Parafraseando mi entrada de hace un años, es el 13º día de Nochevieja en el que presento mis 12 fotos para los 12 meses del año que se nos escapa para no volver. Y una más… suele haber siempre, por algún motivo, una más. En este caso, igual que algún año anterior, me presento a mí mismo en el encabezado, para desearos el mejor de los años para este que viene. Y espero que el que se va también allá sido bueno,… pero el que viene mejor.
Como de costumbre, no he buscado fotos representativas de acontecimientos de ningún tipo. Aunque alguna hay. Ni que fuesen las “mejores” fotos de cada mes, signifique lo que signifique eso. Simplemente, pequeños momentos, emociones, cosas que pasaron, o simplemente una foto que me había pasado desapercibida en su momento…
En fin, vamos a lo que vamos. Sin pies de foto explicativos. Simplemente, el mes en que fueron hechas las fotos.
Aunque en número de disparos individuales, el número de fotos que he realizado en digital durante 2019 sea superior al de fotos procedentes de película tradicional, cualquiera que conozca la dinámica propia de ambos métodos entenderá que, dejando a un lado los viajes, he dedicado bastante más tiempo a las cámaras de antaño y a la película fotoquímica que los circuitos electrónicos que codifican las archivos binarios de las cámaras digitales. Y es que me lo paso mejor. Además, este año tenía un propósito; soltarme más con la película negativa en color. E incluso con alguna diapositiva.
Vamos por meses… 12 meses, 12 fotos en blanco y negro, 12 fotos en color.
01 – Enero no fue muy movido, aunque tuvimos la primera #FP4Party y un «Clicks & Beers» de la Asociación de Fotógrafos de Zaragoza AFZ. Blanco y negro y color.
02 – Febrero vio llegar la segunda #FP4Party de las tres del año, y que me dejó alguna alegría, ya que alguna foto quedó finalista. Por lo demás seguí «entrenandome» en la fotografía en color. En estos primeros meses, sobre todo con las películas de ISO 200 y 400 más populares y económicas del mercado, de Fujifilm y Kodak.
03- Marzo y la última #FP4Party del año, con una veterana cámara soviética, que da mejores resultados de lo que uno espera, y buenos resultados en el carnaval infantil con la difícil de encontrar Fujicolor Natura 1600. Quitándome el miedo a las altas sensibilidades.
04 – Abril trajo la floración de las «sakura» y la celebración del «hanami» en el Parque Grande de Zaragoza y una visita al museo que lleva el nombre de la ciudad me sirvieron de excusa para alternan con la nobleza de Kodak, la Portra 400 y la Ektar 100, respectivamente.
05 – Mayo llegó con la inauguración de la exposición de fotografía estenopeica que impulsada por la Asociación de Fotógrafos de Zaragoza AFZ y dentro de las actividades culturales del Ayuntamiento de Zaragoza celebramos hasta principios de julio en la Casa de los Morlanes. En realidad, la foto de grupo está hecha en marzo, durante los preparativos, con película diapositiva Kodak Ektrachrome E100, la nueva emulsión que salió al mercado recientemente.
06 – Junio resultó ser un mes relativamente anodino. El viaje a China y otras contingencias hicieron que mi actividad fotográfica fuera mínima. Un Ilford HP5 Plus que llevaba habitualmente encima en la Pentax MX durante mis desplazamientos por la ciudad.
07 – Julio y los días soleados y calurosos son ideales para practicar la fotografía en el infrarrojo. Y empecé a desempolvar la Canon EOS 650 con el luminoso 50 mm f/1,4 para dar descanso a la Pentax MX. Con una de las visitas que en los primeros domingos de mes hicimos a nuestro museo favorito de la ciudad, el Pablo Gargallo.
08 – Agosto tampoco vio mucha actividad en fotografía con película tradicional. Estaba investigando los teleobjetivos para la Panasonic Lumix G9. Pero aún me dio para alguna doble exposición con la Holga 120N y algún amanecer con película en color.
09 – Septiembre fue parecido a agosto. Pero al menos utilicé la Hasselblad para probar con un rollo de Ilford Delta 100 mis nuevos filtro Lee que pocos días después me llevé a Japón.
10 – Octubre llegó cuando estábamos en el País del Sol Naciente. Y mientras viajábamos me llegó un paquete de regalo con algunas películas de Lomography. Como la Kino Berlín 400 y la Lomography Color 800, que me dispuse a probar en cuanto pude, porque nunca las había utilizado.
11 – Noviembre empezó con un tiempo más primaveral que otoñal, igual que diciembre está siendo más otoñal que invernal, y eso me animó a seguir usando la Kodak Ektar 100. Una película con personalidad, a la que hay que acostumbrarse. Pero también llegó el mes con una novedad en el catálogo de Ilford, las versiones para formatos 135 y 120 de la Ortho Plus, película ortocromática de sensibilidad ISO 80, que hubo que probar.
12 – Diciembre nos trae el final de la ronda solar. Habrá un par o tres de carretes en color que no están revelados todavía en el final de año. Pero pude probar mi nuevo Pentax SMC-M 50/1,4 en el Museo de Zaragoza, y celebrar, como a principio de año, un nuevo «Clicks & Beers» con la Asociación de Fotógrafos de Zaragoza AFZ.
Llega el momento de comenzar con el resumen del año. Ya casi no puedo recordar cuando empecé con esta tradición. Lo tengo que buscar. Y compruebo que fue el 31 de diciembre de 2007 la primera vez que publiqué la entrada de fin de años bajo el título «12 meses, 12 fotos». Y fue en 2012 cuando por primera vez extendí esa entrada a dos más; la dedicada a la fotografía con película tradicional y la dedicada a los viajes del año, grandes o pequeños. Y aquí estamos terminando este 2019, que ha sido venturoso en viajes. Esperemos que sea así por mucho tiempo. Ya tenemos billetes de avión para un nuevo viaje al Asia oriental en primavera…
Excursiones o viajes cortos, sólo o con amigos
Este año no hay muchas. Porque me ha dado mucha pereza coger el coche yo sólo e irme a explorar el mundo. Así que, o he encontrado a alguien con quien compartir la ruta, o me he quedado en casa.
Empecé pasando el año con un pequeño grupo de amigos, aunque más numeroso que años atrás, en Albarracín y los Montes Universales. Tradicionalmente, en estos últimos años, el día de mi cumpleaños apuntábamos al norte y nos íbamos a los Pirineos. Pero una tremenda borrasca nos hice mirar al sur, donde el sol nos alegró el día. Las dos fotos están realizadas con película tradicional.
Me he escapado en un par de ocasiones a Madrid, donde tengo, también desde hace muchos años, buena gente a la que me gusta ver. En junio, a la izquierda, para visitar PhotoEspaña, y en diciembre, a la derecha, con película tradicional, con la excusa de otras exposiciones de interés. Y alguna compra.
Tras ayudar en una mudanza en un pueblecito del Serrablo, volvemos un sábado por la tarde hacia Zaragoza y decidimos parar a contemplar la puesta del sol desde el dolmen de Ibirque. Ambas fotografías, realizadas con película tradicional.
Excursiones con fotógrafos
He realizado un par de excursiones fuera de Zaragoza con la Asociación de Fotógrafos de Zaragoza AFZ. Creo que me perdí alguna, como con ASAFONA, con quienes nunca he podido salir, porque siempre me pillan en malas fechas. Participo en otras actividades.
A la Bardena aragonesa o Bardena negra, me llevé cámara digital, película negativa en color y película negativa en blanco y negro. Con esta última fue con la que conseguí mejores resultados. El día no tenía la luz adecuada para el color. Demasiado intensa y dura.
Algo parecido me sucedió en la excursión al yacimiento arqueológico de Los Bañales y Ejea de los Caballeros. Aunque para la tarde en Ejea ya no me quedaban rollos de película negativa en blanco y negro y seguí con la cámara digital.
Viajes, grandes o pequeños
Generalmente mi propósito viajero para cada año es un par de escapadas por Europa, un viaje de siete u ocho día a algún sitio de interés, conocido o no, y un viaje de unas dos semanas a un sitio desconocido. Pero este año he tenido dos interesantes viajes a Asia oriental, un destino que cada vez nos gusta más.
Hacía tiempo que mi hermana quería que hiciésemos un viaje familiar a París, con nuestro primos en Saint-Denis, y llevando al pequeño de la familia a conocer Disneyland París. Y la Semana de Pascua de este año fue el momento adecuado. Fotografía sobre todo digital, también me llevé una pequeña cámara con película en blanco y negro.
Después de haber visitado Hong Kong y Taiwán, este ha sido nuestro primer viaje a la China continental. A final de la primavera. Shangái y sus alrededores con una extensión a las montañas Huangshan fue el destino. También me llevé la compacta con película en blanco y negro. Este año que viene repetiremos China, pero no destino dentro de este inmenso país.
Con la excusa del centenario de la Bauhaus, hicimos en agosto en Berlín una reunión de viejos amigos. Con excursiones a Weimar y Braunschweig. Y como el año pasado por las mismas fechas, con la cámara para película tradicional, blanco y negro, como cámara principal.
De forma un tanto improvisada, para lo que nos gusta, el viaje de principio de otoño lo hicimos en Japón. Nuestra segunda al País del Sol Naciente, que cada vez nos gusta más. Volveremos. Espero. Se me olvidó la compacta para película tradicional en casa, así que en los tres días que estuvimos en Tokio, compré un par de cámaras de un sólo uso de Ilford.
Mañana lo dedicaré a hablar en exclusiva de la fotografía con película tradicional.
Es curioso. Esta semana he estado de fiesta. El lunes próximo sí que trabajo. El último día laboral del año. Estaremos poca gente. Pero esta semana he podido dedicarme a muchas cosas. Por lo tanto,… he dispuesto de poco tiempo para casi todo. Es lo malo cuando haces excesivos planes. Acabas haciendo todo a medias. Y cuando pensaba que las recomendaciones fotográficas de esta semana podrían tener más calado, más cuando hace dos semanas que no hablo de ellas por dedicarme la pasada a los libros, resulta que la lista que había preparado me decía pocas cosas realmente.
Algunas de las últimas fotografías que he realizado en estos últimos días de 2019, paseando por la ciudad. En concreto, en la mañana del día de Navidad, con un sol y unas temperaturas que contradecían la fecha que indicaba el calendario.
Además, en estas fechas, la gente se dedica a hacer resúmenes; las fotografías del año, los libros de fotografía del año, los reportajes del año, los fotógrafos emergentes del año… esas cosas. Pero encima, como el tercer dígito del año cambia, del 1 al 2, todo lo anterior se multiplica por dos, cambiando «del año» por «de la década». Lo cual, para mí es absurdo. Soy un chico de ciencias, sé que, de forma lógica por la naturaleza del tiempo, no hubo año 0, y por lo tanto las décadas naturales empiezan con años que terminan en 1 y terminan en años que terminan en 0. Siempre considerando que el sistema de numeración en base diez es un puro arbitrio derivado del hecho de que tenemos diez dedos en las manos. Pero que en la realidad de las cosas, no tiene ningún otro significado. Bueno… no me hagáis muchos casos. Cuando llega la Navidad y hasta que llegan los días soleados y más tibios de febrero, entro siempre en un periodo de cierto pesimismo y depresión. Hace «décadas» que me sucede. Vamos con algunas recomendaciones que he seleccionado.
Maria Svarbova (instagram), una fotográfa eslovaca, se ha convertido en mi «fotógrafa de la década». No es que sea ni mejor ni peor que otros u otras. Simplemente que hace unos cuantos años me llamó la atención en 500px (hace meses que no se actualiza en esta red social), la empecé a seguir… y ahora me la encuentro por todas partes. La joven, y guapa, fotógrafa eslava a triunfado. Lo cierto es que sus coloridas imágenes llenas de simetrías y orden basadas en las construcciones del realismos socialista que quedan en su país me han generado siempre una extraña tranquilidad y relax. Veremos que pasa con sus fotos ahora que empiezan a rifársela las revistas de moda y parece que se ha convertido en «maestra» y «heroína» de una prestigiosa marca de aparatos fotográficos.
Dos artículos de Lensculture me han llamado la atención recientemente.
El primero de ellos está dedicado a la fotógrafa Liza Ambrossio (instagram). La todavía más joven fotógrafa mejicana instalada en París nos lleva a otros extremos estéticos, muy distintos a los de la eslovaca del párrafo anterior. Ambrossio abraza lo extraño, lo deforme, lo «bizarro» que dicen muchos, aunque no era este el concepto que aprendí en mi niñez que representaba esta palabra que aparecía con frecuencia en los tebeos de héroes franquistas,… Fotógrafa precoz, que cuenta en la actualidad con sólo 26 años, y ya lleva diez moviéndose en el medio. Habiendo despegado con fuerza en los dos últimos años. Sus fotografías son poderosas, tnato estética como éticamente hablando.
Y el segundo artículo está dedicado al último libro de uno de mis actores-fotógrafos favoritos, Jeff Bridges. También está en instagram, aunque sólo de vez en cuando publica una de sus fotografías. Que tienen de particular que son fotografías panorámicas, sobre soporte fotoquímico, la película tradicional, con una cámara de obturador de barrido, una Widelux. Lo que aprovecha para otorgarles una estética y unos efectos creativos muy especiales. Ofreciéndonos además un documento único de sus rodajes, y de las personas que le rodean en los mismos. Siempre me ha encantado.
Y ahora… los próximos días, los tres que nos quedan de este 2019 sin contar este sábado, los dedicaré a mi personal repaso del año.
Nos queda la duda de si en castellano han titulado esta película del ruso Kantemir BalagovUna gran mujer por las características morales de su presunta protagonista o por su elevada estatura. En cualquier caso eso no es lo importante,… y me queda muchas dudas de cómo repartir los protagonismos de este filme, mucho más notable de lo que esperábamos, aunque llevábamos muy buenas referencias. Una rareza en unas fechas donde la tendencia de distribuidores y exhibidores es a llenar la cartelera de películas muy comerciales y poco arriesgadas.
No he tenido ocasión de visitar Rusia, ni San Petersburgo claro, aunque hicimos un intento de hacerlo en 2007, cuando visitamos Helsinki y otras ciudades finesas, y Tallín en Estonia. Pero la burocracia y los malos transportes en tren lo impidió. Usaremos esta última ciudad para ambientar la entrada de hoy, como sustituta de la no muy alejada en la que transcurre la acción.
Estamos en Leningrado, actual San Petersburgo, inmediatamente tras el final de la Segunda guerra mundial. Una joven enfermera con un niño de tres años se afana en los hospitales militares de una ciudad destruida en gran medida y donde hay necesidad de mucho bienes de primera necesidad. La joven, Iya (Viktoria Miroshnichenko), sufre de ausencias, consecuencia de una conmoción que sufrió mientras estaba en el frente, en la artillería antiaérea. Y una de estas ausencia ocasionará una triste desgracia. Momento en el que reaparecerá en su vida una antigua compañera del frente, que siguió la guerra hasta Berlín, a pesar de sus heridas, Masha (Vasilisa Perelygina).
Estamos ante una cinta de una factura casi impecable. Muy potente en su aspecto visual, con esa paleta de colores muy contrastada entre los tonos rojizos y los verdes, representando estos últimos los pocos momentos de esperanza que se abren ante las protagonistas de la película. Unas mujeres con una vida difícil ante sí. Leí hace algo más de tres años un libro de la premio nóbel Svetlana Alexiévich que homenajeaba a estas mujeres, que sufrieron durante la guerra como los hombres, y más, puesto que fueron injustamente tratadas en el frente por sus compañeros, y después en la posguerra fueron vistas por el resto de la sociedad como las prostitutas de los soldados. A lo que hay que unir los problemas internos, físicos y psíquicos, que les quedaron de la guerra. Y sus problemas de relación entre ellas y sus compañeros.
Impresionantemente interpretada, pese a que la publicidad y los medios insisten en el protagonismo de Miroshnichenko, que lo hace muy bien, con momentos muy inspirados, a mí la que me estremece con más fuerza, la que me roba la respiración y la que me emociona más es la dura pero vulnerable interpretación de Perelygina, un personaje que desde mi punto de vista ofrece más ángulos y perspectivas y que nos ofrece algunos de los momentos más potentes.
Película poco complaciente. Que no es fácil de ver. Pero que me parece casi imprescindible. No creo que dure mucho en cartelera. Pero aprovechad mientras podáis.
Hace unos días descubrí que, en contra de mi opinión, NO tenía toda la colección íntegra de los álbumes de historietas de Astérix. Que en los últimos años he estado despistado y me faltaba uno. Quizá dos. Parece que me faltaba otro más, además del que os cuento aquí… A ver si lo pillo cuanto antes.
Recordamos vacaciones de hace ya unas décadas, 1993, en la península de Armórica, hoy en día Bretaña francesa, donde se supone que estuvo la aldea de los irreductibles galos. Y donde no faltan los menhires, que repartía Obélix, incluyo hoy en día.
En cualquier caso, vamos por el último que ha visto la luz. Ya hace unos años que no salen de la pluma de Uderzo, uno de los creadores originales de los irreductibles galos. Con sus 92 años… supongo que ya su pluma no será tan firme como antaño. En cualquier caso, el otro creador de los mismos, René Goscinny, tuvo la mala ocurrencia de abandonar este mundo de forma excesivamente prematura, allá por el año 1971, con sólo 51 años, privándonos de su genio. Porque no lo vamos a negar ni ocultar. Los mejores álbumes de Astérix, Obélix y compañía salieron de la rápida e ingeniosa mente del parisino. Su compañero hizo lo posible por mantener el tipo, pero las obras escritas, no sólo dibujadas, por Uderzo, nunca estuvieron a la altura de las anteriores.
Desde hace unos años, las responsabilidades han cambiado. Con dibujo de Didier Conrad y guiones de Jean-Yves Ferri, desde el año 2013, se hicieron cargo de los personajes y la serie… Y acabo de descubrir que me falta el último álbum de Uderzo… pues vaya. A ver cómo me las compongo. Los álbumes de esta nueva pareja no me han acabado de convencer mucho, pero sigo comprándolos por mantener la integridad de la colección… ya veremos durante cuánto tiempo.
El día de Nochebuena me llegó de regalo el último de la colección, dedicado a una presunta hija del caudillo galo Vercingétorix, que libró la Guerra de las Galias contra Julio César, aunque acabó derrotado en el sitio de Alesia. Sobre este tema ya se escribió en 1968 Le bouclier arverne, uno de los más divertidos de la serie, con esos arvernos que chechean y sus tiendas de «vinos y carbón». En esta ocasión, la adolescente Adrenaline y el torque ornamental que su padre le dejó son símbolos de la lucha contra los romanos. Y hay que evitar que caigan en poder de estos. Pero la joven tiene ideas propias, claro. Y la aldea de irreductibles tendrán que defenderla de los peligros… como si tal cosa hiciera falta.
He de reconocerlo. Me ha reconciliado un tanto con la saga. Me ha parecido entretenido, dinámico, divertido. Sin llegar a los niveles de genialidad de Goscinny, tiene su gracia y se lee con agrado. Que sigan así.
Tuve clara la opinión que tenía sobre esta película desde el momento en que salí del cine. No es de las que necesite un tiempo de reflexión o reposo para digerir lo que he visto. Esto estaba claro y diáfano, desde el momento en que salen los créditos y a la actriz protagonista de la película, Rey (Daisy Ridley), la relegan a la cuarta posición en el orden del reparto, de está película firmada por el extrañamente sobrevalorado J.J. Abrams.
He esperado a comentarla al día de Navidad, confiando en el extraño espíritu de concordia y solidaridad postiza que aparece en estos días, y que brilla por su ausencia el resto del año, evite que algún fan-talibán de la saga me crucifique en algún mensaje por correo electrónico como en la película de hace dos años. El tono era tan sumamente desagradable que hasta al energúmeno o energúmena en cuestión, no había una identificación clara, debió considerar inapropiado mandar el texto como un comentario público al pie de la entrada. Y eso que en aquella ocasión alababa algunas decisiones del director, pero no por eso dejaba de quejarme de otras debilidades de la película. Que si me hubiera gustado sin condiciones supongo que a estas alturas no me contaría entre el número de los vivos… lo cual me hubiera ahorrado el presenciar algunas de las probablemente más vergonzantes escenas de la saga, firmadas por Abrams… un señor, que es tiene oficio a la hora de rodar escenas de acción, pero que por más que buceo en su filmografía creo que nunca ha tenido muchas cosas interesantes que contar. No os engañéis con aquella serie de televisión; creo que le salió de casualidad, y ni siquiera él sabía de qué iba en realidad. Tal vez en aquella otra…
Creo que una de las producciones más divertidas y con mejor guion que conozco de la saga Star Wars es la atracción de Disneyland París, «Star Wars: la aventura continua». Desde luego, quien la haya creado está muy por encima del nivel que ha demostrado J.J.
Este «ascenso de Skywalker», extraño título, justificado con calzador en la última escena de la película, se puede resumir en un extraño correcalles de una punta a otra de la lejana galaxia, corriendo como pollos descabezados, en un espacio temporal que se supone que son «16 horas», 16 inverosímiles horas sean cuales sean las extrañas leyes de la física en el universo que imaginó el tío Gilito de Hollywood. Para llegar a un final absolutamente previsible, puesto que se mantiene la idea de que cada película tiene que ser en parte un espejo con su referente de la trilogía original. Hay algún dato sorprendente… pero bueno, de alguna forma había que justificar el elegir una actriz británica con un fuerte acento de inglés británico al hablar. Sí,… son cosas de las que sólo te enteras si ves las películas en versión original. En la serie original, todos los imperiales más Obi Wan (Alec Guinness), tienen acento inglés británico, mientras que los rebeldes tienen acento inglés americano. Darth Vader Hace unos días me di cuenta que hay aficionados actuales de Star Wars que no tienen ni idea de quién es Alec Guinness… En fin. Darth Vader (David Prowse/James Earl Jones) estaba encarnado por un británico, pero la voz era de un norteamericano… pero como estaba distorsionada, igual da.
El tiempo… La gestión del tiempo interno y las elipsis nunca ha sido el fuerte de la saga. Pero ya, el desmán de Abrams al respecto en esta película nos lleva a situaciones absolutamente surrealistas. O más bien, dadá. Claro que como va acompañada de un guion que está situado como en la otra punta de la galaxia con respecto al que Leigh Brackett y Lawrence Kasdan para la incontestablemente mejor película de la saga… Quizá el momento más vergonzante llega al final de la película cuando tras un festival de muertes y resurrecciones más propio de Semana Santa que de las fechas navideñas, se produce el beso más fuera lugar de todos los universos del multiverso, y que salvo para alguna shipper incorregible, lleva al conato de la carcajada a cualquier espectador inteligente de la sala.
Abrams se dedica a destruir de forma sistemática y cuidadosa todo lo que de novedoso e interesante propuso Rian Johnson en el episodio VIII de la saga, haciendo de esta película un evento absolutamente prescindible de la misma, siendo que con sus defectos es una de las más interesantes, precisamente por su iconoclastia y por imaginar que en el universo Star Wars puede haber ideas que no sean banales maniqueísmos destinados a generar nuevos muñequitos para su venta en las tiendas Disney. Si no fuera una película de Star Wars, diría que es una película bastante entretenida, sin mucho sentido, simplemente el de hacer pasar un buen rato a niños y adolescentes. Pero claro… algunos llevamos en esto desde que teníamos 13 o 14 años en 1975… y no somos ni niños ni adolescentes, y hemos visto que es universo que admite tramas más serias y comprometidas sin comprometer la diversión.
Queda por el camino la sensación de derrota. De que el vencedor real es el imperio. El de los plutócratas, por su puesto. Muchos dijimos al enterarnos de la compra por Disney de los derechos de la franquicia aquello de «I have a bad feeling about this». O como lo expresaron otros, de una forma mucho más calamariana, «It’s a trap». Y así ha sido. A pesar de que las peores película de la saga siguen siendo los episodios I, II y III, que sin embargo contenían buenas ideas, que Lucas no fue capaz de llevar a la práctica con la brillantez exigida, la galaxia de Disney nos ha ofrecido tres películas entretenidas que, sin embargo, salvo la segunda, el episodio VIII, carecían por completo de ideas. Por el camino ha quedado el fracasado intento de llevar a la franquicia una protagonista femenina, la masa de aficionados a la saga ha demostrado ser una panda de machistas de mucho cuidado, aunque la propia Disney ha contribuido también ha ello, así como de introducir otros elementos de aire fresco al conjunto de la historia. Al final, no es que la historia sea cíclica y se repita. Es que la inteligencia y la imaginación están despareciendo en Hollywood y parece que lo único que se espera es repetir las mismas situaciones una y otra vez hasta el hartazgo. Es lo que les funciona con los superhéroes de Marvel, inanes como no puedan ser otros… y es lo que al final han acabado aplicando a nuestra querida y maltratada galaxia muy muy lejana.
Y sí,… J. J. Abrams pasa a ocupar uno de los puestos de cabeza de mis más odiados directores de cine.
Debería hablar de más cosas de las que voy a hablar,… pero quería dejar una entrada que no fuera tan diversa, más homogénea en sus contenidos. Así que ya me daré prisa con lo que tengo atrasado… mmmm, ¿la semana que viene? No sé.
Hoy vamos con producciones que tienen sabor hispano. Incluso se alguna de ellas se habla en alemán. Me explicaré. Pero antes decir que le he dado una oportunidad a Isabel Coixet y su incursión en HBO con Foodie Love. Ya el título me ha empalagado en exceso por su «postmodernidad» instagramera. Porque antes había gurmés o gastrónomos, o simplemente gentes de buen comer; pero desde el advenimiento de las redes sociales, al más pedante estilo de la «postmodernidad» mal entendida que nos asuela desde hace varias décadas, hay «foodies». Y pedante por demás es la relación entre los dos personajes, según lo que he podido ver en los dos primeros capítulos, en los que se me han atragantado tanto y me han caído tan mal, que he sido incapaz de ver más. Si alguna vez consigo seguir, ya os diré. Con lo que me gustó la chica esta, Laia Costa, en cierta película y lo insoportable que me parece ahora [siempre el personaje, contra la persona real no tengo absolutamente nada que no sea respeto].
Ilustraremos la entrada con paisajes y pueblos pirenaicos, que le van a la serie española de hoy.
Y hace ya unas cuantas semanas, creo que fue a finales de noviembre o así, apareció en Netflix una serie alemana bajo el título Zeit der Geheimnisse (traducción, tiempo de secretos), titulada en castellano Secretos por Navidad, en la que sen vemos la evolución de tres generaciones de mujeres mientras la mayor de ellas, la abuela se acerca al final de sus días, mientras se preparan para celebrar la Navidad. Con frecuentes flashbacks a épocas pasadas, vemos que las relaciones entre ellas ha estado envenenada por hechos del pasado que nunca han sido resueltos con franqueza entre ellas. La acción que transcurre en una casita la mar de mona junto a una playa, que no sé si situar a orillas del mar del Norte o del Báltico y sus estrechos. No está mal. Son sólo tres episodios que están bien interpretados y dirigidos, aunque quizá le falte un poquito de alma. Los hechos del pasado que marcan la vida de la familia, además de conflictos del pasado, tienen que ver con la época de la banda terrorista de la Baader-Meinhof.
Lo curioso de la serie alemana es que en los créditos se puede leer que está basada en la serie Días de Navidad de Pau Freixas. Freixas es conocido por el éxito de algunas de sus producciones para televisión, especialmente para los canales autonómicos catalanes. Y es bastante respetado, aunque yo no estoy muy puesto en su obra. Pero cuando se estrenó la serie alemana, la de Freixas… estaba a la espera todavía de ser estrenada. También en Netflix, unas semanas más tarde, más próximas a la Navidad. Y se anunciaba con un reparto de campanillas… Victoria Abril, Elena Anaya, Alicia Borrachero, Antonio Dechent, Verónica Echegui, Verónica Forqué, Charo López, Ángela Molina,… son algunos nombres más conocidos en un reparto muy amplio.
La historia no es la misma que en la serie alemana. Los temas están relacionados, pero no son dos series idénticas. Si la alemana, en lo interior de la familia está en las relaciones entre madres e hijas con algún misterio sobre lo que pasó con los hombres, en la española el conflicto está entre las cuatro hermanas de la historia, con algún misterio entre los padres de las mismas. Si ya hemos comentado la época histórica del origen de la serie alemana, aquí en la española tendremos la posguerra dominada por el fascismo y la represión como telón de fondo. Si allí era la playa y el mar, aquí es la montaña con sus bosques y un lago. Si allí dominaban los flashbacks, aquí tenemos tres cortes en el tiempo. Tres navidades distintas. La serie está bien. La serie podría estar mucho mejor. ¿Cuál es el problema? Los intérpretes jóvenes españoles no está a la altura. El tercer episodio, con cuatro pesos pesados de la interpretación femenina española, es casi antológico. El segundo no está mal, con buenas interpretaciones de actrices jóvenes pero ya maduras profesionalmente, y otras, no tan buenas. Y el primero… las niñas y adolescentes rozan lo repelente, aunque las apariciones en pantalla de los personajes maduros, salvan la papeleta y permiten seguir adelante.
Lo he dicho hace tiempo. Antaño, los actores jóvenes se fogueaban en el teatro, y cuando pasaban al cine o la televisión, lo hacían muy bien. Ahora empiezan directamente en televisión, que es mala escuela de interpretación. Y tardan en madurar. Y cuando maduran, no siempre encuentran papeles interesantes, porque hay que vender al público joven y para eso hay que poner actores y actrices, jóvenes, guapos, clónicos, aunque no sepan actuar. En otras países pasa parecido. Fíjaos que en Estados Unidos, pocos intérpretes de televisión conocidos dan el salto con éxito artístico (no hablamos del pecuniarios) al cine. Al revés, funcionan todos perfectamente. En cualquier caso, dos series con tema navideño, pero distinto.
Termina la actividad de 2019 de la Asociación de Fotógrafos de Zaragoza AFZ como se empezó. Con un fotopaseo «Clicks & Beers». Un rato de «clicks» fotográficos, un rato de conversación con unas cervezas para terminar la mañana. El lugar elegido, el mercadillo navideño de la plaza del Pilar de Zaragoza con sus habituales atracciones; el belén gigante, la pista de hielo y el tobogán gigante, entre otras cosas.
Hoy ha sido día de cine familiar por la mañana (ya hablaré, ya, de lo último de Star Wars… ufffff) y de asuntos de amistades a primeras horas de la tarde. Así que se me ha echado el día encima sin poder abrir el editor de entradas de WordPress. Dejaré para otro rato mis recomendaciones fotográficas y hablaré brevemente de dos libros que me han llegado por correo estos días. Ambos son de la editorial Another Place Press, que ya he comentado en alguna ocasión. Es una pequeña editorial independiente, que publica pequeñas ediciones de libros sobre paisajes en el sentido amplio de la palabra (tierra, país, lugar, viaje, ciudad, entorno, medio ambiente,… ). Los libros son pequeños, asequibles, pero de buena calidad. Es lo que dicen ellos… y es verdad. Ya tengo unos cuantos, y me encantan.
Como he empezado a elegir mis fotos de resumen del año, también me he parado en unos dípticos que hice hace casi un año, a finales de enero, en Albarracín y los montes Universales, algunos de los cuales me parecen muy recuperables.
El primero de ellos es Inner/Visions de Robin Ek (instagram). Nos muestra una serie de dípticos, dos fotos en páginas contiguas, que combinan el retrato de una persona vuelta de espaldas con un paisaje desenfocado, onírico, difuso. Según el autor, tiene sueños recurrentes sobre el fin del mundo, y le ha llevado a preguntarse si otras personas sueñan lo mismo. Si no te lo explican, te quedas un poco perplejo. Aunque el conjunto es bello de contemplar.
El segundo es Far away but close de Jessica Backhaus (instagram). Backhaus se fija en el detalle del paisaje, generalmente urbano o suburbano. También en detalles de edificios, en objetos que pueblan ese paisaje. Todo muy cotidiano. Y al mismo tiempo evocador de sentimientos o recuerdos. Propios o ajenos. También está muy bellamente presentado. Con introducción del escritor chileno Antonio Skármeta.
Ya comenté hace unas semanas, que tengo un nuevo objetivo Pentax. Nuevo de segunda mano, claro. Que me llegó de Japón vía eBay, y que ya lo he probado para el uso para el que lo pensé. Con película fotográfica. Os dejo unas cuantas muestras, realizadas en algunos museos de Zaragoza, en Madrid y en un breve paseo en un día muy feo, gris, lluvioso…
Justo en la mañana de la resaca del final de la historia de los Skywalker, y puesto que normalmente voy comentando en orden de visualización las películas que veo, tengo que ponerme a comentar la segunda de las grandes apuestas de Netflix de cara a la temporada de premios de este año. Dirigida por Noah Baumbach, un director que nos ha presentado en el pasado historias muy interesantes y otras… no tanto, y protagonizada por Scarlett Johansson, que se toma un descanso del cine de acción en el que parece que se ha encasillado desde hace unos años, y Adam Driver, que hace doblete en este párrafo, ya que encarna también a uno de los últimos villanos del universo Star Wars.
Como la culpa del divorcio de la película de hoy parece que la tiene Broadway… viajaremos a septiembre de 2013, la primera tarde de nuestra visita a Nueva York, en la que básicamente recorrimos Broadway desde Chinatown hasta Times Square.
Al parecer inspirada por el propio divorcio del director de la actriz Jennifer Jason Leigh, aunque no es autobiográfica, eso sí nos dice que cuenta con el beneplácito de Leigh, nos cuenta la historia del divorció de la pareja que forman un director teatral de prestigio (Driver), y su mujer (Johansson), una actriz que abandonó su carrera televisiva en Hollywood, y que se ha cansado de ser segundona del prestigio de su marido. Tienen un niños y… el divorcio es contencioso. Porque si es de común acuerdo y civilizado no tiene ninguna gracia.
Por lo tanto, la primera cuestión es que no se nos cuenta la «historia del matrimonio» tal y como se nos anuncia en el título del largometraje. Esta la deduces de los rifirrafes del proceso de divorcio. Que es lo que realmente nos cuentan. Dejándonos con la duda de cual es la realidad de lo sucedido en el matrimonio, puesto que escuchamos las versiones de los implicados. Y ya dijo alguien que en una historia hay tres versiones, la de una parte, la de la otra y la verdad. Pero… Sí. Tengo un pero muy gordo. Y es que a pesar del razonable buen hacer de todos los implicados en la película, no consigo empatizar con los protagonistas. La película no consigue que me importe un rábano cual sea el desenlace de este divorcio.
Para empezar… son un par de pijos. Si van a un abogado y de entrada este les dice que tienen que adelantar entre 10 000 (Alan Alda, uno de los abogados de él) y 25 000 dólares (Laura Dern, la abogada de ella) para empezar a hablar… no se informa del coste total, estamos ante unos privilegiados, cuya realidad no tiene nada que ver con las miles de parejas que se separan como pueden, y que ni siquiera se van a repartir una cantidad cercana a esa, salvo la discusión sobre el piso. En segundo lugar, puedo entender que una pareja deje de quererse y se separe y divorcie. Los amores eternos duran… hasta que se acaban. Pero las presuntas justificaciones de uno y de otro para convertir el asunto en un contencioso, salvo lo relacionado con el hijo, tienen poco peso. Y al problema del hijo… tiene un peso un poco extraño.
Vamos. Que no me ha convencido gran cosa, a pesar de las críticas que hablan de obra maestra. No está mal, se deja ver,… pero si los personajes te importan un rábano… es un tipo de película que no se puede permitir que el espectador se quede con esa actitud. No puedo evitar hacer comparaciones. Y hace unos añitos tuvimos la ocasión de vivir una historia, que sí era la historia completa de un matrimonio, que nos emocionó, nos convenció y por cuyos protagonistas si que sentimos compasión en el buen sentido de la palabra. Así que… no está mal, pero no me entusiasmó. Luego, allá cada cual.