[Exposiciones] La mujer en el arte japonés del siglo XX y las «brujas» de Judith Prat

Arte, Fotografía

Hoy quería haber redactado una página con recomendaciones fotográficas diversas, pero por la mañana he estado liado haciendo unas fotos. Hoy es el día de la fotografía estenopeica. Bien,… pues ya he decidido que las fotografías digitales son inutilizables. Esperaremos a revelar un rollo de Ilford Delta 400 que he hecho con la Holga 120 WPC (de Wide Pinhole Camera). A ver si alguna de las seis fotos de 12 x 6 cm es aprovechable. Que esta mañana no estaba yo muy inspirado, ni muy atinado. Y por la tarde he estado entretenido con cosas de mis vacaciones próximas, que empezaré dentro de dos semanas, con un viaje programado para unos poquitos días más tarde. Ya os contaré en su momento.

Pero en cualquier caso, os hablaré de las dos exposiciones que visité ayer. La primera de ellas, «Somos el sol – Mujeres artistas en las colecciones de Asia Oriental», es la típica del Museo de Zaragoza en la que sacan obra de sus fondos de arte oriental, que estén más o menos conectadas por un tema, y las exponen durante un tiempo, hasta que cambian la exposición dedicada al arte de esa región del Mundo. Hacía ya un tiempo que la quería visitar. En una ocasión entré, llegué a ella… y había una visita organizada. Ya tengo la experiencia de que la persona que hace estas personas guiadas es muy invasivo, tanto en lo que se refiere a que consigue que su grupo, sea grande o pequeño, bloquee o moleste la visita de otras personas, como por el hecho de que habla con un tono de voz enormemente alto, no te puedes sustraer a lo que dice… y ya le he oído decir alguna tontada que otra. No digo que no sepa, pero hace observaciones que, o están fuera de lugar, o si son gracietas, no tienen gracia. Nada grave, pero sí molesto.

En otro orden de cosas, intenté visitar la exposición otros dos días… pero no conseguí acertar con los días en los que la sección de bellas artes del museo está abierto. Porque en este museo es casi imposible ver todo el museo en una sola visita. Casi siempre está cerrada una u otra sección. En Twitter publican al principio de la semana como es el calendario de cierres. Pero no siempre te acuerdas de mirar, o pasas de improviso porque tienes tiempo en ese momento, o no encuentras el tuit. Lo que más me sorprende es que la sección de bellas artes, con toda la obra de Goya de la que disponen, no esté abierta a todas horas durante los festivos y los fines de semana. Nunca había sabido el motivo de estos cierres alternativo, pero hace unos días, molesto porque un sábado por la mañana estuviera cerrada toda la planta de bellas arte con la exposición incluida, una vigilante de seguridad intentó hacerme comprender que era normal, que como el museo andaba mal de personal, no podían abrir todo. Como si esa fuera una explicación razonable. Y tampoco entendió que no era una empleada de una empresa ajena al Departamento de Cultura del Gobierno de Aragón, por digna que me parezca, no es la persona para dar explicaciones y para aleccionar a los ciudadanos sobre lo que nos debe parecer bien o mal. No entendió, claro está, porque llevaba cara de ajo, muy molesto con la situación. Y una vergüenza (más) del Gobierno de Aragón, al que no me cansaré de criticar, aunque me pague la nómina todos los meses, por sus múltiples desatinos.

En fin, ayer la pudimos visitar y nos gustó. Quizá no tanto como la última que vimos dedicada al invierno, pero bastante. Espero que sigan haciendo estas exposiciones temporales, que suelen permanecer tres o cuatro meses, y que las renueven con regularidad. Por lo menos que hagan algo bien.

Y después, a las 12 del mediodía había convocatoria en Asociación de Fotógrafos de Zaragoza AFZ para visita guiada con Judith Prat (Instagram) de su exposición «Brujas» en el Centro de Historias de Zaragoza. No es la primera vez que visito una exposición de Judith, y no es la primera vez que lo hago en una guiada por ella misma. La exposición ya la había visitado. Y me gustó bastante. Tanto en el aspecto formal como en el fondo. Pero que te la cuente la autora, que además narra estupendamente y es muy cercana, es un plus muy importante. Así que estupendo. Además bien acompañado por otros colegas de la asociación a los que siempre me alegro de ver.

La intención de la fotógrafa es normalizar el recuerdo y la figura de las muchas mujeres que fueron asesinadas durante el periodo que comprende los siglos XV al XVIII en toda Europa, y en particular en las comarcas pirenaicas de Navarra, Aragón y Cataluña. También hay algunas fotografías del País Vasco francés. Fueron asesinadas acusadas de «brujas», cuando simplemente eran mujeres que iban a lo suyo y no se ajustaban a los estándares de la sociedad patriarcal del momento. Judith ha fotografiado a mujeres actuales que tienen estilos de vida alternativos o profesiones poco habituales entre las mujeres. Serían las «brujas» actuales. Y no deja de ser una advertencia para las «cazas de brujas» que nunca han dejado de existir, aunque no se manifiesten quemando mujeres en la hoguera, en las que se reprime la libertad de vivir y trabajar de las mujeres. O de otros colectivos, aunque Judith se centra en las mujeres. Casi podría decir que si estás en Zaragoza, es imprescindible. Durante el verano, la exposición se podrá visitar en Alcalá de Henares dentro de la programación de PhotoEspaña 2023. Y luego empezará a circular por otras ciudades de España.

[Viajes] Suiza, Francia y Alemania desde Basilea con película fotográfica (II): en blanco y negro

Viajes

Después de la entrada de hace unos días que mostraba fotografías en color realizadas con película negativa durante el viaje de la semana de Pascua, hoy toca mostrar algunas de las que hice con película negativa en blanco y negro. Los detalles técnicos los encontraréis en Viajando a Basilea y alrededores con blanco y negro – Minox 35 GT-E con Ilford XP2 Super. Ahora… os dejo con las fotos.

Basilea, Suiza.

Breisach, Alemania.

Friburgo, Alemania.

Rheinfelden, Suiza.

Colmar, Francia.

Porrentruy y St-Ursanne, cantón de Jura, Suiza.

[TV] Cosas de series; remesa de comedias japonesas

Televisión

Creo que ya lo he comentado con anterioridad. Netflix adquirió recientemente un lote importante de series de televisión japonesas, no recuerdo ahora de qué cadena televisión nipona, y algunas están bien, otras son curiosas, y otras… pues mejor pasar de ellas. Mucha diversidad. Ya he comentado algunas de ellas en los últimos tiempos. Ahora voy con otras dos con el aviso previo de que ya las vi hace unas semanas, y que después no he encontrado otras que me apeteciese ver. En fin… veamos…

Como no tengo fotos ni de Mishima ni de Yokohama, lugares donde transcurre la acción de las series de hoy, buscando un entorno urbano, he optado por ilustrar con fotos del distrito de Umeda en Osaka.

Gomenne seishun! [ごめんね青春!, Lo siento, juventud], conocida internacionalmente en inglés como Saving my stupid youth (Salvar mi estúpida juventud), me llamó la atención por su protagonista femenina, Hikari Mitsushima, a quien hemos podido ver últimamente como dejo constancia aquí y aquí, y con buenos modos. Aparte de aparecer en el mundo de la música y del espectáculo de formas diversas como en este vistoso vídeo musical, donde es la bailarina que recorre la ciudad.

La serie es peculiar, a veces puro dadá, aunque no creo que lo hagan voluntariamente, muy divertida, siempre que la consideres como una parodia con un cierto punto de desfase. Y detrás de un guion manifiestamente mejorable, hay ideas que merecía mejor suerte, y unos personajes con los que llegas a simpatiza a pesar de su naturaleza excesivamente paródica. Una comedia en medio escolar, de institutos de bachillerato, con los chicos de instituto budista y las chicas de un instituto católico en la ciudad de Mishima, que es real, y cuya oficina de turismo debió aportar algo a la serie para promocionar la ciudad. La serie es de 2014, tiene unos años ya. Y la cosa es de que, por necesidades económicas, se ven en la necesidad de fusionar ambos institutos, convirtiéndose en uno solo mixto, y pluriconfesional, lo cual es complejo porque unos sucesos años atrás generaron una malquerencia entre ambos institutos. Unos sucesos en los que estuvieron implicados el protagonista masculino (Ryô Nishikido), uno de los profesores de los chicos, y la hermana (Haru) de la protagonista femenina (Hikari Mitsushima), una de las profesoras de las chicas. Como ya digo, roza el absurdo, o se adentro en él, en varias ocasiones. Pero a pesar de todo es buenrollista y entretenida.

Peculiar también es la serie Nigeru wa Haji da ga Yaku ni Tatsu [逃げるは恥だが役に立つ, Huir es una vergüenza, pero util], conocida de diversas formas fuera de Japón, como The Full-Time Wife Escapist (El escapista con esposa a tiempo completo) o We married as a job (Nos casamos como un trabajo). Es una adaptación de un manga que se suele vender en países anglófonos bajo el primero de los títulos en inglés. La premisa es la siguiente. Una joven graduada en psicología (Yui Aragaki) no consigue un trabajo razonable y digno tras un tiempo en diversas empresas, y sus padres le anuncian que tras la jubilación dejan Yokohama y se van a vivir al pueblo, por lo que se queda sin casa y con poco dinero para mantenerse… salvo que se vaya al pueblo con los padres. Y consigue trabajo para asistenta del hogar con un ingeniero informático diez años mayor (Gen Hoshino), soltero y solitario empedernido, que no quiere ataduras con mujeres, pero a quien el trabajo de la chica le conviene mucho. Así que para resolver ambas situaciones deciden simular un matrimonio bajo determinadas condiciones contractuales. Aunque oficialmente es un matrimonio real, y no contractual. Parece que los matrimonios contractuales, tal y como funciona la institución matrimonial en Asia oriental, en los que uno de los cónyuges cobra un sueldo y recibe unos beneficios por estar casados, en los que no se incluyen las relaciones íntimas, no hablamos de sexo aquí, se dan en aquellos lares. El caso es que por supuesto todo se complicará. Con los amigos, con la familia, con los entornos laborales,… y entre ellos. Puesto que al fin y al cabo es una comedia romántica.

Aragaki es una de las actrices más conocidas y populares en su país, y tiene mucho encanto, y Hoshino es un cantante y autor de canciones también frecuente en las listas de éxitos. La serie tuvo un gran éxito en el País del Sol Naciente. Realmente es entretenida y la interpretación es buena, dentro de las aspiraciones de la producción. Tiene un fuerte componente pedagógico, supongo que buscando educar y modernizar la mentalidad conservadora y anticuada de los maridos, o matrimonios en general, japoneses. La serie propiamente dicha son diez episodios, y se emitió en 2016. Pero en 2021, tras lo peor de la pandemia de covid-19 hicieron un especial de dos horas de duración, en la que se buscaba levantar la moral tras la situación epidémica, y de paso introducir la cuestión de la maternidad y el papel de los hombres en el cuidado de los hijos, dentro de esa intención pedagógica y modernizadora. Como curiosidad, el cierre de todos los episodios contiene una canción del protagonista, titulada Koi ( , una de las palabras para decir amor, en japonés, especialmente referido al amor romántico) que se hizo especialmente popular por el divertido baile que realizan los protagonistas y secundarios principales de la serie durante los créditos de cierre.

[Viajes] Suiza, Francia y Alemania desde Basilea con película fotográfica (I): en color

Viajes

Dejo programada esta entrada con antelación, porque durante dos días voy a estar muy liado con viaje(s) a Madrid por trabajo incluido(s). Las cuestiones técnicas relacionadas con las fotografías las podéis conocer en Viajando a Basilea y alrededores con formato medio – Plaubel Makina 67 con Kodak Portra 400, Cinestill 400D y Kodak Gold 200.

Breisach, Alemania; en el encabezado, Friburgo, Alemania.
El Kunstmuseum Basel y Rathaus, Basilea, Suiza.

Mi reciente viaje a Basilea, y desde allí excursiones a Colmar, Rheinfelden, Breisach, Friburgo y el Jura, tuvo motivaciones muy relacionados con mi afición a la fotografía, y a la fotografía con película fotográfica tradicional especialmente. En el enlace anterior lo cuento. Así que me he traído unos cuantos rollos de película con fotografías del viaje, de los cuales algunos en color y con cámara de formato medio, que son los que os presento hoy aquí. Dentro de unos días, el blanco y negro con película de 35 mm… la más común.

Schloss Beuggen, Alemania, y vista de Rheinfelden, Suiza, desde el puente internacional que cruza el Rin entre ambos países.
Colegiata de San Martín y estación de tren en Colmar, Francia.
Estación de Basilea SBB y vista en el Jura desde la capilla de Vorburg, Delémont, Suiza.
Delémont y Porrentruy en el cantón del Jura, Suiza.
Porrentruy y St-Ursanne en el cantón del Jura, Suiza.

[Cine] 20.000 especies de abejas (2023)

Cine

20.000 especies de abejas (2023; 28/20230423)

Tenía la intención de comentar esta película ayer… porque esta semana es complicada y aun así tenía la intención de publicar una mínima cantidad de contenidos. Pero no me dio la vida para publicar nada, así que hoy tendrá que ser, y ya veremos cómo me organizo el resto de la semana, en la que tengo que viajar a Madrid por trabajo miércoles y jueves. Y me apetece tanto como que me den patadas en la espinilla. En fin… Que el domingo nos animamos a ver esta película española que venía con buenas críticas, especialmente tras su paso por la Berlinale, en la que su joven protagonista se convirtió en la ganadora de un Oso de plata a la mejor interpretación más joven de la historia. Pero comprobemos si esta ópera prima en cuanto a largometrajes de Estíbaliz Urresola tiene tanto como dicen. Que conste que hace tiempo que leemos las críticas de los medios españoles a las películas de producción nacional con precaución, porque suelen exagerar su virtudes. Más de una vez nos hemos preguntado si existe algún tipo de contubernio entre industria y medios para levantar la taquilla del cine español. No sé. Es pura especulación derivada del enorme divorcio entre las opiniones de nuestro pequeño grupo cinéfilo y la de la crítica.

Las abejas están ligadas íntimamente a las flores y al mantenimiento de la cadena reproductiva del mundo vegetal. Y es primavera, y es fácil fotografiar plantas en flor. Este año lo hago con frecuencia con una cámara de espectro extendido, que falsea los colores… pero creo que no está mal.

Es verano y Ane (Patricia López Arnaiz), casada y madre de tres, con residencia en Bayona, Francia, se traslada a pasar las vacaciones con su prole a su pueblo de origen en algún lugar del País Vasco español. Leo en iMDB que la película está rodada en Llodio. Y la criatura más joven de su prole es Aitor o Cocó (Sofía Otero), con ocho añitos, y con un lío en la cabeza notable sobre quién o cómo es, o qué nombre le gusta. Y el nuevo ambiente, con su abuela, su tía la de las abejas y el resto de la familia tampoco ayuda mucho. Y además, es obvio que las cosas, al menos en lo que a los dineros se refiere, no van bien para la familia. Y eso también forma parte de la motivación para haberse desplazado hasta el pueblo.

La película es una reflexión sobre la infancia transexual. En concreto con respecto a un niño que se siente niña, que se siente confusa con su identidad sexual, confusión que muchas veces es más reflejo de la confusión de los adultos que le rodean que de lo que ella siente o piensa. Y hasta ahí, la película va bien. Pero… Ay, siempre hay un pero o dos. La película intenta contar muchas más cosas. Intenta bucear en la relación entre la madre de la niña, la llamaremos niña a partir de aquí, y la abuela, una señora de toda la vida, católica y apostólica. También en las dificultades de la familia, de las tensiones entre los cónyuges por el dinero… o su carencia. Por el intento de la madre, de formación artística como su padre, dedicada durante tanto tiempo a criar hijos, la mayor es ya una adolescente, quiere recuperar su actividad artística y dedicarse a la enseñanza, no sabremos muy bien si por vocación o por necesidad. Y luego está el entorno del pueblo, que es el de los pueblos de interior de toda la vida, tirando a conservadores y esas cosas. El problema está en el viejo refrán de quien mucho abarca poco aprieta. Y esta película opta por intentar hablar de muchas cosas en lugar de centrarse en hablar de lo que quería hablar.

Los mejores momentos de la película son los intimistas. La interacción de la niña con otra niña del pueblo, que la acepta sin muchos problemas, con naturalidad. O las interacciones de la niña con su tía abuela apicultora (Ane Gabarain), mucho más capaz de escuchar y de observar sin prejuicios a la niña que el resto de la familia. Es en esos momento cuando la película encuentra su tono y ritmo adecuados y nos permite acercarnos a la comprensión de la niña. Ciertamente las interpretaciones son de muy buen nivel, especialmente la de Gabarain, pero sin despreciar ninguna otra. En cuanto a la niña… bueno… los peques, cuando están bien dirigidos suelen funcionar. No recuerdo qué estrella del cine americano clásico decía que no quería trabajar en películas con niños o perros porque le robaban la película. La niña lo hace muy bien, pero es fácil prendarse de los peques cuando están bien presentados en pantalla.

La película está bastante bien. Podría haber sido superior, pero no nos quejemos. Es muy recomendable. No, la mirada de Sofía Otero no es como la de Ana Torrent en El espíritu de la colmena. Pero bueno, la niña tendrá derecho a tener su propia forma de mirar, ¿o no? Ese tipo de comparaciones, que he visto por ahí, no llevan a ninguna parte. Y lo que está bien es que los nuevos directores sean capaces de hablar de los temas, pero también de contar historias que atraiga, y no limitarse a una pedagogía forzada, que es lo que muchas veces nos está retirando de las salas donde se proyecta cine español más socialmente comprometido.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: ****
  • Valoración subjetiva: ***

[Fotocomentario] La agresividad de las entidades bancarias y empresariales aragonesas

Política y sociedad

Es domingo y normalmente tocaría hacer una entrada de recomendaciones fotográficas. Pero no tenía muchas reservadas de esta semana pasada. He estado muy liado con diversas cosas y no he prestado mucha atención a navegar por internet buscando inspiración fotográfica. Así que hoy he hablado en Sensibilidad alta para tiempo incierto – Canon EOS 3 con Lomography Color Negative 800 de un rollo de película negativa en color de finales de febrero y principios de marzo que tenía un poco olvidado.

Y me he encontrado con algunas fotos tomadas en el Pabellón-puente de Zaha Hadid cuando lo reabrieron con la exposición sobre movilidad y sostenibilidad que han acordado las instituciones públicas con la principal entidad bancaria de Aragón. Una entidad bancaria que cada vez me cae menos simpática.

IberCaja ya no es una caja de ahorros. Es un banco. Pero se supone que sus dividendos van a parar a las fundaciones de las cajas de ahorros que lo formaron, directamente o por fusiones/adquisiciones. Han desaparecido en la práctica las cajas de ahorro en España, cuyos fines eran sociales, para apoyar al territorio y a las personas. Aunque indirectamente los bancos que las sustituyeron busquen que sus beneficios vayan a parar unos fines similares… los principios de gestión por los que se rigen son mucho más rigurosos empresarialmente. Me comentaban hace unos años cómo esta situación había limitado la disponibilidad de crédito para muchas empresas durante la crisis financiera que se inició en 2007, mientras que en otros países, como Alemania, la permanencia de las cajas de ahorros había permitido que las empresas aguantaran mejor. Dejando aparte que estaban mejor preparadas para aguantar de forma estructural.

Después de años de desperdicio de algunas de las obras que se hicieron para la Exposición Internacional de 2008, ahora Ibercaja da nuevo uso al Pabellón-puente. Hay una zona de paso, con una exposición que tiene mucho de propaganda de las marcas que exponen, que es de libre acceso. Pero hay un museo sobre movilidad y sostenibilidad que es de pago. Y son 10 euros. Que con los precios que llevan los museos por el mundo no es mucho en lo absoluto, sí que es en lo relativo dado el panorama museístico de Zaragoza. Flojo, disperso, y desde luego con precios mucho más asequibles. Los museos más caros son los que gestiona Ibercaja. A través de la fundación no del banco… pero es que es difícil separar uno de otro.

Y eso que no me voy poner a debatir los intereses de Ibercaja en el despropósito de arruinar el valle de Canal Roya para unir estaciones de esquí, en los que la entidad bancaria tiene unos intereses directos, por ser propietaria de las estaciones de esquí, pero también indirectos por la enorme cantidad de préstamos para compra de segunda vivienda en los Pirineos que realiza y que dan lugar a una enorme especulación urbanística en unas comarcas de gran riqueza natural que deberían estar más reguladas y controladas y no sometidas a especulación del suelo, de la vivienda y de otras cuestiones que tarde o temprano revientan en las burbujas bancarias y de la construcción. Y es que no aprendemos en este país, no importa las crisis que nos asuelan de vez en cuando. Las ganancias de Ibercaja deberían apoyar el país y las personas, pero se comporta agresivamente como un empresario más con avidez de dinero rápido y sin pensar en el futuro y en la sostenibilidad del país y las gentes. Con el visto bueno de muchos políticos. Mal vamos.

Para alegrar un poco la cosa, dejo fotografías con otros temas que venían en el mismo rollo de película fotográfica.

[Cine] Suzume no tojimari [すずめの戸締まり] (2022)

Cine

Suzume no tojimari [すずめの戸締まり] (2022; 27/20230415)

Tras la pifia de la semana pasada de dinosaurios y aventuras espaciales, estábamos con ganas de ver algo interesante en las salas de cine, y la oportunidad surgió con el estreno de la más reciente película de Makoto Shinkai. Con los comentarios que había recibido hasta el momento tras su estreno en Japón, le teníamos ganas. He visto prácticamente todo de este director japonés, dedicado a la animación, y hay muchas cosas que me gustan. Aunque tengo más debilidad por los mediometrajes, de cuando no era tan conocido, que por sus grandes, y no tan grandes, éxitos en el ámbito del largometraje. Por cierto, en la versión doblada se ha optado por el sencillo título Suzume, el nombre de la chica protagonista frente al original que significa La cerradura de Suzume, que tiene mucho sentido.

Naturaleza y mitología, una combinación que podemos encontrar en la isla de Itsukushima, en el mar interior de Seto, y que se encuentra también en muchas obras de animación japonesas, entre ellas las de Makoto Shinkai.

En el ámbito de lo fantástico, Suzume es una adolescente huérfana que vive con su tía en una ciudad de Kyūshū, la isla sur de las cuatro grandes del archipiélago japonés. Cuando de repente conoce a un atractivo universitario de visita en la población y comienzan a suceder extraños fenómenos. Una misteriosa criatura en forma de gran gusano se asoma por una misteriosa puerta y amenaza con causar un gran terremoto en el lugar, lo cual el joven intenta evitar, y lo conseguirá con la ayuda de Suzume. Pero algunas alteraciones se producirán que llevarán a la pareja… con el joven convertido en… ya lo veréis si vais a verla… bueno… llevarán a la pareja a recorrer Japón hasta la región de Tōhoku en el norte de Honshu, para prevenir catástrofes similares.

Y disfrazada de aventuras fantásticas y de romance, Shinkai se dedica a hacer catarsis sobre las catástrofes que asuelan periódicamente el País del Sol Naciente. No es casual que entre los destinos del viaje de Suzume y de su compañero se encuentre Kobe, Tokio y el nordeste de la isla de Honshu. Catástrofes que han marcado el imaginario y la mentalidad del pueblo japonés, y que se encuentran en la base de muchas de sus creaciones artísticas, cinematográficas, literarias, o televisivas, en acción real o imaginación. La inestabilidad del choque entre placas tectónicas y las bombas nucleares de la Segunda Guerra Mundial han condicionado un cierto estado mental. Si al último gran seísmo le añades la catástrofe nuclear de la central de Fukushima… ya tienes el completo. Porque además de esta catarsis, también es una película sobre la gestión del duelo, por las pérdidas personales que se sufren en estas catástrofes y como marcan la vida de los supervivientes. Una de los temas que me hubiera gustado ver más desarrollado es el impacto en la relación entre Suzume y su joven y atractiva tía Tamiki, y el impacto del terremoto de 2011 en sus vidas.

Como de costumbre, la atención al detalle en la animación de Shinkai es primorosa. Y los temas y elementos comunes al conjunto de su obra también están presentes. Una de las apuestas del grupo de personas que fuimos a ver la película en la matinal del sábado pasado es ver quien descubría antes la presencia de un cordón rojo, el cordón del destino, que aparece en muchas películas del director. No tardamos mucho en encontrarlo. Claro.

Acompañada como de costumbre con la banda sonora de RADWIMPS, ya un clásico de las películas de Makoto Shinkai, más una divertida playlist de temas del pop de décadas atrás para el momento más road movie de la película, cuando a los dos protagonistas principales se les suman un par más que lanzan y animan la idea de familia, de amistad, y de solidaridad con quienes lo necesitan, la película no alcanza los niveles épicos de Kimi no na wa…, pero supero a Tenki no ko, y se convierte en una película altamente recomendable. Imprescindible para los amantes de la animación, pero muy recomendable para cualquier aficionado al cine que quiere una aventura altamente entretenida, pero al mismo tiempo con corazón, con sentimiento y con reflexión.

Valoración

  • Dirección: ****
  • Interpretación: ****
  • Valoración subjetiva: ****

[TV] Cosas de series; madres, hijas, padres, psiquiatras, abogadas (que no lo fueron… o sí)…

Televisión

Hoy tenemos cosas muy variadas en nuestra entrada televisiva semanal. En general, bien. Entre muy entretenidas y entretenidas. Y con distinto tono.

Ginny and Georgia, en su segunda temporada, me ha gustado más que en su primera. La historia de una madre soltera sureña (Brianne Howey), desvergonzada, arribista, acostumbrada a las huidas hacia adelante cuando pintan bastos, y que no duda en flirtear con el crimen para encontrar una salida a sus apuros ha aumentado su interés conforme el conflicto entre ella y su hija adolescente (Antonia Gentry), que empieza a no saber si quiere escapar de su madre o asumir que es mucho más parecida a ella de lo que querría reconocer, se ha hecho más agudo. Los mejores momentos vienen de la interacción entre las dos, y Georgia, la madre, nos ha dejado momentos estupoendos. No es que Ginny, la hija, haya estado mal. Pero los dilemas adolescentes que trata palidecen en comparación con otras series más dedicadas a los problemas de ese mundo. Pero está muy bien. Es una serie realmente recomendable, con algún episodio, o par de episodios, que llegan a merecer el calificativo de antológicos, especialmente hacia el final de la temporada, ya que la serie ha ido muy claramente de menos a más. Se ve en Netflix.

Apenas tengo fotografías de Turín. Un puñado de cuando pasé por allí camino de Génova. Así que he optado por ilustrar la entrada sin salir de Italia, pero en el Veneto, recorriendo el Naviglio del Brenta, en el otro extremo de la llanura padana respecto a Turín.

Shrinking es una comedia de situación con tono dramático que podemos ver en Apple TV. Se ha destacado esta serie como incursión de un octogenario Harrison Ford en el mundo televisivo de las series (atención que pese a la edad llega la quinta de Indiana Jones…), como una psiquiatra, alma y corazón de un clínica ya de edad avanzada y con un Parkinson a cuestas, que brega por reconectar con su hija y su nieto, alejados en la costa opuesta de los EE.UU. Pero Ford es uno más en esta comedia dramática coral, que gira en torno a un compañero psiquiátrica de la clínica interpretado por Jason Segel, y su hija adolescente encarnada por una interesante Lukita Maxwell, que perdieron en un accidente un año atrás a la esposa/madre, duelo del que todavía no se han recuperado. Está muy bien. Es muy fresca. Muy dinámica, y los muchos intérpretes que aparecen en cada uno de los 11 episodios de poco más de media hora, cada uno con un desarrollo adecuado de su carácter, y con unas tramas muy bien interconectadas, lo hacen muy bien. He disfrutado con la serie, y espero con ganas nuevos episodios.

Finalmente tenemos una serie italiana, La legge di Lidia Poët, que se puede ver también en Netflix. Está basada en un personaje real, la primera mujer que se licenció en la facultad de Derecho en la universidad de Turín en 1881, que aprobó el examen de ingreso a la abogacía, pero cuya inscripción en el colegio de abogados fue rechazada en los tribunales repetidamente simplemente por ser mujer. Aunque ejerció trabajando de ayudante en el bufete de su hermano. Finalmente fue admitida en el colegio de abogados en 1920 a los 65 años, pudiendo ejercer ya que fue muy longeva. Sobre esta base, y gracias a la actriz protagonista, una estupenda intérprete y muy atractiva Matilda De Angelis, nos encontramos con un drama con toques de humor aquí y allí, que tiene más de procedimental detectivesco que de drama legal, y que se desarrolla en seis episodios de unos 42 minutos cada uno. Es muy entretenida, a ratos muy divertida, menos cuando se pone dramática, aunque nunca pierde la cara. No es que sea algo de otro mundo, pero es muy visible. Como rigor histórico… pues no. De hecho, está repleta de anacronismos. La bicicletas que usan los protagonistas en 1881 no se habían desarrollado todavía, las de esa época eran más primitivas. Por poner un ejemplo, de las diversas situaciones que chirrían. Pero bueno… si aceptamos la famosa suspensión voluntaria de la credulidad… Una amiga mía la comparó con un drama policiaco español que vimos recientemente en Amazon Primer Video… pero creo que la serie italiana es superior. Empezando porque la solidez interpretativa de De Angelis es superior a la de Garrido. Y otros diversos detalles en los que no me voy a entretener. Se puede ver sin problema. Es razonablemente recomendable. Y a mí me ha servido para refrescar mi oído al idioma italiano, que hablo un poquito, pero que entiendo bastante bien.

[Fotocomentario] El precio justo… o el justo precio…

Fotografía

Hacía tiempo que me rondaba el runrún de una cámara Polaroid con más prestaciones que la que tengo ahora. Las que realmente me gustaban, que son modelos antiguos reacondicionados, se iban mucho de precio para la calidad real que da hoy en día la nueva película Polaroid, muy discutible. En fin… al final he conseguido una, modestita, que supone alguna mejora sobre lo que tenía hasta ahora. Lo explico en Nueva cámara para fotografía instantánea – Polaroid Now+.

Pero he de dejar una cosa muy clara. Aunque no son cámaras muy caras, al fin y al cabo el fabricante cuenta con ganar dinero con la venta del consumible, la película, más que con la del aparato, el tema de la calidad que ofrecen está tan en el límite, que es un precio que me cuesta pagar. Por ello sólo me he decidido cuando he tenido la oportunidad de acceder a un aparato de outlet, o de los usados para exposición, que están como nuevos, pero no se pueden vender como nuevos. Y con un descuento muy muy sustancial sobre el precio original.

Y es que en muchas ocasiones pagas la marca, o que algo está de moda, la subida de precios por el exceso de demanda, o cuestiones similares. Y el precio del objeto que quieres no es el adecuado. Estas cámaras son plásticos más o menos bien presentados, con unos circuitos electrónicos que, a estas alturas de la función, son elementales y cuestan muy poco de desarrollar y fabricar. Por ello cuesta decidirse a comprar algo que, objetivamente, no vale lo que cuesta. Los partidarios del capitalismo hablan de que el mercado ajusta los precios para beneficio del consumidor y bla bla bla bla… Lo cierto es que cada vez hay más tendencia a la concentración de la fabricación de bienes o prestación de servicios en monopolios u oligopolios, dando lugar a abusos en los precios que no tienen sentido. No se trata del «precio justo» que proclamaba aquel concurso de la televisión, sino del justo precio que debe tener un artículo. Pero es frecuente que mis amistades me tachen alguna vez de ingenuo…

[Libro] Seven of infinities – Aliette de Bodard

Literatura

Hace menos de un año, en mis vacaciones de principios de otoño, leí un primer libro de Aliette de Bodard, una novela corta, una aventura espacial mezclada con trama detectivesca, que se sitúa el universo de Xuya, común a una serie de obras de la autora norteamericana de origen francovietnamita. Este universo se caracteriza por una civilización humana con una cultura de inspiración vietnamita. O en general con elementos culturales propios del Asia oriental, y su triada de sistemas de creencias y/o filosóficos más importantes, confucianismo, budismo y taoísmo, más o menos sincretizados entre sí y con las creencias o religiones tradicionales o populares de los países de lo que viene siendo llamada últimamente la esfera cultural del Asía oriental (por favor, no confundir con la Esfera de coprosperidad del Gran Asia Oriental, concepto de propaganda del régimen autoritario militarista japonés de la primera mitad del siglo XX que pretendía justificar la política expansionista e imperialista del País del Sol Naciente) La novela me entretuvo… pero sin excesivos entusiasmos.

Sigo usando mis viajes por China, en concreto la isla de Lantau en Hong Kong, para ilustrar las entradas sobre las novelas del universo de Xuya.

A pesar de que no consiguió entusiasmarme, ya comenté en su momento que el universo en el que se desarrollaba me intrigaba. y que pensaba darle una segunda oportunidad, lo que ha sucedido en este libro que comento hoy. Volvemos a movernos en el mismo universo. Volvemos a una historia detectivesca. Volvemos a una protagonista que es este particular híbrido de inteligencia humana y nave espacial que se da en este universo. Volvemos a esa sociedad más bien poco o nada democrática, con un sistema de castas basados en el concepto del confucianismo de sociedad jerárquica dominada por los eruditos, por los instruidos, por los académicos, que acceden a los puestos del funcionariado y del poder. En este entorno, una erudita modificada artificialmente con los recuerdos de una figura de relieve en la cultura y el conocimiento se encarga de formar a una discípula, hija de una heroína del imperio muerta en su desempeño del deber durante una guerra. Cuando aparece muerta otra persona, una ladrona, vinculada al pasado de la maestra. Y al mismo tiempo entra en juego una de las naves sintientes, que pretende resolver los problemas, cuando más bien los complica [me cuesta pensar como traducir mindship, mente-nave; parece que en las recientes traducciones de estas obras al castellano se ha optado por naves mentales]

Leo recientemente que la primera novela que leí del universo de Xuya estaría inspirada por Sherlock Holmes… no caí en ello cuando la leí,… y la segunda estaría inspirada por Arsène Lupin, el ladrón de guante blanco que ha renunciado a la violencia, pero nunca a la galantería y a la conquista amorosa. Tampoco me cosqué de ello hasta que no lo leí en un artículo. Pues vale. Lo que si es cierto es que entre Seven of infinities y The tea master and the detective hay un importante salto en mi grado de diversión y entretenimiento. Aprecio mucho más la novela que nos ocupa que la anterior. La primera me pareció entretenida y con posibilidades, pero en esta se desarrollan esas posibilidades, al mismo tiempo que resulta mucho más fácil empatizar con sus protagonistas. Y su trama, donde se mezcla la intriga con el romance galante, es mucho más amena, sin que sea superficial, ya que obviamente de Bodard adopta una postura feminista construyendo personajes femeninos fuertes, aunque no perfectos.

Como vemos, las novelas cortas se desarrollan en el mismo universo, sobre cuya concepción la propia escritora ha escrito en abundancia; una ucronía sobre lo que hubiera sucedido si el imperio chino no se hubiera retraído sobre sí mismo en el siglo XV y se hubiera lanzado a la exploración, llegando a los que hoy llamamos América antes que los europeos con Colón. Lo cierto es que esa forma de imaginar el universo de ficción puede ser interesante… pero no es necesaria para imaginar y disfrutar de la novela. Muy recomendable.

[Cine] 65 (2023)

Cine

65 (2023; 26/20230413)

Los responsables de esta película de dinosaurios… es una película que sigue más los tópicos del género dinosáurico que el de las aventuras espaciales… que aparenta inicialmente,… no se han enterado que las estimaciones más precisas y recientes para la extinción masiva del Cretácico-Paleógeno es de 66 millones de años. O si se han enterado, les habrá parecido que el número 65 es más conveniente que el número 66 para la mercadotecnia de la película. No sé. Es el menor de los problemas de esta película, que ha necesitado dos directores (y guionistas), Scott Beck y Bryan Woods, para perpetrar un producto cinematográfico inane por completo. Y no es que yo quisiera ir a ver esta película, pero fui invitado, me pareció mal no aceptar la invitación… y todo pecado lleva consigo su penitencia, dicen.

El más famoso asteroide de la historia natural de la Tierra marca el final del periodo Cretácico y de la era Mesozoica. Pero «gracias» a Spielberg, casi todo el mundo asocia los dinosaurios al periodo Jurásico, anterior al Cretácico, cuyo nombre deriva del Jura, región geográfica repartida entre Francia y Suiza, de donde proceden las fotos de hoy. Quizá debiera haber usado las fotografías de los acantilados de creta del canal de la Mancha para ilustrar la entrada, más «cretácicas». Pero tengo pocas, y no muy buenas.

Sorprendentemente, hace 66 millones de años, 65 millones según la película, en la galaxia existía una especie que, por una casualidad de una improbabilidad extrema, con p(X) muy próxima muy próxima muy próxima a 0, donde X es la existencia de dicha especie, es virtualmente idéntica al ser humano, en una situación de evolución biológica sorprendente que ya es el primer motivo de sonrojo en lo que se refieren a la pseudociencia ficción de la película. La otra casualidad de improbabilidad extrema es que una nave espacial pilotada por un tipo (Adam Driver) que tiene una hija muy enferma, sufre un accidente al entrar en otros extremadamente improbable «campo de meteoritos» y acaba estrellándose en el planeta Tierra… 24 horas antes del impacto del asteroide que se supone desencadenó la extinción de los dinosaurios no aviares y otras muchas especies. Y mira tú por donde, de los viajeros hibernados de la nave… se salva una niña (Ariana Greenblatt)… que… bueno… ya podréis suponer.

Podréis suponerlo todo. Porque la película no es que sea previsible. Es que dada la premisa inicial, cualquiera que haya ido al cine con cierta frecuencia es capaz de escribir el argumento de la película sin verla. Y además es un pastiche que acumula todos los tópicos propios del género de dinosaurios. Incluyendo el enfrentamiento final con el T. rex, claro. No hay nada que se pueda destacar diciendo… hay algo original, se aporta algo nuevo por pequeño que sea. En algunos momentos, llega a ser hasta chusco, de tan previsible es, de cómo se fuerzan las casualidades para presentar la situación que parecía que tocaba en ese momento. Los intérpretes, dos son los que importan, hay otros dos de aparición mínima, hacen lo que pueden dada la naturaleza del problema. Pero asumiremos que es un trabajo meramente alimenticio sin más.

La película no es recomendable, ni siquiera como entretenimiento. Su única gran virtud es su duración de sólo hora y media. Casi demasiado para lo que hay que contar, pero teniendo en cuenta la moda actual de películas de acción que sobrepasan las dos horas de forma habitual, casi sistemática,… pues ya se sabe, lo bueno, si breve, dos veces bueno, y en lo que se aplica aquí, lo malo, si breve, menos malo. No paguen por verla en el cine. Si en un futuro la tienen en una plataforma de contenidos y la pueden ver sin pagar extra… pues tampoco será una ofensa tremenda. Pero, sencillamente, una película que podría no existir y no pasaría nada. La falta de imaginación y creatividad al poder.

Valoración

  • Dirección: **
  • Interpretación: ***
  • Valoración subjetiva: **

[Fotocomentario] Contra la obsolescencia que no lo es

Fotografía, Política y sociedad

Hoy he realizado una entrada fotográfica, Ópticas de hace 65, 70 años… quizá más – Leica M6 con Kodak Portra 160, en la que comento el uso de dos ópticas fotográfica fabricadas hace 71 y 67 años respectivamente. Ahí es nada. Están en excelente estado de conservación, con pequeños defectos cosméticos. Sus lentes están limpias. Sus mecánicas funcionan sin problema… y las fotos que se hacen con ellas son perfectas para un 95 % de los que las contemplan. Quizá un mayor porcentaje si las fotos están realizadas a aperturas entre f5,6 y f11. Vamos… que si uno tiene alguna de estas ópticas, no necesitaría realmente gastar varios centenares de euros, quizá mil, en una óptica más moderna, salvo que fuese una óptica especializada muy determinada.

Y sin embargo, la gente se pirra por conseguir el último modelo salido al mercado si sus finanzas se lo permiten. Prometen prestaciones ópticas supremas. Y las tienen. Aunque en la mayor parte de las fotografías que realizamos, somos incapaces de diferenciar las realizadas con una de estas nuevas ópticas de las que se toman con estos veteranos objetivos de hace siete décadas. Sólo personas con visión muy entrenada o con fotografías tomadas en condiciones muy determinadas marcan la diferencia. Lo cual puede ser importante para algunos fotógrafos, pero no para muchos.

Lo mismo se puede decir para multitud de objetos que nos rodean y que tienen alguna utilidad cotidiana. Es cierto que en aparatos electrónicos suelen darse fenómenos de obsolescencia programada. Está fabricados para durar un tiempo. Y no siempre esto es malo. En estos momentos se fabrican electrodomésticos que conviene cambiar por motivos de eficiencia energética… y otros. Si has de tener coche… que tire a la atmósfera la menor cantidad posible de CO2 y otros contaminantes. Pero aquellos objetos, bien cuidados, sin electrónicas complejas, sin problemas energéticos y contaminantes. No es que los fabricantes los prevean obsoletos. Es que los propios usuarios, consumidores o propietarios los declaramos obsoletos antes de tiempo. Mis teléfonos móviles, salvo uno que perdí en un pinar, me suelen durar dos o tres veces más tiempo que los de muchos de mis amigos o conocido. Mi televisor es de 2007 o 2008… tiene quince o dieciséis años. Y la imagen que produce me resulta tan agradable que , cuando me acerco a un comercio a ver modelos modernos, la imagen que me muestran me repele. Me desagrada tanto, que doy gracias por lo que disfruto en casa. Pensadlo. Igual no necesitáis comprar objetos. Y es muy posible que el planeta lo agradezca. Aunque en ocasiones… no. El planeta necesitará que dejemos de usar esas máquinas que atufan nuestra vida.