[Arte y cultura] Una mañana en el IAACC pablo Serrano

Arte, Fotografía

Dentro de mis «sesiones» probando el nuevo Tamron 35 mm para Canon EOS del que os hablé el otro día, el miércoles pasado salió un día con densas nieblas. El único que recuerdo este año. Antaño, nos pasábamos semanas enteras con estas nieblas cuando se instalaba el anticiclón… pero últimamente empiezan a ser raros. En cualquier caso, eso me hizo buscar un terreno de pruebas para el nuevo objetivo menos desapacible. Y como hacía tiempo que no me pasaba por el Instituto Aragonés de Arte y Cultura Contemporánea «Pablo Serrano» (IAACC Pablo Serrano), fui allí donde me dirigí. Además era un lugar idóneo para simular retratos con las esculturas del de Crivillén, así como para probar su estabilizador en situaciones de poca luz. Pero de eso ya os hablé; hoy hablaré de las exposiciones que visité.

Cortázar por Mordzinski.

Objetivo Mordzinski

Primero visité una exposición del fotógrafo argentino Daniel Mordzinski que lleva buena parte de su vida fotografiando escritores del ámbito de la lengua española, tanto en nuestro país como en toda Centro y Suramérica. Empezando con una bonita anécdota sobre Julio Cortázar en los años 70, durante su primera exposición en París.

En este retrato de Mordzinski a Juan José Saer, me parece ver la influencia de Cartier-Bresson cuando fotografiaba a gente como Sartre o de Beauvoir, aunque la composición de Mordzinski es más osada y dinámica.

Dos elementos interesarán en esta exposición, en la que también encontramos fotografías realizadas en nuestra ciudad, en Zaragoza. La calidad de las fotografías, tanto en blanco y negro como en color. Aunque soy aficionado que gusta más del color, en esta ocasión me atrajeron más las monocromas. Especialmente alguna en la que se apreciaba la influencia de maestros como Cartier-Bresson.

Fotografías realizadas en las calles de Zaragoza a escritores locales y nacionales.

En general, una exposición de fotografía muy entretenida, en la que por añadidura encontré sugerencias para conocer escritores de los que no había oído hablar, pero cuyos retratos me lo hicieron muy interesantes.

Pablo Serrano, retratista y retratado

Desde la última vez que estuve, ha habido una reorganización de los fondos propios especialmente de las obras del escultor Pablo Serrano. En la nueva orientación, se le da mucha importancia a su actividad como retratista, dedicando en este momento un amplio espacio a los retratos escultóricos que realizó de contemporáneos suyos.

Pero también se le dedica un espacio a las ocasiones en las que el propio Pablo Serrano fue retratado. Especialmente, mediante la fotografía. Por fotógrafos de tanto prestigio como Alberto Schommer entre otros. Una serie de retratos muy interesante, aunque no muy extensa en la que encontramos alguna obra notable, muy bien presentadas.

Victor Mira y Yann Leto

Como no hay tantas fotografías, pasaré más rápido por las exposiciones dedicadas a Víctor Mira y Yann Leto. Ambos pintores y escultores contemporáneos. El primero ya fallecido, hace unos años, falleció precozmente. Ambas son interesantes, y en alguna de ellas, especialmente en la de Yann Leto encontraremos alguna referencia más o menos divertida, o ácida, a realidades político-sociales. En fin… pasaos y vedlas vosotros mismos. Ambos son artistas muy vinculados a Zaragoza, independientemente de su lugar de nacimiento o incluso nacionalidad.

Oración de Víctor Mira a la «Madre Zaragoza».
La obra de Yann Leto, entre la pintura y la escultura, para su exposición «Safari».

Vicente García Plana – El objeto de la memoria

En su página web, Vicente García Plana se define como artista multidisciplinar. El artista de Huesca se ha dedicado a la escultura, la fotografía y… las colecciones. ¿Qué colecciona? Porque de colecciones va la exposición actual. Objetos cotidianos recopilados de forma masiva en los entornos domésticos habituales, en los hogares de la gente. Botellas. Pinceles y brochas. Hojas. Libros. Teléfonos. Botes. Corchos. Despertadores. Cubiertos. Pastillas de jabón. Picos. Lo que tenía su padre al morir. Lo que tenía su abuelo al morir. De todo. Y con ello construye sus instalaciones basadas en la repetición hasta la saciedad de las cosas que todos tenemos o hemos tenido en casa. Es curioso. Pero al mismo tiempo te despierta diferentes sensaciones; cotidianidad, nostalgia, diversión, extrañeza,… No sé. Yo me lo pasé muy bien, y le acabé dedicando mucho más tiempo del que pensaba. También había objetos fotográficos. También trabaja como interiorista; interiorismo de autor. Dice.

[Cine] The Children Act (2017)

Cine

The Children Act (2017; 55/20181129)

Ya hace más de una semana que vimos esta película. La verdad es que llevo bastante retraso a la hora de comentar cine. Estos días que he tenido fiesta me han permitido ir más a las salas, a horas en las que habitualmente no me es posible. Pero bueno, poco a poco iré encontrando huecos. Pendientes tengo todavía un par más de películas, que tienen cierto interés vistas en esta semana. Igual hago una entrada doble en unos días; porque la semana que viene tengo que viajar por trabajo y aun tendré menos ocasiones para actualizar este Cuaderno de ruta.

En cualquier caso, la película de hoy tiene también su comentario. Tenía ganas de verla. Está basada en una novela reciente del británico Ian McEwan, de 2014, que leí con interés. Por dos motivos; porque me gusta el escritor y porque toca temas con los que convivo en mi trabajo y me gustan. Lo cierto es que ha tardado bastante en venir a España, donde no pudimos asistir a una sesión en versión original. Pero no es difícil encontrar una versión en internet sin doblar, así que «complementé» la visita a la sala del cine con la posibilidad de escuchar los diálogos originales. Los doblajes no sólo me parecen una adulteración de la obra original, sino que últimamente vienen sufriendo además traducciones bastante fatales. En este caso, ya la traducción literaria del libro tenía sus problemas, cosa que detectas mejor cuando conoces los temas bien y manejas con fluidez los conceptos. Así, pues vista en casa también la versión original, es en la que me centraré.

La acción, salvo una «excursión» de la jueza Maye a Newcastle, transcurre en Londres, en la zona de los tribunales, no lejos de Saint-Paul. Bueno… fotos de Londres en general para hoy.

Reconozco que no imaginaba a la jueza Maye encarnada por Emma Thompson, ni al marido con el aspecto de Stanley Tucci. Pero ambos son sólidos intérpretes y se meten perfectamente en la piel de este matrimonio en crisis. Crisis que se acentúa cuando la jueza tiene que decidir sobre un caso de tratamiento con transfusiones en un menor de edad testigo de Jehová, que corre el riesgo de morir en caso de rechazo del tratamiento. Un menor de edad que tiene 17 años y 9 meses… una figura que podría considerarse desde ciertos puntos de vista un «menor maduro», con capacidades para decidir sobre muchos aspectos de su vida.

La película no obstante carga las tintas más sobre las relaciones personales entre los personajes que sobre los dilemas morales. También es muy precavida, para no pisar sensibilidades religiosas. El caso de entrada, un caso sobre separación de mellizos en una familia muy religiosa pero anglicana, no tiene que ver con el que se presenta en el libro, que trata sobre la discriminación del mujer en su acceso a la educación en las comunidades ortodoxas judías. Y esto es un aspecto que lo diferencia de la obra literaria, que arremete claramente, aunque de modo racional, contra la irracionalidad de los preceptos de las distintas religiones. La película es mucho menos comprometida que la obra literaria.

Por lo demás, la película se sujeta ante todo en la interpretación de Thompson. Con una realización por parte del director Richard Eyre académicamente sólida, pero convencional, la película resulta un tanto fría si no fuera por las ocasiones muestras de emoción que traslucen sus protagonistas. Protagonistas que tienen que tratar con personajes, especialmente el de la jueza, bastante frío en sus emociones, aunque la procesión vaya por dentro. Me parece además irregularmente resuelta la relación con el menor.

Una película que no está mal, que se deja ver. Con el buen nivel interpretativo como principal virtud, agradará a los aficionados al cine británico. Pero que se queda un poco corta en lo que podría haber sido. De todas formas, son pocas las películas de Eyre que me hayan llegado a emocionar a pesar de tratar temas con potencial profundidad.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: ****
  • Valoración subjetiva: ***

[Fotos] Paseando con un nuevo 35 mm

Fotografía

Durante años, desde que comencé mi afición a la fotografía hasta principios de los 2000, afirmé sin dudar que mi focal favorita eran los 50mm. En aquel entonces conocí el Summicron-C 40 mm f/2 de Leica, y me di cuanta que esa focal estándar algo más abierta era preferible desde mi punto de vista y gustos. Pero… no abundan los 40 mm excelentes y luminosos. Por ello, poco a poco he derivado hacia el 35 mm como focal preferente. Incluso he realizado algún viaje con esa focal casi en exclusiva.

Hace ya unos años que andaba pensando en sumar un buen 35 mm a mi equipo Canon EOS, y finalmente lo he hecho. Aquí os dejo unas cuantas fotos. El artículo técnico está en Un 35 mm para Canon EOS; el de Tamron será. Las fotos de este artículo y el técnico no son coincidentes, porque de las que allí podréis ver saldrá otra entrada en este Cuaderno de ruta. Pero espero que os gusten. Son, simplemente, de pasear con el nuevo objetivo.

[Libro] El silencio de las estrellas

Literatura

Tengo un cierto atasco de temas para ir sacando en estas páginas. Pensaba que hoy iba a ir de fotografía, porque tengo un par de cosas nuevas, pero no están listas todavía. Así que voy con uno de los libros leídos recientemente. Ciencia ficción española. Una novela corta.

Esta obra de ciencia ficción, que podemos calificar como ópera espacial aunque tiene otros elementos, está escrita por Miguel Ángel Pérez Oca, y cuando me apareció recomendada en Amazon, venía con el aliciente de haber recibido algún premio que otro. Lo cierto es que no creáis que esto aumentó mis expectativas. Estoy un poquito quemado de los escritores «premiados» de ciencia ficción española, especialmente si son premios de carácter local… donde tengo la sensación de que hay mucho pasteleo entre autores y organización. Desconozco si es el caso, no obstante. Y como tengo ganas de encontrar algo de buena ciencia ficción nacional, parecía una ópera espacial, género que me gusta, le di una oportunidad. También se da la circunstancia de que el precio es barato.

Uno de los planetas visitados por los astronautas es agreste y feraz,… y quedará aquí representado por el Parque Nacional Taroko de Taiwán. Agreste y feraz.

La cosa va de una expedición a un sistema estelar situado a 700 años-luz de distancia, con su posición aparente en la constelación de Orión, en el que puede haber planetas potencialmente habitables. Allí, las dos parejas de astronautas entrarán en contacto con una civilización alienígena y empezarán a encontrar sospechas de cuál es el motivo de qué en una galaxia y en un universo tan grande, las estrellas estén en silencio, nadie se comunique con el ser humano. Pero claro, los más de 1400 años, tiempo terrestre, que lleva el viaje de ida y vuelta, también supone que no van a regresar al mismo planeta que abandonaron.

Vamos a ver. No me extenderé mucho. La novela es corta, pero no gracias a la concisión del autor, sino a que realiza un relato esquemático, de líneas gruesas y trazo rápido. Sin desarrollo de personajes ni de situaciones. Todo muy muy muy elemental. Coge unos cuantos conceptos científicos reales o posibles en un futuro y los engarza de una forma un poco apresurada, para componer una novela corta que se lee enseguida, pero que paradójicamente se hace larga… no ves el momento de terminarla, pero no por su disfrute sino por saber cómo diablos va a salir del embrollo. Y sale tirando de Deus ex Machina, en esta ocasión con una utilización de la frase latina casi literal, lo cual no me satisface mucho. Esto sin contar con la gran tontería del martianites, como nuevo hombre de Piltdown, absolutamente inverosímil, y la carencia de ética personal en los protagonistas y héroes de la novela. Lo cual… bueno,… estamos en España. Como comentaba ayer… lo de la ética no es nuestro fuerte.

[TV] Cosas de series; cosas de ética en la TV española

Televisión

Hace no mucho tiempo, conseguí la proeza de ver entera una serie española de televisión. Cosas de viajes en el tiempo. Vuelvo a repetir los problemas de las series españolas que me tiran para atrás; excesiva duración de los episodios, exceso de costumbrismo, interpretaciones manifiestamente mejorables, especialmente entre los intérpretes más jóvenes, e historias que suelen ser copias/plagios de lo ya visto en otras producciones internacionales.

Recientemente, escuché con atención que a La casa de papel le habían dado un importante premio internacional. Disponible en Netflix desde hace un tiempo, con un éxito internacional importante gracias a este hecho, es la serie de habla no inglesa más vista de la plataforma, y con un anuncio de una «tercera» temporada producida por o para la plataforma de vídeo bajo demanda para el 2019, las primeras fueron de una televisión de las de anuncios de toda la vida, hicieron que me animara a verla.

Para ilustrar la entrada, unas cuantas imágenes de esta España nuestra, que sea cualesquiera que sea, nos hiela el corazón.

Resumo. Los episodios siguen durando demasiado. Por favor, entre 45 y 55 minutos es suficiente para contar cosas. Se han moderado con el costumbrismo, aunque sigue existiendo. Interpretaciones razonables, aunque no brillantes. Un historia que no es una copia/plagio, pero si un pastiche de una diversidad de producciones internacionales del género de atracos con rehenes. Y el conjunto es bastante entretenido. Más bien, muy entretenido. El episodio final de la «segunda» temporada está fenomenal. Con un ritmo notable. Hay tramas en el guion que no te las tragas ni con un embudo. Fuerzan demasiado la famosa «suspensión voluntaria de la incredulidad» que propuso Coleridge cuando afrontamos una obra de ficción. Pero en la medida en que no rompen la diversión, las dejas estar. Por cierto, si entrecomillo lo ordinales de las temporadas es porque a mí más me parece que el conjunto es una temporada que dividieron en dos por razones de programación, que dos temporadas diferenciadas.

De todas formas, lo que más me ha llamado la atención de esta serie tiene que ver con otras cosas. Ayer comentaba la posibilidad de que volvamos a viajar a Japón en 2019. Mirando como estamos posibles destinos y recorridos, en la labor de documentación, me encontraba con una cita de un empresario japonés, promotor del arte contemporáneo, no recuerdo el nombre, sé que es quien ha impulsado el museo de arte contemporáneo de la isla de Naoshima, que venía a decir que la idiosincrasia de un país, el cómo se presenta hacia el exterior, es una combinación de su nivel cultural y su ética. En España, de cultura andamos más bien flojitos. Pero es que de ética… Porque veamos lo que nos cuenta esta serie (hay destripes de la trama, aviso):

  1. Si tu padre o tu novio son unos ladrones, y en un atraco con un tiroteo, o sea llevaban armas de fuego, mueren por los disparos cruzados por la policía, ya tienes derecho a estar cabreado y está justificado que te dediques a robar y atracar.
  2. Si la conducta de los bancos durante la crisis financiera de la última década fue, en el mejor de los casos, «dudosa», parece que eso te da derecho a entrar armado hasta los dientes en un garito para robar secuestrando y aterrorizando a los rehenes.
  3. En realidad no robas… Como te fabricas tú el dinero… contribuyes a la economía mundial con una «inyección» de capital… ¡¡¡???
  4. No pasa nada por retener a rehenes, e incluso engañarlos sobre sus expectativas, porque al fin y al cabo, tus motivaciones son «más nobles» que las de los bancos. Incluso si son mujeres embarazadas. O incluso un grupo de alumnos de un colegio, menores de edad. A los que aterrorizas haciendo creer que has matado a alguno de ellos. Claro que son de un colegio pijo, así que se lo tienen merecido. Si no por ellos, por sus padres; seguro que son banqueros. O embajadores de la Pérfida Albión. Qué más vas tú a querer.
  5. Eres la mejor policía de España. Pero como te enamoras del jefe de la banda, que te convence de la «bondad» de sus motivos, le dejas escapar. Claro, además, el resto de la gente que trabaja contigo son una banda de cretinos.
  6. Eres un psicópata que manda ejecutar a una rehén a pesar de las órdenes de tu jefe y amigo/hermano. Aprovechando el estado de terror en la que se encuentra, violas con «su consentimiento» a una rehén. De forma continuada. Pero al final, como cubres sacrificándote la retirada de tus compañeros bajo los acordes de una versión pretenciosa del «Bella Ciao», te conviertes en un héroe, que hasta el jefe de la fuerzas especiales te mira con admiración.

¿Sigo? Porque hay más. Vamos a dejarlo, que si no me extiendo mucho.

Os aseguro que no simpatizo ni poco ni mucho ni nada con la actitud de los poderes públicos, económicos y fácticos durante la crisis financiera que comenzó en 2007. Pero, ¿de verdad? ¿Tenemos realmente claro los conceptos éticos en este país? Y en el mundo entero, por algunas noticias que me llegan. ¿Nos hemos vuelto gilipollas? Está de moda el populismo. De izquierdas, de derechas, de centro, de arriba, de abajo… En las urnas, en el supermercado, en las series de televisión,… donde sea. Todo menos aceptar que las soluciones a los problemas nunca son fáciles y cuestan trabajo.

[TV] Cosas de series; entre miniaturas y catástrofes

Televisión

Dos series interesantes esta semana, dos historias de dos matrimonios, muy distintos, ambos de producción británica. Una en la época contemporánea, la otra en el siglo XVII. Ambas, luchando contras las convenciones de la época.

Catastrophe nos ha acompañado durante varios años en cuatro temporadas cortitas, de seis episodios cada una, de unos 25 minutos cada uno. Y ha llegado a su final. Hemos acompañado a dos excelentes intérpretes, que ejercen también de guionistas y productores, que han diseccionado con mucha inteligencia el matrimonio, improbable, entre una maestra irlandesa en Londres (Sharon Horgan) y un norteamericano (Rob Delaney) con excesiva afición al drinking, que acaba casándose y quedándose en la capital británica cuando la primera se queda embarazada y se casan. Un análisis con mucho humor y sus dosis de drama sobre las relaciones de pareja, sobre el auténtico sentido de lo que significa querer a alguien, en las duras y en las maduras. Es muy recomendable. Además de que aquí y allá se ve salpicada de intervenciones de excelentes secundarios que salpimentan la serie, especialmente desdramatizando los momentos más serios de la pareja. Echaré de menos a los Morris-Norris.

Me he dado cuenta que hacía mucho que no paseábamos fotográficamente por las calles,… perdón, los canales de Amsterdam. Así que aprovechemos que una de las serie de hoy transcurre en la capital holandesa.

The miniaturist [La casa de las miniaturas, en la versión doblada al castellano] es un producción de época de la BBC, que nos traslada a Amsterdam, en las primeras décadas de las Provincias Unidas de los Países Bajos, bajo el afán comerciante y laborioso que infundió en estas gentes el austero calvinismo resultante de la Reforma, que les dio prosperidad y potencia internacional, pero también con el puritanismo y la hipocresía que cualquier extremismo religioso conlleva. Una joven de familia terrateniente venida a menos (Anya Taylor-Joy) se casa con un comerciante (Alex Hassell), una nueva fortuna en alza, con el fin de salvar a su familia de la ruina. Pero allí se encontrará con una extraña familia, especialmente con una dominante y posesiva cuñada (Romola Garai). Y con un misterioso regalo de su marido, una casa de muñecas, obra de un misterioso miniaturista (si no queréis destripar uno de los misterios de la serie demasiado pronto, no sigáis este enlace). Una denuncia de la intolerancia, la intransigencia, la hipocresía y los integrismos religiosos e ideológicos, en dos episodios que suman dos horas y media de duración, rodada a mayor gloria de Taylor-Joy, muy guapa y razonablemente competente, aunque creo que le falta madurar un poco todavía como actriz. Me ha satisfecho menos de lo que pensaba, pero no está mal. Se puede recomendar.

[Cine en casa] Secuelas y precuelas de animación

Cine
Nota: Esta entrada incluye nombres de personas de países orientales que, por respeto a sus costumbres, tienen el apellido en primer lugar y el nombre otorgado al nacimiento en segundo lugar, al contrario que en la tradición de la mayor parte de los países occidentales.

Estos días que estoy de fiesta, aunque estoy aprovechando para caminar mucho y probar cosas nuevas en fotografía de la que os hablaré cuando estén reveladas, también me queda tiempo más tiempo para recuperar películas que no pude ver en el cine porque no me dio tiempo, porque no se proyectaron en España, porque no me enteré, o porque en ese momento no les di importancia. Y estos días he recuperado un par de películas de animación, que son secuelas o precuelas de otras películas, que sí había visto.

Estamos considerando volver a Japón, quizá durante 2019… así que estos días también estoy haciendo una revisión de las fotografías tomadas en 2014. Sirvan para ilustrar esta entrada tan vinculada al lejano Oriente.

Todo empezó cuando decidí volver a ver, tranquilamente, relajadamente, Mimi wo sumaseba [耳をすませば] (Susurros del corazón). Esta película del Studio Ghibli, dirigida por Kondō Yoshifumi con guion de Miyazaki Hayao, ya la había visto varias veces, y está en mi videoteca particular. Creo que tiene momentos muy inspirados. La cuestión es que dos de sus personajes, dos gatos, uno en forma de antigüedad, y otro un malhumorado y obeso gato medio callejero medio doméstico, fueron la base para una posterior secuela producida también por Ghibli. Más que una secuela es un derivado, spin-off que dirían los que hablan spanglish, en la que el Baron y Moon, los dos gatos en cuestión, toman vida para ayudar a Haru, una joven de instituto de 16 o 17 años, que por su buen corazón y salvar a otro gato de ser atropellado se ve envuelta en graves problemas por la peculiar forma de expresar su gratitud que tiene el Rey de los Gatos. La película es Neko no ongaeshi [猫の恩返し] (en Espala, Haru en el reino de los gatos, aunque es más conocida por su título en inglés The Cat Returns).

La película, dirigida por Morita Hiroyuki, se considera por muchos un producto menor dentro de la factoría Ghibli. Pero no por eso es un mal producto. Ni mucho menos. Con sólo 75 minutos de duración, es una película de aventuras ágil y muy entretenida, con personajes muy entrañables. Y como de costumbre en el estudio japonés, toma el personaje de una joven en un estado de desconcierto personal y la conduce ante una aventura que le lleva al crecimiento personal y a una mayor independencia y autonomía ante el mundo. A mí me parece muy majica.

Otro tono totalmente distinto tiene Seoul Yeok [서울역] (Seoul Station). Esta película de animación es una precuela, o tiene una acción casi simultánea en el tiempo de su universo de ficción, de Busanhaeng [부산행] (Tren a Busán). Vi esta última película nada más volver de mi viaje por Corea del Sur. Al fin y al cabo, yo cogí uno de esos trenes a Busán. Y también el de regreso, afortunadamente. Porque el universo de ficción de estas películas es el desencadenamiento de una epidemia zombi en Corea. Así que ya podéis imaginar el argumento. Carreras de un lado a otro huyendo de los zombis, alguna cabeza de zombi reventada de vez en cuando, y un poco de casquería cuando algún incauto termina siendo el almuerzo de los muertos vivientes. Pero si ya comenté que la película de acción real tenía su gracia y era entretenida, algo parecido se puede decir de la película de animación. Ambas están dirigidas por Yeon Sang-ho, y si bien el nivel de la animación no llega al virtuosismo de otras obras orientales, especialmente de la otra orilla del mar del Japón, o del mar del Este como reclama Corea del Sur, lo cierto es que es también muy entretenida y no carece de sorpresas, con un final un tanto sorprendente, por no caer en ciertas complacencias. Así que estos días han sido de una agradable dosis de animación oriental.

No comparten personajes ambas películas. Aunque como anécdota, la actriz que pone la voz al personaje principal de la película de animación, Shim Eun-kyung, tiene un cameo en la película de acción real.

[Recomendación fotográfica] dos profesores y una gran fotógrafa

Fotografía

Hace sólo dos días que hice una entrada de recomendaciones fotográficas, pero lo cierto es que en esta ocasión era esto o volver a hablar de cine como ayer, aunque fuese cine visto en televisión. Así que voy a ir dosificando temas. Por cierto, que hoy todo tiene está en idioma castellano/español, por aquellos que se me quejan de recomendar demasiadas cosas procedentes del mundo anglófono. Tendré que hacer una recopilación de sitios en español/castellano, para todos aquellos interesados.

Estuve revisando hace poco fotografías realizadas en 2004 con una Canon Powershot G6. En aquellos momentos, me pareció la leche, aquella cámara. Hoy en día se le nota la juventud tecnológica. Pero creo que demuestra que la calidad de la foto está más vinculada al fotógrafo que a la tecnología.

A finales de octubre de 2015 hice un taller de fotografía con cámara de gran formato en Vilassar de Dalt, organizado por Revela-t. Un taller muy satisfactorio. De los dos profesores que tuvimos, uno de ellos fue Faustí Llucià. Y recientemente he encontrado en su canal de Youtube un vídeo, que más bien es un pase de diapositivas, de uno de sus trabajos Extraños en el paisaje, realizado en la playa de las Catedrales (en realidad playa de Aguas Santas, cosas de la promoción turística) de Lugo. Os lo dejo aquí puesto.

Esta playa está relativamente de moda en internet, con muchos de esos paisajes siempre un «pelín» sobreprocesados, muy saturados, de idílicos ocasos o amaneceres, que se parecen todos entre sí como una gota de agua a otra gota. Llucià, austero, con una cámara de medio formato, formato cuadrado, blanco y negro, recoge el impacto en el paisaje de la presencia del ser humano, de la invasión de turistas cuando un lugar se pone de moda. Sobrias, sencillas que no simples, bellas también.

Oscar Coronado es profesor. Universitario. Y tiene un blog de fotografía, Oscar en fotos, que es una auténtica referencia en habla española. Sus artículos suelen ser extensos e intensos en contenido. Y recientemente ha realizado uno, un trabajo impresionante de revisión y documentación, indicando 400 hitos en la historia de la fotografía desde muchos, muchos, muchos siglos antes de su invención hasta la época actual. Es «cuestionable» que en una historia de menos de dos siglos, dejando aparte los antecedentes previos relacionados con la cámara oscura y otros procesos físicos, haya 400 «hitos», pero sin duda es un notable repaso o resumen de hechos notables en la historia del medio.

En estos últimos días he visto varios artículos reivindicando la figura de Martine Franck. Yo señalaré el artículo que le han dedicado en Cartier-Bresson no es un reloj. Otro blog necesario en idioma castellano. Esta fotógrafa belga, fallecida en 2012, que tiene sus relaciones con España ya que estudió historia del arte en Madrid, tuvo una suerte y una desgracia.

Tuvo la suerte de casarse con Henri Cartier-Bresson.

Tuvo la desgracia de casarse con Henri Cartier-Bresson. 

En lo que a mí me consta, el matrimonio fue afortunado, y permanecieron juntos hasta la muerte de Cartier-Bresson. Con él fundó la fundación que lleva el nombre del célebre fotógrafo y que presidió durante un tiempo. Fundación que también le dedica exposiciones periódicamente. El problema es que siendo una fotógrafa excelente, y hay abundantes testimonios del hecho, ved el artículo que he recomendado al principio de este comentario, permaneció en gran medida a la sombra del ilustre marido, por su fama y porque no olvidemos que estamos en un mundo muy patriarcal todavía. Así pues, sirva este recordatorio para reivindicar a la fotógrafa y no a la esposa.

[Cine] Museo (2018)

Cine

Museo (2018; 54/20181128)

En 1985, se produjo uno de los robos más sorprendentes de la historia y, probablemente, el robo más importante realizado en un museo. Fue asaltado por la noche el Museo Nacional de Antropología de Méjico y fueron robadas un cierto número de piezas, que no sé muy bien si situar en las 140 o las 170, o algo entre medias, porque ambos valores he visto reflejados por ahí. El valor de las piezas robadas es absolutamente incalculable, aunque la mayoría fueron recuperadas con el tiempo. Y no está clara la intención de los ladrones para robar estas obras. Luego no las vendieron. O no las consiguieron vender. Sorprende también que en 1985 un museo de esta trascendencia careciera de sistemas de alarmas y basase su seguridad en las rondas de los vigilantes.

Como todavía no he tenido la oportunidad de visitar Méjico y sus maravillas artísticas, me conformaré con un museo igualmente o más interesante que he visitado este años, el Museo del Palacio Nacional en Taipéi, donde no faltan tampoco piezas de valor absolutamente incalculable.

El caso es que el director mejicano Alonso Ruiz Palacios (habitualmente «estila» sus apellidos como Ruizpalacios, pero parece que en esta ocasión aparecen separados en los títulos de crédito; realmente no sé muy bien cómo son) aprovecha el caso para hacer una recreación no necesariamente basada en la realidad, en la que sigue a Juan (Gael García Bernal) y Wilson (Leonardo Ortizgris), dos estudiantes de veterinaria, el primero de familia bien, que andan bastante desorientados por el mundo, y que deciden dar el golpe para «ganarse el respeto» de aquellos que no los valoran adecuadamente. A partir de ahí, seguiremos sus peripecias hasta la devolución de las obras robadas, en una road movie que se mueve entre el humor, el drama y la tragedia; entre el patetismo y el absurdo. Siempre señalando la falta de objetivos reales de estos chicos, más allá de su necesidad de reconocimiento y respeto por los demás.

Todo ello montado en una película, que sin ser redonda del todo, tiene sus altibajos en el ritmo, tiene también momentos sublimes. Filmada con el aspecto sucio, más granuloso de las películas de la época o incluso de algunos años antes, con un estilo de cámara en mano que señala el buen hacer del director de fotografía Damián García, las secuencias del atraco al museo son una maravilla. También lo son la recuperación de las obras, y otros momentos de la películo. Que además se apoya en un trabajo actoral absolutamente sobresaliente.

Una película que corre el peligro de pasar por la cartelera, muy competitiva en estas fechas, con poco impacto, cuando probablemente es mejor que la inmensa mayoría de los productos más comerciales que llegan de sus vecinos gringos. No se la pierdan. Es de la que ganan en la memoria conforme pasan los días.

Valoración

  • Dirección: ****
  • Interpretación: *****
  • Valoración subjetiva: ****