primera temporada, de 2021, en Amazon Primer Video, pero cuya segunda temporada, de 2022-2023, hay que buscar en BiliBili, necesariamente en versión original subtitulada en inglés. Lo cual no me supone un problema, pero es un rollo para ver. Cada una de estas temporadas consta de 12 episodios de entre 30 y 45 minutos. Los primeros episodios de cada temporada son más cortitos, y se van alargando. De la misma forma que esos episodios cortitos tienen sabor a comedia de situación, mientras que conforme se alargan en la temporada adquieren más tono de drama.
La fórmula de la serie no es la primera vez que me la encuentro en las series surcoreanas. Tres amigas, de personalidades muy diferentes, pero muy unidas, que se llevan muy bien, confían unas en otras, mientras navegan por la vida con sus problemas laborales, familiares y algún romance que otro. Una es muy profesional y responsable, guionista de televisión, Lee Sun-bin, otra es muy atractiva físicamente, pero de carácter superficial, profesora de yoga, Han Sun-hwa, y la tercera, reservada y con un fracaso profesional como profesora de instituto, dedicándose a la papiroflexia en una canal de algo parecido a Youtube, Jung Eun-ji. El único fijo masculino es un colega de la primera, y principal interés romántico de esta, Choi Siwon. Las interpretaciones son bastante buenas, y es una serie bien hecha, con buenos guiones, muy entretenida, y cuyas protagonistas generan mucha empatía y simpatía. Pero…
Sí. Tiene algunos peros. Y es que la serie es aberrante en una serie de cuestiones que, si influyen en los telespectadores, especialmente en las telespectadoras, pueden influir muy negativamente en la salud de las mismas. Y lo digo en serio. Soy profesional de la salud, médico, y ha habido momentos en los que, sencillamente, me he horrorizado con la propuesta. Especialmente grave por la simpatía de la serie. La primera está ya en el título; la desmesura en la ingesta de bebidas alcohólicas, que en ningún momento se ve como un hábito tóxico de consecuencias nefastas, más allá de los chascarrillos cómicos asociados a la embriaguez. Con el ritmo de ingesta que muestran en la pantalla, estas mujeres de treinta años tienen que tener un alcoholismo implantado, alteraciones físicas y metabólicas importantes y descomposición del ambiente laboral y familiar. Y si no en ese momento de su vida, sucederá pronto. Y nada de eso se ve ni se plantea. Hay que considerar que por el metabolismo propio de la mujer, el impacto del alcohol y sus metabolitos en las mujeres es mayor que en los hombres. Esta glorificación del consumo de alcohol me ha parecido un horror. Y se da con frecuencia en las series surcoreanas, en las que los consumos desmesurados de soju y cerveza son frecuentes. Desconozco la realidad del alcoholismo en el país asiático, pero si las series son un reflejo de la realidad, será un problema importante.
El otro tiene que ver con uno de los arcos dramáticos de la serie. Algunos podrían considerar espóiler lo que voy a comentar a continuación, quedáis avisados…
… … …
Al final de la primera temporada, e indicando por dónde va a empezar la segunda temporada, a una de las chicas, con treinta años, se le diagnostica de un cáncer de mama, que ha de ser operado y en el que se encuentra incluso alguna progresión del tumor a ganglios linfáticos. A la joven se le indica tratamiento quimioterápico, como es lógico. Por mucho tumor que se haya retirado en la intervención quirúrgica, el cáncer de mama es más agresivo y propenso a recidivas graves cuanto más joven es la mujer. Y treinta años de edad es ser muy joven. Pero la joven, con sus amigas, se retiran durante un año a vivir en la naturaleza, vida «sana», ambiente puro, en lugar de tratarse. Y hay final feliz. El tumor no reaparece. ¡¡¡ ESTE PLANTEAMIENTO ES UNA IMBECILIDAD !!! Podría admitir que la intervención quirúrgica elimina el tumor, sin que existan micrometástasis a distancia. Pero la chica quedaría curada yéndose a la montaña como en la serie, quedándose en Seúl trabajando o de viaje en las Chimbambas. Lo que no se da es que se cure precisamente por irse al monte a un tienda de campaña conviviendo con los insectos y los jabalíes. Este tipo promoción de las pseudoterapias ha producido, y me consta por he conocido a pacientes en situaciones similares, muertes que se podrían haber evitado. Las series de televisión, especialmente las que tienen un impacto, tienen una responsabilidad. Y esta es aberrante al respecto.
La serie… ¿es recomendable? Pues no sé qué decir. Es buena desde ciertos puntos de vista, pero nociva desde otros. Muy nociva.
Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta están comentadas desde el punto de vista de la técnica fotográfica en Carlos en plata. Comentario técnico de las fotografías realizadas durante el viaje a Andalucía el 26 de octubre de 2025 con Leica M6 y 8Hundred film.
Voy con la última entrada de las fotografías realizadas con película fotográfica para negativos en color en la escapada a Andalucía de finales de octubre. Agote las reservas de mi película principal, y tuve que tirar de la que me lleve de reserva, por si acaso las fotografías están tomadas en el puerto de Málaga y en la playa de la Malagueta, por la mañana, y en el casco histórico de Álora, por la tarde.
Málaga
Como podréis observar, las fotos no están del todo bien. Algunas de ellas tiene zonas o «manchas» de todos anaranjados que, de momento, no con toda seguridad, achaco al proceso de digitalizado del negativo. No creo que estén en el original. Pero lo tengo que comprobar.
Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta pueden verse, desprovistas de texto, en fotos en serie. Caminando a lo largo de la línea Kibi de ferrocarril, popularmente conocida como linea Momotarō, por atravesar las tierras donde presuntamente nació este popular héroe de los cuentos japoneses. Aunque los eruditos dicen que esa presunción es un «cuento» propagandístico de los responsables del turismo de la zona para atraer viajeros. El sitio está bien, momotaros aparte.
Vamos con un libro de fácil lectura que leí durante el viaje a Japón, cuando tenía algún ratito en desplazamientos en tren y a los que íbamos no nos apetecía conversar. Es un libro del escritor japonés Osamu Dazai, publicado en 1945. Una descripción amplia del contenido del libro se detalla en la Wikipedia en inglés. Dazai fue un escritor de vida torturada. En su juventud tuvo conflictos políticos al ser izquierdista en un país con fuertes sentimientos conservadores y anticomunistas. Se casó en dos ocasiones y tuvo varias amantes. Se suicidó con la última. Y siempre aspiró al reconocimiento público de su valía como escritor. Y, aunque lo tuvo, siempre se sintió un segundón. Dicen que sus mejores libros vinieron en sus últimos años de vida.
Esta recopilación de cuatro cuentos surgió de los bombardeos de Tokio. Su casa fue destruida dos veces en estos bombardeos, aunque nadie de la familia murió, e incluso tuvo un hijo en 1944. La cuestión es que durante los bombardeos, en el refugio, contaba cuentos tradicionales a su hija mayor, cuentos que probablemente modificada, y de ellos salieron las versiones particulares de cuatro de los más famosos cuentos populares del País del Sol Naciente. Tituló a su colección Otogi-zōshi お伽草紙, que parece referirse a la más popular colección de cuentos populares del país, también Otogi-zōshi 御伽草子, aunque con una serie de caracteres diferentes. Se me escapa la trascendencia de este cambio, si es que existe. Los cuatro cuentos que reversiona Dazai son:
La historia de Urashima.
La montaña Kachi-kachi.
El gorrión de la lengua cortada.
El lobanillo desaparecido.
Pero frente al carácter amable, apropiado para todos los públicos y moralista de las fábulas originales, esto tiene una mirada cínica o satírica, criticando estereotipo y conceptos morales que probablemente el autor consideraba desfasados. Especialmente entre con cierta acidez a criticar la relaciones conyugales, o las relaciones entre hombres y mujeres en general.
La edición que he leído no sólo incluyen los cuatro cuentos tal y como los escribió el autor, sino que también incluyen versiones bien conocidas de los cuatro cuentos originales, lo que permite comparar las historias y sus diferencias. He de decir que alguno de los cuentos tradicionales podría no se tan «adecuado» para los niños,… pero no voy a entrar en eso. Como repito muchas veces, en la cultura occidental, la historia de Caperucita Roja en realidad no va de una niña tan niña, el lobo no es propiamente un lobo, y cuando habla de comerse a la «niña» se sobrentiende que lo que hacen es «otra cosa». Pues eso. Que los cuantos tradicionales no necesariamente son para niños. Otro ejemplo, en la versión italiana y más antigua de la Bella Durmiente, el príncipe no la despierta con un besito,… la viola. En fin…
Dicho lo cual, es una lectura entretenida, apropiada para las circunstancias. Bien ambientado por el lugar donde viajábamos, relatos cortos que se acoplaban bien a esos desplazamientos en los que no nos apetecía hablar, bien escritos… algo satíricos,… qué más vas a pedir. Como curiosidad, Dazai se planteó también una versión modificada de Momotarō, por cuyo «lugar de nacimiento» anduvimos, pero al final lo desechó por no encontró un ángulo adecuado para hacerlo.
Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta pueden verse, desprovistas de texto, en fotos en serie. El entorno en que suceden las cosas, tiene algo de anodino, así que voy con unas fotos de un entorno que a muchos les parecerá anodino, en la estación de tren de Casetas, próxima a Zaragoza.
Desde hace un tiempo soy habitual de las películas de Yorgos Lanthimos. Desde Lobster, yo creo. No siempre tengo claro dónde quiere ir. Pero me parece que sus propuestas son muy estimulantes, que siempre tienen algo, que son buen cine y, además, te obligan a ser un espectador activo de la película. Especialmente frente a las propuestas comerciales más habituales, que son productos de digestión rápida para públicos pasivos. Para mí, por muy caras que cuesten, las exitosas películas de superhéroes y similares son el equivalente a comer en una hamburguesa con carne de origen desconocido, procedente de una cadena de comida rápida. Y ese tipo de comida, si alguna vez me gustó,… hace mucho que me cansó.
Y en esta ocasión viene acompañado de un corto reparto, pero con dos intérpretes que en los últimos años me han parecido excelentes. La más famosa Emma Stone, que aquí hace de empresaria de moda de una empresa biotecnológica, y al menos famoso, pero igualmente imprescindible, Jesse Plemons, que lleva una racha de películas con interpretaciones excelentes que ya quisieran muchos impresentables con Oscar honorífico. Y aquí hará de un tipo, entre activista y descerebrado, que secuestrará a la anterior con el fin de detener, según su paranoia de la conspiración, las actividades de unos invasores extraterrestres que controlan la Tierra, y de la que, según sus deducciones, la empresaria es una líder destacada. Y no nos olvidemos que hay un tercero en discordia, interpretado por Aidan Delbis, primo del anterior y coautor casi silencioso del secuestro.
La película es una peculiar adaptación de una película surcoreana del año 2003, dirigida por Jang Joon-hwan, que aparece como coguionista en los créditos de la película que nos ocupa hoy. Me gustaría ver la película original. Y según me dicen los buscadores, está disponible en Netflix EE.UU., pero no la encuentro en Netflix España… Si la encuentro por alguna parte… ya os lo contaré. El caso es que, aunque su premisa es relativamente original, he de decir que llegado un momento de la película, lleno de chispa, empecé a sospechar por dónde iban a ir los tiros. Será que soy médico… pero me pareció una pista muy descarada. Pero parece que muchos otros espectadores fueron sorprendidos. En cualquier caso, sin ser exactamente igual que a películas previas del director en su estilo, no deja de tener su punto de absurdo, al mismo tiempo que de crítica social. Lanthimos rueda bien. Y los intérpretes están estupendos. Pero…
Pero a la corta y a la larga, ya hace diez días que la vimos, la película deja poco poso. Sí. Nos intrigó. Pasamos algún momento bueno. Y alguno no tan bueno. Porque no faltan dosis de violencia y sangre en el filme. Pero tampoco aportar mucho más a lo que ya se ha dicho sobre muchos temas. Y en cuanto a su punto de absurdo… pues los hay más agudos, más ingeniosos. Por eso me gustaría ver el original. Saber cómo se planteó ahí el argumento y su resolución. Ver que llamó la atención de Lanthimos para adaptarla a su propia mirada. En cualquier caso, no me parece mala película. Tiene virtudes cinematográficas de sobra. Pero sin más. Normal.
Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta están comentadas desde el punto de vista de la técnica fotográfica en Carlos en plata. Comentario técnico de las fotografías realizadas durante el viaje a Andalucía entre el 22 y el 26 de octubre de 2025 con Leica M6 y 4Hundred film.
La semana pasada comentaba la primera parte de mi experiencia fotográfica con película fotográfica tradicional por tierras de Andalucía; la que correspondía a película negativa en blanco y negro. Ya comenté los motivos por los que la cosa no fue del todo bien. Más bien chunga. Aunque no tuvo que ver con lo que pasó en el viaje, sino con el revelado. Vamos ahora con los negativos en color.
Málaga
El comentario irá en dos partes, porque utilicé dos tipos de película distintos, aunque teóricamente relacionados. En principio iba a comentarlo todo en una misma entrada, pero creo que conviene separarlo. Porque, aunque teóricamente relacionados, probablemente a nivel tecnológico también, son dos películas de características muy distintas.
AntequeraGranada
En esta segunda entrega de las fotos realizadas con película fotográfica en el viaje a Andalucía de 2025, primera de las que dedicaré a los negativos en color, voy con fotografías de Málaga, Antequera y Granada. Que podrían haber estado mejor, si las luces no hubiesen sido tan duras durante todo el viaje. Pero algunas hay majas. Y en general, dadas las circunstancias, no me quejo de los resultados.
Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta pueden verse, desprovistas de texto, en fotos en serie. Hoy, Londres, donde transcurre la novela, con una cámara fabricada cuando se escribió la novela, Zeiss Ikon Ikonta 521/16 con Ilford HP5 Plus.
Desde hace ya una década, por lo menos, es raro que haga relecturas. Hay demasiados libros en el mundo como para volver repetidamente a lo que ya fue leído. Lo curioso es que en mis primeras décadas de vida como lector no era infrecuente que volviese a leer libros que me habían gustado, o que sentía que precisaban más de una lectura para ser digeridos, o incluso libros que no me habían gustado demasiado pero que tenían un yo que sé, qué sé yo. Hace unos meses apareció como oferta a un precio ridículo la versión en libro electrónico de la más famosa obra de George Orwell, y la cogí. No sabia si la iba a volver a leer. Por tenerla. Porque es uno de esos libros que hay que tener. Al final la he vuelto a leer. Por lo menos 30 años desde la última vez que la leí.
La última vez que la leí, porque si no recuerdo mal, en mi juventud leí tres veces esta novela. La primera vez no tendría más de 16 a 18 años. Estaba en una colección de 100 libros que publicó la editorial Salvat por entregas. Más padrinos la tenían. Supongo que por iniciativa de alguna de sus hijas, mis tatas. Tato o tata es la forma en que en Aragón se llama al hermano o hermana mayor, pero también a figuras que ejercen una función social o familiar similar aunque no sean hermanos de sangre. Bueno, no sé si es exclusivo de Aragón, pero no he conocido personas de otras regiones españolas que lo hayan usado, al menos con la asiduidad que se usa por aquí. Creo que fui la persona que más libros leyó de aquella colección. Algunos varias veces. Como este. O la versión literaria de Arthur C. Clarke de 2001, una odisea del espacio. Entre otros libros muy interesantes. La segunda vez fue cuando se estrenó la adaptación cinematográfica de la novela, coincidiendo con el año del título, año en el que respiramos aliviados de no vivir en el mundo que Orwell imaginó. Tiempos de optimismo social y político en esta España mía, esta España nuestra que cantaba Cecilia. Dicen que en la versión original de la cantante decía esta España viva, esta España muerta, pero la censura fascista del régimen de Franco no la permitió. Pero ahí estábamos en 1984, optimistas porque creíamos que habíamos o estábamos dejando atrás ese fascismo.
La leí por tercera vez en torno a 1994 o 1995. Y por algún motivo, quizá por la crisis económica que siguió a la burbuja de los fastos de 1992, los primeros escarceos públicos con la corrupción de los partidos políticos, y la deriva hacia la derecha, todavía muy moderada, de los partidos políticos españoles, en aquella lectura sentí que había más cosas en el contenido de la novela de las que había percibido con anterioridad. Aquellos defectillos de la democracia española, que tenían su equivalente en la situación global tras el derrumbe de la Unión Soviética, la primera Guerra del Golfo y el desastre de las guerras de los Balcanes, fueron consolidándose y evolucionando. Y las primeras décadas del siglo XXI del que ya hemos consumido una cuarta parte, han puesto tristemente de actualidad los temas que la novela de Orwell trata. Quizá hoy no estemos ante los regímenes totalitarios que imaginaba el escritor británico a imagen y semejanza de los regímenes alemán y soviético de la primera mitad del siglo XX. Hoy en día los hermanos mayores… Bueno, lo tenía que decir. Big Brother no se debería haber traducido nunca al castellano como Gran Hermano. Esa es una expresión inglesa para hablar del hermano mayor de una persona. Pero el mal ya está hecho, y parece irremediable. Con las connotaciones diferentes que conlleva la expresión. Volviendo, los hermanos mayores de hoy en día no son misteriosos y distantes dictadores de aspecto más o menos estalinista. Nop. Hoy en día son plutócratas, dueños de grandes conglomerados empresariales que acceden al poder por sí mismo, o a través de marionetas que surgen en los partidos políticos tradicionales, cada vez más irrelevantes a la hora de proponer modelos de sociedad claros y de referencia para los ciudadanos de un país.
Pero lo que define una distopía, o dictadura, incluso si esta se disfraza de democracia, orwelliana, no es su carácter de régimen totalitario. Esa es la forma que toma en el libro de Orwell, porque estaba muy reciente la catástrofe de la Segunda Guerra Mundial y alza de los totalitarismos nazi y comunista. 1984 fue escrita en 1949, que no se nos olvide. Lo que caracteriza la distopía/dictadura orwelliana es la alteración del lenguaje, la alteración de la historia, la alteración de la verdad. El concepto de verdad desaparece. La historia es la que se decide que sea, no lo que sucedió. Y modificamos el vocabulario y la forma en la que hablamos de forma planificada para ajustarlo al dogma político y social. Obsérvese que algunas de estas características abarcan a todo el espectro político de nuestros tiempos, no son exclusivos del sector más conservador populista del mismo como algunos creen. Y fíjense, los destinatarios de la represión, de la vigilancia y del control no es el conjunto de la población. Es la clase media de la distopía, los burócratas del partido único que curiosamente colaboran cotidiana y activamente a mantener el sistema, al mismo tiempo que arriesgan todos los días su vida simplemente si les da por pensar. O hablar en la lengua tradicional. Da mucho que pensar. La masa poco formada y obrera, si tienen una ración mínimamente suficiente de pan y circo… no es peligrosa. La élite es la élite… no hay más que decir. Es la clase media a quien hay que controlar. O quizá acabar con ella. Es ahí donde surgen los riesgos para los regímenes políticos. Entre los que piensan y tienen una educación, y un sentido crítico. Como decía, si superas la anécdota de la ambientación que propone Orwell, el libro da mucho que pensar.
No. No he hecho un resumen del argumento del libro. Para qué. Es muy conocido por quienes puedan tener interés en este relato. O es indiferente para la masa que no se interesa ni se interesará nunca por él. A pesar de todo, con los muchos defectos que tenía Orwell, un escritor, una persona llena de contradicciones internas, es un libro imprescindible. Que hay que leer al menos una vez en la vida. Aunque es de lo que quizá sea preciso leer más de una vez. Y que hoy, más que nunca, sigue estando de rabiosa actualidad, aunque no se lo parezca a muchas personas.
Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta pueden verse, desprovistas de texto, en fotos en serie. El año pasado visitamos el monasterio de la Encarnación de Osuna, de clausura. Donde constatamos algo de lo que no se habla en la película; que muchas de las novicias y monjas, más o menos jóvenes, especialmente las que vienen de África y Sudamérica, porque en España son pocas, acaban siendo las criadas y cuidadoras de las monjas ancianas. Y algunos ejemplos he conocido de monjas que abandonaron el convento con algún discurso como ese.
Nos cuesta mucho ir al cine a ver películas españolas. Creo que ya lo he comentado en alguna ocasión. Pero resumiendo, las historias que nos quieren contar nos interesan pocas veces, y con cierta frecuencia, especialmente con repartos jóvenes, la interpretación deja que desear. Quedó atrás el tiempo en que los intérpretes se fogueaban en el teatro antes de pasar al cine, con suficientes tablas. Ahora pasan primero por la televisión, que no es buena escuela de interpretación las más de las veces. Pero las circunstancias se pusieron de cara para ir a ver la última película de Alauda Ruiz de Azúa. Que también venía con unas críticas inmejorables, aunque eso tampoco es de fiar, por la tendencia a hinchar las bondades del producto nacional por parte de muchos críticos. A veces hasta cotas escandalosas.
Ruiz de Azúa nos lleva a Bilbao. A una familia bien. Padre (Miguel Garcés) viudo con tres hijas, la mayor, protagonista de la película (Blanca Soroa), de 17 años. Está la abuela (Mabel Rivera), que se ve buena mujer. Y la tía (Patricia López Arnaiz), que suple hasta cierto punto la ausencia de la madre, pero que tiene sus propios problemas. Como buena familia vasca, católica, lleva a las niñas a un colegio religioso de monjas. Aunque la tía se ha vuelto descreída. El padre intenta recomponer su vida con otra mujer (Leire Zuazua), aceptada por las niñas pequeñas, pero no por la mayor. Y tiene problemas económicos. Y en estas estamos cuando, la mayor a punto de entrar en la universidad, e influida por el cura del colegio (Víctor Sainz) y la superiora de un convento de clausura (Nagore Aranburu) donde hacen ejercicios espirituales, declara que contempla la posibilidad de profesar como monja del convento. Esto pondrá a todos los adultos patas arriba. Donde por otro lado, se me olvidaba, está la pareja de la tía, un argentino (Juan Minujín) con quien tiene un hijo, un poco despistado en la vida. Pero que conste ya que es el personaje más honesto y que mejor me cae de todos los que sale, y el que intenta tener la conversación más honesta con la chica de todos los que la rodean.
Vamos con las cosas buenas. La forma en que Ruiz de Azúa rueda se puede calificar, sin temor a exagerar, como magistral. Si alguna pega he de poner a la película será en el mensaje que nos hace llegar, no en su maestría a la hora de coger todos los elementos, encuadres, fotografía e iluminación, sonido, montaje, dirección actoral,… y hacerlos encajar a la perfección. La película es un goce de ver. Y a esto hay que acompañar los trabajos actorales que son también más que notables. Actuaciones expresivas, con las palabras justas, especialmente en la protagonista, pero no únicamente. Es una película en la que para alcanzar a imaginar lo que piensan los personajes hay que ir más allá de las palabras, porque todos son sinceros a la hora de decir que les importa la chica, a la que quieren, pero no lo son a la hora de decir que es lo único que los mueve. Salvo el tío argentino, probablemente el adulto más honesto. Por lo tanto, los gestos, los silencios, las posturas, las relaciones, son fundamentales para leer la película.
Donde empiezo a tener dudas es en el mensaje que nos quiere trasladar Ruiz de Azúa. Ella insiste en sus declaraciones que pretende no emitir juicios, que quiere plantear el dilema de la chica, y presentar lo que pueden ser las reacciones de quienes la rodean. Pero sin prejuicios. Y en esto me siento desorientado. En el lado de los que tiran de la chica hacia el convento,… Bueno, he de decir que no sé si lo que yo aprecio es lo que realmente quiere contar Ruiz de Azúa o si la película se le ha independizado y va por libre, sujeta a la interpretación del espectador. Los que tiran hacia el convento. No puedo considerar a la película neutra. La superiora es maquiavélica. Y el cura… habla en eslóganes, que pueden ser eficaces, pero en ocasiones llega a ser casi una caricatura de este tipo de curas. Y parece que no han cambiado mucho desde que yo estaba en esa edad en un colegio religioso a finales de los años 70. Pero el factor principal, no dejan de dorarle la píldora la chica con lo «inteligente» que es.
Los que tiran para el otro lado… prácticamente es la tía en solitario. Que después de haber representado el papel de madre sustituta en algunos aspectos, siente que se le escapa la niña. Y que comete el gran error, que es negar de alguna forma esa «inteligencia» con la que alaban los religiosos a la niña. Los que se la quitan. El padre… que presuntamente quiere respetar la libertad de su hija,… con problemas económicos,… y con una novia a la que la hija no traga… ¿de verdad esta respetando a su hijas como la mayor parte de los comentaristas dicen? ¿o esta viendo que se libera de una carga económica y para sus relaciones personales, quedando encima bien como padre abierto? Ahí lo dejo. Ya he sugerido que el tío argentino, puede ser el único que, sin intereses personales, bastante tiene con sus problemas, intenta dialogar de una forma respetuosa con la joven.
Y la joven, ¿es tan inteligente como dicen los religiosos?, ¿es tan inexperta en la vida como dice la tía?, ¿en qué medida no está sufriendo una presión de grupo que idealiza algo frente a los problemas cotidianos familiares? ¿Es libre a la hora de elegir o viene condicionada por el sesgo que le introducen quienes se sitúan «a su lado» frente a la familia en la que es una más, con sus responsabilidades y con las cosas que no le gustan? La interpretación de la chica sería perfecta, en cualquier caso es muy buena, si supiéramos que piensa realmente. Hay indicios. Y sabemos su decisión final. Pero no sabemos qué piensa sobre muchas cosas.
Y luego está el problema de las equidistancias. Me molestan mucho las equidistancias. Casi nunca que dos opuestos ideológicos se enfrentan hay equidistancia. Eso es una falacia. Como la confusión que lleva a que el derecho a respetar que todos tengan una opinión sea lo mismo que respetar todas las opiniones. No. No todas las opiniones son respetables. No todas las posturas son igualmente respetables. No todos los valores son igualmente positivos. No podemos ser equidistantes, porque eso da ventaja a las opciones más dañinas. Ruiz de Azúa no creo que sea equidistante, pero me molesta que juegue a serlo. O esa es mi opinión. Y como me molesta, a pesar de las enormes bondades cinematográficas de la película, salí molesto del cine. Como sucedió con las personas que me acompañaron. Pero no me da para reproducir ahora el intenso debate que vino después. No obstante, si podéis, ved la película. Con ojos muy críticos.