[Libro] La salvación de lo bello – Byung-Chul Han

Arte, Literatura

Que no nos confunda el nombre del escritor. Este libro de ensayo no nos va a hablar desde un punto de vista de la cultura asiática oriental. Byung-Chul Han es un surcoreano nacido en Seul, pero se estableció en Alemania cuando tenía 26 años, ahora estaría en los 61, no se conoce con exactitud su fecha de nacimiento, y ha desarrollado casi toda su carrera en Alemania. Por lo tanto, como filósofo, ensayista, escritor en general, hace tiempo que tiene un punto de vista que surge de las sociedades llamadas occidentales. O cuando menos, habría que considerarlo un filósofo de un mundo globalizado.

Cualquiera que conozca un poco las fotografías que hago cotidianamente, sabrá de mi preferencia por las líneas geométricas, por la ortogonalidad, por la limpieza de trazos en la medida de lo posible. ¿Son mis referentes estéticos adquiridos? ¿O es una preferencia establecida por mis genes? Aunque guste a pocos, cada vez hay más datos que hablan de lo segundo.

Cosa que no sé si a él le haría mucha gracia. Este es el primer libro que leo de este filósofo. Y desde las primeras páginas, desde las primeras líneas diría yo, pone en cuestión algunos de los valores más defendidos hoy en día en materia de estética y diseño. Han critica con contundencia la tendencia a lo pulido, lo impecable, lo carente de irregularidades en el diseño y en el arte actual. Con los teléfonos móviles actuales como punto de referencia, aunque también sacudiendo cera a artistas como Koons, o a la moda del «todo» depilado, se rebela contra la antisepsia visual de lo absolutamente suave, absolutamente irregular, absolutamente geométrico. Los minimalismos estéticos, la pureza de líneas, lo perfectamente regular vendría de la mano, da a entender, de un pensamiento único… pelígroso. Para él, el arte, bello o no bello, es irregular. Surge del conflicto, de la emoción intensa, y por lo tanto no puede ser meramente funcional y «perfecto».

He de decir que este libro, mientras lo leía durante mi escapada andaluza de octubre, me produjo cierto grado de shock. Una vez, alguien que bien me conoce, dijo de mí que era muy cartesiano. No se refería tanto al racionalismo filosófico de Descartes en su Discurso del método, al fin y al cabo, de lo que sigue al Cogito, ergo sum… poco favor le hace a la razón como herramienta del pensamiento. Sin observación y sin experimentación, si una base en la realidad, de poco sirve aplicar la razón. Nos dejamos llevar por nuestras tendencias y concepciones previas. Pero Descartes, anticientífico en su filosofía, fue científico en la práctica. También fue matemático, trabajó en la geometría analítica, y se bautizaron a los famosos ejes cartesianos en su honor. Y ahí parece que me sitúan quienes me conocen. En mi necesidad de encuadrar mis experiencias, mis vivencias o mis apetencias estéticas entre unos ejes cartesianos reales o ficticios. Geométricos o éticos. No me acusan de ser tan inflexible como para llamarme «cuadriculado», pero sí de precisar de puntos de referencia claros para aceptar cualquier supuesto. Y estéticamente, tiendo a encontrar agradables, desde mi tierna infancia, las geometrías más armoniosas. Así… preferiré las abstracciones geométricas de Mondrian al expresionismo abstracto de Pollock. O los ordenados hallazgos del renacimiento a los abigarramientos del barroco. O las composiciones fotográficas sencillas, minimalistas y ordenadas, a los imágenes complejas e intrincadas.

Sin embargo, reconozco sentirme atraído por algunas de las propuestas de Han, aunque no al cien por cien. Y es que soy de los que opinan que arte y diseño son disciplinas creativas, como muchas otras. Pero no hay una identidad entre ellas. Y que un diseño limpio y claro me hace sentir bien, mientras que la obra de arte ha de presentar algún reto, algún desafío, alguna tensión, por lo tanto irregularidad, para transmitirme un pensamiento o una emoción. También estoy de acuerdo en que existe un exceso de «positividad» en la sociedad actual. No se admite lo feo, lo triste, lo «negativo» en las comunicaciones actuales, especialmente en la era de las redes sociales. No interesa quien afirma estar deprimido o tener problemas. Se nos «obliga» a estar sonrientes, perpetuamente contentos. Obligatoriamente «optimistas». Incluso en unos tiempos como estos en los que tantos problemas agitan el mundo. Desde los desastres climáticos, a los ecológicos que nos traen nuevos y puñeteros virus a nuestras vidas, o al resurgimiento de las ideologías totalitarias… si es que alguna vez se fueron realmente.

En fin… ha sido una primera vez con la obra de este coreano relativamente germanizado. Ya veremos si hay segundas parte. Pero ha sido interesante.

[TV] Cosas de series; crímenes y vacas en el Reino Unido

Televisión

La semana pasada me despisté y no publiqué ninguna entrada televisiva. A pesar de que tenía materia para ello. En concreto, un par de series británicas vistas en Filmin. Ambas empecé a verlas por curiosidad y ambas sobrepasaron mis expectativas. Aunque deberemos situarlas en su justa medida.

Primero vi, y terminé de ver, Glue. Esta miniserie autolimitada a ocho episodios de unos 45 minutos de duración, aunque esta es variable, tiene ya unos años. Es de 2014. Se trata de un policiaco con trasfondo social. Una comunidad rural, agrícola, inglesa en la que encontramos un grupo de adolescentes a punto de transicionar a la edad juvenil adulta, y entre los que encontramos alguno procedentes de un grupo de etnia romaní. La denominación «gitano» es propia de España, y en algunos países, sus equivalentes se consideran peyorativas. En dicha comunidad, aparentemente idílica, tras una noche de juerga de ese grupo de jóvenes, se produce el asesinato de un joven romaní de 14 años. Entre los policías al cargo de la investigación hay una joven agente en prácticas de la misma étnia. Poco a poco, la investigación irá sacando a la luz las miserias de la comunidad. Tanto entre los romanís como entre los ingleses étnicos. Esta es una serie que va creciendo poco a poco, que va desvelando poco a poco las taras sociales del lugar, las hipocresías colectivas e individuales, y que pone a prueba las lealtades y las afiliaciones de cada cual. Es mejor de lo que aparenta. Y de hecho, por lo que he podido comprobar, tuvo más éxito en la crítica que en el público, aunque tampoco está mal valorada por este. No es una serie original, en los últimos tiempos hemos vistos producciones similares en tema y planteamiento, pero merece la pena recibir la atención del televidente. Como de costumbre en las series británicas, excelentemente interpretada.

En 1996 recorrí con un par de buenos amigos las tierras de York, algo de Yorkshire y Escocia.

Después, me asomé a una comedia amable, la segunda adaptación en forma serie de los libros de James Alfred Wight bajo el pseudónimo literario de James Herriot, un veterinario escocés que ejerció en el norte de Inglaterra. Estos libros, All creatures great and small, como el título de la serie, han sido objeto de adaptaciones al cine y a la televisión de todo tipo, siendo la de más éxito una serie de la BBC que se emitió entre 1978 y 1990. La serie actual no es de la BBC. Por el estilo de producción, por la forma en que se presenta, por los ritmos que lleva y el tono en general, pensaba que tendría un origen similar a Downton Abbey, aunque su cadena televisiva original es distinta. La historia va de un joven veterinario recién licenciado de Glasgow, que recibe una oferta de trabajo como ayudante de un excéntrico veterinario establecido en algún lugar de Yorkshire. Siendo ficción, la serie está basada en las vivencias del autor literario de la saga, y está escrita y rodada con un tono amable, dosificando con calma los momentos más cómicos y los más dramáticos. Los seis episodios que se pueden ver sirven para poner sobre el tablero a todos los personajes del microcosmos, y es de suponer que habrán de llegar nuevos episodios que desarrollen las distintas tramas planteadas. Especialmente, las románticas. La temporada tiene seis episodios, pero hay apuntado un séptimo… quizá, ¿un especial de navidad? En fin. Bien hecha, amable, relajante, con personajes simpáticos y empáticos… ¿qué más se puede pedir?

[Recomendaciones fotográficas] Obituarios, premios y otras cosas

Fotografía

Llevan todo el fin de semana anunciando buen tiempo, pero las nieblas se empeñan en impedirnos ver el sol en Zaragoza. Si por lo menos fueran lo suficientemente densas para tener interés fotográfico… En fin. Quizá ese tono gris mediocre que inunda el ambiente sea el que más esté de acuerdo con los tiempos. Vamos con algunas cosas de interés en el mundo de la fotografía de esta semana.

Desde Magnum Photos nos anuncian el fallecimiento del franco-suizo Bruno Barbey (1941 – 2020) a los 79 años. Uno de esos fotógrafos bregados, literalmente, en decenas de batallas. Recorriendo los conflictos que han salpicado el mundo en la segunda mitad del siglo XX. En el siglo XXI buscó otros temas, que reflejan los cambios en las sociedades modernas. Casi todo el mundo ha visto en algún momento una fotografía de Barbey, aunque pocos sabrían identificar su autor.

Por fin estoy terminando mi libro de fotografías de Oporto y alrededores, que me está costando más de lo habitual. Principalmente, sobre la base de ls fotografías en blanco y negro realizadas con película negativa tradicional, «gracias» al extravío de mi cámara digital.

Varios medios nacionales, como Clavoardiendo, se han hecho eco del fallecimiento de Miguel Oriola (1943 – 2020). Uno de los fotógrafos que indujo cambios en la fotografía española durante y tras la transición política. Tanto formales como de fondo, aunque no ha sido tan mediático y conocido por el gran público como otros. Quizá, como otros fotógrafos de la época, trabajó tanto y en tal variedad de ámbitos, que es difícil localizarlo con precisión. Pero merece la pena recorrer su obra.

También a través de Clavoardiendo me entero de que este año de actos virtuales se ha concedido el Premio Nacional de Fotografía 2020 a Ana Teresa Ortega. Y aquí me pilláis en un renuncio, por que no estoy al tanto de la obra de esta fotógrafa. Así que ya tengo que hacer en cuanto tenga un rato. Aunque lo poco que he visto me muestra una fotógrafa que supedita la forma al contenido, al concepto.

El domingo me fui a hacer algo de fotografía de aproximación y macrofotografía. Nada especial; probar cosas. Y poco después, en las vistosas galerías de In Focus de The Atlantic nos traen a los ganadores de la competición Close-Up Photographer of the Year (Fotógrafo de aproximación del año). Verdaderas maravillas que combinan ciencia, estética y habilidad técnica.

En los últimos años se ha hecho muy popular la fotografía de la serie Satellites del noruego Jonas Bendiksen. Una extraña escena en la que se mezclan unos chatarreros de basura espacial, un paisaje primaveral y una «nevada» de cientos de miles de mariposas blancas. Realmente, es una escena fascinante. En Cartier-Bresson no es un reloj han dedicado un interesante artículo a la fotografía de Bendiksen y a su trabajo en general. Por cierto, la serie se denomina así, satélites, no por los chismes espaciales sino por el recorrido del fotógrafo por los países o pseudopaíses que surgieron en la órbita rusa tras la caída de la Unión Soviética.

En otro orden de cosas, tres trabajos que me han llamado la atención:

En American Suburb X, el de Mimi Plumb, The White Sky, repasando el terreno social y piscológico del paisaje californiano, especialmente el más desértico, en los años 70 del siglo XX.

En LensCulture, el regreso de la fotógrafa Wang Lu (instagram) a su ciudad natal en China, ahora reside en Tokyo, registrando los muchos cambios que la ciudad ha sufrido, al igual que sucede en buena parte del gigante asiático.

Finalmente, en 35mmc, Sumaiya Tazin (instagram) nos trae las fotografías que reflejan su vida de adolescente y universitaria en un país complejo para las mujeres como es Bangladesh. Fotografías que no se tomaron para convertirse en un proyecto o en arte o en nada parecido, pero que en estos momentos constituyen un documento inapreciable sobre un tiempo, un lugar y unas personas. También ahora se encuentra residiendo en Japón… ¿Qué tendrá el país para el resto de los asiáticos, con el mal que les dio en un momento dado?

[Cine] On the rocks (2020)

Cine

On the rocks (2020; 57/20201108)

Otra semana sin visita a las salas de cine. Entre las consecuencias directas de la pandemia y las limitaciones en los estrenos debidas también a la misma, cuesta mucho hacer el esfuerzo de desplazarse hasta la gran pantalla. Más si tenemos en cuenta lo afectada que está la oferta de versiones originales. Y la cosa no mejora, por lo que he visto en los estrenos de esta semana. Nunca había visto estrenar tantos documentales.

En cualquier caso, tenemos las plataformas en internet para ver cine de estreno. No es lo mismo, pero menos da una piedra. Y en esta ocasión, en AppleTV+ nos encontramos con el estreno de lo último se Sofia Coppola, que actúa también como guionista, contando de nuevo, como en una de sus más célebres películas, la mejor en mi opinión, con Bill Murray como coprotagonista.

Al igual que la mayor parte de las comedias de Woody Allen, esta de Sofia Coppola transcurre, casi toda ella, en la Gran Manzana. Así que fotográficamente nos daremos un paseo por Central Park.

Y nuevamente en una relación entre hombre maduro y mujer más joven. Un hombre mucho más maduro, han pasado 17 años desde aquella estupenda película, con una mujer, interpretada por Rashida Jones, bastante menos joven. Esta interpreta a una mujer en sus treinta y muchos que de repente empieza a sospechar que su marido (Marlon Wayans) puede serle infiel con su socia en el trabajo, una mujer más joven y guapa (Jessica Henwick). Laura, es el nombre la protagonista, se confía a su padre, un vividor mujeriego y simpático, y esta la lleva en una espiral detectivesca para averiguar la verdad.

Aunque el planteamiento de la película puede recordar en algunos aspectos a Lost in translation, lo cierto es que el tono es muy distinto. Y a lo que realmente me recuerda es a algunas comedias de Woody Allen, algunas de las menos trascendentes, en los que los protagonistas se ven metidos en líos actuando bajo unas premisas,… que a veces pueden no ser muy acertadas.

Realizada con oficio, y con unos protagonistas que ponen de su parte para que todo salga adelante, lo cierto es que finalmente la película resulta bastante previsible. Como comedia, no llega a tener toda la comicidad necesaria. Como drama ligero sobre las relaciones entre un padre y una hija, no profundiza todo lo adecuado. Como reflexión sobre las crisis de pareja… la mencionada crisis es más un macguffin para desencadenar la acción que un tema importante en sí mismo. Y como reflexión sobre las crisis de las mujeres de cierta edad que se debaten entre su papel de amas de casa y profesionales independientes sin hallar el adecuado equilibrio, tampoco hay una especial profundidad en los planteamientos. Todo queda esbozado, nada es contado con detalle, y al final todo queda en una peripecia con tonos simpáticos, algún momento divertido y algún bajón más de la cuenta en una historia que sobrepasa por poco los 90 minutos de duración.

No llega a naufragar del todo esta película, pero casi. Coppola nos ofreció lo mejor de sí misma al principio de su carrera, y después me ha costado siempre conectar con ella. Y si hemos visto esta película ha sido gracias a una promoción,… porque dudo que si no hubiese pagado por ella. En fin. Vosotros veréis.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: ***
  • Valoración subjetiva: ***

[Fotos] Un poco de fotografía de aproximación en un agradable domingo otoñal

Fotografía

Se nos acaban los días agradables para pasear. Salvo que volvamos a tener un otoño «anómalo» como los últimos años. Cosas del cambio climático, supongo. Pero en Zaragoza, cuando llegaba el mes de noviembre, las opciones eran claras. Si venían las bajas presiones, algo de lluvia y bastante viento. Y si llegaban las altas presiones, mientras el resto de España lucía el sol, aunque las temperaturas nocturnas fueran bajas, con días agradables, nosotros sufríamos las nieblas persistentes. Durante días y días.

Desde ayer… nieblas. No hemos visto el sol. De momento con temperaturas moderadas. Sólo si entra nubosidad y algo de vientecillo nos libraremos de ellas. Como si lo intuyésemos, el domingo que fue un día de sol y temperaturas agradables tras las intensas lluvias del sábado por la mañana, la gente se echó a la calle. Y como lo de tomar el vermú con los amigos está complicado. Pues a pasear por las zonas verdes. Parques, jardines, riberas del Ebro y del Canal Imperial. A tope de gente.

Yo aproveché para hacer algunas pruebas con algunos objetivos y una cámara digital en fotografía de aproximación. No me atrevo a llamarla macrofotografía. Pero cerca. Nada extraordinario. Os dejo algunos ejemplos. Si alguien está interesado en datos técnicos… en Macrofotografía con la Canon EOS RP y EF 85/1,8 USM más tubos de extensión y multiplicadores de focal.

[Libro] La detective miope – Rosa Ribas

Literatura

Llevo mucho retraso comentando libros. No mucho, mucho,… es que este año voy a saltos. Tan pronto me estanco en la lectura, en algún momento de forma preocupante, como me da por relajarme, vaciar mi cabeza (hasta cierto punto) de preocupaciones y enlazar una racha de libros leídos en sucesión. Y especialmente esto me ha pasado con la coincidencia de mis periodos vacacionales. En concreto de mis viajes. El libro de hoy lo leí a mediados de octubre, lo comencé en la idus de ese mes, y antes de terminar el décimo del año había leído cuatro libros más. En los once días que llevo de noviembre apenas he conseguido sobrepasar la tercera parte del libro que estoy leyendo… que ciertamente es más largo que los anteriores, pero aun así.

Algunas instantáneas barcelonesas para ilustrar una aventura barcelonesa.

Quien me siga en este Cuaderno de ruta, habrá comprobado que no soy buen lector del género policiaco/negro/detectivesco,… que muchas veces se confunden aunque para mí no son lo mismo y que depende mucho del tono a la hora de adjudicarles una etiqueta u otra. Pero cualquiera que sea… creo que son géneros muy prolíficos, en el sentido de que hay mucha oferta, porque son favoritos de muchos lectores, pero eso hace que haya mucha morralla, que me suele dejar insatisfecho y acabe cabreándome cuando pico en una tontería. En cualquier caso, cuando vi la sinopsis del libro, me pico la curiosidad. Investigué un poco sobre la escritora para intentar «no picar en una tontería» y me decidí.

El planteamiento del libro me gusta. Una detective privada, cuyo marido es asesinado, lo que la hace caer en una profunda depresión, de la que sale a duras penas, y con un curioso efecto secundario, que nunca me he encontrado en mis años de estudios y profesión médica, una miopía progresiva galopante, que la hace ir a casi a ciegas por el mundo. No le daré importancia a la escasa plausibilidad de esta situación, ya que la miopía magna o progresiva tiene su causa en elementos estructurales del ojo más que en la psicosomática de la persona. Lo asumiré como un recurso literario, como una metáfora del estado mental de la protagonista tras la tragedia y sus decisiones posteriores. Decisiones que la llevan a entrar a trabajar en una agencia de detectives con un único objetivo. Bajo la teoría de los «seis grados de separación«, la resolución de los distintos casos que lleguen a su mesa le llevará a resolver el caso del asesinato de su marido.

La narración se mueve por los terrenos de la intriga, pero también por los de cierto humor. Un humor sin estridencias, tranquilo, que señala las deficiencias de nuestra sociedad, representada por la Barcelona más castiza, con las ranciedumbres propias de la sociedad española, de la que la ciudad condal forma parte, guste o no guste a independentistas u otros fabuladores de la idea de los «hechos diferenciales». Pero al mismo tiempo con un tono triste, puesto que no dejamos de acompañar a una persona triste, que ha perdido la alegría de vivir, y que si sigue adelante es a base de una profunda alienación de sí misma. Volvemos a la miopía como metáfora, así como a otros detalles de la rutina vital de la protagonista.

El resultado es… razonable, aunque al mismo tiempo insuficiente. No he «picado en una tontería». La historia y el planteamiento no me parecen nada tontos, y encuentro ideas interesantes a lo largo de todo el libro. Quizá se deja llevar demasiado en la creación de personajes por los tópicos sobre esa «Barcelona castiza» que he mencionado, y no consigue sacar adelante todo el potencialidad que tiene el personaje protagonista y su entorno. Llegando a un desenlace que deja un poco frío. Aunque eso no tiene porque ser lo importante. Cada vez estoy más convencido de que juzgar la ficción por los desenlaces es un vicio en nuestra sociedad que parece negar constantemente el dicho, que a todo el mundo paradójicamente parece gustar, que afirma que lo «importante es el viaje (o el camino)». Se deja leer… pero tampoco creo que deje un recuerdo imborrable en mi memoria. De hecho ya me ha costado ponerme en situación de comentarlo sólo tres semanas después de leerlo.

[Fotos] Luz de otoño en la ciudad con película negativa en color

Fotografía

Frente al tópico de las fotografías otoñales llenas de hojas amarillas, ocres y rojizas, en mi ciudad, Zaragoza, las cosas no funcionan así. De hecho, salvo en algunas zonas de montaña, principalmente con hayedos y similares, no funcionan así en casi ningún lugar de la Europa templada. Los árboles verdes de hoja caduca, varían un poquito al amarillo y las hojas van cayendo en cuanto sopla el viento o cae la lluvia, sin esos famosos colores de otoño, más propios de otras latitudes u otros continentes.

Pero es cierto que la luz tiene otra calidad en cuanto llega el mes de octubre. Buena parte del verano, no vemos ni una nube en el cielo. La luz es dura, los atardeceres cortos. Malos tiempos para la fotografía en color. El mes de octubre en Zaragoza tiene la mejor calidad de luz. Últimamente, también noviembre, desde que las nieblas se han hecho muchísimo menos frecuentes que antaño.

Aquí os dejo algunas fotos realizadas en este último mes de octubre, mientras camino por la ciudad. Los detalles técnicos en Leica M2 + Zeiss Planar 50/2 ZM con Kodak Portra 160 para pasear en octubre.

[Cine] Baekdusan [백두산] (2019)

Cine

Baekdusan [백두산] (2020; 56/20201102)

Sigue estando complicado ir a las salas de cine. Con las últimas restricciones, se ha eliminado la sesión de noche, no puede empezar ninguna sesión después de las ocho de la noche, cuando sales de las salas estás en la frontera de los toques de queda, me comentan que no es fácil conseguir un taxi porque estos no salen ante la escasez de clientes, y la oferta está en mínimos. Las productoras y las distribuidoras se guardan en el cajón los estrenos más destacados a la espera de tiempos mejores, con la esperanza de recuperar en esos tiempos futuros la inversión realizada, cosa que hoy en día sería difícil con un aforo de salas máximo del 25 % en mi comunidad autónoma. Y encima, lo poco que hay en versión original, dura en esas condiciones muy pocos días.

Vesubio, Teneguía, Fuji, Islandia… acorde con el contenido de la película de hoy, un recorrido por «mis» volcanes.

Pero hay alguien que gana con todo esto. Las plataformas de pago por visión o de suscripción por internet que van estrenando películas que se han refugiado en ellas para sacar adelante de alguna forma su carrera comercial. Con mayor o menor fortuna, con mejor o peor calidad. Y el día 2 de noviembre, fiesta en la comunidad autónoma de Aragón por ser el 1 de noviembre domingo, opté por hacer un rastreo de estrenos en estas plataformas. No estaba yo con muchas ganas de profundidades y sesudeces, y me encuentro en Prime Video, la plataforma de Amazon, con una película surcoreana de acción que viene publicitada como «de los productores de Parásitos«. Me da un poco de miedo, pero pico. Y me veo lo que, en un ataque de vulgaridad extrema, han titulado en castellano como Alerta roja, cuando la traducción del título original sería Monte Baekdu (o Paektu, no entraré en los misterios de la fonética de las consonantes coreanas), un lugar real, un volcán con gran lago en su cráter, en la frontera entre Corea del Norte y la República Popular China. Difícil hacer turismo en el lugar, que debe ser bonito.

La película la podríamos considerar heredera del cine de catástrofes, que en occidente se pone de moda de vez en cuando. Y más en concreto del cine de volcanes… probablemente una de las variantes más infames del cine de catástrofes, especialmente en los años noventa con dos bodrios del calibre de este y aquel. Aunque ya en mi infancia «disfruté» de engendros como uno de 1968 donde ni siquiera el título era capaz de acertar dónde estaba el volcán en cuestión. En efecto, el volcán Krakatoa, hoy en día Anak Krakatau, está totalmente al OESTE de Java, y no al este como categóricamente afirmaba el mencionado título. Ese es el nivel habitual del cine de volcanes.

Dejando de lado las más o menos fantásticas, o mejor decir fantasiosas, condiciones sociopolíticas y la pseudociencia de la película, el argumento es el de siempre. Ante el catastrófico desastre que va a producir la erupción del Baekdu, volcán considerado activo, última erupción en 1903, que poco menos va a hundir en el fondo del mar la península de Corea (estas exageraciones son más propias de sus vecinos nipones, pero…) un grupo de personas se lanzarán a una misión imposible, absolutamente descerebrada y con bombas atómicas, para evitar la catástrofe.

La película… ¿es una catástrofe absoluta más allá de lo que su tema indica y debe ser evitada a toda costa? Pues oye. Depende. Esta gente hizo, con los directores Byung-seo KimHae-jun Lee a la cabeza, se han esforzado y han echado el resto, aunque algunos efectos especiales son de segunda. Pero, aunque la trama sea demencial, el ritmo de la película es adecuado. Si a eso sumas unos personajes estereotipados pero simpáticos, interpretados con razonable solvencia y las ganas de olvidarte del mundo durante un rato, resulta que las dos horas y diez minutos no se hacen largas. Y que con todas sus deficiencias, exageraciones y salidas de tono, no es peor que las películas referenciadas con anterioridad en esta entrada. Incluso diría que es mejor. Sin ser buena, que no lo es. Pero entretenida, y que funciona como guilty pleasure,… eso sí es. Y de vez en cuando sale de florero Suzy Bae, que se puede ver en una serie de Netflix y que es considerada como la pop idol más mona de Corea del Sur. Es guapa la chica, sí.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: ***
  • Valoración subjetiva: **

[Recomendaciones fotográficas] De autorretratos a catarsis diversas

Fotografía

Llevo unas semanas sin recomendaciones fotográficas propiamente dichas. El domingo pasado fueron libros. Pero con el viaje a Andalucía de la semana anterior… se han ido acumulando mis marcadores sobre fotografías y fotógrafos interesantes. Así que he tenido que seleccionar algunos y desechar otros, haciendo borrón y cuenta nueva.

Los «selfis». Omnipresentes. Todos iguales. Todos expresando la vanidad del «mira que guapa/o soy» o «mira en qué sitio tan interesante estoy (y tú no)». Frente a ellos la nobleza del autorretrato como forma artística. En Lenscratch dedicaron una semana a fotógrafos que tienen como base de su trabajo artístico el autorretrato.

En Cartier-Bresson no es un reloj nos hablan de Amy Arbus. Y de alguna forma, seguimos hablando del autorretrato como forma de expresión personal, artística y, quizá, como actividad terapéutica. Amy Arbus es la segunda hija, la menor, de la conocida fotógrafa Diane Arbus. Y tenía 17 años cuando su madre se tomó una sobredosis de barbitúricos, y se cortó las venas en una bañera en 1971. Aunque se resistió, para evitar las inevitables comparaciones con su madre, habiendo nacido con inclinaciones artísticas, al final se convirtió en fotógrafas, y desde 1980 vivía de esta actividad. En 1992, con 38 años, fue aceptado en un taller con Richard Avedon, y en ese contexto realizó una serie de autorretratos, desnuda, muy expuesta, en el interior de una bañera. Una serie que ha interpretado como una catarsis de la forma en que se suicidió su madre. Por lo demás, sus fotografías, aunque no tenga el genio de su madre, tiene una gran nivel, y de un modo un otro se aprecia la influencia de Diane en las fotografías de Amy. Diane Arbus dejó un cierto número de retratos de su hija Amy de niña. Y tienen la mirada de una madre, genio de la fotografía, no la de la fotógrafa inquisitiva, que busca lo más extraño en el alma humana.

Han sido las elecciones en Estados Unidos. Y, afortunadamente, parece que han expulsado de la poltrona a uno de los nuevos fascistas que pululan por el mundo. Son incontables los fotógrafos que se han dedicado a documentar el proceso electoral, y más incontables todavía las fotografías tomadas. Pero me ha parecido interesante el artículo de The Picture Show de la radio pública norteamericana (NPR), en la que la fotógrafa Katie Hayes Luke ha retratado a los votantes de todo signo, intentando reflejar en esos retratos las motivaciones de los votantes a la hora de elegir su voto. Las fotografías se acompañan de un texto, una carta escrita y firmada por las personas retratadas, dirigida a Donald Trump.

Gregory Crewdson es un fotógrafo que habitualmente nos transporta a paisaje urbanos en gran formato, de gran perfección técnica e iluminación muy cuidada. En muchas ocasiones, el sistema de trabajo de Crewdson se asemeja más al del rodaje de una película que al de la realización de un fotografía. En uno de sus últimos trabajos, llevado a cabo entre 2018 y 2019, recorremos una serie de paisajes urbanos y suburbanos en localidades de Nueva Inglaterra, y que muestran una realidad muy alejada del sueño americano de prosperidad y libertad. Y donde la presencia del ser humano se ve tremendamente empequeñecida por el ambiente. Lo hemos visto en Creative Boom.

Finalmente, como todo el mundo sufre cada día en sus vidas por las consecuencias que trae, seguimos en un mundo con una pandemia activa. Y siguen apareciendo los resultados en forma de fotografías de proyectos que se han llevado a cabo en este año para reflejar o reflexionar sobre las consecuencias de la pandemia.

En Lensculture, me ha parecido interesante el trabajo de la británica Julia Fullerton-Batten, cuyo estilo recuerda a veces a Crewdson, en el que refleja la situación del confinamiento de sus conciudadanos a los que fotografía, no pocas veces con humor, desde la calle y a través de los cristales de sus ventanas, puertas o balcones. Magistral uso de la luz, jugando con el ambiente crepuscular de la caída de la tarde y la luz artificial que nos llega desde el interior de las viviendas. Las fotografía se acompañan de un pie de foto describiendo la peripecia de las personas que aparecen en sus viviendas.

Y, finalmente, en Feature Shoot, armándose de todo el humor del mundo, el fotógrafo y escritor Neil Kramer nos habla del conjunto de circunstancias que se dieron en el momento del confinamiento domiciliario de los habitantes de Queens en Nueva York. Pocos días antes del confinamiento, su madre, ya bastante anciana, se había mudado a vivir con él, que vivía solo. Y en vísperas de que se decretase el confinamiento, su exmujer, que vive habitualmente en Los Angeles se había mudado unos días al apartamento de Kremer, de dos habitaciones y un baño, temporalmente porque un problema en su casa, precisaba obras importantes… y todo quedo detenido, y los tres atrapados en el interior del pequeño apartamento de Queens. Mucho humor. Y mucha inteligencia en este trabajo.

[Cine] De rupturas y separaciones; The human voice (2020) y Hope Gap (2019)

Cine

Al mismo tiempo que el lunes pasado, comento dos estrenos emparentados por el tema y por el idioma en que están rodados, el inglés, aunque el primero de ellos tiene nacionalidad española.

The human voice (2020; 53/20201028)

No recuerdo haber asistido nunca a una sesión de cine en la que sólo se proyectase un cortometraje. En este caso, dirigido por Pedro Almodóvar, de 30 minutos de duración y rodado recientemente, durante la tregua pandémica del verano. Que previamente a la visualización de un largometraje pudiésemos ver un cortometraje, sí. Disney y algunas de sus subsidiarias de animación tenían esa costumbre, y muchas veces el corto valía más que el largo. Y en la transición, cuando se acabó el NO-DO del régimen fascista, los cines ofrecían cortometrajes antes de la película principal. Y algunos eran muy ingeniosos. También, de vez en cuando, se proyecta en sesión única algún mediometraje.

El cortometraje que nos ocupa regresa a la idea de Almodóvar de vincular la historia de Mujeres al borde de un ataque de nervios al monólogo de La Voix Humaine de Jean Cocteau. Durante toda la película, Carmen Maura espera una llamada de teléfono, que cuando se produjese, sería o estaría inspirada por el monólogo del escritor francés. Pero no llegó a rodarse así. Almodóvar a vuelto al texto, hoy en día un clásico, y con la colaboración de la excelente actriz británica Tilda Swinton, nos presenta una versión modificada, puesta al día y en inglés del monólogo mencionado. Una mujer espera la llamada de su pareja/amante/lo que sea del que no sabe nada desde hace unos días. Al final se produce y se consuma la ruptura de la pareja.

El cortometraje… es de lo mejor que le he visto a Almodóvar en los últimos años. Por tres motivos. Por la potencia del monólogo, aun alterado, de Cocteau, por la excelente interpretación de Swinton, una de las mejores y más personales actrices de la actualidad, y por el excelente diseño de producción que suele acompañar las películas del manchego.

Así pues, recomendable sin paliativos. Especialmente si eres aficionado al cine de Almodóvar.

Valoración

  • Dirección: ****
  • Interpretación: *****
  • Valoración subjetiva: ****

Hope Gap (2019; 54/20201030)

En esta ocasión nos encontramos con una película británica, rodada en algún de los acantilados de creta del sur de la Gran Bretaña. Dirigida por William Nicholson, más conocido y apreciado como guionista que como director, tiene como principal atractivo su tripleta protagonista, con dos protagonistas de lujo, Annette Bening y Bill Nighy, y un talento emergente, Josh O’Connor, que también podíamos ver en una de las películas comentadas el lunes, al igual que Nighy.

La película nos narra el descarrilamiento y final del matrimonio formado por los personajes interpretados por Bening y Nighy, de los cuales O’Connor interpreta al hijo situado en medio del conflicto. Bening es una mujer enérgica, emocional, fuertemente religiosa, católica para mas «inri», casi avasalladora, mientras que Nighy es un hombre tranquilo, hogareño, pacífico, con ideas más abiertas,… que un día se cansa… y se va.

La película está bastante bien. Desde el punto de vista de su producción y realización es correcta, con mucho oficio. Pero está claro desde un principio que sus responsables van a poner toda la responsabilidad de sacar adelante la película en una historia interesante interpretado por un reparto de primerísimo nivel. Y casi lo consiguen. Bueno… les falla una cosa. La historia tiene miga, sin duda; tiene para sacar mucho jugo a la situación. Las interpretaciones están al nivel esperado, como no podía ser menos. Pero… el plato fuerte, las escenas, los diálogos más notables, espléndidos y que justifican la visualización de la película, surgen pronto, con mucha película todavía por delante. Por lo tanto, aunque correcta en todo su metraje, el largometraje no deja de languidecer o transcurrir por una vía previsible y con mucha menos tensión durante prácticamente los dos tercios finales de la película. El guion, la historia, no tiene un equilibrio que mantenga al espectador con el mismo nivel de interés.

No obstante, la película me parece recomendable. Más, dada la tristeza de la cartelera actual, que difícilmente se va a recuperar en un momento en el que el aforo de las salas se ha reducido a un 25 % del oficial, y con unas restricciones horarias que eliminan la sesión más tardía de la programación. Pero son tiempos de pandemias… y hay que ser insociables para evitar males mayores.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: ****
  • Valoración subjetiva: ***

[TV] Cosas de series; corrupción en la justicia y corrupción en todo

Televisión

Dos series que terminé de ver o vi en las horas de tren entre Zaragoza y Sevilla y regreso hace dos semanas. Una surcoreana y la otra hispano-mejicana.

Normalmente, las series surcoreanas son de temporada única. En torno a los dieciséis episodios, hay algunas con menos, hay algunas con más. Por lo menos, lo que puedo ver en Netflix. Pero Stranger ( en coreano Bimileui sup, 비밀의 숲, que significa bosque de secretos) ya va por su segunda temporada de dieciséis episodios. Un fiscal un tanto autista (Cho Seung-woo) y una inspectora de policía dicharachera (Bae Doona) se enfrentan a la resolución de casos, pero teniendo en frente o condicionados por la corrupción de sus propias instituciones. En su segunda temporada, esta serie es un ejemplo de que las series surcoreanas podrían dejar su categoría en mi cartelera televisiva de guilty pleasures, para ser series interesantes en sí mismas. Muy bien interpretada, todavía tienen que refinar el exceso de tópicos simplones en sus argumentos, pero empieza a ser una producción digna y entretenida. Hace tiempo que considero a Bae Doona como una buena actriz, y el protagonista masculino es un poco inexpresivo, pero en esta ocasión es que le va al papel. Me lo he pasado bien.

Y también a Netflix llego una miniserie de tres episodios con el aliciente de estar impulsada por los responsables de una de sus series mejicanas de más éxito, con su protagonista más divertida, Cecilia Suárez. Alguien tiene que morir transcurre en la España de la dictadura fascista, unos años después de la guerra civil. Con un reparto a priori interesante en el que destacan, además de Suárez, Ernesto Alterio o Carmen Maura, entre otros intérpretes veteranos, y una serie de actores jóvenes, menos fogueados, y entre los que hay trabajos mejores y peores. Sobre la base del regreso del hijo de un jerarca del régimen de vivir unos años con su familia materna en Méjico, se entra en diversas críticas a la estructura familiar promovida por el franquismo, el machismo por supuesto, y en especial, la represión contra los homosexuales. La serie tiene todo lo preciso para resultad interesante, pero patina y, hasta cierto punto, fracasa. Carece de ritmo, las interpretaciones resultan impostadas, poco naturales, y la trama está llena de tópicos y lugares comunes que aportan poco poco poco a lo que ya se ha dicho y se conoce sobre el régimen fascista de Franco. Incluso que uno de los personajes más perversos de la serie se llame Cayetana, resulta casi un chiste, en estos tiempos en los que se ha dado en llamar cayetanos a los sectores acomodados de la población partidarios de las opciones políticas de la derecha más extrema, populista… o simplemente fascista. A mí… me ha resultado decepcionante. Como son sólo tres episodios, me obligué a terminar de verla en el viaje de regreso de Sevilla. Pero a punto estuve de abandonarla.

[Fotos] Andalucía con película negativa en blanco y negro

Fotografía, Viajes

Ya me han llegado reveladas y digitalizadas las fotografías de mi reciente viaje a Andalucía, realizadas sobre película tradicional negativa en blanco y negro. Y estoy bastante contento con ellas, y por ello os traigo aquí unas cuantas. De las primeras que he revisado.

Quienes estén interesados en los detalles técnicos, pueden dirigirse al enlace En Andalucía con Pentax MX + Ilford XP2 Super 400.