[TV] Cosas de series; recuperando series de hace meses

Televisión

Hace unas semanas me dediqué a rescatar series que me habían llamado la atención tiempo atrás. Fue un momento en el que las novedades no me llamaban la atención. Algo que me está pasando con frecuencia es que segundas temporadas de series cuyas primeras temporadas quedaron suficientemente cerradas, no me llaman la atención en exceso y me cuesta retomarlas, y a veces los abandono. Pero lo de hoy son primeras temporadas o temporadas únicas.

Fotográficamente, me desplazo a los lagos y bosques finlandeses. No porque tengan que ver directamente con las series de hoy. Más bien porque los paisajes recuerdan en parte a los que nos ofrece una de ellas.

Northern Rescue (1ª temporada)

Por algún motivo que desconozco, cuando hace unos meses estrenaron esta serie en Netflix, me pareció que podía combinar entretenimiento con pequeñas dosis de drama familiar, adecuada para momentos de la semana en los que no me apeteciese pensar mucho. Padre de familia (William Baldwin) que trabaja en el servicios de rescate de protección civil (SAR, Search and Rescue, en Estados Unidos), que tras envidiar con tres hijos adolescentes o preadolescentes, se traslada a una ciudad más pequeña para ajustar el modo de vida, con la ayuda de su cuñada (Kathleen Robertson). La historia está contada desde el punto de vista de la hija adolescente mayor, la más rebelde (Amalia Williamson). Si a esto unes que el público votante en IMDb le daba una nota razonable… pues a ello.

Tremendo error de juicio. Casi imposible empatizar con unos personajes que parece que son tontos de remate cada vez que toman una decisión o se relacionan con alguien. Secundarios estereotipados con nulos matices, y dramas postizos y exagerados. Que si a mí me pasan tantas cosas, salgo pitando del pueblo ese donde van a vivir por la vía rápida. Las interpretaciones, flojas, flojas. No sé si esto lo renovarán… en principio termina con la trama abierta y presentando un personaje «malo». Pero no sé si me pillarán por ahí de nuevo.

Sharp Objects (miniserie)

Tenía ganas de ver esta miniserie de HBO desde que se estrenó ya hace un año o así, pero para la que no había encontrado momento. Basada en una novela de Gillian Flynn, escritora de quien ya se había adaptado al cine con éxito alguna de sus obras. En castellano, la serie se ha conocido como Heridas abiertas, que no sé si me gusta mucho.

En una ciudad pequeña de profundo sur de los Estados Unidos se ha producido el asesinato de una adolescente, y otra está desaparecida. A la periodista Camille Preaker (Amy Adams), nacida y criada allí, la mandan desde San Luis para cubrir la investigación. Camille tiene un pasado muy tortuoso, con problemas de salud mental, asociados a una madre muy difícil (Patricia Clarkson) y a la muerte de una hermana. Ahora, además de investigar los crímenes, tendrá que lidiar con la madre, con una hermanastra en edad adolescente (Eliza Scanlen), con la relación con un detective enviado para ayudar en la investigación (Chris Messina), con el shérif del lugar (Matt Craven) y con la panda de psicópatas que conforman el vecindario del lugar.

La serie no está mal, pero algo por debajo de las expectativas que me había generado. Eso sí, las interpretaciones, especialmente de Amy Adams, están a un nivel muy alto. En cuanto a si la resolución de la trama es una sorpresa o no. La primera parte de dicha resolución me parecía demasiado obvia, y pensaba que sería una distracción. La resolución final, quién es el asesino, se me había pasado por la cabeza, pero reconozco que la había desechado por excesivamente rebuscada. Pero si pienso en las dos obras de Flynn que conozco a través de sus adaptaciones audiovisuales… es que es rebuscada de narices esta autora. En general, es recomendable.

[Libro] Otra vida por vivir

Literatura

En esta ocasión no traigo una obra de ficción. Nos moveremos en el ámbito del ensayo y la reflexión. Y lo haremos de la mano del escritor griego radicado en Suecia Theodor Kallifatides.

Kallifatides no es muy conocido por el público español. La recomendación de este ensayo me llegó por parte de mis libreros de más confianza. Y yo mismo en ese momento no conocía, o no recordaba, al escritor. Nacido en 1938, y emigró a Suecia en 1964. Se estrenó como escritor en 1969, pero lo hizo en sueco, a pesar de no ser su idioma natal. Kallifatides se asentó plenamente en el país nórdico, donde se casó con una aborigen y donde tuvo a sus hijos, plenamente insertados en la sociedad sueca. En griego, ha escrito las traducciones de obras suyas cuyo original es el sueco. El motivo por el que aporto todos estos datos biográficos es porque tienen gran importancia en el ensayo que he leído.

No he visitado Grecia todavía, la patria de nacimiento de Kallifatides,… a punto hemos estado de preparar un viaje para este próximo otoño… pero es que Grecia es un caos para lo que pretendíamos hacer… Pero sí que tengo abundancia de fotos de Suecia, la «patria» adoptiva del escritor. Malmo, las playas del Báltico, Estocolmo, Upsala…

Este ensayo es una obra ya de un Kallifatides anciano, pero lúcido. Muy lúcido. En un momento dado, siente que su vida como escritor puede estar llegando a su fin. Las ideas no le llegan a la cabeza, no sabe qué escribir. Y al mismo tiempo analiza lo que está sucediendo en Suecia, en Grecia y en el mundo en estos tiempos. Son los años de la gran crisis financiera que tan duramente afectó al país heleno. También son los años de la llegada masiva de inmigrantes y refugiados a las costas europeas. Coincide con la evolución conservadora de la sociedad sueca, que pasa de ser un paraíso socialdemócrata a una sociedad cada vez menos tolerante con el extraño, con el extranjero, y cada vez menos solidaria con el vecino. Y también coincide con el momento en que en el pueblo natal, en la Laconia griega, el instituto local va a ser nombrado en su honor y se le van a realizar una serie de homenajes, lo que lleva a un viaje al sur de Grecia con su mujer, sueca, pero extrovertida y vital.

Y de todo ello habla en este ensayo, todo ello lo narra, en un relato que mezcla las dudas, la reflexión, las opiniones, con la narración de lo que le está pasando y lo que está viviendo, salpicado con vivencias de su pasado en el país que abandonó en tiempos revueltos. Un texto en el que se muestra fuertemente crítico con la evolución de las sociedades europeas, con los valores que se están destruyendo y que han mantenido al continente próspero y en paz desde la posguerra mundial. Y también termina preguntándose quién es, cuál es el lugar al que pertenece. Abandonó Grecia como consecuencia de la fenomenal crisis económica causada por la guerra civil y la progresiva instauración de un régimen ultraderechista y militar. Pero ahora no sabe si se siente más griego o más sueco.

La respuesta puede estar en el hecho de que, a pesar de que toda su obra anterior, salvo las traducciones, la ha realizado en sueco. Este ensayo lo escribió en griego. El libro se lee bien, con ganas. Ofrece reflexiones muy lucidas. Muchas de las dudas y miedos que Kallifatides tiene, pueden estar en la mente de cualquier persona de bien que sienta un mínimo de preocupación por el mundo y por sus semejantes. Desde luego, lo encuentra muy muy recomendable.

[Cine] Un amour imposible (2018)

Cine

Un amour imposible (2018; 39/20190723)

En temporada baja, es frecuente que lleguen con más frecuencia títulos de filmografías europeas, en concreto la francesa, eventualmente muy interesantes. Son los momentos del año que menos competencia tienen con las películas norteamericanas que copan el mercado por estar controladas la mayor parte de las distribuidoras y no pocos exhibidores por empresas estadounidenses. Claro, también pasan más desapercibidas.

En esta ocasión nos encontramos con una película de Catherine Corsini, que adapta una novela de la escritora francesa Christine Angot, que al parecer está basada, sin ser precisa al 100 %, en su propia vida. El papel de Chantal (Estelle Lescure, edad adolescente;Jehnny Beth, edad adulta) estaría basado en su propia persona.

Uno de los escenarios de la película es la ciudad de Estrasburgo, donde sucede el que sea uno de los momentos más importantes de la película, muy delicadamente planteado, que no narrado.

La película nos cuenta cuarenta años en las vidas de Chantal, su madre, Rachel (Virginie Efira), y su padre, Philippe (Niels Schneider). Cuando comienza la película, que es narrada por Chantal, Rachel es una bella joven de 25 años, católica pero de padre judío, que las abandonó a ella y a su madre, que sale adelante trabajando como secretaria en una empresa de una ciudad del centro de Francia. En ese momento conoce a Philippe, un joven culto, de buena familia de quien se enamora y de quien queda embarazada de Chantal. Nunca se llegarán a casar, pero tampoco perderán el contacto, iniciando una peculiar relación de décadas entre los tres.

La realización de la película es tranquila, directa. A veces con cierto sabor a películas de la nouvelle vague, no sé porqué, pero en algún momento Rachel me recuerda a alguna de las protagonistas de Éric Rohmer. Pero Rachel no tiene la desenvoltura personal y la independencia de las mujeres de Rohmer. Rachel generará una relación de profunda dependencia con Philippe, que siempre se sentirá atraído hacia ella y buscará ser su amante, pero sin comprometerse con ella. Pertenecen a distintos estratos sociales. Incluso se percibe el antisemitismo tradicionalmente latente en la sociedad francesa. Esto acabará teniendo consecuencias trágicas, especialmente para Chantal, que tras pasar una infancia feliz, se verá abocada a una adolescencia conflictiva con consecuencias de por vida en la relación de las tres personas.

La película admite numerosas lecturas. No me voy a extender mucho, puesto que prefiero reservar determinadas cuestiones de la historia para evitar prejuicios, aunque la biografía de la escritora es pública y conocida. Pero en general, la película es una crítica a las actitudes de un patriarcado hipócrita y clasista, al mismo tiempo que hacia la tradicional sumisión de las mujeres.

La película tiene altibajos en su historia. Con más de dos horas de duración, no extraña mucho. E incluso tiene algunos elementos de su conclusión que me chirrían mucho, como esa conversación entre madre e hija en una cafetería parisina hacia el final de la película, donde Chantal intenta explicar todo lo que ha sucedido, pero que me resulta muy poco natural. En cualquier caso, lo que sí que alcanza un gran nivel es la interpretación de los tres protagonistas. Si llamativa resulta la de Efira, una bella actriz y presentadora televisiva belga que consigue interpretar con verosimilitud el mismo personaje desde los 25 a los 65 años, también resultan notables la contenida interpretación de la adolescente Lescure, y el cinismo que Schneider impone a su personaje.

Una película en general recomendable. Inquietante a ratos. Que da qué pensar. Y que, aunque tenga algún altibajo, está bellamente realizada.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: ****
  • Valoración subjetiva: ***

[Recomendaciones fotográficas] De la guerra fría a los conflictos en la India… y otras cosas

Fotografía

Elliott Erwitt es muy conocido por el humor que impregna a sus fotografías documentales y por su mirada inquisitiva que ve lo que a la mayoría de nosotros nos parece desapercibidos. Pero también ha estado en medio de fragados políticos diversos. Nos cuentan en Magnum Photos la historia de una de sus fotografías más famosas, de 1959, cuando Richard Nixon, entonces vicepresidente de los EE.UU., y Nikita Jrushchov, premier soviético, visitaban juntos un exposición sobre el modo de vida americano en Moscú. Y ante un puesto en el que se mostraba una cocina «típica» americana, Nixon confrontó a Jrushchov con agresividad. Para los soviéticos, una demostración de que los americanos eran unos imperialistas agresivos. Para los americanos, una demostración de la firmeza del vicepresidente ante los pérfidos soviéticos. Jrushchov, desde luego, no era un bendito. Pero todos sabemos cómo acabó la presidencia de Nixon quince años más tarde. Ahora, que cada cual interprete la foto como quiera… o que lea lo que Erwitt tenía que decir al respecto.

Algunas fotografías más en el espectro del infrarrojo, de las tomadas hace unos días en una infernal tarde de calor.

En el canal de Youtube de Nowness han publicado estos días atrás un vídeo con una entrevista a Jeff Wall, fotógrafo conceptual que ha basado buena parte de su obra en la escenificación de situaciones que simulaban una fotografía documental, pero que estaban preparadas para dotar de drama o significado a dichas escenas. Una mezcla en artificio y verdad, cuestionando el papel documental de la fotografía a la vez que ponía el dedo en la llaga sobre determinados temas. Os dejo el vídeo.

India es un país enorme. También se considera una economía emergente. Un país candidato a potencia futura, por sus recursos, por su potencial demográfico, por su tamaño, por su situación. Pero al mismo tiempo que algunos de sus estados son meca de peregrinación para turistas o místicos, otros soportan conflictos larvados debidos a las enormes desigualdades, véanse los sistemas de castas, la pobreza, las mezclas étnicas y religiosas, y otros factores.

En NPR nos han mostrado un artículo con fotografías del fotógrafo indio CK Vijayakumar, en la que los habitantes de las numerosas islas del río Brahmaputra, muchos de los cuales no están incluidos ni reconocidos en los censos oficiales, especialmente si son de religión musulmana, y que deben cambiar constantemente de lugar donde viven por los cambios que se producen en las islas constantemente, sin posibilidad de vivir en tierra firme. Pobres, sin cultura, analfabetos, sin papeles, sin nacionalidad y sin domicilio estable.

En la página web de la revista decana de la fotografía, el British Journal of Photography, nos han hablado del trabajo Centralia de la fotógrafa, directora, activista india Poulomi Basu (instagram), que nos habla de un desconocido conflicto que lleva 50 años de existencia, desconocido para la mayor parte del mundo, en las regiones centrales del subcontinente indio. Una situación compleja, y sin visos de solución.

Y terminamos con otra referencia que obtenemos del British Journal of Photography, de hace unas semanas, en la que revisaban el trabajo de Jack Davidson un fotógrafo joven, pero que ya no se puede considerar emergente, puesto que su trabajo está bastante consolidado y ha alcanzado cierta fama y difusión. Sugiero que le he echéis un vistazo. Es muy ecléctico, pero tiene fotografías muy potentes.

[Fotos] Parque del Agua en el infrarrojo

Fotografía

He vuelto a retomar la fotografía infrarroja con película en blanco y negro con sensibilidad extendida a esta parte del espectro electromagnético. Las circunstancias no eran las óptimas, y mis neuronas estaban un poco oxidadas, pero aquí os dejo algunas fotografías realizadas en el Parque del Agua.

Quien quiera conocer algún detalle técnico extra puede consultar en Volviendo al infrarrojo – Fuji GS645S + Ilford SFX 200 en el Parque del Agua.

[Cine en TV] Le chant du loup (2019)

Cine

Le chant du loup (2019; 38/20190721)

Como algunos ya sabréis, desde hace un par de años, incluyo en mis reseñas cinematográficas los estrenos que se producen en las plataformas de vídeo bajo demanda, como es el caso de Netflix, mayormente, siempre que sean estrenos que no sea posible, o muy difícil, ver en pantalla grande, y que sean producciones propias de esas cadenas. Los considero como estrenos cinematográficos; y creo que hay que estar con los tiempos y no como una parte de la industria presentando una constante resistencia al cambio sin aportar nada nuevo a la exhibición cinematográfica. Sólo más ventas de palomitas. Prefiero ver un estreno en pantalla grande, pero no voy a rechazar los que se produzcan de otras formas.

Y en esta ocasión se trata de una producción francesa en Netflix dirigida por Antonin BaudryAbel Lanzac, ambos noveles en la dirección, que se ponen al frente de un drama bélico de submarinos. Las películas de submarinos han sido tradicionalmente muy entretenidas, y hay alguna que otra joya del cine entre ellas. Así que no me podía resistir a ver este estreno. También hay que destacar que tradicionalmente el género ha estado dominado por los norteamericanos, con alguna muy destacable excepción alemana, por lo que tenía curiosidad por lo que podían proponer los vecinos del norte.

Una de las bases más importantes de la Marina Nacional francesa está en la rada de Brest, al norte de la península de Crozon, que visité en 1993. Incluso se podían ver las instalaciones militares, como en la fotografía del encabezado. Creo que los submarinos los tienen por aquí, por su inmediato acceso a las profundas aguas del Atlántico en lugar del que proporciona el mediterráneo puerto de Tolón. Pero no estoy seguro.

La acción se sitúa en un futuro próximo. Y tras una presentación de protagonistas en una acción de rescate de submarinistas en las costas de Siria a bordo de un submarino de ataque o de caza, nos llevan a una situación límite en la que un submarino estratégico portador de misiles con cabezas nucleares reciben la orden presidencial de lanzar una de ellas ante el inminente ataque de suelo francés. Cuando se comprueba que el ataque enemigo es un cebo para provocar el contraataque e iniciar una contienda fatal, hay que evitar que el lanzamiento desde el submarino se produzca. Pero no hay ningún procedimiento para ello; el submarino ha quedado aislado y sigue su fatal protocolo.

En un principio, mi valoración de la película era aceptable. Lo cierto es que me resultó entretenida, si bien inverosímil por el excesivo papel dado a un operador de sonar (François Civil) en la resolución de los dilemas. Pero quien me siga con cierta frecuencia, sabrá que no suelo comentar las películas de inmediato. Que las dejo reposar. Y esta no aguanta muy bien esa fase de reflexión. Podemos argumentar entre otras cosas que el nivel de atención al detalle es mínimo o ridículo. A ver… cualquiera que haya hecho un vuelo intercontinental entre la Europa occidental y Asia oriental sabe que la ruta muchas veces llega a pasar por regiones árticas, dependiendo del destino, siguiendo el camino más corto que sigue los círculos máximos sobre la superficie de la Tierra. Un misil disparado en la costa de Kamchatka en dirección a París pasará probablemente por cerca del polo, y no al sur de Varsovia, ¡CENUTRIOS! Y así podemos encontrar un cierto sinnúmero de detalles absurdos, que golpean con dureza la suspensión temporal de la incredulidad con la que afrontamos las historias de ficción.

Otro punto importante es que, el dilema de la decisión de lanzar o no lanzar, y la conveniencia de tener protocolos flexibles o rígidos ya se ha analizado con mucha más brillantez en otras películas, incluso si no son de las mejores del género. Pero mucho mejor dirigidas y, sobretodo, interpretadas.

Por lo tanto, la película va perdiendo fuelle en el recuerdo. Las interpretaciones son justas, tampoco pueden hacer mucho más con los elementos que se dan a los actores, con algunos nombres interesantes (Mathieu Kassovitz y Omar Sy), que son muy estereotipados. El único papel femenino, la guapa y buena actriz Paula Beer, que nos sorprendió gratamente hace unos años en otra película con transfondo bélico, queda reducida al papel de florero sin mucho sentido. En un retroceso notable sobre las tendencias actuales en el cine de dar un mejor tratamiento a los personajes femeninos. Desgraciadamente, es una película que sólo se puede recomendar a los incondicionales del género… y así así. La próxima película que aparecerá por aquí también será de nacionalidad francesa… a ver si va mejor.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: ***
  • Valoración subjetiva: **

[TV] Cosas de series; una ración de «guilty pleasure» asiático

Televisión

Pues sí. He descubierto que «no puedo» vivir sin mis raciones de placeres culpables televisivos con rostro asiático. Especialmente las comedias/dramas romántico/as coreanos… que mira que son extraños, raros, ¿ridículos? algunos de ellos, pero que me engancha. Pero hay algo más.

Hace unas semanas os comentaba la primera serie que haya visto de HBO Asia, la versión japonesa y femenina de un famoso detective británico. Pues bien, hay al menos otra serie en HBO de producción asiática, aunque con un enfoque muy distinto. Folklore es una miniserie de horror en el que cada uno de los seis episodios es independiente de los otros, y refleja un mito de las supersticiones o de las tradiciones de seis países asiático tan diversos como Japón, Corea del Sur, Singapur, Indonesia, Malasia y Tailandia. El terror no es uno de mis géneros favoritos que digamos, pero tuve la curiosidad y le dí una oportunidad. Al fin y al cabo, el primer episodio, el correspondiente a Indonesia, sin ser una maravilla, tuvo su interés. Sin embargo, conforme fue avanzando la serie, tuve la sensación de que las diferencias en los planteamientos entre las distintas aportaciones eran más cosméticas que de fondo, que de una forma u otra se repetían los esquemas, y que no iba más allá de una serie que acaba navegando en cierta mediocridad con pretensiones. No me atrevo a recomendarla salvo a fanáticos del terror oriental. Que yo no soy.

Para ilustrar esta entrada, recupero algunas fotografías de las primeras horas que pasé en Seúl cuando visité Corea del sur.

De nacionalidad surcoreana, entre la comedia romántica y el drama fantástico y criminal, se mueve Abyss [Eobiseu (어비스)], producción de Netflix que se fue emitiendo durante 8 semanas a un ritmo de dos episodios por semana, una fórmula de emisión muy querida de esta cadena para estos productos coreanos. Ahí seguimos las andanzas de la fiscal Go Se-Yeon (Park Bo-Young) y el heredero Cha Min (Ahn Hyo-Seop), amigos de toda la vida. El es feo, y no demasiado hábil socialmente, pero buen tipo. Ella es guapa, muy atractiva y chulilla. Ambos mueren y son resucitados por una canica gigante mágica, el «abyss». Pero al resucitar adoptan un físico acorde a su alma. Él pasa a ser un tipo guapo, muy atractiva. Mientra que ella se transforma en un chica menuda y físicamente poco llamativa (según la trama, en realidad es una monada). Pero además ella ha muerto a manos de un psicópata. A partir de ahí enredos amorosos, tensión sexual no resuelta, equívocos, y una trama policial un poco estrambótica. Se le pueden sacar todos los defectos que queráis. Pero los personajes principales son simpáticos y sirve para ver algo intrascendente que no te obligue a pensar. A la actriz protagonista, ya la he visto en un par de series más, en las que siempre hace papeles cortados por el mismo patrón.

Y siguiendo el mismo patrón de emisión, pero en esta ocasión perfectamente definida como un drama romántico, hemos tenido One Spring Night [Bombam (봄밤)]. He de decir que en los primeros episodios de los dieciséis que consta la serie, parecía que iba a dar un salto cualitativo sobre lo que se ve en series coreanas. Dejándose de lado de ciertas frivolidades, el planteamiento de un triángulo rectángulo en que dos catetos con capacidades muy distintas, un adinerado heredero con una buena posición en la banca (Kim Jun-han) y un modesto farmacéutico que trabaja en una farmacia como asalariado y que tiene un hijo de una mujer que los abandonó (Jung Hae-In), se disputan los favores de una joven bibliotecaria (Han Ji-min) que empieza a no ser tan joven, y tiene que optar entre una relación aburrida y rutinaria pero socialmente interesante, y una relación con muchos interrogantes y peor vista socialemente. Además, apuntaba buenas maneras en el apartado interpretativo, por lo menos en la protagonista femenina. Por algún motivo, la mayor parte de los actores masculinos en estas series son claramente inferiores en su cualidades interpretativas a las actrices principales. Sin embargo, la serie pronto entra en bucle, dándole vueltas a unos argumentos que a ratos, desde nuestra perspectiva occidental, resultan ridículos, dilemas que no entendemos porque probablemente en nuestro entorno no se producirían. Y queda claro que la extensión de la serie es muy superior a lo que la trama da de sí. Incluyendo alguna trama paralela como una muy mal desarrollada y resuelta de abusos de género hacia la hermana mayor de la protagonista. La única conclusión clara que podrías sacar, si te lo tomaras en serio es que Corea del sur está en el siglo XIX en lo que se refiere a ciertos valores familiares y sociales, y que la mayor parte de los hombres, especialmente los padres, son una panda de gilipollas. Deja un regusto agridulce. Intenté darle una oportunidad de recuperar las sensaciones iniciales hasta el final… pero sin éxito.

[Libro] Riesgos de los viajes en el tiempo

Literatura

Estaba a punto de salir de vacaciones, hacia finales del mes de mayo, cuando me enteré que en junio salía a la venta la traducción al castellano de la última novela de Joyce Carol Oates. Desde hace unos años, desde que leí su peculiar y «disléxica» versión del cuento de Caperucita Roja, Oates es una de mis escritoras favoritas. Intentar recuperar toda su obra es una labor inabarcable ya que la norteamericana es una escritora sumamente prolífica, que a sus 81 años se muestra todavía muy activa y muy lúcida. Pero poco a poco iré rescatando alguna de sus novelas u otros escritos, al mismo tiempo que permaneceré atento a las novedades que presente. Como ha sido el caso en el actual. La quinta novela de Oates que leo, el sexto de sus libros si incluyo el de relatos cortos que leí en su momento.

De entrada me sorprendió y me atrajo el título. Y más cuando los adelantos de la novela hablaban de una historia de viajes en el tiempo. Un género que siempre me ha atraído, aunque desconocía cómo podía encajar en el estilo de la escritora. Antes de comenzar a leer el libro, la respuesta más probable a esa cuestión es que su sumase a otros autores, como la canadiense Margaret Atwood, a la hora de utilizar un entorno distópico para ejercer un crítica de la situación sociopolítica actual. La escritora mantiene posiciones progresistas en el ámbito sociopolítico norteamericano. Ellos la denominaría «liberal», pero ya sabemos, o deberíamos saber, que ese adjetivo tiene distinto significado político a ambos lados del Atlántico. Así que utilizaremos el adjetivo «progresista». Su anterior novela profundizaba notablemente en el conflicto entre integristas religiosos de extrema derecha y el derecho a elegir en cuestiones de planificación familiar.

Casi toda la película transcurre en un entorno universitario,… que por su calidad y brillantez académica no es precisamente equiparable a la inglesa Cambridge. Pero estas son las mejores fotos que tengo de una universidad, así que tendrán que valer.

Efectivamente, mis suposiciones no iban desencaminadas. La protagonista de la historia es Adriane Stohl, una joven de 17 años, que vive en un futuro dentro de 20 años, en el que los Estados Unidos de América han absorbido a lo que es Méjico y Canadá, y se presentan en como una sociedad distópica en la que gobierna una élite plutocrática que ejerce un fuerte control sobre los ciudadanos a través de los sistemas de información electrónica. La joven, brillante estudiante en su instituto, es detenida por haber preparado un discurso de despedida de su promoción que plantea dudas sobre el sistema social y político. Y su castigo será ser trasladada en el tiempo, a 1959, donde recibe un nuevo nombre y es matriculada en una mediocre universidad del medio oeste americano.

Y aquí viene la potencia de la historia que nos narra Oates, puesto que en la distopía en la que profundiza no es la de la sociedad del futuro, en la que en un remedo de lo que ha sucedido con Donald Trump, gobiernan aquellos plutócratas extremadamente ricos que mejor controlan la información y los recursos. La distopía en la que profundiza es la de las sociedades mediocres, en su actitud, en sus valores, en sus creencias, en la profundización de los conocimientos, que es representada por esa ficticia universidad de Wainscotia, en cuyo campus se desarrolla la mayor parte de la acción. Un entorno, muy asociado al vertiginoso desarrollo económico de los EE. UU. en los años 50 y 60, al mismo tiempo que se genera una corriente de pensamiento único, consecuencia de la guerra fría y del miedo a los soviéticos.

Y si esta es la visión política de la historia, está también los aspectos relacionados con la identidad personal, o la fragilidad de la misma, la capacidad de manipulación que las sociedades tienen o pueden tener sobre quienes somos, y quienes son los que nos rodean. Con el trasfondo de sus estudios en psicología conductista, viene la reflexión sobre si realmente somos libres en nuestras decisiones, o al fin y al cabo, no somos quienes creemos ser, sino meros seres condicionados fuertemente por nuestro entorno, por la presión del grupo y por las sociedades en las que vivimos.

Al final, el cierre de la novela, muy satisfactorio, no responde a todas las preguntas que se plantean a lo largo del relato, sino que muy al contrario, abre todavía más interrogantes sobre la auténtica realidad y la auténtica historia de Adriane.

A pesar de las frecuentes paradas para pensar en lo que estaba leyendo, me lo leí en poco tiempo. Me enganchó fuertemente, me pareció sumamente original, y lo considero altamente recomendable.

[Recomendaciones fotográficas] La última exposición de PhotoEspaña en Zaragoza y más cosas interesantes

Fotografía

Esta semana se inauguró en Zaragoza la última de las exposiciones fotográficas de este verano que integran la sección oficial de PhotoEspaña 2019 – Otras ciudades. Es la segunda que tiene su sede expositiva en el Centro de Historias de la ciudad. Se titula Los últimos – retratos y testimonios de la guerra civil 2015-2017, y es obra del fotógrafo Luis Areñas. Fotógrafo que actualmente reside en Zaragoza, se marcó hace unos años el proyecto de encontrar a los últimos supervivientes de entre los combatientes en la guerra civil española. Todavía queda bastante gente viva que vivió la contienda, pero muchos eran niños en aquel momento. Los combatientes más jóvenes son gente que en estos momento han cumplido o están prontos a cumplir los cien años. Y por lo tanto… pocos quedan. Fotográficamente, estamos ante una serie de retratos en los que se permite a la persona fotografiada, ancianos y ancianas con el rastro del tiempo claramente marcado en sus rostros, expresarse con libertad, mientras que un fondo blanco lo aísla, a lo Richard Avedon, de su entorno. Un estricto blanco y negro contribuye a desechar toda información que no venga asociada a la propia expresión de la persona. Personas que combatieron vinculadas a ambos lados de la contienda, Areñas trata de no establecer divisiones, sino hablar del sufrimientos y sinsentido colectivo.

Las fotografías de hoy están tomadas en la visita a la exposición de Luis Areñas, incluidos algunos textos acompañantes que me parecieron especialmente significativos.

Loable deseo… si no fuera porque el resurgimiento de los fascismos, disfrazados de «derechas populistas» nos debe hacer recordar que la guerra fue desencadenada por el ejército, en el que había una abundancia de fascistas, y que agredió a una estado constitucional y de derecho, aunque sometido a las tensiones de la época. Y eso, convendría que no se olvidase.

Triste juego de palabras de Bertrand Russell, que se pierde en su traducción al castellano, aunque su significado permanece plenamente vigente. Aunque los sectores más cerriles de la sociedad española no lo crean, no lo sepan o no lo quieran reconocer.

Pero vamos a otras cosas. La semana pasada hablaba de otra exposición asociada a PhotoEspaña 2019, que reflexionaba sobre la realidad y la identidad de la mujer en Taiwan. En esta ocasión saltamos el estrecho de Taiwán y nos llegamos a la China continental, donde una fotógrafa joven retrata a su propia generación de mujeres jóvenes, algunas adolescentes, que buscan definir su propia identidad alejándose de los estándares tradicionales de la sociedad china. Se trata de la fotógrafa Luo Yang (instagram), que fue mencionada en su momento por Ai Weiwei como una de las fotógrafas más prometedoras de su país, y a cuyo trabajo Girls han dedicado un vídeo esta semana en Nowness. Un vídeo que os dejo aquí.

Su trabajo exige una relación muy íntima con las jóvenes a las que fotografía. Usa un Contax de medio formato, probablemente una de las cámaras para película a la que se podían añadir algunos de los objetivos Carl Zeiss más destacados por su calidad.

Sin salir de China, el fotógrafo Cian Oba-Smith (instagram) ha explorado el fenómeno de la arquitectura que imita los estilos y los edificios europeos en las ciudades chinas, concretamente en Shanzhai. Barrios residenciales que se constituyen como una auténtica versión kitsch de los originales parisinos, venecianos u holandeses. Barrios que inicialmente tuvieron poco interés, convertidos en ciudades fantasma, poco a poco la presión demográfica en el gigante asiático han hecho que se fueran llenando de unos habitantes, pertenecientes a una nueva clase media, para quienes, este tipo de arquitectura, significa poco o nada. En algunos casos, ni siquiera son conscientes de que viven en una imitación de un lugar célebre. Nos lo han contado en las páginas en línea del British Journal of Photography.

Otro caso de choque cultural entre continentes. Las fotografías de Stuart Franklin realizadas en los hoteles africanos contemporáneos, lugares pensados para los negocios, generalmente desde el punto de vista, los gustos y los intereses occidentales. Además de representar las consecuencias de la colonización y la descolonización. O formas profundamente sesgadas de lo que supone la globalización. Nos lo mostraron en Magnum Photos.

Terminar con una serie curiosa, e interesante, que se pudo ver en Lenscratch. Las vanitas son un género específico de bodegones o naturalezas muertas que que se popularizaron en la pintura barroca de los Países Bajos. Procedente su denominación de la expresión latina extraída del Eclesiastés, Vanitas vanitatum omnia vanitas (Vanidad de vanidades, todo es vanidad), representaban objetos que simbolizaban la fragilidad y la brevedad de la vida, la muerte. La fotógrafa Jeanette May ha adaptado el concepto de lo perecedero, de lo caduco, a la obsolescencia, muchas veces programada, de los objetos cotidianos tecnológicos de hoy en día, en naturalezas muertas con elementos cotidianos y reminiscencias de las vanitas de la escuela flamenca del siglo XVII. Da que pensar.

Volvimos a visitar las exposiciones que ya vimos hace unos días. Entre ellas la curiosa «Estuvieron aquí» en el Espacio Tránsito del Centro de Historias.

[Fotos] Paseos por el Canal Imperial de Aragón con una película que nunca había usado

Fotografía

Estos días atrás me he dado un par de paseos por las orillas de Canal Imperial de Aragón a su paso por Zaragoza. Y he aprovechado para probar una película fotográfica desconocida para mí con mi Hasselblad 500CM. Quienes quieran conocer los detalles técnicos, los encontrarán en El empaquetado de colorines de las Fomapan – Fomapan 200 «Creative». Para los demás, os dejo unas cuantas fotografías.

[Cine] El cuento de las comadrejas (2019)

Cine

El cuento de las comadrejas (2019; 37/20190715)

Juan José Campanella tiene en su haber una serie de largometrajes, no muchos, la verdad sea dicha, que concitan habitualmente la unanimidad de público y crítica, con valoraciones muy favorables. Con gran capacidad para tocar la fibra sensible de los espectadores, cualquier estreno que lleve su nombre merece nuestra atención. Bien es verdad que también lleva en su haber un montón de televisión gringa, y de otros países, que una vez es mejor y otras «no tan mejor». Pero bueno… creo que su más oscarizada película forma parte de forma inherente e imborrable de la historia personal de muchos de nosotros. Incluso si nos despierta una profunda melancolía por motivos concurrentes aunque ajenos a la propia película. Cosas.

En cualquier caso, el anuncio del estreno de una nueva película del argentino genera expectativas. Elevadas expectativas. En esta ocasión, con un reparto muy notable (no, no sale Darín, os pongáis como os pongáis; de hecho se rumorea que son muchas la películas argentinas en las que nunca ha trabajado Darín, aunque España entera no se lo crea), se plantea una nueva versión de una película de los años 70, que tuvo la mala fortuna de ser estrenada coincidiendo con el golpe militar que llevó a la dictadura de triste recuerdo. Una película de terror que nunca debió ser estrenada como tantas dirigidas por los militares del mundo entero.

No he tenido ocasión de viajar al Cono Sur todavía… y no por falta de ganas. Así que ilustro la entrada con unas fotos de hace unos meses, realizadas con película tradicional, por Zaragoza. Probablemente el lugar del mundo en el que el idioma castellano o español tiene una entonación más diferencia, más distinta, que el de Buenos Aires y argentina en general.

Mara Ordaz (Graciela Borges) es una anciana actriz, recluida en un caserón con su discapacitado marido, Pedro (Luis Brandoni), uno de los directores de cine que la dirigió en su época gloriosa (Oscar Martínez) y el guionista de aquellas películas (Marcos Mundstock). Viven amándose/odiándose con una mezcla de nostalgia/rencor, alejados del mundo. Hasta que llega un tiburón inmobiliario (Nicolás Francella), acompañada de una bella escribana (Clara Lago), léase notaria para los castellanoparlantes de la orilla oriental del Atlántico, que pondrá patas arriba el delicado equilibrio de esta comunidad.

El tono de la película, desde los primeros instantes nos indica dos cosas. Por una lado, que es un ejercicio de autorreferencia hacia el mundo del cine y del artisteo, la típica historia de amor/odio entre directores/escritores hacia/contra los intérpretes de sus obras. Por otro lado, estamos ante una comedia que fácilmente va a derivar al humor negro… como así sucede, acercándose hacia aquella que considero la más inspirada de las comedias de Frank Capra. En los inicios del filme, asistimos a una serie de diálogos en donde las puyas verbales son constantes e ingeniosas, son diálogos que transcurren con rapidez, y establecen los antagonismos entre los personajes con facilidad. Pero llega un segundo acto, con un tono más dramático, en el que la película pierde fuelle, especialmente después del vivaz comienzo. La película irá recobrando pulso, aunque sin llegar a los niveles iniciales, especialmente porque se hace previsible. Termina dejando buen sabor de boca, pero con la sensación de que podría haber sido mucho mejor.

Por donde brilla es en el lado de la interpretación. Los seis personajes principales están muy bien interpretados. Incluso Lago, una actriz que con el tiempo ha resultado más del montón de lo que parecía que podía ser, está a un buen nivel. Y parece que es capaz de interpretar con más soltura y desparpajo hablando en porteño que en castellano.

Como conclusión, lo ya dicho. Deja muy buenas interpretaciones, buen sabor de boca y algún momento inspirado en el plano de la comedia. Pero falla un poco justo donde Campanella es más esperado, en el lado del drama de sentimientos que te dejen el alma tocada. No obstante, es una película recomendable, más si tenemos en cuenta la relativamente triste situación de la cartelera veraniega.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: ****
  • Valoración subjetiva: ***

[Desconciertos] Luna, Japón, monos y megapíxeles

Ciencia, Fotografía, Viajes

Llevamos semanas, y especialmente esta, con la murga del 50º aniversario del alunizaje de dos astronautas de la misión Apollo 11 de la NASA. El primer alunizaje de la historia. Esto me tiene conflictuado en dos aspectos.

El primero es que sigue siendo visto como un tema más de orgullo patriotero que un logro científico que arrastró muchos otros, y más que podrían ser si no fuera por la tendencia de los políticos de todo signo a despreciar la ciencia. Especialmente grave en nuestro país, donde cuando hay una crisis, los gobernantes de turno, demostrando que no están capacitados en absoluto para su trabajo, recortan en investigación y desarrollo, que es justamente donde habría que dedicar más dinero para cambiar la estructura económica y productiva de este país, tan frágil ante los vaivenes de las finanzas. Turismo y construcción nos dejan constantemente con el culo al aire; educación, ciencia y tecnología nos garantizarían un colchón ante los vaivenes económicos. Seguimos optando por ser camareros y albañiles en lugar de físicos o ingenieros. Somos gilipollas. Y eso me desconcierta mucho.

Santuario Tōshō-gū de Nikko.

El segundo es que mis recuerdos sobre el tema son muy confusos. Siempre he tenido la sensación de que durante aquellas vacaciones de julio de 1969 en Benicarló, presencié aquellos acontecimientos en la televisión. Pero también sé que no es posible. No teníamos televisión en el apartamento. Y a la hora en que sucedió… yo, con mis seis añitos, estaba durmiendo. No podemos fiarnos de nuestros recuerdos. Tengo más ejemplos al respecto. Sobre otros acontecimientos. ¿Quién dijo qué? ¿Quién vio qué? ¿Quién oyó qué? Propios y ajenos. Gente convencida de que algo pasó y lo presenció, y no fue así. Sesgos de recuerdo, muchas veces que nos afectan de forma colectiva. Y eso me desconcierta mucho.

Cuando volvimos de viaje de Japón en octubre de 2014, estábamos encantados. Pero si nos preguntaban entonces, contestábamos que con una vez era suficiente, que había mucho que ver. Sin embargo, esa impresión cambió. Y desde hace dos años llevamos diciendo que teníamos que volver. Por un momento pareció que iríamos esta primavera pasada, pero acabó siendo China. Luego, di por descontado que sería en la primavera de 2020. Pues tampoco. Ya tenemos billetes. Saldremos el 24 de septiembre y volveremos el 8 de octubre. Pero no tengo ni idea de qué vamos a hacer allí. Hacía tiempo que no montábamos unas vacaciones de forma tan caótica. Y eso me desconcierta mucho.

En el primer viaje a Japón visitamos Nikko. Y aquel conjunto de templos y santuarios entre los bosques nos gustó mucho. Las fotografías que adjunto en la entrada son de allí. En un momento dado, me llamaron la atención unas tallas en el santuario sintoísta Tōshō-gū, es decir, dedicado al shogún Tokugawa Ieyasu, fundador del shogunato que dominó el período Edo en Japón, entre 1603 y 1868. Las tallas, que podéis ver en el encabezado de esta entrada, representan a los tres famosos monos sabios orientales que se tapan los oídos, la boca y los ojos. Hice varias fotos. Siempre pensé que era una más de las representaciones de estos monos. Pero recientemente me enteré que no. Que son las originales. Aunque el concepto de los tres principios, no escuches el mal, no mires el mal, no hables el mal, estaban presentes desde la época de Confucio, la representación artística con monos que ha llegado a nuestros días tiene origen en esas tallas. Lo cual dota de más valor a la visita.

Pero también he comprobado que en occidente se malinterpreta con frecuencia el significado de los monos. Y en muchas ocasiones viene a ser interpretado como que hay que ser discreto, y no ver, oír o hablar más allá de la cuenta. Actitud que nos lleva a ser aliados de ese mal al que originalmente renunciaron los monos, cuando preferimos no ver, no oír o no hablar de las cosas que funcionan mal en el mundo. Esta deformación de un principio moral razonable, me parece terrible. Y eso me desconcierta mucho.

Quien sigue este Cuaderno de ruta, sabe que soy un fuerte aficionado a la fotografía. Pero cada vez me aburre más hablar de aparatos fotográficos que no tengan como mínimo 30 o 35 años, a ser posible más. Hace unos años, cuando se afianzaron los captores digitales de 36 megapíxeles o incluso más, se empezó a hablar de que la carrera de los megapíxeles se había acabado. Que a partir de ese momento serían otros los adelantos que marcarían la innovación en el sector. Bien… ya vamos por 60 megapíxeles en los sensores de 24 x 36 mm, 100 megapíxeles en los de 33 x 44 mm, y creo que por 150 megapíxeles en los de 41 x 54 mm. Y se ha generado una fuerte presión en los consumidores por parte de la industria, los medios y los influencers, para convencer al personal de que lo chachi son cámaras de más de 2000 euro, cuando no 3000 o 4000 euros, con muchos megapíxeles, y con unos objetivos carísimos y enormes. Mientras, el mercado de las cámaras fotográficas se hunde progresivamente. Y yo sigo pensando que con 20-24 megapíxeles es suficiente para la inmensa mayoría de los mortales, que rara vez sacan copias en tamaño DIN-A2 (42 x 60 cm) que es lo que permiten estos ahora modestos sensores. Y que no es necesario llevar armatostes enormes, que los formatos pequeños y ligeros son más que suficientes para la inmensa mayoría de los mortales. Pero la gente no se mueve por la razón, sino por la presión del grupo. Y mientras los precios aumentan. Y los sistemas peligran. Y las ventas caen. Y por lo tanto, las marcas y los sistemas peligran más todavía. Y eso me desconcierta mucho.

Como veis. Últimamente, todo me desconcierta mucho. Y eso que nunca, o sólo muy tangencialmente, hablo de política. Porque eso, me desconcierta mucho.