[Libro] Hōzuki, la librería de Mitsuko – Aki Shimazaki

Sin categorizar

No hace tantos años que empecé a leer los libros de Aki Shimazaki. Japonesa de nacimiento, canadiense de adopción, vive en Montreal y escribe y publica sus novelas en francés. Escribe novelas cortas, que tienen sentido en sí mismas, de forma individual. Pero agrupadas de cinco en cinco, como quintetos, conforman historias más amplias, de vidas cruzadas, con tiempo que pueden abarcar décadas, más profundas, y con más sentido todavía. Inicialmente, los derechos de publicación de sus novelas en España lo tenía editorial Lumen, que las publicaba reunidas en dichos, por lo que sólo publicó dos libros, El quinteto de Nagasaki (2018), el primero, con novelas cortas que fueron publicadas originalmente por Shimazaki entre 1999 y 2005, y El corazón de Yamato (2019), el segundo, con historias publicadas originalmente entre 2006 y 2013. Leí el primero de ellos en 2019, y el segundo en 2020.

No he estado en Nagoya, la cuarta ciudad japonesa por población, tras Tokio, Yokohama y Osaka. Bueno… si he estado. En la estación, para cambiar de tren en el viaje entre Ise y Tokio. Pero no la he visitado. Así que os dejo algunas fotografías realizadas con película en blanco y negro, en los días que estuvimos en la capital nipona, tras ese desplazamiento en el que hicimos transbordo en Nagoya, donde transcurre buena parte de la novela de hoy.

Me gustaba leer sus novelas cortas así, como una novela más amplia y con más profundidad de contenido. Para mí tenía más sentido. Pero supongo que comercialmente será más rentable hacerlo como en su idioma original, en francés, donde siempre se han publicado cada novela por separado. El precio conjunto de las cinco novelas cortas por separado es 2,5 veces superior al de los libros que las reúnen. Los derechos de las siguientes novelas de Shimazaki en español han ido a parar a otras editoriales. Y por ello, paradójicamente, la siguiente que leí, Luna llena, que me gustó mucho, es la segunda novela corta de la cuarta serie, publicada por Tusquets en 2022. Pero con algún disgusto que otro. Por ejemplo, que no se han saltado la publicación de la primera novela corta de la serie. Y también porque han roto la tradición de conservar el título original de la novela corta en japonés, que hace referencia a algún animal o planta. El título de la novela original, el que esperaba que se conservase en la traducción, como había sucedido hasta el momento, o como sucede en las versiones originales en francés, pero con el título en japonés, es Semi 蝉, cigarra. Odio esta costumbre de las editoriales españolas de no respetar los título originales o de respetar su sentido. Como ese absurdo Tokio blues para el Norwegian Wood de Haruki Murakami, cuando la canción de los Beatles tiene tanta relevancia en la novela.

Con la novela de hoy, cuyo título original Hōzuki 鬼灯, se refiere a una planta del género Alkekengi, con frutos en forma de farolillo chino, y que encontré de oferta recientemente en versión electrónica, es la segunda novela corta de la tercera serie de cinco. Y esta serie está publicada por Nórdica… para acabar de complicar la cuestión editorial de la autora en español. Ya he decidido que voy a ignorar las traducciones y que iré poniéndome al día con la obra de Shimazaki con los originales en francés. Si no hay ventaja económica, como la publicación en conjunto que hacía Lumen, pues nos dejaremos de las tontadas con las que maltratan las editoriales españolas los libros traducido. En ello se nos habla de una mujer, que regenta una librería de lance, que vive con un hijo de siete años sordomudo y su madre anciana. Su vida no ha sido fácil. Cuando el niño era muy pequeño se vio obligada a prostituirse para salir adelante durante dos años, en una ciudad lejos de Nagoya, su ciudad de origen. Y ahora, para pagar la educación especial que necesita el pequeño, trabaja una noche a la semana en un hostess bar. No lo traduzco como bar de alterne, como en el libro, porque en español, la chica de alterne implica prostituta, y en Japón no. Dado que diferencia su actividad del pasado de la del presente, doy por descontado que en este momento no se prostituye. Un día entra en su librería una elegante mujer de buena posición, esposa de un diplomático, a comprar libros encargados por su marido. Con su hija de cuatro años. Los niños juega y se hacen amigos. La mujer del diplomático quiere entablar relación y amistad con la librera. Pero esta está reticente. Porque, quizá, algo del pasado las une.

Shimazaki vuelve a contarnos una historia con corazón y con profundidad, con personajes que nos enganchan, con los que empatizamos, a los que acabamos apreciando, en lo que se insinúa una continuación de su estilo de construir sus grandes historias a partir de las pequeñas (o no tan pequeñas) historias de algunas personas y de las vidas cruzadas de las mismas. No tardaré mucho en ponerme a la tarea de recuperar el resto de las historias de esta tercera serie. Ya las tengo localizadas y preparadas. Pero como ya he comentado, me he pasado al idioma original, el francés. Acabo de terminar un libro hoy mismo, continuación de una novela japonesa que leí el año pasado, algo ligero, y he comenzado una libro de relato cortos de una autora española, desconocida hasta ahora para mí, que espero no me dure mucho. Después, dedicaré una parte del verano a ese tercer quinteto de Shimazaki, L’ombre du chardon, la sombra del cardo.

Shimazaki se lee bien. Como he dicho, cuenta historias con sentimiento, y crea personajes que te interesan. A pesar de que escribe en francés, sus historias se enraízan con fuerza en su Japón natal y en su cultura de origen. Hoy en día, sin embargo, tiene la nacionalidad canadiense y esta establecida en el país norteamericano. Me parece curioso que no aprendió el francés hasta los cuarenta años, en 1994, cuando ya llevaba tres viviendo en Montreal. Ella se expresaba fluidamente en inglés hasta ese momento. Y que eligiese escribir sus novelas cortas en francés, publicando la primera en 1999. Por ello, realmente tengo curiosidad por leer a partir de ahora sus novelas en su versión original. Lo voy a hacer. Y como ya podéis suponer, sus libros me parecen muy recomendables.

[Fotocomentario] Sigo sorprendiéndome con las autolimitaciones culturales de algunas gente… a propósito de los «goyas» de colores

Arte

Lo comenté hace unos meses, a propósito de unas esculturas con la cabeza de Francisco de Goya, que habían sido pintadas por artistas contemporáneos con motivos diversos, en general muy coloridos. Hay personas que se indignan u ofenden por este tipo de intervenciones artísticas sobre el genio de Fuendetodos, o sobre cualquier otro símbolo cultural que consideren, de alguna forma, «tradicional» y «sagrado». Lo cual, para empezar, implica no entender quién era, o cómo pensaba, Francisco de Goya, que era cualquier cosa menos convencional y tradicional y se adelantó a algunas formas artísticas de las vanguardias y la modernidad, especialmente en sus aspectos más expresionistas.

Esta primavera fue una nueva edición de unas fiestas recientemente inventadas por el Ayuntamiento de Zaragoza, las «fiestas goyescas» en cuyo concepto en sí mismo no voy a entrar… porque me parece aburrido. Pero con el motivo de estas «fiestas goyescas», volvieron las «cabezas ilustradas» de Francisco de Goya a las calles de Zaragoza. En esta ocasión, a la plaza de la Seo. Afortunadamente, para la mayor parte de la gente, esto fue motivo de curiosidad y diversión, y los niños pudieron familiarizarse con esta forma lúdica de interpretación del arte y la cultura de forma lúdica y entretenida. Pero seguí percibiendo la presencia de la España carpetovetónica, que se resiste a cualquier innovación y cambio, y que tan caro nos puede salir como país en los próximos años, con lo necesario que va a ser en un futuro, por los retos sociales, políticos, ambientales que se nos vienen encima, un pensamiento lateral, alternativo e imaginativo, fuera de los caminos trillados, para superar esos difíciles retos. Porque si no, nos irá mal. Ya nos está yendo peor que a otros países, así que…

En fin, acompaño con algunas fotos tomadas en ese entorno, de las que hablo en Goya y mas cosas – Plaubel Makina 67 con Lomography Color Negative 800 a IE 400.

[TV] Cosas de series; (malas) series de espías y ladronas de alta burguesía

Televisión

Sinceramente, salvo la entretenida serie sueca que comentaré dentro de unos párrafos, mi recorrido por estrenos de series de espías que he visto en las últimas semanas se podría considerar casi catastrófico. Vistas por los comentarios relativamente elogiosos de algunos artículos vistos por la red de redes, me ha sorprendido hasta que punto las plataformas de contenido en línea están rebajando sus niveles de exigencia últimamente. Han dejado de competir por la calidad o el prestigio. Ya no sé en qué compiten. En lo que a mí se refiere, tengo la sensación de que por muy abundante que sea actualmente la oferta de ficción televisiva, la llamada «edad de oro» de la televisión ha terminado. O lo parece.

Rincones y escenas captados por mi cámara fotográfica durante mi última visita a la capital sueca. Volveré a Estocolmo dentro de unas semanas. Por temas familiares, con cierto aire festivo; y aprovecharemos para hacer algo de turismo, claro, aunque ya conozco la capital sueca.

Citadel se puede ver en Amazon Prime Video, aunque no lo recomiendo. Ni siquiera los complacientes votantes de IMDb le otorgan su confianza, puesto que una puntuación de 6,1 en esta plataforma hay que considerarla baja. Ojo… no es que los votantes de IMDb tengan siempre el criterio afinado, que les he visto despreciar, sobre todo en el cine, cosas estupendas, mientras que babean ante la pirotécnica mediocridad de los productos superheroicos. Pero precisamente por eso, pensaba que esta serie de conspiraciones dentro de las conspiraciones entre organizaciones de espías, acompañada de acción en abundancia, les podría satisfacer. Pero ni esas. Y encima, la química entre los dos protagonistas interpretados por Richard Madden y Priyanka Chopra Jonas es floja floja floja. Con una trama típica de organización de espías «buenos», que solo asesinan a los malos, que se ve traicionada y mueren a capazos, aunque algunos sobreviven (esto lo utilizó hasta George Lucas para «deshacerse» de los jedis con su famosa orden 66). Y los que sobreviven… pues a buscar la verdad. Primero tienen que recuperar la memoria, porque se la borran y esas tontás… Nah… que es muy mala a pesar del entusiasmo de algunos plumillas de la red de redes, generación millenial que no ha visto de la misa la media y se creen que saben y les encanta cualquier cosa con algo de pirotecnia y una chica guapa. Evitar.

En algún momento leí que The Night Agent, un título que a priori no me atraía mucho, era uno de los estrenos más destacado en los últimos tiempos, y bien situado en general, dentro de Netflix. Y a este propósito, leí un par de artículos que se mostraban complacientes con la serie. Así que le di la oportunidad. Menos fantástica que en la anterior, mezcla la acción de los agentes secretos con las conspiraciones políticas en la Casa Blanca. La premisa también está vista mil veces. El típico agente del FBI que tiene que proteger a una chica, civil, que sabe algo que los malos no quieren que sepa, hay persecuciones, unos malos malísimos… y varios desenlaces muy previsibles. Aunque camine por caminos muy trillados, la cosa, si está bien hecha, podría funcionar. Pero no. Los diálogos del guion son espantosos. Los personajes protagonistas acaban importándote un rábano. Pero tampoco los malos te inspiran nada en ningún sentido. Frases hechas, escenas prefabricadas, actuaciones mediocres (el protagonista de la serie, Gabriel Basso, es casi catastrófico, aunque el resto del reparto no acompaña). Es cierto que entiendo que al principio de la serie los defectos no se notan. Comienza con las típicas situaciones de acción típicas para atrapar la atención del espectador, lo que puede explicar la audiencia destacada, y que el final arregla un poco lo que hay entre medias… pero bueno… Regular tirando a mala. Curiosamente esta sí que es aprobada por los votantes de IMDb, que se comportan como esperaba también en la anterior. Por cierto, si ayer comentaba que Hong Chau estaba últimamente en todas parte… también aquí. Aunque en esta ocasión, el nefasto guion hace que se sume a la mediocridad general. Las dos series parece que tendrán continuación. Qué se le va a hacer. En principio, que no cuenten conmigo.

Barracuda Queens es una serie sueca con una primera temporada de sólo seis episodios que, basada en un caso real, nos habla de un grupo de cinco amigas, cuatro de ellas en sus 18 o 19 años, y la otra algo más joven, hermana de una de las anteriores, que tras una noche loca acumulan unas deudas que no saben como pagar. Aunque todas menos una pertenecen a familias pudientes, residentes en una de las ciudades dormitorio de mayor nivel en el área metropolitana de Estocolmo, no quiere que sus familias se enteren de esos y otros problemas que acumulan. Y para salir adelante, deciden comenzar a desvalijar algunas de las casas de su vecindario de familias con pastuza, aprovechando que conocen el percal. Pero claro, no son precisamente profesionales, opinen lo que opinen las despistadas policías que van tras ellas, y van dejando pistas y rastros por todas partes. Esta es una de esas series poco apreciada por los votantes de IMDb que, curiosamente, a mí me entretuvo bastante. Me parece bastante ágil y suelta en su desarrollo, las interpretaciones son razonables, y combina la acción derivada de la actividad delictiva de las chicas con la crítica con cierta dosis de mala leche hacia la alta burguesía sueca. Lo cual siempre tiene su punto de diversión. No porque sea sueca, sino porque es alta burguesía… que rima con hipocresía. Tiene pinta de prometer segunda temporada, que veré. Supongo.

[Cine] Asteroid City (2023)

Cine

Asteroid City (2023; 37/20230616)

Con mucha expectación se esperaba la nueva película de Wes Anderson, que se está convirtiendo, ¡oh, cielos, qué horror!, en un director «de culto». Sea lo que sea lo que signifique ser «de culto», porque os puedo asegurar que a estas alturas de mi vida he escuchado conversaciones absolutamente delirantes sobre este concepto. Y sobre todo da miedo porque cuando un director se considera «de culto» por lo que está haciendo «ahora»,… suele «estropearse». Además es un sentido. Para mí, en el sentido original del concepto, «el culto» surgía con el tiempo, cuando una creación que en su momento recibió un interés limitado por el público y la crítica, con el paso de los años es reconsiderada, aumenta el número de sus partidarios y empieza a ser objeto de debate, a veces apasionado, manteniéndose en el candelero, no «en el candelabro» como decía aquella «Miss», de forma continua. Anderson es un director personal, con un estilo y una estética muy definidas, que ha conquistado ya el éxito de público y de crítica por varias de sus obras. Es no es «ser de culto», eso es ser un director de éxito y respetado. Pero en fin,… es muy difícil razonar sobre determinados conceptos con los «millenials«, que por otro lado no son ni mejores ni peores que otras generaciones, y también tienen derecho a opinar.

Con la película que hoy nos ocupa, Anderson sigue a lo suyo. Adultos perdidos, adolescentes rarunos, niños listillos, más o menos impertinentes, mujeres híbridas entre lo normal y lo fatal, y una estética muy definida en sus composiciones simétricas y en sus colores, que en esta ocasión se acercan peligrosamente al pop chiclé, para mi gusto. O pop piruleta. Lo cual quizá sea apropiado, porque el pop piruleta o pop chiclé (bubblegum pop), un concepto más próximo a la música pop que a lo visual, pero creo que perfectamente aplicable, se enraíza en el optimismo y el colorido de la sociedad de los años 50, aunque apareciese más tarde. En Estados Unidos. En España, el color dominante de los años 50 del siglo XX fue el gris mediocre. En fin… la televisión también era en blanco y negro, pero no el cine…

En cualquier caso, también alterna esa colorida estética con un blanco y negro más expresionista, en formato académico, o sea, cuadradote en lugar de panorámico, porque la historia principal es una historia dentro de otra historia. Es una obra de teatro, entre cuyos creadores e intérpretes también existe un drama que ha de ser contado. Así pues, dos historias, la de los intervinientes en el drama teatral y la del drama teatral, en el que unos adolescentes superdotados se reúnen para optar a un premio de ciencias otorgado por los militares en un pueblo perdido en el desierto donde hay un cráter de impacto, y que da nombre a la película, Asteroid City, y donde se desarrolla el drama «de ciencia ficción», con los extraterrestres propios de las tradiciones del desierto de Nuevo Méjico, mezclado con los accidentes geológicos del desierto de Arizona.

A caballo entre la comedia y el drama, con un reparto muy coral en el que destacan nombres como los que tienen más presencia, Jason Schwartzman, Scarlett Johansson, Tom Hanks, los secundarios de lujo, Edward Norton, Liev Schreiber, Hope Davis, Margot Robbie, Matt Dillon, Steve Carell, Tilda Swinton, Jeff Goldblum, Adrien Brody, los protagonistas más jóvenes, Jake Ryan, Grace Edwards, o secundarios que hasta ahora pasaban desapercibidos pero que ahora vemos constantemente y que lo hacen bien, Hong Chau, gracias a los repartos inclusivos… vamos un montón de gente. Interesante de ver, o al menos de mirar, con un diseño de producción excelente, pero con un guion irregular, que parece abrir muchas vías de desarrollo para luego profundizar en pocas, o dejar insatisfechos con la forma en que lo hacen. Quien mucho abarca, poco aprieta. Tiene momentos que se acercan a la genialidad,… pero hay momento en los que decae, corriendo un cierto de riesgo de situarse en el nivel de los pestiños.

Recomendable para los aficionados al cine de Wes Anderson, puede atraer a algunos espectadores más con ganas de ver algo distinto, pero se queda muy lejos de los mejores momentos de su director. Y es que, como decía al principio, bajo esta nueva forma de conceptualizar el cine o los directores «de culto», el peligro de que estos descarrilen parecen que aumenta considerablemente.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: ***
  • Valoración subjetiva: ***

[Fotocomentario] De «noches en blanco» y otras actividades culturales populares

Arte, Cultura

Aprovecho que las fotografías que comento hoy en mi blog dedicado a la técnica fotográfica, Escultura clásica en el museo – Plaubel Makina 67 con Ilford HP5 Plus a IE 1600, están realizadas en un museo, para hacer una reflexión sobre las actividades culturales populares. Como la de este sábado pasado en Zaragoza, la Noche en blanco, que ya lleva un tiempo celebrándose, siempre a finales de junio, casi siempre con calorazo.

Que conste que la Noche en blanco de Zaragoza, y de otras ciudades españolas, no responde exactamente a los objetivos originales de este evento, que empezó a celebrarse en París hace 20 años largos, y que posteriormente se fue extendiendo por Europa y otras ciudades de otros continentes. El objetivo era acercar la cultura y el arte contemporáneos a la ciudadanía. En la práctica, se queda en una noche de promoción de los museos y otras entidades culturales, en las que hay entrada libre y algunas actividades programadas. Tengo la sensación de que las primeras ediciones conservaban mejor ese espíritu de lo contemporáneo que en la actualidad. De hecho, lo que visitamos nosotros fue una exposición dedicada a Benedicto XIII, el Papa Luna, una exposición muy esquizofrénica ya que está en el museo diocesano de Zaragoza, ensalza la figura de Pedro Martínez de Luna, cuando la propia Iglesia Católica lo considera un antipapa y excomulgado. No me dijo gran cosa la exposición. Luego nos fuimos a picar algo para cenar y tuvimos una velada tranquila y cordial, no muy prolongada, por el cansancio que acarreábamos algunos.

La cuestión es que las actividades culturales populares se masifican con facilidad. La gente, cuando algo es gratis, va. Aunque luego no se entere de qué va la fiesta. No la entienda. O incluso se «enfade» porque no lo entiende. Especialmente si realmente son actividades fieles a eso de promocionar la cultura y el arte contemporáneos. La gente cree que entiende el arte clásico y tradicional, porque es figurativo. Pero para entender el arte hay que tener algo más que un arte figurativo. El arte está lleno de símbolos, que muchas veces son propios del hic et nunc, el aquí y el ahora, un tiempo y un lugar determinados, por lo que realmente, si no compartes el lenguaje de esos símbolos, no entiendes realmente la obra de arte, te parezca o no… «bonita». Pero con el arte contemporáneo, no figurativo y alejado de los cánones clásicos… se acrecienta la barrera entre el emisor del mensaje y el receptor del mensaje, y este… desprecia lo que no entiende, o se siente «estafado» porque no le ofrecen un «espectáculo» que entienda. Quizá por ello, las entidades culturales se han ido alejando de ese objetivo inicial vinculado a lo contemporáneo, y ofrecen a los ciudadanos del común un producto de fácil digestión… y seguimos igual que siempre. Y además, masificado una vez al año, mientras que el resto del año uno puede hacer unas fotografías en el museo con tranquilidad, porque ni nadie te moles ni tú molestas a nadie con tu cámara. Porque casi nunca hay a quién molestar.

[Recomendaciones fotográficas] Centenario de Ribaud y algunas cosas más

Fotografía

Leo en la cuenta de Instagram de Magnum Photos que ayer 24 de junio fue el centenario del nacimiento del fotógrafo francés Marc Riboud. Nos dicen en la nota, que incluye varias fotografías de Riboud, que Cartier-Bresson le invitó a entrar en la agencia tras ver publicada la fotografía del feliz pintor en la Torre Eiffel. Siempre me han gustado las fotografías de Riboud. Algunas de ellas son de las que tengo un recuerdo más prolongado, desde que empecé a interesarme por la fotografía como una afición global, no simplemente como algunos que se dicen fotógrafos porque se compran una cámara y suben fotos a las redes sociales. Yo, después de 34 años y dos meses desde que me compré mi primera cámara réflex, sigo considerándome sólo aficionado a la fotografía. Pero no sólo a hacer fotos. A todo lo que rodea la fotografía como arte y cultura. El caso es que recuerdo las fotos del francés desde hace mucho. Y siempre me ha dado la sensación de que debía ser un tipo majo, simpático. Porque da igual lo que esté contando, el protagonista siempre son las personas, el ser humano. Es de estos fotógrafos que yo considero, en el mejor sentido de la palabra, humanistas.

Algunas fotografías de viaje a Hong Kong en 2016, que menciono en el texto de hoy.

En Aesthetica Magazine dedican un artículo esta semana a Carrie Mae Weems, fotógrafa norteamericana a la que le cabe el honor de haber sido el primer artista negro que hizo una exposición en el Solomon R. Guggenheim Museum de Nueva York estando todavía viva. Parece que hasta 2014 a los Guggenheim sólo les interesaban estos artistas cuando habían empezado ya a criar malvas. Creo que no es la primera vez que la traigo a estas páginas, pero su fotografía me gusta porque siempre son imágenes que desafían las narrativas «oficiales» sobre la historia, la sociedad, el forma en qué las personas deben vivir su vida. Por su puesto, con la perspectiva de ser mujer y de una minoría étnica tal que, a priori, permanece al grupo social más desfavorecido socialmente en la sociedad estadounidense. Yo que vosotros me daba una vuelta por sus fotografías.

Visité Hong Kong en 2016. Lo hice un poco por casualidad. Surgió sobre la marcha, de forma inopinada. Y es uno de los viajes más divertidos que he hecho. También de forma inopinada. Ni siquiera lo hice con compañeros de viaje habitual. Y aunque a dos de los que participaron en el viaje los he visto muy esporádicamente desde entonces, nos movemos en círculo sociales diferentes, los recuerdo con afecto. Hong Kong, en aquel momento, todavía aparecía como una isla de democracia en el ámbito de la República Popular China. Imperfecta, pero democracia, con un cierto nivel de libertades. Al menos según The Economist Democracy Index. Pero conforme el régimen de Pekín mete mano en la antigua colonia británica, la cosa va empeorando, y en la actualidad ya califica como régimen híbrido. O sea, naciones, o partes de ellas, con fraudes electorales regulares, lo que les impide ser democracias justas y libres. Estas naciones comúnmente tienen gobiernos que ejercen presión sobre la oposición política, la justicia no es independiente, la corrupción generalizada, que ejercen acoso y presión sobre los medios de comunicación. Estados de derecho anémicos, en general con fallos más pronunciados que las democracias defectuosas en los ámbitos del desarrollo de su cultura política, con bajos niveles de participación en la política y problemas en el desarrollo de la gobernabilidad. Pero no llegan a calificarse como régimenes autoritarios… oye. Como consecuencia de ello, muchos ciudadanos de la antigua colonia la están abandonando, especialmente si su actividad profesional exige un entorno de cierta libertad. Wong Chung-wai es un fotógrafo que ha documentado abundantemente su ciudad natal y a sus gentes. Sus padres huyeron de la China continental a Hong Kong buscando cierta libertad. Aunque la colonia británica tampoco era un modelo de democracia. Los británicos no exportaron nunca la democracia a sus colonias, con la excepción de aquellas que sustituyeron a la población aborigen por una mayoría de anglosajones (Canadá, Australia, Nueva Zelanda,…). Wong ha abandonado ahora su ciudad natal, como hicieron sus padres hace cuarenta años. Y su último homenaje lo centra en el paisaje, y en los adolescentes que tendrán que apechugar con el futuro de la región. Recordemos que los ciudadanos de la colonia en el momento de su retrocesión a China tienen derecho a un pasaporte británico especial que les permite instalarse en determinados países de la esfera británica. Lo hemos visto en Blind Magazine. Sus fotos me gustan mucho.

Finalmente, de nuevo de vuelta en Aesthetica Magazine, las fotografías del turco Burak Boulu, realizadas con la cámara de un teléfono inteligente, conforman coloridos y significativos bodegones encontrados por los lugares por donde se mueve, que parece preparados, cuando no lo son, no hay planificación, o así se nos informa. Quizá no tenga la profundidad que los trabajos de las anteriores recomendaciones… pero a mí me han alegrado un poquito. Me han puesto de buen rollo.

[Libro] Momentos estelares de la humanidad – Stefan Zweig

Literatura

Esta colección de catorce ensayos literarios del austriaco Stefan Zweig lleva un subtítulo que ya indica qué nos vamos a encontrar; Catorce miniaturas históricas. Zweig, nacido en el último cuarto del siglo XIX, fue no obstante, además de escritor, un pensador del siglo XX, que pronto tomó conciencia de las consecuencias irremediables y negativas de la Primera Guerra Mundial. Muy afectado por el resultado de esta guerra, que iba a acabar con todas las guerras, y que dio la puntilla al ya decadente imperio de los Habsburgo, que dominaron la política centroeuropea desde el siglo XV y que tuvieron una larga decadencia, emperrados en no cambiar, en no moverse un ápice en su visión tradicional, conservadora, católica y absolutista del mundo. Progresivamente ha ido perdiendo influencia, quizá porque algunas de sus ideas tampoco se adaptan bien a cómo ha evolucionado el mundo y el pensamiento. En el libro que hoy comento se nota que al fin y al cabo él fue también un producto de esa Viena imperial conservadora y católica, aunque fuese antibelicista y aborreciese a Hitler y afines. Pero siento cierta simpatía hacia él.

El libro que hoy nos ocupa tiene un título en castellano que es directa traducción del original en alemán, Sternstunden der Menschheit. En otros idiomas, como en inglés, el título habla de Momentos decisivos en la historia. Lo cierto es que son catorce historias que tienen cierta trascendencia histórica, bien para el devenir del mundo, bien para el pensamiento. Algunos de los de trascendencia histórica pueden ser la caída de Constantinopla, la batalla de Waterloo o el fracaso de Woodrow Wilson a la hora de conseguir un acuerdo razonable para el Tratado de Versalles que puso fin definitivo a la Primera Guerra Mundial, aunque propiciase un siglo de guerras y turbulencias a nivel mundial. Pero también hay momentos más íntimos, como un anciano Goethe de 73 años enamorado de una jovencita de 17 años escribiendo la Marienbader Elegie, o la decisión de Tolstoi de legar los derechos de sus obras al pueblo ruso contra los deseos de su esposa. O la gloria y caída de aventureros como Vasco Núñez Balboa alcanzando las orillas del Pacífico, o Robert Scott alcanzando el Polo Sur, pero pereciendo en el intento de retornar. Y otros que no parecerían tan estelares como Rouget de Lisle escribiendo La Marsellaise, pero siendo casi olvidado por ello, los últimos tiempos y la muerte de Cicerón, o el viaje clandestino de Lenin a través de Alemania en 1917 para ponerse al frente de la revolución rusa dura bolchevique frente a la revolución blanda menchevique, con las consecuencias que eso trajo.

Como vemos, son diversas las situaciones. Y la trascendencia percibida por un lector cualquiera. Pero todos ellos presentan elementos comunes. Fundamentalmente, son todos ellos situaciones en las que se mezclan la grandeza de lo alcanzado frente al fracaso posterior o relativo de la misma. Scott alcanza el polo, pero en segundo lugar, y fallece al volver. Mehmed II consigue la conquista de Constantinopla de forma sistemática, planificada, organizada, por delante de las tecnologías de su tiempo en ocasiones, pero culmina en un pillaje salvaje y brutal. Nuñez de Balboa consigue llegar al Pacífico en un viaje infernal, y regresar, pero con una vida aventurera, tramposo y mentiroso en ocasiones, acabó su vida en el patíbulo. Goethe escribe un maravilloso poema de amor, que no deja de ser un desvarío de un anciano que se pierde por una adolescente, cuando va a entrar en la decadencia física y en sus últimos años de vida. Napoléon es uno de los militares más brillantes de la historia, pero en la última oportunidad que tiene para demostrarlo, un subordinado timorato y poco proactivo, le lleva a su última y definitiva derrota. Los momentos estelares de Zweig son también ejemplos de las debilidades y de la fragilidad humanas. La tesis de Zweig está a caballo entre dos frases latinas, el Audentes Fortuna iuvat (A los audaces ayuda la Fortuna), y el Sic transit gloria mundi (Así pasa la gloria del mundo, siempre fugaz).

La obra que he leído completa, traducida al castellano, con sus catorce miniaturas ordenadas por el orden de la cronología histórica de los acontecimientos que se narran, fue publicada en distintos momentos y con más o menos relatos. Su primera versión, en alemán, de 1927, sólo tenía cinco relatos. La segunda edición en alemán, de 1940, tenía doce relatos. Pero ese mismo año, publicó su primera edición en inglés con las catorce miniaturas que he podido leer, pero ordenadas por orden de redacción. Literariamente, son impecables; la traducción me ha parecido de alto nivel, no entiendo el alemán. Y me parecen una lectura recomendable. Aunque conviene que insista en la advertencia de que a Zweig no deja de notársele la nostalgia por un pasado idealizado, que probablemente nunca existió. Desde luego no se materializó en su presente, en el que hubo de huir de su país ante el miedo al nazismo, y acabando el mismo con su vida en el exilio en Brasil durante la Segunda Guerra Mundial.

[Fotocomentario] Las desigualdades en el transporte público entre ciudades

Política y sociedad

Las fotografías que acompañan este fotocomentario proceden de un rollo que expuse en la segunda mitad del mes de abril pasado. Los detalles técnicos los podréis encontrar en Cuestionable ISO 200 para todo uso – Canon EOS 650 y Tamron 35 mm con Adox Color Mission. La cuestión es que una parte del rollo de película lo usé en unos viajes por trabajo a Madrid a finales de ese mes. Fueron dos días seguidos. Como el tiempo de duración del viaje en tren de alta velocidad, no hice noche en la capital. A mi administración pública le salía más económico, por evitar el coste del hotel y de las dietas, las comidas que hice allí fueron gentileza del Ministerio de Sanidad, y yo descansaba tranquilamente en mi casa y en mi cama.

Estación de Atocha, Madrid.

Pero ese viaje, y otros recientes me han hecho pensar en las desigualdades sociales implícitas al modelo actual de transporte público entre ciudades. Lo más económico son los autobuses de línea. Pero son bastante más lentos que la alta velocidad, cuando esta existe, aunque más rápidos si tienen que competir con trenes convencionales, «gracias» a la triste realidad en frecuencias y velocidad promedio de los trenes que no circulan por la alta velocidad. Pero vamos a los trenes de alta velocidad… Si eres un afortunado que te coges vacaciones y viajas, que te planificas el viaje con antelación, y todo eso, te puede salir relativamente económico. A mitad de agosto me voy a Estocolmo, saliendo el avión de Barcelona. Cogido con tiempo, el viaje en tren en alta velocidad desde Zaragoza a Barcelona apenas llega a 45 euros. Rápido y cómodo. Mucho mejor que el autobús, que es algo más barato, pero no exceso. Ahora bien, si eres una persona que necesita por las tribulaciones de su vida hacer un viaje semejante que surge de improviso… el tren de alta velocidad puede sobrepasar sin ningún problema los 110 euros en su modalidad más económica sin derechos de cambio de billete ni de reembolso por cancelación del viaje. En los horarios que suelen ser útiles a los ciudadanos, me refiero. Un precio que no es adecuado para cualquiera, un precio que es un lujo. El transporte público como lujo. Un sinsentido, que los sucesivos gobiernos permiten sin problemas y aun sacan pecho de los trenes españoles. Porque además, últimamente las plazas de transporte público entre las relaciones más usadas pueden escasear… y ser problemático disponer de plaza cuando el viaje te surge a corto plazo. No debería ser así. El transporte público deberías ser más asequible a todas las economía, con ofertas razonables para todos.

[TV] Cosas de series; culebrones y musicales

Televisión

La reina del culebrón moderno, más o menos sensacionalista, generalmente bien hecho, y que oscila entre el guilty pleasure y producciones realmente interesantes es Shonda Rhymes. Hoy traigo dos series de su factoría, y un simpático musical de Apple TV.

Parece apropiado desplazarnos a Londres para ilustrar la entrada de hoy… y si no comprobad el contenido de la misma.

Grey’s Anatomy, de la factoría de Rhymes, que se puede seguir en Disney+, con diecinueve temporadas a cuestas, lleva 18 años en la cartelera televisiva, con audiencias elevadísimas en su país de origen. Sus primeras temporadas me parecieron interesantes, pero pronto se convirtió en un placer culpable que se me pegó como un chiclé y del que soy incapaz de deshacerme. Otras series han intentado situarse al mismo nivel de guiltypleasurismo, y han fracasado. Comentar el argumento y los detalles de la serie es un ejercicio banal, porque lleva demasiados años siendo más de lo mismo. Hoy en día con muchas dosis de lo políticamente correcto. Pero esta temporada ha sufrido muchos cambios en su reparto, con nuevas incorporaciones entre los médicos residentes, pero sobretodo con destacados abandonos, entre los que destaca el personaje que durante dieciocho temporadas y media ha sido su protagonista, Meredith Grey (Ellen Pompeo). De momento, la serie parece que no se ha visto afectada en sus audiencias, pero habrá que darle tiempo. Teniendo en cuenta que se había convertido en uno de los personajes que más me desagradaba de la serie… no creo que sea el desencadenante de mi abandono de una serie que hace tiempo que tendría que haber mandado a freír espárragos. Pero todos tenemos nuestras debilidades. A Pompeo se la acredita en los 420 episodios rodados de la serie, aunque en el último tramo de esta última temporada sólo actuaba como narradora.

Queen Charlotte: A Bridgerton Story es una derivada de una de las series de bandera de Netflix, Bridgerton, otra serie de Shondalandia. En su extraña y multirracial alta sociedad británica del salto entre los siglos XVIII y XIX, en la que hay personajes teóricamente reales, pero que se parecen a la realidad histórica como un huevo a un bicicleta, destaca la reina Carlota del Reino Unido (Golda Rosheuvel, adulta; India Amarteifio, adolescente), nacida Charlotte de Mecklenburg-Strelitz, duquesa alemana de uno de los muchos estados que constituía el Sacro Imperio Romano Germánico, en lo que hoy en día es el estado federado de Mecklemburgo-Pomerania Occidental. En la serie, interpretada por sendas actrices británicas de ascendencia mixta africana (o de la diáspora africana) y europea. Con la curiosidad de que la madre de Amarteifio es de origen alemán. No voy a entrar en la ucronía de una sociedad multirracial que no fue. Es una ficción y ya está; si la quieres, la coges, y si no, la dejas. Al personaje real se le describía como «de mediana talla, tendiendo a alta, fina figura, buen andar, fino cuello y manos, cabellos castaños, cara redonda, ojos azules, boca más bien grande, labios rosa«, si tal cosa te interesa. La trama se desarrolla en paralelo en los años jóvenes de la reina, cuando siendo adolescente se casó con Jorge III, y ya madura cuando está desesperada porque sus muchos hijos no le dan nietos ni le aseguran el porvenir de la dinastía. Buena parte de la trama se sitúa en torno a la enfermedad de Jorge III, un trastorno mental grave de posible origen orgánico, porfiria o envenenamiento por arsénico se sitúan entre los posibles culpables, y que condicionó el matrimonio y el reinado. La cuestión está en que esta serie, de sólo seis episodios, me ha parecido mucho más interesante y menos placer culpable que el original del que deriva, con una trama bien hilvanada y con buenas interpretaciones, por encima de la serie principal. La considero muy visible. Salvo que seas un purista de la fidelidad a los hechos históricos, que hará que te retuerzas dolorosamente en el sillón mientras la contemplas… aunque ya digo que, en el ámbito en el que estamos, eso da igual.

Finalmente, Schmiggadoon!, la simpática comedia de situación musical de Apple TV, en la que una pareja resuelve sus problemas cuando se pierde y acaba llegando a lugares fantásticos inspirados por los musicales clásicos de Broadway. Si en la primera temporada salvaban su matrimonio cuando llegaban a Schmiggadoon, un trasunto de la mítica Brigadoon, en esta, Josh (Keegan-Michael Key) y Melissa (Cecily Strong) salen de su depresión por su incapacidad para concebir un hijo cuando buscando Schmiggadoon acaban llegando a Schmicago. Que sería el trasunto de Chicago, con insertos aquí y allí de Hair (hagamos un homenaje al recién fallecido Treat Williams, que interpretaba a un carismático personaje en aquella película de Milos Forman, que inspira alguno de los personajes de la segunda temporada de la serie que comentamos hoy). La serie sigue siendo simpática, pero en la segunda temporada pierde el efecto (agradable) sorpresa, y la trama no está tan conseguida y bien hilvanada como en la primera temporada. Desde mi punto de vista, pasa de ser muy interesante a normalita tirando a interesante. Aunque el público votante en IMDb parece pensar al contrario que yo, valorando más los episodios de esta segunda temporada que de la primera. Qué cosas.

[Cine] Master Gardener (2022)

Sin categorizar

Master Gardener (2022; 35/20230614)

Escapada al cine entre semana, aprovechando que parece que la cartelera se ha animado… un poquito… con respecto a la falta de interés de las últimas semanas junto con los malos horarios o las mala oferta en los exhibidores zaragozanos. Y es que esta película norteamericana dirigida por Paul Schrader, tenía diversos niveles de atractivo, empezando por un director que tiene cosas interesantes en su haber, un reparto prometedor y algunas críticas previas positivas. Sin embargo, le ha costado llegar a los cines. En todo el mundo. Tras una largo paseo por festivales. Lo cual hablaba de un producto con poco atractivo comercial, lo cual, en los tiempos que corren, no es necesariamente una mala referencia.

En algún lugar de los estados del sur de los Estados Unidos, un maestro jardinero (Joel Edgerton) trabaja para los reputados jardines de una excéntrica ricachona del lugar (Sigourney Weaver). Jardines cuidados de forma exquisita, un motivo de orgullo local, y para su dueña, claro. Un día, la señor anuncia al maestro jardinero que va a acoger a una sobrina nieta, una joven de unos 20 años (Quintessa Swindell), que ha llevado una «mala» vida, al igual que su difunta madre. Y que además es de «mixed blood». O sea, procedente de un relación entre la madre blanca y un padre negro. Lo cual choca en principio con los prejuicios de la señorona,… y con los secretos de la vida pasada del jardinero, incluido en un programa de protección de testigos por acontecimientos de un pasado oscuro.

Me llama la atención la escasa valoración del público hacia esta película, que sin embargo ha sido bien recibida por la crítica. A lo mejor no con entusiasmos, pero no se puede negar que existe una realización exquisita, una puesta en escena y un diseño de producción excelentes, a los que se reúnen los excelentes trabajos interpretativos del conjunto del reparto, incluida la joven protagonista, que se tiene que enfrentar a gente con nombre y prestigio, en mayor o menos medida. Sin embargo,… claro, hay «sin embargos». La historia es sencilla en su planteamiento, pero compleja en su fondo. Y en algunas ocasiones difícil de digerir. El planteamiento general es la redención mutua basada en la relación entre dos personas cuya vida descarriló en algún momento, con dificultades para retornar a un camino con futuro. No es algo original, no es algo que no hayamos vista. La retroalimentación positiva entre dos personas aparentemente muy distintas. Pero quizá Schrader, que firma también el guion, lleva esa relación a un punto demasiado lejos como para no poner en riesgo la suspensión voluntaria de la incredulidad del espectador, con un final que no acaba de convencer. A mí, no me acaba de convencer. No lo compro con facilidad.

Es difícil decir si la película es recomendable o no. Creo que tiene muchas virtudes positivas, aunque no es «apta» para público palomitero, ávido de pirotecnias banales, y acción sin ton ni son. Pero también es cierto que, como ya he insinuado, tal y como está planteada, y no doy detalles por no desvelar más de la cuenta, la evolución de la película, la definición de los personajes, las características básicas de estos, hace que el desenlace final me resulte un non sequitur, aunque haya material para un producto más redondo, sin perder el mensaje que nos quiere lanzar Schrader.

Valoración

  • Dirección: ****
  • Interpretación: ****
  • Valoración subjetiva: ***

[Fotocomentario] Ande o no ande, burra grande… también en fotografía… a veces

Fotografía

En estas últimas semanas,… meses diría,… he enredado con formatos muy diversos en la cosa fotográfica. Entre los formatos más grandes que hago, como pueden ser los 6 x 12 de las estenopeicas, los 6 x 9 de algunas cámaras muy antiguas, o los 6 x 7 de la Plaubel,… y los minúsculos 17 x 13 cm del formato 110 de la Kodak Pocket A-1 que me llevé a San Francisco, las diferencias son muy considerables.

Pero cuando revisé las fotografías de hoy, comprobé que, aunque no siempre sea conveniente, los formatos grandes son siempre un plus de calidad muy notable. En ocasiones marca una diferencia considerable. Lo que sucede es que no siempre son adecuados, porque los equipos para usarlos implican volumen, peso, ópticas mucho menos luminosas, el uso obligatorio de trípode en determinadas circunstancias. Es lo que hoy. Por eso morimos al paso de la manida película de 35 mm. O full frame como lo denominan los fotógrafos digitales que no han conocido o desprecian otras tecnologías. Como si la estética de sus «completos» 24 x 36 mm tuviera que ver con los 56 x 68 mm de mi Plaubel Makina 67. ¡Qué tontá!

Por cierto, las cuestiones técnicas de las fotos de hoy están en Fotografía de aproximación con formato medio – Hasselblad 500CM con Lomography Color Negative 800 y tubo de extensión.

[Recomendaciones fotográficas] Fontcuberta y otras cosas más o menos cotidianas

Fotografía

Hace unos días dedicaron un artículo en Clavoardiendo a Joan Fontcuberta, un fotógrafo, que practica la fotografía, pero que también es estudioso teórico de la fotografía. Y que despierta tantas admiraciones como escepticismos o rechazos. O por lo menos eso he creído percibir en cuanto he visto y leído sobre él por ahí. De lo que conozco de su obra, a nivel personal, diré que hay cosas que me gustan y me han interesado y,… otras, no tanto. Su principal tesis es que, contra lo que muchos piensan, una fotografía no es nunca testimonio de verdad. Supongo que con el auge de las falsas fotografías generadas por lo que llaman inteligencia artificial, se lo estará pasando bomba. En cualquier caso, no recuerdo muy bien cual fue el primero de sus trabajos del que fui consciente, probablemente Herbarium, aunque ya unos años después de que se publicara. Pero sí recuerdo que me interesó mucho su Sputnik. Suele ser más apreciado en el extranjero que en España… pero eso es tan habitual, que no lo hace nada especial. Actualmente ha presentado una obra sobre «dinosaurios», con textos en lengua klingon. Realmente, le gusta provocar. El caso es que lo que he podido ver por ahí, me ha resultado razonablemente interesante.

Ya que los Alpes son protagonistas en una de las recomendaciones de hoy, nos daremos un paseo fotográfico por el Gornegrat y el descenso hacia Zermatt.

En Aesthetica Magazine nos han llevado al terreno de lo cotidiano, cuando lo cotidiano sucede en el sur de Inglaterra, en la costa próxima al estuario del Támesis, de la mano del fotógrafo británico Owen Harvey. Y en esa región inglesa, que disfruta simultáneamente de la costa marina y del tiempo meteorológico más benigno de la islas Británicas, Harvey ha dirigido su mirada hacia las gentes, especialmente como colectivos, que visitan la zona, mostrando al mismo tiempo la enorme diversidad social y étnica de esa Inglaterra que algunos querrían pura, blanca y protestante… y fuera de Europa. Con buen humor, pone en cuestión, para bien y para mal, las ideas de identidad y comunidad. Como nos dicen en el artículo.

En 2020, sorprendió en la temporada de premios cinematográficos la película Minari, que muchos consideran surcoreana, pero que es estadounidense, aunque sus protagonistas sean coreanos o norteamericanos de origen coreano. Y en ella nos hablaban de las peripecias de una familia de inmigrantes coreanos intentando salir adelante en algún lugar del Medio Oeste, o del Sur, no recuerdo muy bien, de los Estados Unidos. A mí me gustó mucho, muy bella película, aunque también le encontré algún pero. Cuando hace unos días en aPhotoEditor publicaron el trabajo de Arin Yoon, recordé la película. Y además, las fotografías también me gustaron y me recordaban a la estética de la película. Arin Yoon es una inmigrante surcoreana en Estados Unidos a los que llegó de niña. Y reflexiona con frecuencia con sus fotografías sobre la vivencia de los coreanos-americanos en ese país. Casada con un militar, también ha documentado fotográficamente las experiencias de las familias de los militares de ese país. Lo hemos visto en aPhotoEditor.

Finalmente, la curiosa forma de presentar sus fotos en uno de sus últimos trabajos del canadiense (o al menos vive en Canadá) Alex Buisse. No lo han presentado en aPhotoEditor. Este fotógrafo se dedica a fotografiar el deporte de aventura, en diversas manifestaciones, pero siente una especial debilidad por la montaña, por los Alpes, y por lo tanto por el esquí y el alpinismo. Y sobre sus fotografías y las de otros fotógrafos, de alta calidad, de alta resolución, ha ido dibujando las típicas líneas de colores que encontramos en los mapas de pistas de esquí o en los libros y revistas de alpinismo, con las rutas propias de estos deportes de montaña. Y esto lo combina con las fotografías más íntimas de su propia familia, con su esposas y dos niños pequeños, cuando van de vacaciones, generalmente también a la montaña y a la nieve. Me han gustado mucho sus fotos. Su página web está llena de fotos… pero no de este tipo. Buceando un poco se pueden encontrar sus peculiares mapas de rutas, pero no sus íntimas fotos familiares.